miércoles, 24 de abril de 2013

lectio 5 DPas C

5º domingo pascua, C  

 
Texto a meditar y orar de Juan 13, 31-33a. 34-35
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerá todos que ustedes son mis discípulos".
Lectura. La nota más característica de estos discursos es el contexto en el que nos vienen insertos: en la noche que separa la cena de despedida y el comienzo de la pasión, Jesús dirige un largo y reiterativo discurso. La estructura literaria de estos discursos presenta dificultades; cualquiera puede observar la falta de lógica narrativa, las repeticiones, etc. El discurso de Juan sigue el modelo literario de los discursos de adiós, un género bien definido de literatura bíblica y de los escritos judíos. Pero es por la profundidad alcanzada en su teología, por lo que estos discursos pueden considerarse como la obra maestra de la interpretación de San Juan del misterio de Jesús.
Este párrafo del evangelio forma parte del primer bloque de discursos que forman un ciclo de diálogos dominados por la idea de la partida de Jesús y la llegada de su Paráclito; es la forma con la que interpreta el mismo Jesús su muerte y su resurrección venideras.
Tras la salida del traidor, la revelación de Jesús va a ser total y la intimidad con los suyos insuperable. Jesús inicia su despedida declarando llegada la hora de su glorificación del Hijo del Hombre. Jesús sabe que es la hora de su gloria, porque acaba de iniciar, con la separación de Judas del grupo y su incitación a llevar a efecto sus intenciones, el camino de su pasión y muerte. Por ella, Dios será glorificado y en ella le glorificará muy pronto.
La "gloria" en el lenguaje bíblico es la irradiación misma de la presencia de Dios, el esplendor terrible y a un tiempo fascinante del ser de Dios. Para Juan la gloria divina está presente en la carne, del Verbo que se ha vuelto Hombre; revela y salva a través de los milagros y de los signos de Jesús, que estalla en el escándalo de la cruz.
Es en la Encarnación del Verbo y en su pasión-muerte que el amor de Dios Padre y el amor del Hijo obediente aparecen en toda su profundidad y sentido.
Pero la glorificación de Jesús comporta para la comunidad cristiana su ausencia. El creyente va a tener que buscarle sin éxito; pero, su separación de él no será definitiva. No va a ser la desesperanza o la nostalgia lo que predomine entre ellos, tendrán una nueva tarea: el amor mutuo.
Las precisaciones del amor mutuo que hace Juan: el amor caracterizará la comunidad cristiana; éste se extiende a los que compartan la fe común; este amor fraterno entre iguales, está motivado en el amor con el que Jesús los ha distinguido. De esta forma el mandato es gracia: los discípulos han sido objeto del amor de Dios antes de ser sujetos del amor al hermano; el amor fraterno como quehacer cristiano nace, y es de obligado cumplimiento, por saberse uno conocido, amado por Dios en Cristo.
Como el Padre amó al Hijo y este obedeció haciendo su obra, Cristo, que amó a los suyos hasta el final, puede exigirles obediencia. De esta forma en la ausencia de Jesús, la comunidad tiene la tarea de recordar al mundo su triunfo y de presentarse ante él como la epifanía o manifestación del amor de Dios.
