jueves, 31 de marzo de 2011

4° domingo cuaresma, A (3 marzo 2011)

Texto a meditar y orar:
Juan 9, 1- 41

LECTURA
Este es un relato magistral que se basa en la narración del milagro de curación a un ciego y la discusión que provoca; el motivo central sigue siendo la discusión que trae consigo la fe en Cristo.
El encuentro con el ciego es consecuencia de la iniciativa de Jesús. La pregunta de los discípulos que buscan un responsable de la ceguera, refleja la creencia popular de que todo pecado tiene un castigo; sin embargo el relato refleja la intención del autor, quien entiende que la auténtica ceguera, y el pecado, no está en no poder ver, sino en negarse a aceptar la luz verdadera.
Jesús tomando la iniciativa, actúa simbólicamente, hace posible una nueva forma de ser hombre; es la palabra pronunciada por Jesús la que opera el prodigio, pero el milagro se cumple cuando es obedecida la palabra de Jesús.
El relato del milagro da paso a una serie de escenas, en las que el ciego se verá enjuiciado por sus conocidos y por los fariseos y tendrá que optar por quien, sin conocerlo, lo sanó. Jesús aparece sólo al principio y al final del relato, y el ciego durante todo el relato aparece enjuiciado, sin embargo, Jesús es la causa de los interrogatorios y el motivo de la condena; él es quien ha provocado el proceso.
Los primeros en quedar maravillados son los más próximos al ciego. De esta forma también ellos, se convierten en testigos del signo, aunque no sean creyentes.
Ante los jefes del pueblo, el ciego da testimonio y ellos acabarán juzgando a la persona para no tener que aceptar la realidad del hecho. El caso es que mientras los jueces no quieren rendirse a la evidencia, el sanado va haciendo un camino lento de fe. La resistencia a creer de parte de los fariseos les obliga a negar el milagro: no creyeron que hubiera sido ciego. A medida que se va desarrollando el interrogatorio, el que fuera ciego, va acercándose más a la fe, mientras que los que ven se obstinan en negar lo obvio y condenan a quien ve; en su ceguera probarán su pecado.
En la última escena, el ciego que conocía a su benefactor sólo por su nombre, pero suponía que era un profeta, hombre acreditado por Dios, lo reconoce como Hijo del Hombre.
Para que el ciego logre llegar a la fe, es necesario del reencuentro con Jesús y una nueva manifestación suya. El ciego, cree y adora. Desconocido de familia y conocidos, marginado por las autoridades de su pueblo, considerado como pecador, sólo le queda a Jesús como luz de su vida.
La sentencia final de Jesús, aclara todo el episodio. Cuanto ha hecho con el ciego, sólo era un signo.

MEDITACIÓN
La curación del ciego de nacimiento dramatiza el camino hacia la fe y, al mismo tiempo, el camino hacia la incredulidad de quienes se topan con Jesús: el ciego creerá y verá, los videntes verán y no creerán; al hombre sin visión desde su nacimiento le bastará la palabra de Jesús; a los demás les quedará el pecado de su incredulidad.
El relato se abre y se cierra con el pecado como motivo: los que no creen, aunque vean, son los pecadores; el rechazo de Jesús es el pecado que persiste. La necesidad de ver puso al ciego en manos de un desconocido; su obediencia le condujo a la visión de las cosas y, tras haber dado testimonio de lo ocurrido, eso le llevó a creer en Jesús; El desconocido se convierte en Señor para el ciego que recuperó la vista por haber obedecido.
La curación del ciego de nacimiento, más que el recuerdo de la actuación milagroso de Jesús, es, sobre todo, la descripción de un camino de fe, el que recorrió aquel hombre sin luces: el ciego tuvo la buena ventura de encontrarse con Jesús y a partir de ese momento, estrenando vista, fue un nuevo hombre y un creyente nuevo.
La fortuna del ciego no estuvo tanto en encontrarse con Jesús, a quien no podía ver, sino en obedecerle sin reparos; su “obediencia ciega, le curó”, le bastó encontrarse con él una vez tan sólo... porque acabó haciendo lo que le dijo.

