lunes, 12 de abril de 2010

3er. domingo Pascua, C (18 abril 2010)


Texto a orar y meditar:
Jn 21, 1-19
Justificar a ambos lados
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberias, y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Gemelo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo : Me voy a pescar. Ellos le dijeron : Nosotros también vamos contigo. Fueron y entraron en la barca, y aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya amanecía, Jesús estaba en la playa; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Entonces Jesús les dijo : Hijos, ¿acaso tenéis algún pescado? Le respondieron: No. Y Él les dijo: Echad la red al lado derecho de la barca y hallaréis pesca. Entonces la echaron, y no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Oyendo, pues, Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se la había quitado para poder trabajar), y se echó al mar. Pero los otros discípulos vinieron en la barca, porque no estaban lejos de tierra, sino a unos cien metros, arrastrando la red llena de peces.
Entonces, cuando bajaron a tierra, vieron brasas ya puestas y un pescado colocado sobre ellas, y pan. Jesús les dijo : Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Simón Pedro subió a la barca, y sacó la red a tierra, llena de peces grandes, ciento cincuenta y tres; y aunque había tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo : Venid y desayunad. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres tú?, sabiendo que era el Señor. Jesús vino , tomó el pan y se lo dio ; y lo mismo hizo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo : Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo : Apacienta mis corderos. Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo : Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo : Pastorea mis ovejas. Le dijo por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo : Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo : Sígueme. Palabra del Señor.


Lectio:
El Evangelio de Juan se cierra con este hermoso epílogo que se desarrolla en el mar de Galilea, de acuerdo a la tradición de Mateo y de Marcos, que mencionan que Jesús, una vez resucitado, se les adelanta camino al lugar donde todo comenzó (Mt 28, 7 ;Mc 16, 7).
Los discípulos están reunidos, ya no son unos desconocidos, la experiencia que han vivido con Jesús, a pesar de sus diferentes orígenes, los ha convertido en una comunidad. Una comunidad total, son siete. Entre ellos se mencionan a Pedro, quien preside la comunidad; Tomás, quien en repetidas ocasiones habla del querer seguir a Jesús y que fue presentado como "incrédulo" apenas unos versículo antes (Jn 11, 16. 14, 5); los dos hijos del Zebedeo - Santiago y Juan (que es la única vez que son nombrados así en este evangelio) -; Natanael (Bartolomé), quien es presentado como un judío auténtico por Jesús (Jn 1, 47); y otros dos (que por este número, representan un testimonio válido). Es una selección de personajes que hablan de una diversidad de realidades.
Se narra una pesca milagrosa, muy similar a la narrada en el Evangelio de Lucas, en la cual Pedro reconoce a Jesús como el Mesías de Dios debido al poder demostrado (Lc 5, 8). En esta ocasión, no es el poder quien revela quién es Jesús, sino el amor, el discípulo amado es quien grita: "Es el Señor". La reacción de Pedro, a diferencia del pasaje de Lucas, no es el miedo y la lejanía, sino el deseo de acercarse, tan así que se lanza al mar para llegar primero.
Jesús les invita a desayunar, lo que es un eco de la comprobación de su vida (Lc 24, 41), aunque también puede recordar el festín anunciado y la multiplicación de los panes y los pescados. Son 153 peces, un número cifrado triangular con base en el 10 -multiplicidad- y 7 -totalidad- (1+2+3...+17=153). Las redes sin embargo no se rompieron. La pesca, en la tradición evangélica, va relacionada con la salvación de los hombres (Lc 5, 10).
Los discípulos no se animan a preguntarle quién es, su corazón lo sabe. Jesús resucitado se manifiesta a la fe de los creyentes, como le sucedió a Magdalena (Jn 20, 15) y a los discípulos de Emaús (Lc 24, 15-16).
Jesús llama a Pedro y le pregunta tres veces sobre su amor, haciendo recuerdo de las tres veces en que Pedro le negó. El tres es una reiteración, una manera de hacer un superlativo (por ej. santo, santo, santo=santísimo). La negación reiterada de Pedro es sanada por la reiterada confianza de Jesús en él. Pedro se entristece y apela a la mirada compasiva de su maestro: "tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero". Jesús le advierte sobre su próximo martirio, en que dará testimonio hasta su muerte de lo que en el momento de la pasión de su Señor negó.
Es pues un texto muy rico en simbolismos que nos habla del encuentro de la comunidad cristiana con el Resucitado. Es la tercera vez, es la reiteración, la manifestación definitiva de su Señor. No se habla de ningún fin de separación (o desaparición) de Jesús.