Meditación. La palabra de Dios habla de la confianza de Jesús a sus discípulos, a los más íntimos y al confiarles el mandamiento del amor. Pero exigir amor mutuo, sólo lo puede hacer quien habiendo amado hasta el extremo, lo ha posibilitado. Dios será glorificado cuando Jesús se entregue. Los discípulos pueden entregarse unos a otros porque Jesús se entregó por amor.
Conocer la obligación de amar al hermano es saberse íntimo de Jesús y saberse amado por Él. Sólo el amado por Jesús sabe que debe amar a sus hermanos: el mandato del amor mutuo es el secreto que Jesús reserva para los que ama. Más que simples discípulos, el evangelio invita a sentirse amigos amados de Jesús.
Tiene exigencia sobre nosotros porque tuvo predilección; si exige que nos amemos es porque ya nos ha amado. Nos manda que nos queramos porque nos quiere. La prueba de que nos ama es porque nos ha obligado a amarnos. Sintiéndose el discípulo comprometido a amarse, como Dios le ha amado, experimentará mejor el amor que Dios le tiene. Porque este amor de Dios es gratuito pero tiene sus consecuencias: sólo se siente y se sabe amado por Dios quien sabe que debe amar al prójimo.
El amor entre las personas es la mejor demostración de que Dios existe y se preocupa por ellos. Si los discípulos de Cristo no nos esforzamos por amarnos.
Oración. Hoy tu Palabra nos revela cuánto has sido grande con nosotros al manifestarte en la Gloria de Jesús. Al revelarnos que tu Gloria y la Gloria de tu Hijo es la manifestación de tu designio de amor realizado en la vida, pasión y muerte de tu Hijo Jesús y en su Resurrección. Por mencionarnos en su Palabra y en sus "signos" cuál es tu voluntad y pedirnos obediencia y fe a tu Hijo. Gracias, Padre, Bueno, porque así te ha parecido a bien revelarnos tu infinito amor para con las gentes y porque esto es un "don" de tu infinita gracia.
Hoy te queremos pedir que nos enseñes por medio de tu Santo Espíritu a agradecértelo y a sentirnos plenamente amados en tu Hijo Jesús; pues porque nos has querido y nos has dado a tu Hijo, nos has pedido que cumplamos con el mandamiento del amor los unos a los otros. Y es que descubrimos que en el amor que nos tengamos entre nosotros te estamos haciendo presente en nuestro mundo y estamos trabajando en la construcción de tu Reino, un reino de amor. Porque nos amas, Señor, eres capaz y te sientes con toda la autoridad de pedirnos que lo mismo hagamos con los hermanos; porque la única razón de luchar porque el reino del amor se haga presente en nuestro mundo y en los que nos rodean es porque Tú nos has amado hasta el extremo. Si Tú has hecho eso, ¿por qué detenemos con nuestra cerrazón la espiral de amor que has iniciado en nuestro mundo desde el día en que nos llamaste y nos creaste?
Hoy te pedimos, Señor que asistido por tu Espíritu Santo nos hagas llevar adelante el mandamiento del amor, hacerte presente en nuestro mundo, vivir el amor en comunidad, resultado de tu amor en nuestros corazones. Que nos sintamos amados por Ti y que nos sepamos llamados por "vocación" a manifestar el amor a todos los hermanos.

