Evangelio
del Domingo de Ramos "De la
Pasión del Señor"
Algunas aclaraciones de tipo litúrgico y práctico previo para meditar
y vivir el evangelio:
1. Con la celebración del último domingo de cuaresma llamado de palmas
“de Ramos” de la
Pasión del Señor comenzamos la semana "mayor" o semana santa en la que
recordamos y entramos para participar en el centro y fundamento de nuestra fe
cristiana: la pasión, muerte y
resurrección de Jesús. No en todas las misas se hace el recuerdo con una
procesión larga y solemne, pero en todas se hace memoria del hecho y se bendicen
ramos y palmas y se lee la pasión, por esto el color litúrgico es rojo. Se trata
del reconocimiento anticipado del triunfo de Cristo.
2. Lo primero que se proclamó, gritó y escribió de los evangelios fue la
resurrección y con ella la pasión y muerte del Señor Jesús. El hecho vergonzoso de la pasión y muerte
de Jesús sólo pudo ser superada con la certeza de su
resurrección.
3. Para los escolares y para las familias comienzan también las
"vacaciones de semana santa". Es recomendable que no se olvide el centro de la
fe y que busquen celebrarla en cualquier parte donde se encuentren. Que con la
ausencia de deberes y compromisos escolares y laborales no se relaje la fe ni
venga a menos la maduración espiritual.
4. Muchas personas, especialmente jóvenes, se van de "misiones", hacen
retiros, jornadas, encierros y pascuas de adolescentes o jóvenes. ¡Felicidades
por ellos! Ojalá que testimonien a fondo lo que creen y celebran y que su fe se
vea acrecentada, su esperanza fortificada y su caridad
encendida.
5. Por último, se recomienda que en esta semana leamos despacio y con
espíritu de reflexión el texto del Evangelio de Marcos sobre la Pasión y Muerte de Jesús.
Ojalá lo puedan comentar en familia ahondando el significado. Y si pueden ver
nuevamente la película de la
Pasión, mejor, nos ayudará a estar en este
clima.
Texto
a meditar y contemplar: Marcos 14,1-15,47.
Lectura (Lectio): lo que dice la palabra de Dios en sí
misma.La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén marca, el comienzo de
la Semana
Santa, la semana de la pasión del Señor. Hoy Jesús hace su
entrada en la ciudad santa para cumplir todo lo que había sido anunciado por los
profetas. Jesús entra sentado sobre un asno que le habían prestado, para que se
cumpliera la profecía de Zacarías: “Digan
a la hija de Sión, Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un
asna, sobre la cría de un animal de carga”.
Entonces la gente que también se traslada a Jerusalén con motivo de las
fiestas, y que había escuchado las palabras de Jesús y había visto los milagros
que realizaba manifiesta su fe mesiánica gritando: “¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que
viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
Este día, llegaron a su punto culminante las expectativas de Israel con
respecto al Mesías. Eran expectativas alimentadas por las palabras de los
antiguos profetas y confirmadas por Jesús de Nazaret con su enseñanza y,
especialmente, con los signos que había realizado.
Meditación
(Meditatio): lo que a mí me dice la palabra de Dios. Al
entrar en Jerusalén, Jesús sabe, sin embargo, que el júbilo de la multitud lo
introduce en el corazón del "misterio" del dolor y la muerte. Es consciente de
que va al encuentro de la muerte y no recibirá una corona real, sino una corona
de espinas.
Aunque no todos los hombres conozcan una muerte como la de Cristo, la
pasión, como peripecia humana, es en cierto modo la historia de todo hombre. Es
igual a la historia de millones de hombres. Y es inevitable. Por ese lado, no
habría nada que celebrar. Pero en ese mundo, opaco y duro, ha entrado libremente
Jesucristo. Y ha entrado hasta la soledad del sufrimiento, hasta la traición y
el abandono de los amigos, hasta el juicio con testigos falsos, la condena y el
suplicio, injustos, la fiebre de la tortura y el frío de la muerte. Así consumó
la
Encarnación, abrazando hasta el final la condición humana, sin
condiciones y sin límites.
La entrada en Jerusalén fue una entrada triunfal no sólo porque las
masas, al igual que cada uno de nosotros y casi por definición, son volubles,
manipulables, arbitrarias. La entrada en Jerusalén fue triunfal también porque
desde aquella pasión del Hijo de Dios, la pasión del hombre ya no es la hora de
la derrota, sino la hora misteriosa del triunfo: el triunfo del amor infinito de
Dios sobre el infierno y la soledad del hombre.
Este misterio de dolor y de amor lo propone el apóstol Pablo en la carta
a los Filipenses: "Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una
muerte de cruz". Y en la vigilia pascual añadiremos: “Por eso, Dios lo levantó
sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre”.
Oración
(Oratio): lo que le digo a Dios desde su palabra y desde mi
vida. Enséñanos, Señor a hacer silencio en estos días, para escuchar tu
palabra y meditar en tu Misterio de Amor; para aprender a escuchar como
discípulos que van en camino, de tu mano, animados por el Espíritu descubriendo
la voluntad de tu Padre. Enséñanos a orar como tú, Señor. Llamando Papá a Dios,
confiándonos en sus manos, buscando sus caminos, pidiendo con fuerza y coraje que venga el
Reino de Vida, que llegue la
Justicia prometida, que haya Pan para todos. Ayúdanos a orar
para conocer lo que Dios quiere, lo que nos pide, lo que sueña para nosotros.
Enséñanos Señor a aceptar la cruz del seguimiento, pues no se siguen tus huellas
sin caminar hacia la entrega y sin vivir la renuncia. Ayúdanos a tomar tu cruz
cada día, para morir a nuestros egoísmos y bajezas. Tu Palabra nos invita a
seguir tus pasos, abandonarnos en el Dios de la vida; desde el silencio, la
oración, el servicio y la cruz, caminamos, Señor, para aprender a
convertirnos.
Contemplación (Contemplatio): hago silencio para adorar, alabar,
agradecer y bendecir a Dios Cada uno somos un personaje importante en la
narración de la
Pasión, porque por cada uno entregó la vida Jesús. Vivámosla
con el respeto de quien oye la narración del Amigo que da su vida por mí.
La Paz con ustedes.
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