miércoles, 24 de noviembre de 2010

1er. domingo Adviento, A (28 noviembre 2010)

Premisa
Este domingo comenzamos el nuevo año litúrgico y que no coincide con el año civil. El evangelio que nos presentará a Jesús y con el cual lo iremos conociendo y siguiendo todo el ciclo litúrgico, en este nuevo ciclo “A”, será el de San Mateo.
Comenzamos, además, con el tiempo de ADVIENTO, que quiere decir “venida”, para nosotros, en dos sentidos: la primera venida del Salvador en su Encarnación, y la segunda, que es la venida que esperamos de modo decidido, comprometido, alegre y confiado y la llamamos PARUSIA. Así, pues, todo nos invita a prepararnos a la memoria de lo que pasó en la Encarnación del Hijo de Dios y, sobre todo, a gritarle con toda la Iglesia, ¡Ven, Señor Jesús! y a caminar a su encuentro.

Texto a orar y meditar: Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.
Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Lectura (Lectio): lee varias veces el texto y distingue sus personajes, estructura, verbos y relaciones principales entre ellos para saber qué dice el texto en sí mismo.  
En el evangelio de hoy Jesús tiene como interlocutores a sus discípulos y les habla de la próxima y segura venida del Hijo del Hombre. Sabemos que de ese modo él se autonombraba delante de sus discípulos. Además encontramos otro título: Señor. Este segundo título es el que las primeras comunidades le daban después de la resurrección. El es el Kirios y salvador esperado (quiere decir Señor en griego), ya no es el sufriente sino el triunfante y juez del universo esperado de modo inminente por todas las comunidades cristianas, entre ellas la de San Mateo. Jesús utiliza dos hechos para hacer notar la venida del Hijo del Hombre y Señor. Una que hace alusión al Diluvio, a Noé, tomada del Antiguo Testamento y presente en la fe de sus contemporáneos. Otra hace alusión a la vida cotidiana: la sorprendente e inesperada llegada de los ladrones. Por el uso de ambos hechos Jesús nos deja ver que dicha venida acontecerá, sin saber día y hora, dentro de la vida cotidiana, cuando uno menos se lo espera y cuando la rutina se ha convertido en ley que parece no será interrumpida ni sorprendida por nada ni nadie. De ahí que nos llame la atención y nos invite a velar y a estar preparados dado que no sabemos cuándo llegue nuestro Señor y Salvador. Si no estamos despiertos, si no estamos preparados y atentos perderemos su presencia y su venida, la misma salvación.

Meditaciòn (Meditatio): trata de aplicar ahora el texto a tu vida, trata de sacar lo que te dice a ti, a tu familia, a la comunidad eclesial en la actualidad. 
La comunidad cristiana y cada uno de nosotros dentro de ella somos interpelados por Jesús, sea por su mensaje como por la certeza o incertidumbre que provoque en nosotros su segunda venida. Así pues, su Parusía (quiere decir segunda venida gloriosa), pide determinadas actitudes. Lo más cierto es que va a suceder y que desconocemos el día y la hora, como él mismo nos lo ha dicho, y eso no es para provocar desconcierto, ni angustia, ni indiferencia o dejadez. Más bien es para fortalecer nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad como modos y actitudes de vivir y caminar a su encuentro. Lejos de quedarnos pasivos, somos invitados a crecer en relación con él, una relación hecha de alegría y decisión por ir a su encuentro dado que él ya viene hacia nosotros. Él nos invita a velar y estar preparados. Ojalá que adormecedores como la rutina, la vida cómoda y la desilusión no debiliten nuestra vigilia y el deseo de su venida. Ojalá que el hedonismo, el individualismo y el relativismo sean superados en nuestra preparación a su venida por el gozo auténtico de la vida, la solidaridad y la seguridad de que no hay otro Señor y Salvador fuera de él.