Contemplación. Experimento gran alegría, gozo y satisfacción el saberme amado por Dios y llamado a manifestar este amor a los que me rodean. Me siento agradecido con Dios por todo esto.
En este Año de la Fe nos empeños por vivir el mandato del Señor.
 
La Paz con ustedes.

sábado, 20 de abril de 2013

lectio 4 DPas C

 
 
4 Domingo de Pascua, C. Domingo del Buen Pastor.
 
Este domingo es el Domingo del Buen Pastor y celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El Reino de Dios necesita de ministros y testigos para que la comunidad sea servida y animada en nombre de Jesucristo y de su Espíritu Santo. Estamos invitados a pedir a Dios Padre que envíe más trabajadores para que la Palabra de Dios llegue a todas las gentes.
 
Texto a meditar y hacer oración este Cuarto Domingo de Pascua:
 
Juan 10, 27-30
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno".
 
Lectura (Lectio): lee detenidamente el texto varias veces hasta que te familiarices con él y desentrañes su estructura para entender lo que dice en sí mismo.
El texto de hoy es sumamente breve y muy rico en su contenido. Forma parte del capítulo décimo del evangelio de San Juan cuyo título es: "Yo soy el buen pastor", y tiene como temas centrales: dar la vida por las ovejas, darles vida abundante a las ovejas y el amor y unidad inigualable entre el Padre y el Hijo. EL contexto es de polémica entre los judíos y Jesús y se ubica en una visita al templo en las fiestas de su dedicación. Allí los judíos presionan a Jesús para que declare abiertamente si es o no el Mesías. Jesús les responde afirmando que son sus obras las que hablan pero que ellos no le reconocen porque no son de sus ovejas, cosa que les irrita enormemente y sienten el deseo de matarlo. Por eso Jesús habla del conocimiento y relación personal que existe entre Él, buen pastor, y sus ovejas, y entre Él, que es el Hijo, y su Padre. Tan estrecha es la relación y el conocimiento que les da su vida y les da, además, vida eterna. Puede hacerlo porque el Padre y Él son una misma cosa y sus ovejas están cuidadas y protegidas por estar en las manos suyas y en las del Padre. Por eso los discípulos, en cualquier circunstancia, pueden vivir en paz y seguridad, nadie las puede arrebatar de sus manos y de las del Padre. Las ovejas que escuchan y siguen a Jesús nunca perecerán, tendrán vida abundante y eterna.
 
Meditación (Meditatio): trata de entender lo que te dice la Palabra de Dios ahora en tu vida ordinaria.
Llama mucho la atención el énfasis que Jesús pone al hablar de la relación tan personal, profunda y familiar que se da entre Él y su Padre, entre Él y sus ovejas, que somos todos sus discípulos. Esta relación tiene dos efectos: primero el seguimiento cercano y confiado de sus discípulos en la certeza de que siempre serán protegidos y acompañados sea por Jesús como por el Padre, porque ellos dos son una misma cosa. Y, en segundo lugar, recibirán el don de la vida eterna.
Es claro que nuestras vidas necesitan y piden este tipo de relación, de seguridad y de protección para poder superar el clima y experiencia de soledad, incomunicación, baja autoestima e indiferencia que se vive no sólo de modo general en la sociedad, sino que muchas veces en círculos más estrechos como el laboral, eclesial, escolar, comunitario y hasta familiar. Escuchar a Jesús y seguirlo, es vivir en la seguridad del amor incondicional suyo y del Padre.
 
Oración (Oratio): respóndele a Dios desde tu vida y desde su Palabra con una oración personal. Puedes servirte de esta.
Señor Jesús, tú que eres uno con el Padre y el Espíritu Santo, haz que escuchemos siempre tu voz, que te conozcamos como hermano y como amigo, y que caminemos contigo hacia el Padre. Que tu amor y salvación incondicional saque de nuestras vidas tanto miedo, desesperación y angustia, tanta depresión y desconfianza, soledad e inseguridad que llevan a rupturas y adicciones inútiles, a la destrucción de hogares y al sinsentido de vidas. Gracias Señor Jesús, tú nos valoras tanto que has dado la vida por nosotros como Buen Pastor y nos has puesto en el lugar más seguro que puede haber: las manos de tu Padre. ¡Bendito seas Señor!
 
Contemplación (Contemplatio): haz un momento de silencio y adora, alaba, bendice y pide al Señor lo que gustes sugerido por su Palabra. Luego hazte un propósito semanal de cambio de vida que implique tu persona, tu familia, tu trabajo, tu escuela, amistades y compromisos ordinarios...
 
Que el Señor te bendiga y te guarde y que este domingo, como buen discípulo, escuches atento la palabra de Jesús, tu Buen Pastor, y te dejes mecer confiado en las manos seguras y cariñosas de Dios Padre. No dejes de pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas... a la mejor Dios llama a alguien cercano a ti... o a ti! Ya ves, ¡Nunca se sabe!
 
La Paz con ustedes.


jueves, 18 de abril de 2013

lectio 4 DPas C

4 Domingo de Pascua, C. Domingo del Buen Pastor.
 
Este domingo es el Domingo del Buen Pastor y celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El Reino de Dios necesita de ministros y testigos para que la comunidad sea servida y animada en nombre de Jesucristo y de su Espíritu Santo. Estamos invitados a pedir a Dios Padre que envíe más trabajadores para que la Palabra de Dios llegue a todas las gentes.
 
