martes, 27 de marzo de 2012

5° domingo Cuaresma, B (25 marzo 2012)


Texto que vamos a leer, meditar y orar: Juan 12, 20-33
Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió:
“Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a si mismo, se pierde; el que se aborrece a si mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: ‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre”.
Se oyó entonces una voz que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.
De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel.
Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.
Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.
Lectura ( lo qué nos dice el texto )
El presente texto se ubica después de la resucitación de Lázaro y de la conspiración judía para matar a Jesús, y antes del inicio de su pasión comenzada con la última cena. Jesús está en Jerusalén en la fiesta de la Pascua judía y es normal que haya gente de todas partes del mundo conocido, incluidos los griegos que se acercan a Felipe porque quieren ver a Jesús. Al requerimiento, Jesús responde de un modo, en apariencia, extraño: primero dice que ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado, aludiendo con esto a su propia muerte, no tanto como un fracaso y un fin, sino como un hecho de victoria. Para ayudar a entender el valor salvador de su muerte, habla del grano de trigo que tiene que morir para dar fruto abundante, de ese modo Él ha de morir para dar la vida a todos, por eso invita a sus discípulos a hacer lo mismo en favor de los demás. En segundo lugar Jesús muestra sus más hondos sentimientos ante la muerte que se avecina: por una parte angustia terrible y, por otra, la más grande confianza en su Padre, y que hace oír su voz, como un trueno o un ángel, para corroborar la glorificación de su Hijo al ser levantado en la cruz, pues desde allí atraerá a todos hacia sí para formar el único Pueblo de Dios.
Meditación ( lo que te dice Dios desde el texto )
En este Quinto domingo de cuaresma la  muerte y resurrección de Jesús reclaman directamente nuestra atención y nuestra postura personal. La actitud de los griegos, gente extranjera, que busca a Jesús, gente intelectual basada en el conocimiento, ya nos da una pauta como para cuestionarnos qué tanto hemos buscado a Jesús en esta cuaresma, qué tanto nos hemos convertido a Él. Por otra parte en el evangelio Jesús, que no duda en dar su vida por la salvación de los demás y asume la voluntad del Padre libremente, es directo al momento de invitar a todo discípulo a hacer lo mismo que Él, porque “el que se ama a sí mismo, se pierde; pero el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna”. Por tanto la felicidad, fecundidad y sentido de nuestra vida no se podrá medir, según Jesús, por el cuidado intensivo de uno mismo que excluye la donación para prolongar la vida más años, ni por el simple conocimiento intelectual, sino por la calidad y cantidad de entrega diaria y a todos, porque ese modo de morir a diario es como enterrar el propio grano de trigo para producir mucho fruto. ¿Nos decimos cristianos, creyentes en Jesús? Él nos dice: “el que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté también esté mi servidor. El que me sirva será honrado por mi Padre”. De ese modo la muerte en cruz, que pudiera parecer un fracaso y el fin de todo, es el triunfo del amor y de la vida sobre el mal, sobre el egoísmo, el odio y la muerte de este mundo. La vida y muerte de Jesús, su modo de ver la realidad, va contra toda postura egoísta que invita a reservar la vida en lugar de entregarla, a cerrar el corazón, de manera egoísta, en lugar de abrirlo a muchos, a buscar sólo mis intereses en lugar de buscar el bien de todos, siendo ese el mejor modo de perderla. Jesús en su oración, al Padre, no pide ser librado de la muerte, más bien allí confirma su disponibilidad y libertad para cumplir la voluntad del Padre, pues para eso ha venido. Y el Padre nos lo hace saber mediante su voz y nos lo entrega para que comprendamos que siguiendo a su Hijo es la manera de glorificarlo. Mucho podríamos aprender de la oración de Jesús, de tal manera que al buscarlo, al seguirlo y al servirlo, busquemos no nuestros gustos y deseos, sino la voluntad del Padre, pues a eso hemos venido y allí encontraremos lo que tanto anhelamos y desesperadamente buscamos, el sentido de nuestra vida y nuestra felicidad, ofreciéndosela a los otros. El Señor nos ha dado la vida para entregarla a los demás.
Oración ( lo que tú le dices a Dios desde tu vida iluminada por el texto )
Padre bueno, muchas veces hemos tenido miedos, de todos los miedos, tú lo sabes. Hemos tenido miedo de buscar, de servir y de seguir total y realmente a tu Hijo Jesús y nos hemos quedado en la apariencia y en lo que no compromete del todo. Hemos tenido miedo de buscar, de escuchar y de cumplir tu voluntad y nos hemos quedado sólo en lo nuestro y que es pobre, débil y corta de miras. Tenemos miedo de entregarnos completamente a ti y a los demás y nos quedamos en la desconfianza y en una autosuficiencia. Nos consuela, que así como glorificaste a tu amado Hijo nos glorificarás por haberlo seguido. Igual que tu Hijo Jesús, sabemos que también tendremos nuestra hora, y no te pedimos que nos libres de ella, porque para eso nos has llamado, sino que nos acompañes y nos ayudes a crecer en disponibilidad y donación a ti y a quienes nos has confiado. Haz que seamos como ese grano de trigo que se entierra junto con la cruz de tu Hijo para que de allí brote la vida.
Contemplación (haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios y ve lo que es necesario cambiar y agregar a tu vida  en esta cuaresma, que ya va muy adelantada y con ello alcanzar la Pascua)
La Paz con ustedes.