Meditatio:
La vuelta a Galilea es una llamada a volver a los orígenes, a la cotidianidad de nuestra vida, pero no volvemos iguales, quien se ha encontrado con Jesús, el Hijo de Dios, necesita crear comunidad. Pedró va a pescar, y sus hermanos en la fe le acompañan, aún a pesar de que unos no eran pescadores. ¿Cómo vivo mis relaciones con mis hermanos de fe? ¿Soy consciente de que ser Iglesia es ser comunidad, o sigo viviendo mi fe aisladamente? ¿Atiendo a los llamados del Papa y de los pastores de la Iglesia con cariño o sólo veo jerarcas de una institución humana? ¿Recuerdo, en los momentos de dificultad, los orígenes de mi fe en Cristo?
La pesca de 153 pescados nos hablan de la voluntad salvífica de Dios: que todos los hombres (y mujeres) se salven (Jn 6, 39-40; 1Tm 2, 3-4). ¿Deseo la salvación de todos, o sólo pienso en mi salvación? En esta voluntad salvífica de Dios reside la auténtica justificación de la labor misionera de la Iglesia. Yo soy llamado a contribuir a la salvación de mis hermanos.
A Jesús lo reconoció el amor y no el miedo ni el poder. Quienes no reconocen la presencia del Dios vivo en medio de su pueblo son quienes tienen una caricatura de un dios castigador o milagroso, nuestro Dios toca el corazón y desea nuestra felicidad. Él mismo nos sirve la mesa aunque nos invita a colaborar con él. ¿Cuál es la imagen que tengo de Dios?, ¿le puedo reconocer en mi vida? Pregunta dura pero muy liberadora, animémonos a saltar como Pedro para acercarnos a Él.
Jesús corrige la negación de Pedro, en tiempos de persecución la apostasía (negar la fe) no era un caso raro debido a las amenazas de muerte. Pero Jesús no reprende ni castiga, sólo apela a nuestro amor. Deposita lo más valioso, su rebaño que le dio su Padre (Jn 10, 29.17, 6-13). Jesús no nos juzga por nuestros errores, sino por lo que hay en nuestro corazón. ¿Cómo cultivo mi amor por Dios?, ¿o sólo me excuso tratando de negar el mal cometido? El martirio de Pedro es una nueva oportunidad de ser fiel, Dios me invita a serle fiel hoy, ¿seré capaz de responder?
La comunidad cristiana está invitada a vivir su fe en Cristo Resucitado por medio de la comunión fraterna, de la misión evangelizadora, del perdón de los pecados... sólo así, en el amor (amando y dejándonos amar) se reconoce la presencia de Cristo vivo en nuestras vidas.


Oración:
Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Sabes que muchas veces te he sido infiel, pero también conoces mi deseo de amarte. Hazme amarte. Sabes que en momentos me cuesta descubrirte en lo ordinario, pero también me has dado hermanos en la fe para vivir y trabajar juntos. Hazme amarlos. Sabes que me cuesta abrir mi corazón a los amplios horizontes de los hombres y mujeres que ansías salvar, pero tambien confías en mis pocas fuerzas para echar las redes una y otra vez confiado en tu Palabra. Hazme arder en tu amor; y una vez que esté abrasado en tu Espíritu de Amor, podré gritar al mundo tu presencia y te descubriré cercano en cada paso de mi vida.


Contemplatio:
Descúbrete amado(a) por tu Señor. Una mirada dulce y severa al mismo tiempo, una mirada que invita a la conversión, a una vida nueva, aún en medio de la cotidianidad de tu mar de Galilea. Allí le verás.
Que tengas una abundante pesca para que puedas compartirte con quienes te rodean.

Seguimos de fiesta. ¡Felices Pascuas de Resurrección!

Francisco José

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