Texto a meditar y hacer oración este Cuarto Domingo de Pascua:
 
Juan 10, 27-30
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno".
 
Lectura (Lectio): lee detenidamente el texto varias veces hasta que te familiarices con él y desentrañes su estructura para entender lo que dice en sí mismo.
El texto de hoy es sumamente breve y muy rico en su contenido. Forma parte del capítulo décimo del evangelio de San Juan cuyo título es: "Yo soy el buen pastor", y tiene como temas centrales: dar la vida por las ovejas, darles vida abundante a las ovejas y el amor y unidad inigualable entre el Padre y el Hijo. EL contexto es de polémica entre los judíos y Jesús y se ubica en una visita al templo en las fiestas de su dedicación. Allí los judíos presionan a Jesús para que declare abiertamente si es o no el Mesías. Jesús les responde afirmando que son sus obras las que hablan pero que ellos no le reconocen porque no son de sus ovejas, cosa que les irrita enormemente y sienten el deseo de matarlo. Por eso Jesús habla del conocimiento y relación personal que existe entre Él, buen pastor, y sus ovejas, y entre Él, que es el Hijo, y su Padre. Tan estrecha es la relación y el conocimiento que les da su vida y les da, además, vida eterna. Puede hacerlo porque el Padre y Él son una misma cosa y sus ovejas están cuidadas y protegidas por estar en las manos suyas y en las del Padre. Por eso los discípulos, en cualquier circunstancia, pueden vivir en paz y seguridad, nadie las puede arrebatar de sus manos y de las del Padre. Las ovejas que escuchan y siguen a Jesús nunca perecerán, tendrán vida abundante y eterna.
 
Meditación (Meditatio): trata de entender lo que te dice la Palabra de Dios ahora en tu vida ordinaria.
Llama mucho la atención el énfasis que Jesús pone al hablar de la relación tan personal, profunda y familiar que se da entre Él y su Padre, entre Él y sus ovejas, que somos todos sus discípulos. Esta relación tiene dos efectos: primero el seguimiento cercano y confiado de sus discípulos en la certeza de que siempre serán protegidos y acompañados sea por Jesús como por el Padre, porque ellos dos son una misma cosa. Y, en segundo lugar, recibirán el don de la vida eterna.
Es claro que nuestras vidas necesitan y piden este tipo de relación, de seguridad y de protección para poder superar el clima y experiencia de soledad, incomunicación, baja autoestima e indiferencia que se vive no sólo de modo general en la sociedad, sino que muchas veces en círculos más estrechos como el laboral, eclesial, escolar, comunitario y hasta familiar. Escuchar a Jesús y seguirlo, es vivir en la seguridad del amor incondicional suyo y del Padre.
 
Oración (Oratio): respóndele a Dios desde tu vida y desde su Palabra con una oración personal. Puedes servirte de esta.
Señor Jesús, tú que eres uno con el Padre y el Espíritu Santo, haz que escuchemos siempre tu voz, que te conozcamos como hermano y como amigo, y que caminemos contigo hacia el Padre. Que tu amor y salvación incondicional saque de nuestras vidas tanto miedo, desesperación y angustia, tanta depresión y desconfianza, soledad e inseguridad que llevan a rupturas y adicciones inútiles, a la destrucción de hogares y al sinsentido de vidas. Gracias Señor Jesús, tú nos valoras tanto que has dado la vida por nosotros como Buen Pastor y nos has puesto en el lugar más seguro que puede haber: las manos de tu Padre. ¡Bendito seas Señor!
 
Contemplación (Contemplatio): haz un momento de silencio y adora, alaba, bendice y pide al Señor lo que gustes sugerido por su Palabra. Luego hazte un propósito semanal de cambio de vida que implique tu persona, tu familia, tu trabajo, tu escuela, amistades y compromisos ordinarios...
 