ORACIÓN
Gracias Padre Bueno, por enviar a tu Hijo Jesús para que recreara nuestras vidas con la nueva humanidad que simbolizó en la curación del ciego de nacimiento. Porque con su venida y el bautismo de la fe ha llenado nuestras vidas de esperanza en Tí. Gracias, Padre.
Señor Jesús, hoy en tu Palabra te nos revelas como la Luz del mundo; como Aquel que ha sido enviado por el Padre para iluminar nuestros corazones con la luz de la vida y alejar así nuestras vidas del pecado para alertarnos sobre la ceguera de la incredulidad y la falta de fe en Tí y en el Plan amoroso de tu Padre.
Nuestra necesidad de ver nos pone en tus manos, como al ciego del Evangelio; pero también como a él, será la obediencia a Ti, lo que nos conduzca a la visión de las cosas y de la realidad y a dar testimonio ante los demás de esa luz que ha iluminado nuestros corazones.

CONTEMPLACIÓN
En el interior de tu vida agradece a Dios todas las maravillas que ha hecho en tu historia personal. Siéntete en gratitud con el Señor porque te contempla y te invita a creer y confiar en Él.

La Paz con ustedes.

jueves, 24 de marzo de 2011

3er. domingo cuaresma, A (27 marzo 2011)

Texto para reflexionar y orar: 
Juan 4, 5-42

Introducción: El día de hoy nos encontramos con un hermoso texto que merece más tiempo y atención. Es uno de los diálogos más largos y profundos del evangelio donde Jesús se revela progresivamente a una mujer en la narración; y a cada uno de nosotros como lectores. Es bueno saber que hay otros dos diálogos largos en el evangelio de Juan: con Nicodemo y con el ciego de nacimiento. En esta ocasión, el texto, cada uno lo buscará en la Biblia y sea un medio esta sencilla reflexión la oportunidad de llegar a profundizarlo personalmente.