Oración (Oratio): respóndele al Señor, háblale desde su palabra y desde tu vida.  
Señor Jesús, ¿Cómo no desearte?, ¿Cómo no esperarte?, ¿Cómo no ir a tu encuentro si sabemos que no hay otro Salvador fuera de ti? Con las palabras del apóstol Pedro te decimos: Señor, ¿A quién iremos, si sólo tú tienes palabras de vida eterna? Señor Jesús: ¡Ven, te esperamos!, la esperanza en ti ilumina y da sentido a nuestras vidas. Esperarte a ti es darle iniciativa y alegría a nuestras vidas. Sólo esperándote a ti podremos sobrellevar situaciones difíciles y hasta incomprensibles de nuestras vidas. Señor Jesús, caminamos y corremos hacia a ti porque estamos seguros que tú vienes como Salvador y lleno de Amor hacia nosotros.

Contemplación: haz silencio, déjate consolar y amar por el Señor, y toma alguna decisión para ponerlo al centro de tu vida cotidiana.

Feliz comienzo del ADVIENTO que nos prepara a la Navidad.
Nacho, SDB.

La Paz con ustedes.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (21 noviembre 2010)

Texto del Evangelio a meditar y orar:
Lucas 23, 35-43


Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.
También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.
Con la celebración de la realeza de Cristo finaliza la Iglesia el año cristiano. Hoy la Iglesia proclama que Cristo es nuestro Rey, porque Dios lo ha hecho Señor de la Vida y de las vidas de las gentes. Las tres lecturas de hoy, cada una a su modo, nos ubican en la persona de Cristo como centro de la historia, Rey universal y la forma en que expresa su forma de reinar en el mundo.
En el Evangelio, se insiste en la realeza de Jesús y en la salvación que viene a traernos. Y así el relato habla de la ironía con la cual las autoridades primero, seguidas por los soldados y finalmente por uno de los criminales provocan a Jesús y retan a hacer palpable y a manifestar la verdad de su título de Rey de los Judíos cuando bajando de la cruz, se salve.
Junto con Jesús, el relato del Evangelio, habla que fue el “buen ladrón”, el que alcanza una respuesta de Jesús, se encuentra unido al Él en el sufrimiento y encontró un lugar en su reino, cuando le pide que se acuerde de él cuando esté en su reino y reconoce que Jesús le puede llevar a gozar de ése reino y de ése poder salvífico que para los demás había servido de risa y de mofa. El buen ladrón reconoce en Jesús y en su muerte en la cruz una esperanza de salvación para él.
Y el cuadro culmina cuando Jesús proclama: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”; la salvación ha iniciado con la entrega de Jesús y su vida en la cruz. El reino de Dios ya ha iniciado.

Meditación: (Meditatio) “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
Que Cristo sea nuestro Rey se lo debemos al amor que Dios nos tiene. Y Dios nos quiere súbditos de un solo Señor, es Cristo y es el mismo que fue crucificado. La cruz es el lugar desde donde Cristo se manifiesta como rey y manifiesta el poder de su reinado.
Declararse súbdito de Cristo Rey impone al creyente la servidumbre de la cruz. Si Jesús ha sido investido como rey mediante su pasión y la muerte en cruz, ninguno puede ilusionarse con entrar a su reino si no hace propio el camino real por él recorrido.
No es la cruz, sino Cristo crucificado la meta de la vida del creyente; entrar en su gloria o en el paraíso, lo consigue sólo quien es compañero de pasión y de cruz, quien comparte con él la entrega de la propia vida.

Oración: (Oratio) “Llama orando” (¿Qué le digo yo a Dios).
Señor Jesús, reinar desde la cruz, es una forma inusitada e impensable de reinar. Como las personas que te acusaban el día de tu pasión, también a nosotros nos escandaliza y nos hace dudar y tambalear nuestra fe. Y es que si Tú has sido investido como rey mediante tu pasión y tu cruz, creo que la misma suerte nos toca si queremos seguirte; debemos creer que tenemos que hacer propio el camino real que ya Tú has recorrido. Y es que la meta de nuestra vida eres Tú; pero a Ti te encontraremos crucificado entregando la vida por los demás. Ayúdanos a descubrirte en la cruz y a aceptarte así, descubriendo ahí nuestra salvación. Y enséñanos a asumir la obediencia a Dios Padre en la aceptación de la cruz de cada día y de la entrega de nuestra vida en ella. Enséñanos, a compartir nuestra cruz contigo y a pedirte la gracia de gozar contigo también del reino que has preparado para todos los que creen en Ti.