viernes, 16 de marzo de 2012

4° domingo Cuaresma, B (18 marzo 2012) Laetare

Texto a leer, meditar y orar: Juan 3, 14-21
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él, no será condenado; pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
 
Domingo Laetare: se llama así al 4° domingo de cuaresma por la antífona de entrada: "Laetare Jerusalem" de Is 66. Al haber pasado la mitad de la cuaresma, en este domingo se hacía una breve pausa en la penitencia cuaresmal, enfatizando que la penitencia no se cierra en sí misma, sino que nos abre a la esperanza de la salvación. En este domingo se pueden poner flores en el altar y usarse ornamentos rosas en vez de morados.
 
LECTURA: lo que dice la Palabra de Dios
Jesús tiene encuentros con personas concretas, nos relata san Juan, y uno de los primeros diálogos fue con Nicodemo, un magistrado judío. Y en este relato Jesús le dice: así como la serpiente de bronce fue elevada por Moisés y se curaban aquellos que habían sido mordidos con tan solo mirarle (Núm 21, 8-9), así también el Hijo del hombre, con su muerte en la cruz será elevado para salvación, y aquel que crea en Cristo, recibirá la Vida eterna. Porque Dios ama tanto al mundo que le entregó a su Hijo único. Sin embargo siempre habrá alguien que se cierre, que prefiere las tinieblas, que prefiere el mal, termina diciendo el relato.
 
MEDITACION: lo que dice a mi vida la Palabra de Dios.
Y el relato del Evangelio nos presenta diversos contrastes: juicio-salvación, luz-tinieblas, hacer el mal-hacer la verdad. Y nos habla de una manera positiva: Dios que amaba a Israel, y fue así siempre, sólo Dios es capaz de dar un nuevo espíritu, porque es siempre rico en misericordia y de grande amor. Dios que ama tanto al mundo es capaz de entregar a su Hijo unigénito.
Las palabras del Evangelio son respuesta a unas preguntas que Nicodemo había hecho a Jesús cuando fue a verlo de noche y muestran el amor de Dios que entrega su Hijo para la salvación del mundo. San Juan al hablarnos del símbolo de la serpiente recuerda como Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, débil y mortal, era necesario que El fuera elevado de la tierra para que todo aquel que crea tenga vida eterna. En cuatro ocasiones nos dice que la entrega del Señor es ‘para todos’ y será en el mundo, el lugar de la salvación de Dios para todos y cada uno en Cristo Jesús. Es un grande signo de amor dar la vida por los que se ama; sin embargo, es un gesto todavía más significativo dar la vida del propio hijo porque se ama.
En este Evangelio encontramos solo propuestas de salvación. Y esto vale lo mismo para la Iglesia, porque Ella es constantemente propuesta de salvación para si misma y para todas las gentes; porque es lo que Jesús le ha confiado.
 
ORACIÓN: lo que digo a Dios inspirado por su Palabra y desde mi vida.
Señor, te manifestaste en Jesús, a través de signos y palabras. Este amor del Padre no se encerrado en sí mismo, sino que se ha manifestado en la encarnación y en la entrega de su Hijo amado como la gran manifestación de amor: “tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en El, no perezca, sino que tenga vida eterna”. Señor, que has sido levantado en la cruz para salvarnos. Al mirar a Jesús en la Cruz, las gentes crean para que vivan en la luz y en la verdad, y no en tinieblas. Porque “has sido levantado en la Cruz para que todo el que crea tenga vida eterna”. Ayuda a tu Iglesia para que anuncie a todos, y descubran que viniste a salvar y no para condenar.
 