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
En el relato, que hoy nos ocupa, Jesús nos va llevando progresivamente a descubrirlo, en diálogo cada vez más profundo, como lo hizo con la samaritana y, posteriormente con la gente de la ciudad. De hecho se dan de modo notorio dos niveles de lenguaje: el de Jesús y, por otra parte, el de la samaritana y el de los discípulos. Jesús está cansado y sediento después de hacer, junto con sus discípulos, una larga caminata de regreso a su tierra. Hacia las doce del día hace un alto en el camino, toma la iniciativa y provoca un diálogo sereno y profundo con una mujer samaritana rompiendo barreras de separación religiosa (judíos y samaritanos) y cultural (el valor del hombre ante el valor de la mujer). Todo se desarrolla entre un hombre y una mujer con distintos tipos de sed en un momento en que el sol calcina, junto al brocal de un pozo con larga historia al que se acercan a beber hombres y animales. La mujer siempre recurría a este sitio sin poder apagar su sed y, al llegar aquel extraño, le da una agua que la apaga de modo definitivo y hasta le da la capacidad de convertirse en fuente. La sed de ambos es el arranque del diálogo que lleva a la autorrevelación de Jesús y al reconocimiento de la samaritana al punto de convertirse en su testigo. El que comienza pidiendo agua termina dándola y la que se negaba a ofrecerla termina pidiéndola. En ese diálogo Jesús pasa primero, de ser visto de un simple hombre judío, a ser tomado como un profeta y, después, llega a ser tomado y reconocido como el Mesías, el Cristo. La mujer pasa de una actitud seca y cortante, a una de apertura y de admiración y, finalmente, a una que posibilita la fe al invitar a sus paisanos a ver al hombre que puede ser el Cristo. Su testimonio e invitación hace salir a la gente de la ciudad para encaminarse al nuevo pozo de agua viva, a la fuente de vida eterna. Una vez que se acercan a Jesús y de invitarlo a quedarse con ellos se convencen, por sí mismos, de que “él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Esta vez el evangelista nos invita a dejar que Jesús se acerque al brocal, a la orilla de nuestra vida, para comenzar un diálogo personal y profundo con nosotros. Estamos invitados a dejar que nos cuestione y nos pregunte sobre nuestras vidas, tantas veces aceleradas y vacías, sedientas de todo e insatisfechas, en el fondo, con nada. Estamos invitados a dejar que pregunte sobre tantos amores que nos han dejado sedientos e insatisfechos: ideas, sentimientos, caprichos, frustraciones, rencores, mentiras, orgullos, vanidades, apariencias, individualismos, egoísmos; sobretodo sobre los falsos ídolos (maridos) que posiblemente hemos aceptado en nuestra vida y no hemos sabido reconocer al verdadero Dios; Aquel que sacia toda sed, (porque todos estos son nuestros maridos anteriores y el actual tampoco lo es)... Estamos invitados a encontrarnos con Él como el que sabe todo de nosotros, y nuestro Mesías, el que nos salva, y poder decirle con humildad y sin vergüenza: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla”; porque aquí en realidad no encuentro nada. Somos invitados a correr junto a nuestros seres queridos y conocidos para decirles: me he encontrado a quien conoce toda mi historia y mi vida, y me ha hecho que me encontrara una fuente de agua que apaga definitivamente la sed de la vida. He decidido cambiar la fuente de mi agua, porque me ha encontrado el Mesías, el Salvador. El ha venido a mí. Finalmente, estamos invitados a ser permanentes “adoradores del Padre en Espíritu y en verdad”.
Así pues, si comenzamos aceptando nuestra sed, como la samaritana, haremos un camino guiados por Jesús en el que terminaremos proponiendo a los demás el agua nueva que hemos encontrado en su persona. Sólo reconociendo nuestra sed de Dios, de Jesús, de su Espíritu, podremos abandonar falsos ídolos (maridos), las fuentes y las aguas que nunca saciaron ni saciarán de verdad nuestra sed.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Señor, que lleguemos a tus fuentes y manantiales, cambia nuestra agua, cambia nuestra vida, sacia nuestra sed. Señor, que tengamos sed de ti: somos como tierra reseca, agostada, sin agua. Señor como busca el venado los arroyos de agua viva, así nuestra alma te busque a ti, Dios mío.
Señor, nuestra alma tiene sed de ti, queremos ver tu rostro, déjanos ver tu rostro, ¿Cuándo llegaremos y veremos por fin tu rostro?
Señor, danos de esa agua que lleva a la Vida y conviértenos en fuente de agua que brote hasta la vida eterna.

Contemplación (Contemplatio): hagamos silencio y en lo más hondo de nuestro corazón: adoremos, alabemos y bendigamos a Dios que nos habla y nos invita a cambiar nuestra vida. Que en esta cuaresma nos volvamos más a Dios, nos acerquemos más a El; hagamos el propósito de acercarnos más a El, y que mejor con la confesión, y poder llegar así a la Pascua.

La Paz con ustedes.

martes, 15 de marzo de 2011

2° domingo cuaresma, A (20 marzo 2011)

Texto a leer, meditar y orar: 
Mateo 17, 1-9

Evangelio
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Sí quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. 

