miércoles, 9 de junio de 2010

11º domingo ordinario, C (13 junio 2010)

Texto de Lucas 7, 36-8, 3.

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás, junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo:
- Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que le está tocando y lo que es: una pecadora.
Jesús tomó la palabra y le dijo:
- Simón, tengo algo que decirte.
Él respondió:
- Dímelo, maestro.
Jesús le dijo:
- Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?
Simón contestó:
- Supongo que aquél a quien le perdonó más.
Jesús le dijo:
- Has juzgado rectamente.
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
- ¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero al que poco se le perdona poco ama.
Y a ella le dijo:
- Tus pecados están perdonados.
Los demás convidados empezaron a decir entre sí:
- ¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?
Pero Jesús dijo a la mujer:
- Tu fe te ha salvado, vete en paz.
Más tarde iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo predicando la buena noticia del Reino de Dios; le acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.


Lectura: Este es un relato que sucede en la casa de Simón el fariseo en una comida. Los personajes son: una mujer de mala vida, de la que no se dice el nombre, el fariseo llamado Simón, y Jesús; y por el contexto, también, los invitados entre los cuales estaban los discípulos. Narra la unción de Cristo hecha por una pecadora. Y después presenta una parábola, más acorde a los lectores griegos a los que el evangelio de Lucas va dirigido. La narración de Lucas es diferente de la del apóstol Juan, y aporta elementos originales: presenta un anfitrión, Simón, la unción hecha en los pies que la mujer enjuga con sus cabellos, signos de que reconocía a Jesús diferente de los demás; y que Jesús hace reflexionar a su anfitrión y puesto que no los había hecho hacia su invitado, Jesús. Después cuenta una parábola y su significado. El Evangelio termina contándonos cómo Jesús anunciaba el Reino de Dios y quienes le acompañaban: los doce y algunas mujeres.


Meditación: La lección esencial de la narración, en opinión de Lucas, se centra en el perdón de los pecados efectuado por Cristo: “Tus pecados te han quedado perdonados”. La mujer pecadora había entrevisto que Jesús era mucho más que un hombre bueno o un hombre exigente. Pudo ver, a través de su persona al Hijo de Dios, a la misericordia de Dios que le salía al encuentro. Jesús desea reconciliar a la mujer con Dios y también a Simón el fariseo con los demás seres humanos. Porque el escándalo a que hace alusión el fariseo, Simón, se apoya en la prohibición, por ejemplo, el de aceptar los dones de una prostituta para fines sagrados: si Cristo era un hombre de Dios, tenía que rechazar el regalo que le ofrecía esta mujer. La reconciliación con Dios es la base de la reconciliación humana, y esta no puede realizarse verdaderamente sino en Cristo quien da la Paz que el mundo no puede dar. El amor es el alma de la justicia. El mensaje de hoy muestra dos tipos de relación con Jesús. La primera de ellas, representada por la mujer, desde una actitud de conciencia de pecado y necesidad de ser perdonada que hace muchas manifestaciones de amor para con Jesús. La otra, representada por Simón el fariseo, en una actitud desde la satisfacción de si mismo que reprueba y juzga según las apariencias.
El relato nos ayuda entender y a vivir la necesidad que tiene Jesús de llevar ese perdón y misericordia a todas las ciudades y poblados para anunciar el Reino de Dios.


Oración: Señor, nos invitas a reconocer que nos recibes con cariño y lleno de misericordia, hasta dejándote tocar; aún sabiéndonos indignos de tu amor. Siempre, Señor, nos recibes y nos perdonas los pecados. Puesto que eres el Cristo, el Hijo de Dios, el único Salvador, que nos da la paz. Siempre vas tras el pecador, para que descubra el Reino de Dios.

Feliz Domingo. Nacho, SDB.

La Paz con ustedes.

No hay comentarios: