jueves, 22 de mayo de 2008

Domingo 8º Ordinario A (25 mayo 2008)



Texto a meditar y orar:


Juan 3, 16-18

LECTURA
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fijaos en las aves del cielo: ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Quién de vosotros, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida? Y del vestido, ¿por qué os preocupáis? Fijaos cómo crecen los lirios del campo:
no se afanan ni hilan, y, sin embargo, os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues. si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno Dios la viste así, ¿qué no hará con vosotros, hombres de poca fe? Así que no os inquietéis diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Ésas son las cosas por las que se preocupan los paganos. Ya sabe vuestro Padre celestial que las necesitáis. Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás. No andéis preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán.

LECTIO (Lectura): Lee y relee el texto y repasa todos sus elementos
El lenguaje de este pasaje evangélico es una exhortación, es algo más que simple instrucción: el tono predominante es directo e impositivo. Quien habla trata de convencer; argumenta para convertir a su audiencia a la confianza. Este pasaje del evangelio que pertenece al sermón de la montaña, muestra, por una parte, que la preocupación fundamental del creyente ha de ser la búsqueda fundamental del reino de Dios y su justicia; y por otra parte, Jesús invita a tener una confianza total y plena en Dios. Es probable que Jesús dirigiera estas palabras al grupo de discípulos que lo habían dejado todo para seguirle. Con él habría instruido a los discípulos que, como él, por entregarse a la predicación del Rei­no habían renunciado a sus bienes y a su hogar. La intención original no sería tanto criticar la ansiedad en la vida sino motivar al compromiso por el Reino.

MEDITATIO (Meditación): busca lo que Dios te dice a ti, en tu vida y circunstancias, desde el texto.
Con manifiesta autoridad Jesús prohíbe vivir ansiando con desmesura sobrevivir. No se niega que haya que vivir con solicitud, trabajando por conseguir lo que conviene para vivir con dignidad; se trata de no angustiarse, si no se consigue, y de no vivir angustiados por mantenerlo. Jesús pide a los suyos una forma de vida menos angustiada por lo que se tiene que consumir para mantenerse con vida y más preocupada por la vida que de él se ha recibido. El creyente ve fundamentada su vida no en si logra tener cuanto necesita, sino en si Dios mantiene su palabra y sus cuidados.
Y estando así las cosas, Jesús utiliza una expresión que debe darnos que pensar, porque retrata bien la calidad de nuestra fe: quien tiembla por su vida y desconfía de su Dios es un pequeño creyente. No es que le falte fe, cuando le escasean los bienes para vivir; es que le sobran miedos, teniendo a Dios como Padre de por vida. La fe es pequeña no porque esté ausente en la vida del creyente, sino porque es insuficiente para afrontar los retos de la vida. Pequeños somos los creyentes cuando, sin dejar de apoyarnos en Dios, vivimos alimentando miedos y desalientos, desesperanza e incertidumbre; si confiamos en Dios, pero desconfiamos de salir un día del aprieto es pequeña nuestra fe. Repetimos el modelo de los antiguos israelitas que, en pleno desierto, pretendieron recoger más alimento del que podían consumir en un día, porque andaban sobrados de peligros y escasos de fe en el Dios que caminaba con ellos.
Lo que debe echar en falta el discípulo necesitado de tantas cosas es a Dios, su reino y la justicia. Estas son las preocupaciones dignas de un hijo de Dios. En lugar de preocuparse enfermizamente por uno mismo, el discípulo se ocupa en vivir de lo que espera, de lo que Dios le va a dar cuando venga como soberano; y adelanta el reino sometiéndose a su voluntad, viviendo, falte lo que le falte, sin faltarle a Dios, sin negarle obediencia. Y mientras llega Dios, el discípulo se defiende con lo que le ha tocado vivir, le basta por hoy; su preocupación ha de morir con el día. El mañana es de Dios, su Padre.


ORATIO(Oración): respóndele a Dios desde tu vida. Háblale haciendo oración.
Gracias Señor Jesús por revelarnos a un Dios que se preocupa de nosotros y que al pensar en Él nos invita a eximirnos de la angustia; saberse en sus manos es la garantía más cierta para vivir con holgura y desahogo nuestra vida de todos los días; tener a Dios como Padre nos obliga a sentirnos atendidos, pues es oficio de padre cuidarse del hijo. Nos sabemos en sus manos y cada uno de nosotros que creemos y confiamos en él, nos sentimos ante Dios más importantes que cualquier ser de la naturaleza, porque somos sus hijos consentidos. En ésta grande deseo de Dios está anclada nuestra vida y su porvenir. Hoy nuestra oración es pedirte Señor que aumentes nuestra fe, nuestra confianza en el Padre para vivir la vida con alegría, para afrontar los retos y no asustarnos y sentir miedo antes los problemas de la vida; para llenar de alegría y esperanza el corazón de los demás.

CONTEMPLATIO: (Contemplación): haz silencio delante de Dios y de ese modo adóralo y contémplalo.Saborea este Evangelio lleno de detalles. Goza de la cercanía y ternura de Dios en tu vida, confía en Él, ten fe en Él, espera en Él siente su amor en tu vida, déjate llevar. Pon tu vida, tus cosas, tus trabajos y tus problemas en manos de Dios.
Que en este día 24 de Mayo que es la Fiesta de María Auxiliadora, Ella nos enseñe a vivir siguiendo a su Hijo Jesús y creyendo en Él.
P. Cleo, sdb.

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