Contemplación: hago silencio, alabo y adoro al Señor que se me ha mostrado en su Palabra. Me pongo algún propósito en lo personal, lo familiar.
Vayamos preparando la renovación de nuestro bautismo en la Noche Santísima de la Pascua. Y preparemos nuestra confesión para hacerla antes del Jueves Santo y poder entrar al Triduo de la Pascua: Viernes, Sábado y Domingo, o sea, del Señor Crucificado, Sepultado y Resucitado.
 
 
La Paz con ustedes.

viernes, 9 de marzo de 2012

3° domingo Cuaresma, B (11 marzo 2012)


Texto a leer, meditar y orar: del Evangelio de San Juan 2, 13-25.
 Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”.
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das  de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este  templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres día?”.
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.
Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.
LECTURA (Lectio): lo que dice la Palabra de Dios
El relato de la expulsión de los vendedores del templo, cambia de raíz el escenario y la actitud de Jesús, por primera vez y cercana a la fiesta de la Pascua “de los judíos” es lo que Juan menciona en su obra, es un marco de referencia obligado para entender el sentido de este texto de San Juan. El evangelio nos presenta esa escena de Jesús que cautiva a mentes proféticas y renovadoras. Desde luego, es un acto profético: en el marco de la Pascua, la gran fiesta religiosa y de la peregrinación por parte de los judíos piadosos a Jerusalén; Jesús ve convertida la casa de su Padre en mercado, y esto le incita a actuar. También hay que tomar en cuenta que entre los signos esperados del Mesías estaba, precisamente, la purificación del Templo; es lo primero que Jesús hace al inicio de su ministerio. A pesar de haber visto este signo, los judíos piden señales nuevas; entonces Jesús alude a su muerte; hay, por tanto, una clara asociación entre la sustitución del antiguo modo de relacionarse con Dios a través del sacrificio de animales y el nuevo culto que instaura la vida renovada en el cuerpo muerto y resucitado de Jesús. Esa es su señal y en ello reside su autoridad; no tiene mejor señal que su muerte y resurrección. Evidentemente los judíos no pueden entender que el nuevo Templo no es un templo reconstruido sino el hombre resucitado: Jesús es el lugar de Dios.
 
MEDITACION (Meditatio): lo que dice a mi vida la Palabra de Dios.
La reacción de Jesús es desmesurada: celoso de Dios, actúa de forma insólita e injustificada para sus contemporáneos. En realidad, su gesto es un signo: donde él esté no hace falta ya templo que señalice la presencia de Dios sobre la tierra; donde él esté no se comercializará la relación con Dios. La Resurrección revelará el verdadero sentido de su acción. La purificación del templo de Jerusalén, en la proximidad de las fiestas judías de la Pascua fue, para los contemporáneos de Jesús, un acto incomprensible y desagradable en extremo. Así la imagen de Jesús se deteriora y no es agradable. Seguro que tuvo que contar con buenas razones para llegar a éste punto y el texto nos las indica.
En primer lugar se redescubre la intransigencia de Jesús cuando está en cuestión el honor de Dios. Y después a cuantos pedían un signo de su autoridad que legitimará su actuación, Jesús dio una respuesta enigmática: aludía que su cuerpo muerto y resucitado, sería el lugar definitivo de la presencia de Dios. Su entrega a la muerte por Dios y su restitución a la vida por Dios le han convertido en nuestro mejor templo, el lugar de nuestro encuentro con Dios; en Jesús tenemos ya a Dios verdadero. Jesús expulsa propiamente a los  animales del culto. No debemos pensar que Jesús la emprende a latigazos con las personas, sino con los animales; Juan es el que subraya más este aspecto. Los animales eran los sustitutos de los sacrificios a Dios. Por tanto, sin animales, el sentido del texto es más claro: Jesús quiere anunciar, proféticamente, una religión nueva, personal, sin necesidad de “sustituciones”. Por eso dice: “Quiten esto de aquí”. Es la condena de ese tipo de religión sin fe y sin espiritualidad que se ha dado siempre y se sigue dando frecuentemente.
 
