La reflexión sobre la liturgia de este Domingo, el primero de los Domingos, la Fiesta por excelencia, supone la comprensión y la vivencia de la semana santa y sobretodo del Triduo Pascual.
Por eso captar la riqueza de la Fiesta de las Fiestas, no basta “ir a Misa” en el Domingo de Pascua; es necesario haber vivido el “Triduo Pascual”: quiere decir, contemplar el Señor Crucificado a partir de la celebración de la Pasión y de la Cruz en el Viernes Santo, contemplar el Señor Sepultado en el Sábado Santo, y la expectativa y espera de la Resurrección del Señor a través de la Vigilia pascual en la noche más santa de todas las noches, donde renovamos las promesas de nuestra dignidad de hijos de Dios. Y contemplar el Señor Resucitado en la Misa festiva del Domingo, “en el día que hizo el Señor”, continuamos a vivir la alegría de la Iglesia al recordar y celebrar el Triunfo de Cristo Resucitado, Cristo Vivo.
Texto para reflexionar y orar:
Juan 20, 1-9
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
El relato de Juan sobre la tumba vacía tiene una importancia capital para la fe de los creyentes y para la historia del cristianismo. Nos informa de lo que fueron las primeras horas del primer domingo cristiano.
Todo lo que relata el evangelio de Juan sobre la resurrección y que está en el capítulo veinte, se realiza en domingo. La aparición de este relato es en Jerusalén, el primer día de la semana, al amanecer, en el sepulcro y en un sepulcro vacío y se narra cómo los discípulos llegaron a la fe en la resurrección. Por lo tanto es la descripción del camino de fe recorrido por sus testigos. Y son tres testigos que nos narra este pasaje.
Para Juan es Magdalena que buscando el cadáver de Jesús se encuentra y descubre que la piedra que cierra el sepulcro está corrida y por lo tanto el sepulcro no está en las condiciones en que lo habían dejado; consternada corre a decírselo a los discípulos; y así, aunque es la primera espectadora del triunfo de Jesús sobre la muerte, todavía no es la primera creyente en la resurrección.
Pedro por privilegios que le da el evangelio con respecto a los otros discípulos entra en el sepulcro vacío y ve los detalles… Pero estos signos no le fueron suficientes para creer. El primado de Pedro, no significó privilegios para creer.
En cambio el “otro discípulo a quien Jesús quería” comprobó, lo mismo que Pedro pero el discípulo “vio y creyó” Es la única ocasión que se afirma en todo el Nuevo Testamento que alguien creyó al ver vacío el sepulcro. Juan el predilecto, reconoce en los pobres signos del sepulcro vacío que Jesús ha resucitado.
El párrafo del evangelio termina diciendo que la Escritura por sí misma no les habría llevado a los discípulos todavía a la fe en la Resurrección de Jesús, aunque en ella estuviera predicha; faltaría el encuentro personal con el Resucitado
Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Para descubrir que Jesús está vivo tenemos que recorrer el mismo camino que en el día de Pascua recorrieron Pedro y el discípulo que Jesús amaba; hicieron camino juntos y llegaron juntos a la tumba, que encontraron abierta y vacía, con la muerte vencida, ausente el cadáver, pero no las mortajas. Los dos vieron las mismas cosas, pero sólo uno creyó, el discípulo a quién Jesús había querido; el más amado fue el que llegó más pronto al camino de la fe; quien, en vida de Jesús, se sabía preferido, fue el primero en saber que Jesús vivía de nuevo. El discípulo amado llegó antes a la convicción de que Jesús vivía no por haber llegado primero a su tumba, sino porque siempre se supo querido por Jesús. Esto es lo mismo que pasa, hoy a todo creyente que se sabe amado; “Nosotros, volveremos a sentir que Cristo Vive, a pesar de todas las apariencias, si logramos sentir su amor. La fe en la Resurrección del Señor Jesús, no es tanto un esfuerzo personal y afirmar a toda costa lo que no se ve, sino aceptación del amor gratuito. Y seguros de su amor no necesitaremos verle para creerle vivo ni encontrarle personalmente para sabernos personalmente amados: saberse queridos es creerle vivo.
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Hoy con grande fe y alegría podemos proclamar que Cristo está Vivo y que vive para siempre y podemos rezarle pidiendo en este día de Pascua: Hoy con toda la Iglesia quiero proclamar que ya no estás entre los muertos, que vives para siempre; que Tú, Señor Jesús estás vivo y que has Resucitado. Que nuestra pena y nuestra tristeza se han convertido en gozo y que tengo que testimoniarles a los demás de mi experiencia de saberte vivo. Ayúdame a descubrirme amado por Ti como lo fue el discípulo amado; porque solamente así te descubriré vivo. Y es que Tú, Señor, Jesús vives hoy solamente para quienes se sienten y se saben amados por Ti, pues para eso entregaste tu vida por amor a mí y a todos. Hoy soy testigo que el sepulcro de Jesús está vacío y que su muerte ha sido vencida porque su amor se ha hecho presente en mi vida y eso no lo puedo callar porque me quema y lo tengo que testimoniar. Señor Jesús, desde tu resurrección el primer día de la semana es tu día: el Día del Señor. Ahora creo en el testimonio de quienes vieron el sepulcro vacío y de quienes te vieron luego de tu resurrección. Igual que ellos corro para encontrar el sentido pleno de una tumba vacía porque el que yacía en ella ya no esta muerto. ¡Está Vivo! Gracias, Señor, porque con tu muerte y resurrección nos salvaste, porque nos amas.
Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito para que lo ofrezcas a Dios durante la semana en este tiempo de Pascua.
Que la fiesta de la Resurrección del Señor despierte en nosotros el deseo de ser testigos de la nueva vida que Cristo Jesús ha inaugurado y esto nos haga vivir la vida llenos de esperanza, porque somos amados.
Feliz Pascua de Resurrección, la grande Fiesta de cincuenta días que se continúa hasta Pentecostés.
La Paz con ustedes.