Que el Señor te bendiga y te guarde y que este domingo, como buen discípulo, escuches atento la palabra de Jesús, tu Buen Pastor, y te dejes mecer confiado en las manos seguras y cariñosas de Dios Padre. No dejes de pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas... a la mejor Dios llama a alguien cercano a ti... o a ti! Ya ves, ¡Nunca se sabe!
 
La Paz con ustedes.

viernes, 12 de abril de 2013

lectio 3 DPas C

3º Domingo de Pascua, C.
 
Texto de Juan 21, 1-19 (Léelo serena y tranquilamente una o varias veces hasta desentrañar parte  de su estructura, personajes y organización).
 
"En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: '"Muchachos, ¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" El le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
 Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme".
 
 
Lectura (Lectura de los que dice el texto en sí mismo para entenderlo mejor): Esta es la tercera aparición de Jesús a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos. Y se aparece junto al lago de Tiberíades; en medio de la vida ordinaria y en el oficio que mejor conocían: pescar. Eso nos dice que los discípulos habían dejado de ser los pescadores de hombres a que los había llamado Jesús; y tras el supuesto fracaso de su Maestro habían vuelto a lo de siempre. Los discípulos fueron a pescar y no pescaron nada y al amanecer Jesús se apareció en la orilla del lago y ellos no lo reconocieron. Jesús tomando la iniciativa les pregunta: "muchachos, ¿Han pescado algo?". Le respondieron que no, por lo que Jesús les da indicaciones; y al hacerlo, fue tal la cantidad de peces que no podían jalar la red: eran ciento y cincuenta y tres peces. Juan al reconocerlo le dice a Pedro: "Es el Señor". Cuando llegan a tierra, ya Jesús les había preparado pescado y pan en las brasas. La última parte del relato es un diálogo entre Jesús y Pedro, en la que Jesús le pregunta por tres veces y Pedro le responde. Ahora, se afirma a Pedro como pastor a partir de la inquietante pregunta triple de Jesús resucitado: "Simón, ¿me amas? Apacienta mis ovejas". Pedro es reconocido como pastor porque ahora cumple la condición de buen discípulo. Durante la Pasión negó tres veces ser discípulo de Jesús. Ahora el Señor le pide una triple confesión de su sincero amor como discípulo.
 
 
Meditación (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora en mi familia, vida y circunstancias): El evangelio de hoy es altamente esperanzador y estimulante en sus dos partes, y nos ayuda a hacer una buena interpretación de nuestra vida en términos pascuales. Cristo se aparece a unos apóstoles, que, invitados también por Pedro han vuelto a su ocupación anterior, sólo saben ser pescadores. Y Él nos busca y se coloca a la orilla del mar de nuestra vida, donde puede ser visible, aunque no fácilmente reconocible. Por eso es muy significativa la escena nocturna de la pesca infructuosa, del extraño que a la luz del alba, cuando ya no hay esperanzas de pesca, pregunta: "muchachos, ¿han pescado algo?", En este relato encontramos tres momentos: la pesca milagrosa, el reconocimiento de Jesús; la comida comunitaria a orillas del lago; y el diálogo entre Jesús y Pedro. Estas tres escenas para la comunidad de Juan, al fin del siglo primero, tiene un interés sobre todo en sentido de Iglesia: así vemos, la misión de la Iglesia, la Eucaristía y el servicio de Pedro en ella. Es necesario que se nos acerque y que nos diga qué y cómo pescar, es necesario dejarnos amar por Él, es necesario que otros nos digan quién es para que apasionados nos lancemos en pos de Él sin temor. Esto nos ayuda a profundizar en lo que es la Iglesia; es decir, una Iglesia que anuncia, una Iglesia que es la comunidad de aquellos que tienen fe en el Señor Resucitado. Una Iglesia que pierde el miedo y deposita su fe en su Señor Resucitado. Su palabra nos despierta y nos devuelve a la más grande realidad, la de su amor por nosotros, la de su perdón. Nos pregunta igual que a Pedro, tres veces, no para echarnos en cara nuestra negación, sino para darnos la oportunidad de confirmar nuestra fe, nuestro frágil amor y seguimiento. Nos convoca a todos para que a su alrededor celebremos, le escuchemos, lo gocemos y comamos con Él y de Él. A nosotros también se nos ha aparecido Jesús resucitado a la orilla de nuestra vida, tal vez al límite para algunos, y nos ha dicho por dónde echar las redes, para que haciéndonos obedientes a su Palabra, podamos gozar esa obediencia y no sólo el éxito, o el buen resultado.
 