ORACIÓN (Oratio): lo que digo a Dios inspirado por su Palabra y desde mi vida.
Gracias, Padre Bueno porque en Jesús nos has regalado el lugar del encuentro entre las personas y Dios; entre nosotros y tu presencia; porque Él es el puente que nos comunica Contigo y el lugar donde podemos alabarte, bendecirte y darte gracias. Ayuda mi pobre fe para reconocerte en tu propio Hijo. Si la purificación del Templo de Jerusalén molestó a los que se encontraban en Él comerciando; hoy puede también molestarnos la actitud de tu Hijo porque no responde a los esquemas ordinarios en los cuales hemos ido comprendiendo el evangelio, pues puede venir a purificar muchos de nuestros comportamientos en la oración, en la vida, en la relación con los demás y en la forma de entender la relación contigo y nos puede pedir estar atento a tu Espíritu. Ayúdanos Padre, a entenderr los signos de tu voluntad, Amén.
 
Contemplación (Contemplatio): hago silencio, alabo y adoro al Señor que se me ha mostrado en su Palabra. Me pongo algún propósito en lo personal, lo familiar.
Una señal de nuestra conversión a Dios es vivir con empeño nuestros propósitos de Cuaresma. 
 
La Paz con ustedes.

jueves, 1 de marzo de 2012

2° domingo Cuaresma, B (4 marzo 2012)

Texto del Evangelio de San Marcos 9, 2-10
 
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡Qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado, escúchenlo”. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos” 
Lectura. La transfiguración de  Jesús da lugar a un diálogo continuado, que se presenta en tres actos, con diversos protagonistas cada uno, y una toma de posición como motivo central. En la primera escena los discípulos asisten a la conversación de Jesús con Elías y Moisés y se atreven a pedir que la experiencia que están viviendo no se termine. La inesperada irrupción de la nube y la voz que rompe la placidez de la visión domina la segunda escena: de contemplar a Jesús divino pasan los discípulos a escuchar al mismo Dios, que se presenta como Padre que ama a su hijo. Tras oír la voz de Dios la visión desaparece; en tercera escena, Jesús y sus discípulos son devueltos, y con cierta brusquedad, a la normalidad. No podrán, les advierte Jesús, contar lo visto; ni sabrán, añade el cronista, pues vuelven confusos por cuanto les acaba de decir Jesús.
Jesús sube a un monte con tres de sus discípulos y les deja ver, momentáneamente, su verdadera identidad. La experiencia es tan placentera que Pedro se olvida de sí y de los compañeros para mirar sólo por Jesús y sus acompañantes: está dispuesto a vivir a la intemperie con tal de prolongar lo que vive. La voz de Dios interrumpe su proyecto y sus sueños: reconociéndolo como Hijo querido, y Dios quiere que se le obedezca, lo que debe suscitar la contemplación de Jesús. Hasta que Jesús no resucite de entre los muertos no lograrán hacerse con el sentido de lo ocurrido.
MeditaciónEl evangelio de hoy nos recuerda el momento, insólito pero central en la vida de Jesús, cuando reveló su identidad verdadera a sus más íntimos. Podríamos hoy quizá hasta envidiar a esos discípulos que vieron a Jesús tan cautivador, tan resplandeciente, profeta entre profetas, hijo amado de Dios; a un Jesús así nos sería fácil seguirle; de un Jesús
así, ¿cómo iba a ser difícil quedar seducido?; con un Jesús así todo se nos convertiría en hermoso y, como a Pedro, nos parecería natural quedarnos con él, aunque fuera a la intemperie. Pero, entonces, ¿cómo es que no vivimos tan entusiasmados por Jesús? ¿Por qué no se nos transfigurará tam­bién a nosotros?
Jesús tomó consigo los discípulos que le habían seguido desde el principio, aquellos que habían puesto su confianza en el, y los llevó a un lugar apartado, sobre una montaña. En esta acción de Jesús tenemos expresado el requisito previo para ver a Jesús transfigurado: no fue a los extraños a quien Jesús se manifestó encantador, sino a quienes lo veían todos los días caminar y dormir, comer y predicar, rezar y descansar;
para reconocer su verdadera identidad. Bien al contrario, serán siempre los discípulos fieles aquellos que podrán soñar con la sorpresa de verse descubriendo quién es realmente Jesús. No es que él no sea lo suficientemente maravilloso, lo bastante divino, para poder sorprendernos un buen día; es que no encuentra discípulos fieles en su entorno, capaces de renunciar a todo y anteponerle a él a todos, para mostrarse como él es: un estupendo maestro y el hijo preferido de Dios.
El discípulo de Jesús, precisamente porque está habi­tuado a estar con él, debe estar abierto a dejarse sorprender continuamente: quien no se maravilla de él, quien no le teme, quien no siente ganas de quedarse sólo con él, no es un discípulo digno de su
confianza, no merece su intimidad. Y la consecuencia obvia de este encuentro será el sentirnos decir que debemos, sobre todo, escuchar sólo a Jesús: todo lo que hayamos
podido conocer y experimentar, será menos importante; quien ha descubierto a Jesús, descubre la obligación de atenderle, de seguirle, de obedecerle. Jesús ha de ser el
único punto de referencia del discípulo que lo ha visto tal como es: quien se ha entusiasmado con él una sola vez, permanece siempre con él entusiasmado; no podemos reducir nuestra vida cristiana a la escucha de su palabra una vez por semana: Dios mismo, directamente, ha impuesto a los discípulos la escucha de su Hijo amado siempre. Quien quiere permanecer con Jesús está obligado a permanecer escuchándole. Escuchando lo que nos diga, lo descubriremos cercano y estupendo; y nos vendrá la gana de quedarnos con él, aunque no tengamos donde cobijarnos: quien le escucha, sabe que con él se está bien y que no se siente necesi­dad de nada más.
Pero no nos ilusionemos demasiado: esta experiencia de ver a Jesús tal como es, siempre es breve. 'De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús. Y bajaron con él de la montaña' Las experiencias bonitas con Jesús son reales, pero escasas; profundas, pero breves; se dan ciertamente, pero siempre duran poco. Es en la relación cotidiana con Jesús, con el Jesús de siempre, entre las dudas y resistencias de cada día, como los discípulos aprenden a escuchar su voz. La fe se vive en la duda; la
fidelidad se prueba cuando es posible y tentadora la traición: los discípulos que vieron a Jesús extraordinario, volvieron enseguida a verle tan ordinario como era todos los días; pero sabían que podían contar con que cualquier día podía volvérseles otra vez tan
divino como en realidad era. Ellos lo sabían y vivieron escuchándole.