Lectura (LECTIO). Si el Evangelio del domingo anterior con las tentaciones de Jesús nos revelaba su humanidad y su grande libertad ante la voluntad de Dios; el de este domingo nos revela su divinidad.
El pasaje de la transfiguración proclama solemnemente la vocación mesiánica de Jesús. Y la montaña evoca la montaña del Sinaí. Con Jesús en el Tabor se encuentran dos hombres que fueron protagonistas en el monte Sinaí: Moisés que fue recibido en audiencia por Dios y Elías, que afianzó su vocación de profeta en el “monte de Dios”. En el Sinaí tuvo lugar una “manifestación de Dios” y aquí en el Tabor se hace la “manifestación de Cristo”. Se repiten los mismos elementos: la nube, la gloria, la voz divina, el estupor.
Moisés representa el testimonio de la ley en favor de Cristo. Elías es el campeón en la lucha contra la idolatría y de la restauración moral necesaria para el adecuado cumplimiento de la ley. En el Tabor, deja Jesús por un instante la forma de servidor para translucir la forma de Dios.
La voz del Padre enseña tres verdades de capital importancia: que Jesús es el Hijo de Dios, que el Padre encuentra en Él sus complacencias y que es necesario escucharle.
El párrafo evangélico inicia diciendo “seis días después” de la profesión de fe mesiánica de Pedro y donde se señala el primer anuncio de la pasión de Jesús, sucede el evento de la transfiguración.
Después de esto los discípulos están convencidos de que el camino de Jesús conduce a la cruz, como lo da a entender la reacción de Pedro, pero lo que no logran captar es el hecho de la que la cruz y la pasión estén relacionadas con la Gloria de Jesús. Por esto Jesús invita a los tres discípulos predilectos a seguirlo para asociarlos a un anticipo, fugaz, pero real de la gloria pascual.

Meditación (MEDITATIO). La transfiguración es una súbita revelación de la gloria de la divinidad. No es un milagro, sino más bien, la momentánea interrupción de un milagro. El estado de la transfiguración hubiera sido el estado normal en Jesús, que es el esplendor de la gloria del Padre.
La transfiguración es la revelación de Dios en Cristo a los hombres. Como Moisés en el Sinaí, Cristo en el Tabor, Dios es el protagonista, Cristo es el Enviado que lleva adelante la Voluntad del Padre y, los discípulos y el Pueblo, son los destinatarios de la acción salvadora de Cristo.
El que los discípulos estuvieran compartiendo la vida y la misión con Jesús y lo fueran siguiendo, les hizo posible captar en un momento de intimidad la “Gloria” de Dios en Cristo y escuchar la voz de Dios; oyeron a Dios porque estaban con Jesús y porque habiéndole visto transfigurado, no cabían en sí de gozo. Seguir a Jesús día a día es el mejor indicador de escuchar la voz de Dios.
Jesús es la revelación más palpable del Padre, Jesús es el Hijo muy amado del Padre. Escucharle y obedecerle es la actitud del seguidor de Jesús.

Oración (ORATIO). Gracias, Padre, por esta muestra de Amor que nos tienes. Nos has manifestado también tu Voluntad de que le escuchemos, porque Él nos revela tu presencia y nos manifiesta tu voluntad; hoy te pedimos que alimentes nuestra fe con tu Palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu que se encuentran, como los de los discípulos, aletargados, laxos, pensando y viendo, pero no observando y menos meditando las grandes manifestaciones de tu bondad y de tu amor, los signos palpables de tu presencia y menos la contemplación de tu gloria. Ayúdanos, Señor, a reconocer el grande Misterio de Amor que nos presentas en tu Hijo Jesús al unir la entrega de la propia vida en servicio a las gentes cumpliendo tu Santa Voluntad. Ayúdanos a comprender con el corazón y a contemplar el grande amor que nos tienes uniendo la cruz y muerte de Jesús con la Resurrección y la Gloria Tuya.

Contemplación (CONTEMPLATIO). Medita, reza y agradece y contempla el misterio de la presencia de Dios en tu vida que día con día te manifiesta su amor y experimenta el gozo que siente tu corazón al saber que siguiendo a Jesús y escuchando su Palabra vas discerniendo su Voluntad con la esperanza de participar un día de su Gloria.

La Paz con ustedes.

viernes, 11 de marzo de 2011

1er. domingo Cuaresma, A (13 marzo 2011)

Texto a leer, meditar y orar: 
Mateo 4, 1-11

En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras y me adoras”. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás”.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.