 
Oración (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo): Señor, tu iniciativa de encontrar a tus discípulos, ahora, junto al lago de Tiberíades, de hacerte presente en la vida de tus discípulos, lo hiciste para que tuvieran la certeza de que estabas vivo, resucitado; pero tus discípulos tuvieron y siguen teniendo dificultad en reconocerte; porque tanto, antiguamente, como en estos días, se escuchan y exponen tantas teorías para negarte que estas vivo. Sin embargo, creemos por tu Evangelio, Señor, que sigues presente en la comunidad de los que creen en Ti, y en tu Iglesia; sigues presente cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía, así como cuando tenías preparados el pan y los peces; además sigues presente cuando le conferiste la misión en la persona de Pedro, para apacentar, pastorear y cuidar tus discípulos, tu Iglesia. Amén.
 
Contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar, adoro y alabo, y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios en mi vida ordinaria personal, familiar, social, laboral, escolar…)
 
Buena continuación, en estos cincuenta días, de la Fiesta de Pascua. Saludos y Bendiciones.
 
 
La Paz con ustedes.

miércoles, 3 de abril de 2013

lectio 2 DPas C

2 Domingo de Pascua, C
Texto a meditar y orar del Evangelio según San Juan 20, 19-31
 
Algunas consideraciones generales previas.
Estaremos celebrando la fiesta más importantes y grande del cristianismo durante cincuenta días, del domingo de Pascua al domingo de Pentecostés. Las lecturas dominicales nos irán guiando para vivir alegre y profundamente esta fiesta. Vale la pena leer por nuestra cuenta el libro de los hechos de los apóstoles. Ahí se nos narra el nacimiento y expansión de la Iglesia bajo la acción del Espíritu de Cristo Resucitado sobre personas particulares y sobre comunidades creyentes.
 
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ochos días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los creen sin haber visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
 
LECTURA: "Busca leyendo…" (¿Qué dice el texto en sí mismo?). Juan relata ahora una doble aparición de Jesús a sus discípulos. El primer día de la semana; esta indicación no hay que entenderla cronológicamente, más bien evoca el tiempo litúrgico, el día del Señor, en el que se recordaba la nueva vida de Jesús; por lo que se refiere al lugar, la tradición lo ha identificado con el cenáculo, la misma estancia donde se instituyó la Eucaristía y donde se habrían reunido los discípulos el día de Pentecostés. Juan presenta su relato y lo divide en dos episodios distintos, y es porque ha querido presentar separadamente dos temas importantes: la misión (del Espíritu a los discípulos y de los discípulos al mundo) para el perdón universal  y la fe personal que ha de superar la incredulidad.
La mención del miedo de los discípulos sirve para recalcar la iniciativa del Resucitado; de unos hombres aterrados no habrían salido valientes predicadores de no haberse dado un encuentro real con el Señor Jesús. Al darse a ver, con sus señales de la pasión confirma el interés del evangelista en probar la identificación de Jesús, que los discípulos lograron sólo gracias a la intervención del mismo Señor.
La presencia inesperada de Jesús en medio de ellos les devuelve la alegría, eso es el gozo prometido. Y les concede la paz: ya que su repetido saludo no es mero deseo sino un don concedido, y viático para una misión. El enviado de Dios, devuelto a la vida y vuelto al Padre, encarga a los suyos de su propia misión y los hace sus enviados. La experiencia pascual es así, el origen, y la razón, de la misión de todo creyente y esto es una convicción presente en toda la tradición evangélica.
Juan une el don del Espíritu, que asegura la presencia del Señor entre los suyos, al perdón universal de los pecados; para Juan es la comunidad cristiana el único lugar en mundo donde ya no tiene futuro el pecado del hombre, porque su misión, su tarea exclusiva es el perdón universal y sin condiciones de los pecados.
Después, Tomás representa la incapacidad de los primeros discípulos para aceptar el hecho de la resurrección de Jesús, su impreparación y su sorpresa; pero, al mismo tiempo y especialmente, asume la dificultad de esa segunda generación cristiana que tendrá que creer sin constatar, que deberá confiar en la lejanía temporal y espacial. Tomás quiere imponer al Resucitado, y a la comunidad que se ha testificado, condiciones para llegar a creer: ver vivo el cuerpo crucificado de su Señor.  Así como es presentado, Tomás es el último creyente y, en cierto sentido el paradigma de todo creyente, al proclamar al Resucitado "Señor mío y Dios mío" proclama la identidad de vida entre Jesús y Dios que es el mensaje del evangelio de San Juan. Y no puede ser menos consolador para cualquier comunidad oyente del evangelio, que éste acabe poniendo en boca del mayor incrédulo la mejor confesión de fe cristiana.
 