Oración.Señor Jesús. ¡Qué no diéramos nosotros, porque te nos manifestaras tal cual eres, divino, cautivador! Cómo nos ilusionaría poder asistir, aunque fuera por un instante, a ese espectáculo que Pedro Juan y Santiago presenciaron. Pero bastaría que te viéramos como Dios te ve, que te quisiéramos como Él te quiere, que te aceptáramos como Él te pensó, para saberte divino, tal cual eres, hijo preferido del Padre. Si nos dedicáramos a escucharte y a obedecerte, Tú te dedicarías, lo sé, a cautivarnos: si fuéramos tus siervos, tú serías nuestro encanto. Danos la obediencia que nos pides; para ello, te pedimos tu transfiguración, para hacernos tus discípulos. No temeremos ya la normalidad, la incomprensión, si podemos guardar en nuestro corazón el instante de tu divinidad cautivadora. Viviremos con nuestro secreto en el corazón, conservaremos la instantánea de nuestro encuentro, hasta que, por fin un día, nos veamos cara a cara. Enséñanos, Señor Jesús, a comprender el secreto de tu camino que es ineludible, el camino de la cruz; enséñanos a optar por Ti, por tu persona, aunque implique ese camino, porque es el por el que Tú has optado, enséñanos a amarlo.
La revelación de Dios Padre, ha sido el mejor regalo para nosotros. El saber que Tú, Buen Jesús, eres el hijo predilecto y el más querido, nos hace descubrir en Dios un Padre Bueno y lleno de Amor que nos ha manifestado que nos quiere, dándonos lo mejor que tiene, a su propio Hijo y pidiéndonos que le obedezcamos. Gracias, Padre Bueno, porque así te ha parecido bien revelarnos en Cristo Jesús el amor que le tienes y en Él revelarnos que nos quieres y que quieres que seamos obedientes.

Contemplación.Alaba, agradece, bendice y adora a Dios que te ama; escucha nuestras atenciones, atengámonos a sus exigen­cias: terminaremos también nosotros un día por experimentar qué maravilloso es Jesús para todo aquél que le sigue y le obedece.
 
 
La Paz con ustedes.