LECTURA (Lectio): lo que dice la Palabra de Dios
El relato nos presenta a Jesús, al Espíritu, al Demonio (con diferentes nombres: Demonio, Tentador, Diablo (3), y Satanás) y los Ángeles. Jesús es conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el Demonio, el cual tiene el mismo rostro de la serpiente tentadora, presentándolo como manipulador de la Escritura y esperanza humana, hábil y sutilísimo engañador al que Jesús solamente es capaz de vencer y desenmascarar. Jesús pasó 40 días y 40 noches sin comer, y al final tuvo hambre. Después, en tres momentos nos presenta como Jesús es tentado por el Tentador, porque Jesús está siendo puesto a prueba. Y Jesús le responde con la Palabra de Dios. Finalmente lo dejó el Diablo y se acercaron los Ángeles para servirle.

MEDITACION (Meditatio): lo que dice a mi vida la Palabra de Dios.
Meditamos cómo el Espíritu permitió que Jesús fuera tentado por el Demonio. Esto fue algo real. Por el contexto de las tentaciones fue un ataque por parte del Demonio para saber si era el Hijo de Dios, el Mesías, a fin de desviarlo de su misión. Estas tentaciones Jesús las fue teniendo a lo largo de su vida: “Manda que estas piedras se conviertan en panes” para hacerle caer en un tipo de mesianismo triunfalista, famoso; “échate para abajo, así mandará a sus Ángeles para que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos” tener un mesías haciendo cosas extraordinarias ‘milagrero’; y al llevarlo a lo alto del monte y ver la grandeza de los reinos le dice: “te daré todo esto, si te postras y me adoras” la tentación de un mesías que prescinde de Dios, de hacerlo a un lado, el signo del poder. Jesús responde a las tentaciones con la Palabra de Dios, la Confianza en Dios y el servir y adorar sólo a Dios.

ORACIÓN (Oratio): lo que digo a Dios inspirado por su Palabra y desde mi vida.
Señor, toda tu vida es dedicada al Padre y a proclamar su Reino; y toda tu vida es ejemplo para nosotros. Tú experimentaste, también, la tentación que te quería apartar del querer del Padre, la tentación de ser un mesías a la medida de los deseos humanos, totalmente alejado de Dios. Señor, que en toda tentación que quiera apartarnos de Dios y de su querer, sigamos tu ejemplo, apoyados en la Palabra de Dios, en la confianza al Padre para que sirvamos y adoremos sólo a Dios.

Contemplación (Contemplatio): hago silencio, alabo y adoro al Señor que se me ha mostrado en su Palabra. Decido algún propósito en lo personal, lo familiar, laboral, escolar y social.

El corazón del mensaje papal para la Cuaresma de este año es el Bautismo. En efecto – escribe el Papa –, desde siempre la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo". Y desde siempre "la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado". También el Concilio Vaticano II – recuerda – ha invitado a valorar "los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal". Y entonces – prosigue – debemos de nuevo dedicarnos todos a esta "escuela insustituible de fe y de vida cristiana" que es la Cuaresma, guiados por los textos del Evangelio que se leen de domingo a domingo.
En el párrafo central del mensaje, Benedicto XVI hace de guía en este recorrido, etapa tras etapa, del primer domingo de Cuaresma hasta la Pascua. El Papa, ha sentido hoy el deber de reavivar este significado bautismal de la Cuaresma. Una primera respuesta está ligada a una opción capital del Papa: la "nueva evangelización".

Dios les bendiga, Nacho, SDB.


La Paz con ustedes.

domingo, 6 de marzo de 2011

9° domingo ordinario, A (6 marzo 2011)

Texto a reflexionar y rezar: 
Mateo 7, 21-27

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros? Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal’.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron
completamente”..