MEDITACIÓN: "…y encontrarás meditando", (¿Qué te dice a Ti el texto?) Hay que entender que los primeros testigos de la Resurrección fueron también los primeros incrédulos en ella. Por lo tanto, Jesús Resucitado tuvo que empeñarse a fondo para llevarles a la evidencia.
También habrá que ver que es la comunidad el lugar del encuentro con Jesús Vivo; es ahí donde las vacilaciones no se han de tomar en cuenta y se nos ayuda a superarlas.
El Resucitado está dispuesto a vencer nuestras resistencias y convencernos de que realmente esta vivo, hoy como ayer. Esta es la buena noticia del evangelio.
Lo primero que Jesús hace es darles la paz a sus discípulos, cuando se les aparece, les devuelve la alegría a los rostros, ilumina la existencia de quienes le saben vivo, el miedo se convierte en dicha, la cobardía en paz;     La paz y la alegría es la forma de vivir la fe en su resurrección: el Resucitado ha impuesto a sus discípulos atemorizados la paz y les ha dado la alegría de vivir cuando se les apareció.
Jesús Resucitado dio la paz a quienes iba a mandar a pacificar al mundo; rompió sus temores, presentándoseles vivo; les concedió la paz y les mandó a pacificar el mundo, sin más armas que su Espíritu ni más sabiduría que el saberse enviados suyos. Y les manda al mundo con su perdón y con su Espíritu.
 
ORACIÓN: "Llama orando…" (¿Qué le digo Yo a Dios?). Señor Jesús: hoy te pido la gracia de tu Espíritu para proclamarte Resucitado y  experimentarte vivo.
También soy consciente de que, como Tomás,  la debilidad invade mi persona y que mi fe en Ti es frágil; que busco pruebas porque tengo dudas y muestro miedos. Lléname de ese gran regalo que es el Espíritu, que es quien alienta nuestros corazones y fortalece nuestra fe en la Resurrección de Jesús. Porque con su presencia, yo, creyente, podré dar testimonio de esa Nueva vida ante los demás y asumir la misión de Jesús y viviré para perdonar al mundo que aún no cree en su Señor Resucitado. Porque con su presencia, mis miedos y dudas pueden convertirse en actos de fe, en ocasiones en las cuales experimentaré la presencia del Señor en cada momento de mi vida.
 
CONTEMPLACIÓN: "…y se te abrirá para la contemplación". Descubro en mi vida y agradezco la presencia del Espíritu que me hace caminar como hijo de la Luz y me hace sentirme lleno de esperanza y alegría en la vida. Felices Fiestas de Pascua.
 
 
La Paz con ustedes.