jueves, 27 de mayo de 2010

La Santísima Trinidad, C (30 mayo 2010)

Celebramos la FIESTA DE NUESTRO DIOS:
DIOS PADRE, DIOS HIJO y DIOS ESPÍRITU SANTO,
la SANTÍSIMA TRINIDAD.

Texto
Juan 16, 12-15.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes.

(Léelo serena y tranquilamente una o varias veces hasta desentrañar parte de su estructura, personajes y organización)

Lectura: La liturgia de este Domingo, a través de los textos, nos muestra a Dios como Trinidad y como Unidad. Jesús en ese discurso de despedida, que narra el evangelio de san Juan, nos presenta la obra de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; “Cuando venga el Espíritu de verdad, El los guiará hasta la verdad plena” hablándonos del Espíritu Santo; “todo lo que tiene el Padre es mío” hablándonos del Padre y del Hijo. Nuestro Dios, no es solitario, sino un Dios que vive en comunión del ser, de vida y de donación absoluta.

Meditación: La verdad de nuestro Dios nos lleva a la vida de comunión que vive Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Es Dios Espíritu Santo quien tiene el encargo de conducir a la plena comprensión de la persona de Cristo resucitado y de su anuncio: “aún tengo muchas cosas que decirle –dice Jesús- pero todavía no la pueden comprender”. Cristo permanece como el único que muestra al Padre; y el Espíritu Santo ayuda a penetrar la revelación de Cristo y de recibirla. El Espíritu Santo llevará para adelante la actitud del Hijo, que vino no a decir sus palabras o a buscar su propia gloria, sino a mostrar lo que escuchó del Padre y para glorificarlo. El Espíritu Santo interpreta y anuncia a la Iglesia al Padre. El acontecimiento Cristo es único, definitivo e irrepetible porque es la verdad salvadora; pero su comprensión y su profunda penetración sola se da bajo la acción del Espíritu Santo.

Por eso para el cristiano “la historia, no es una realidad cíclica y repetitiva, sino un desarrollo de ese profundo encuentro entre la persona y el Padre, a través de Cristo en el Espíritu santo. Y la comunidad cristiana con esa ayuda interna del Espíritu Santo es capaz de descubrir gradualmente esos rasgos únicos del proyecto de salvación y podrá dar respuesta a las nuevas necesidades que se presentan” (SRS, 40).


Oración: Señor, sabemos que la Iglesia, familia de Dios y por Cristo amada, en la historia y en el tiempo es dada como germen, anticipación de aquello que será en la eternidad.
Gloria al Padre, por eso la Iglesia adora a aquel que es Padre, y lo llama de Padre y no solo de Creador. Quien ama a Dios Padre lo pone decididamente al encuentro de nuestra existencia.
Gloria al Hijo, por eso la Iglesia adora a aquel que es Hijo, desde la eternidad. El amor no podía ser soledad. Dios desde su ser de Padre nos ha dado al Hijo como don infinito del Amor que se entrega.
Gloria al Espíritu Santo, por eso a Iglesia adora a aquel que es Espíritu Santo. Por El nos viene revelado todo de una vez, pero que es necesario ser escuchado como una experiencia que no acaba..

Contemplación: En la Trinidad nosotros vivimos, nos movemos y somos. En la Trinidad llegamos a ser Hijos, Hermanos, santificados en el amor. Solo en Dios se cumplen los deseos de las gentes.
Muchos momentos de nuestra vida cristiana están marcados por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En el bautismo fuimos escogidos en el nombre del Padre y del Hijo del Espíritu Santo; cuando hacemos la señal de la cruz en tantos momentos importantes de la vida; en el Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo que es una alabanza al Señor; En el Credo o Profesión de fe; en la Confesión y en los Sacramentos; en el saludo inicial de las Celebraciones; en la oración litúrgica que está siempre dirigida al Padre, a través de Cristo, por el Espíritu Santo.
Tomemos en serio la Trinidad de Dios que hoy celebramos: sorprendámonos de tener un Dios que, por estar cerca de nosotros se las ha ingeniado para ser tres personas diferentes en su actuación, pero únicas en su amor. Creer hoy en la Trinidad de Dios supone saberse amados por Dios tres veces: esta es la razón de nuestra fiesta, de nuestra celebración. Dediquémonos a vivir aceptando el misterio de Dios y gozando de su amor. Saldremos sin duda ganando.

Feliz Domingo, Nacho, SDB.

La Paz con ustedes.

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