Texto a meditar y orar:
Lucas Jn 11, 1- 45
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
El texto nos presenta estos personajes: Jesús, sus discípulos, Marta, María, Lázaro y los judíos que creen. El Lugar: Jesús se encuentra en el Jordán, y después va hacia Judea; a Betania que está a 2 km. de Jerusalén. La estructura del texto: nos presenta a Jesús que está con sus discípulos; donde le avisan del muerte de Lázaro; pero, permanece más dos días, y después va hacia Lázaro, en Betania, aún con riesgo de la vida. Delante de Marta la invita a creer en El y delante de María y de los que la acompañaban, se conmueve y llora; finalmente, ya en el del sepulcro ora al Padre. Entonces, llama al muerto: “Lázaro sal de allí”. Termina el relato diciendo que muchos de los judíos creyeron el Él, al contemplar la resurrección de Lázaro. El Evangelio de San Juan nos presenta uno de los últimos signos que Jesús realiza, y el más grande. La resurrección de Lázaro es también el que desencadena la persecución de Jesús y anuncia su propia resurrección. El evangelista ha sabido crear un relato realista y, al mismo tiempo, simbólico. Es uno de los siete signos que nos habla el evangelio de San Juan. Que son manifestaciones de Jesús como Mesías, que se realizan plenamente en la hora de Jesús, en la hora del Padre. Irónicamente, los signos que narra Juan para despertar la fe, son también las causas del rechazo y la condenación de Jesús.
Jesús se presenta a sí mismo en el evangelio de Juan con el mismo nombre de JHWH: “YO SOY” (Ex 3,14). Como Yavé, Jesús es el Dios con nosotros: “Yo soy la resurrección y la vida” (11,25).
Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Nos invita a meditar, en este relato, que todos los personajes son gente que seguían a Jesús y decididos por estar con Él. Jesús a cada uno lo invita a creer en Él y todos terminan creyendo en Él: los discípulos, Marta, María y todos los judíos. Otro tema de meditación: cuando los invita a creer que Él es la “Resurrección y la Vida”; y nos hace notar que todo aquel que es amigo de Jesús, no puede quedar en la muerte, sino que les da la Vida. Otro tema también, nos presenta a Jesús rico de sentimientos: decidido en ir con Lázaro aunque esto sea en peligro de su vida; valoriza la amistad, llora por el amigo y tiene una actitud filial hacia su Padre Dios. El relato de la resurrección de Lázaro nos vuelve a recordar uno de los rasgos más sorprendentes de Dios: en Jesús, Dios se nos ha hecho cercano, tan sensible a nuestro dolor como para sufrirlo con nosotros, tan próximo a nuestra necesidad que aproxima la salvación a quien se acerca.
Tenemos un Dios capaz de tener amigos. Es lo primero que nos indica el evangelio: las hermanas de Lázaro mandaron buscar a Jesús con el recado de que su amigo estaba enfermo; sintió afecto por personas concretas y se dejó querer por ellas; no fue insensible al dolor de sus amigos; mantuvo amistades profundas y se puso a disposición de cuantos deseaban su compañía.
La amistad con Jesús no fue ningún privilegio; contar a Jesús entre sus amigos no dispensó enfermedad ni muerte. Con todo, no dudaron del amigo y supieron acudir a Jesús.
Antes de mostrarse como Dios, capaz de devolver a la vida al amigo, se dejó ver como hombre, incapaz de contener las lágrimas ante el cadáver del amigo.
Un Dios tan divino y tan humano, que llora ante una tumba, ¿no merecerá mayor atención y cuidados de nuestra parte?. Merece nuestra vida de amistad y nuestra hospitalidad por siempre. ¿Cómo es posible, entonces, que sigamos arriesgando su amistad, por otras; y peor aún, sólo por cosas?
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Señor, nos invitas a creer en Ti, nos invitas a reconocerte como Señor de la Vida. Así lo dijiste y afirmaste con tu vida y con prodigios y señales. Tu Palabra, nos hace ver y, me invita a creer, como creyeron tus discípulos: Marta, María y muchos de los que había ido con ellos. El mismo Lázaro te experimentó como Señor. Tus amigos, a los que querías tanto, te experimentaron como Señor de la Vida. Concédenos proclamar como Marta: “Sí, creo, creo firmemente que Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios”.
Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida.
Sigue acompañando a Jesús en su camino para entregar su vida por nosotros. Vive el triduo del Señor Crucificado, Sepultado y Resucitado; la Pascua Cristiana. Debemos dar gracias al Señor por mostrársenos de esta manera. Con mayor confianza seamos miembros de la Iglesia, siguiendo a Jesús, en este tiempo en el que nos preparamos, por medio de la Cuaresma, a renovar nuestra vida cristiana en la Pascua.
Nacho, SDB.
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