Contemplación (Contemplatio): “…y se te abrirá por la contemplación” En silencio, adora a Dios, alábalo y bendícelo y toma un propósito para tu vida personal y familiar que sea una pequeña forma de respuesta a la Palabra de Dios
Agradece a Dios el regalo de la salvación y agradécele que sea así en la cruz de Cristo. Comparte con Jesús tus penas, tus soledades, tus desgracias y los momentos dolorosos de tu vida que son la cruz de todos los días y ofrécelos a Él. Comparte con Jesús tu propia cruz.

Viva Cristo Rey. Feliz Fiesta de CRISTO REY .
La Paz con ustedes.

jueves, 11 de noviembre de 2010

33° domingo ordinario, C (14 noviembre 2010)

Texto a meditar, orar y practicar: 
Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida.

LECTURA (Lectio): observa lo que dice el texto en sí mismo, mira su estructura y relaciones, sus personajes y verbos principales.
A partir de las expresiones de admiración de los peregrinos respecto a los hermosos adornos, la grande construcción con magníficas piedras y las ofrendas que había en el templo de Jerusalén, Jesús pronuncia una afirmación profética y tajante: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”. No se hace esperar la pregunta a dicha afirmación: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” Después de dicha pregunta parecería que Jesús cambia el discurso centrándolo en su persona. Jesús previene y alerta contra gente que usurpará su nombre y su misión para atemorizar y confundir a las jóvenes comunidades cristianas y a cada uno de sus seguidores: “cuando oigan decir yo soy y el tiempo está cerca, no les hagan caso”. Además elimina las tendencias alarmistas que aterran “a la gente normal” por el hecho de que se den situaciones de conflicto, que según los falsos mesías y los miopes profetas, hablarían de un final inminente (Guerras, pestes, catástrofes y revoluciones). Luego dirige Jesús el discurso de lo general a lo particular diciendo a sus seguidores: “les van a echar mano y les van a perseguir y les van a encarcelar por ser mis discípulos”. Con este cambio de discurso Jesús invita ahora a dar testimonio de Él tanto delante de autoridades como de familiares, con la certeza de que serán asistidos por la sabiduría de su Espíritu. Jesús concluye esperanzadoramente su discurso invitando a la confianza y a la perseverancia hasta dar la vida por Él: “No perecerá ni un cabello de su cabeza. Por su perseverancia serán salvados”.


MEDITACIÓN (Meditatio): ve lo que Dios te dice a ti desde el texto, en tus circunstancias particulares, familiares y sociales.
Lo primero que podemos sacar del texto como aplicación a nuestras vidas es poner la confianza en Dios Padre más que en los templos del saber, del poder, del placer o en cualquier tipo de construcción social, de institución política, ritual o devocional, dado que éstos son sólo medios. Poner, igualmente, la confianza en Jesús como el único salvador y no en los falsos mesías y falsos profetas que todos los días y por todos los medios se presentan como salvadores y sabedores de todo, que te hacen cualquier tipo de ofertas con tal de hacerte sentir a gusto, seguro y hasta feliz. Del mismo modo poner nuestra confianza en el Espíritu Santo y en su sabiduría que en ningún momento ni circunstancia nos dejará solos, pues así sabremos responder a cuestionamientos implícitos y explícitos, directos e indirectos de personas, grupos y movimientos sobre el sentido de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestra existencia.
Lo segundo es aprender a vivir perseverantes dando testimonio de Cristo en medio de todo tipo de situaciones individuales, familiares, eclesiales y sociales, teniendo como referente, como punto de partida y de llegada a nuestro Señor Jesucristo, su evangelio, su segunda venida. La confianza perseverante en Él, como adhesión de toda nuestra vida a Él, el encuentro y continua relación con Él, nos salvará.