Lectura (Lectio): lee atentamente y cuantas veces sea necesario el texto hasta que logres distinguir claramente sus partes, los personajes y sus acciones y relaciones. Distingue el pensamiento o frase central. Encuentra lo que Dios dice en el texto.
Nos encontramos en el contexto del sermón de la montaña: (capítulos de 5 a 7). Están Jesús y sus discípulos. Y habla del Reino de Dios; es decir, quienes son los que entrarán al Reino. Para completar sus palabras. Jesús cuenta la parábola de la construcción de la casa sobre roca firme y de la casa construida sobre arena. La razón que Jesús nos presenta para participar en el Reino es la manera de aceptar o no su Palabra.: “quien escucha estas Palabras mías y las pone en práctica”. Quien hace esto, está firme, aunque venga la lluvia, bajen las crecientes, y se desaten los vientos. Presenta también la
situación para aquellos discípulos que aunque hayan dicho: ¡Señor, Señor! o hablado en su nombre, o arrojado demonios o muchos milagros, recibirán en su cara el ¡Nunca los he conocido, Aléjense, ustedes que han hecho el mal! No han hecho la voluntad del Padre. Les dice: “Sólo entrará en el Reino de los cielos quien cumpla la voluntad de mi Padre”. En estos versículos nos habla de los verdaderos discípulos, de aquellos que saben unir la fe con la práctica de la justicia y entonces sabrán cómo construir la vida.

Meditación (Meditatio): busca lo que Dios te dice a ti, en tu vida y circunstancias, desde el texto.
Un tema de meditación: Serán los auténticos discípulos aquellos que cumplen la voluntad del Padre, “los que escuchan estas Palabras mías y las ponen en práctica”, porque son los que construyen sobre roca. Y alejará del Reino de los cielos, a los que a pesar de hablar en su nombre y hasta haber expulsado demonios y hecho milagros, pero no han cumplido su Palabra, lo que quiere decir que no han hecho la voluntad de Dios y por lo tanto, han hecho el mal. Son aquellos que han construido sobre la arena. Otro tema de meditación: Nos dice que, para que el Reino de Dios se concrete, los discípulos de Jesús tienen que practicar una justicia más perfecta que la de los escribas y fariseos. Jesús exige una justicia mayor, es decir, el encontrar caminos que estén más acordes con la voluntad de Dios. Un tema de meditación es el cómo poder conocer hoy la voluntad de Dios para nosotros. O sea que la Palabra de Dios edifique nuestras maneras de pensar, de hablar, de hacer y de valorar la existencia. El significado que le damos a la Palabra de Dios para que no sólo sea criterio de vida, sino Vida de la vida.

Oración (Oratio): respóndele a Dios desde tu vida. Háblale haciendo oración como respuesta a lo que te dice.
Señor, tu Palabra es Palabra de Vida. Una Roca de Vida. La fe debe ser vida de fe, eficaz, concreta, práctica; y estando construida, basada en Dios y en su Palabra, es como Roca firme; la Palabra de Dios es fundamento de la vida cristiana porque Ella orienta a la Iglesia, y al creyente, en el pensar y en el actuar de cada día. Señor corremos el riesgo de construir en nuestras palabras, es decir, sobre arena; cuando tu Palabra no la orienta. ¡Líbranos, Señor, de todo eso! Cuando decimos ¡Señor, Señor! signifiquemos que en El encontramos la felicidad, porque estamos cumpliendo sus deseos y su voluntad. Ayúdanos a construir en El y a escoger el Camino de la Vida para llegar a El. ¡Gracias, Oh Padre!, Así Tú construirás mi casa sobre la Roca de tu Hijo

Contemplación (Contemplatio): haz silencio delante de Dios y de ese modo adóralo y contémplalo y, finalmente, saca alguna aplicación o propósito para vivir en conversión a Él durante la semana.
El Señor les bendiga y María, la Madre de Dios, sea su Auxiliadora.
Preparémonos para la Cuaresma que comenzaremos en breve.

La Paz con ustedes