ORACIÓN (Oratio): respóndele a Dios desde el texto aplicado a tu vida, conviértelo en oración.
Señor Jesús, haz que me de cuenta de que si no creo suficientemente en Ti estaré al vaivén de creer en cualquier cosa que brille, que apantalle, que dé buena imagen. Me doy cuenta de que muchos de nuestros hermanos cristianos y católicos han dejado de creer en Ti, para creer en horóscopos, adivinos, chamanes y brujas. Me he dado cuenta de que muchas veces desconfiamos y nos quejamos de Ti y volvemos nuestros rostros y nuestra mirada a seguridades que provocan momentáneas euforias y luego decepciones y hondas tristezas. Muchos anuncian catástrofes y se gozan viendo realizados sus deseos enfermizos, otros se sumen en un hoyo negro y no saben ver de otro color, porque según ellos ese es el color de la realidad. Señor Jesús, te pedimos que nos des tu Espíritu, para que los males y dificultades propios de la vida no nos hagan pesimistas, ni las adversidades derrotistas, y en cambio seamos capaces de dar testimonio alegre y sereno de tu presencia, de tu venida, porque aún no es el fin… así podremos contagiar de esperanza a quienes no la tienen, o la han perdido o no la conocen. ¡Amén!

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): haz silencio y en tu interior adora, alaba, bendice y da gracias a Dios. Toma decisiones para tu vida personal, familiar, laboral, escolar y social, y puedas acercarte más a Jesús y a tu prójimo.

Saludos y bendiciones.
La Paz con ustedes.

jueves, 4 de noviembre de 2010

32° domingo ordinario, C (7 noviembre 2010)

Texto a meditar y orar:
Lucas 20, 27-38.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tienen un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?"
Jesús les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven".

Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.
Jesús está en Jerusalén y tiene mucha actividad, así nos lo dice el contexto: encuentros con los jefes de Israel, hablan acerca de su autoridad, del impuesto y este tema de la resurrección; porque en ese tiempo había la creencia que para sobrevivir después de la muerte sería a través de los hijos; por eso la ley del Levirato. Aparecen los saduceos (que negaban la resurrección) ante Jesús y le presentan una cuestión: “de quién será esposa si los siete estuvieron casados con ella? que con frecuencia discutían entre ellos y la hacen ahora a Jesús para ridiculizar la resurrección de los muertos. Entonces, Jesús da una respuesta para enseñar la manera en qué es posible la fe en la resurrección de los muertos y cuál es el camino en que deben ser interpretadas las escrituras.

Meditación: (Meditatio) “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
Podemos profundizar el texto de este Domingo que tiene varios temas de meditación: un tema, es el de la vida futura: “serán como ángeles puesto que son hijos de Dios”; otro tema, esta vida futura la comienzan a vivir aquellos que aceptan vivir el celibato o virginidad: “los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, ni pueden morir, porque son como ángeles y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección”; y, finalmente, un otro tema, relativo a Dios; es que “nuestro Dios es Dios de vivos, porque para El todos viven”; no es un Dios de muertos. Para responder así a los saduceos y a todos aquellos que tienen una idea materialista de la vida y no admiten la resurrección; es decir, la vida eterna: Jesús con su enseñanza de la escritura hace la invitación a decidirse: a creer.

Oración: (Oratio) “Llama orando” (¿Qué le digo yo a Dios).
Señor, Dios de vivos. Señor, Dios de la Vida. Vivir la vida contigo desde ahora, es vivir la vida como hijos de Dios, para vivir como hijos de la resurrección; nos has enseñado, Señor, que la vida futura, será para los que vivieron como lo hiciste Tu, Señor, aceptando vivir sólo por el reino de los Cielos. Señor, vivir tu enseñanza es comenzar a vivir la vida verdadera, puesto que nuestro Dios es un Dios de vivos. Tú mismo lo dijiste: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, “Yo soy la Resurrección y la Vida, quien cree en Mí, nunca morirá”. Concédenos desde ahora vivir en la Vida para siempre contigo.

Contemplación (Contemplatio): “…y se te abrirá por la contemplación”
Vemos que nuestra sociedad actual vive esa cultura de muerte y negación en la Resurrección de los muertos y la Vida futura, por eso, el aborto, divorcio, eutanasia, abandono de los ancianos, de los disminuidos físicos e ideologías afines.
Ahora somos invitados a vivir nuestra fe y así lo hacemos cuando la proclamamos y profesamos: “esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”, lo decimos cada Domingo.


Feliz Domingo para todos y sus Familias. Nacho, SDB.
La Paz con ustedes.