lunes, 16 de junio de 2008

San Pedro y San Pablo (29 junio 2008)


La solemnidad de san Pedro y san Pablo nos permite contemplar la estrecha amistad que se establece entre Jesucristo y estos dos hombres elegidos para misiones muy importantes.
Texto a reflexionar y orar:
Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo’” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
En el relato están Jesús y sus discípulos. En una región determinada: Cesarea de Filipo. Primero, Jesús se dirige a sus discípulos y les hace unas preguntas y al contestar y afirmar, le responde a Pedro. Le dice unas palabras significativas. El evangelio nos hace ver la profesión de fe de Simón Pedro y la respuesta de Jesús; donde se muestra la función de Pedro en la Iglesia. Jesús le dice que esta profesión de fe no viene de la “carne ni de la sangre”; es inspirada por el Padre. Por eso, el Señor Jesús alabó la docilidad y fidelidad de Pedro, bajo la inspiración de Dios. Escuchamos en el relato, una serie de expresiones de sabor bíblico (Piedra, Llaves, atar y desatar) con las que anuncia la misión de Pedro en la Iglesia. Este texto lo consideran como el centro del evangelio de Mateo, tanto por su situación como por su contenido.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Pedro habla en nombre de los apóstoles. Su fe es el fundamento de la comunidad que se va estructurando. Después de dos milenios, la "roca" sobre la que está fundada la Iglesia sigue siendo la misma: es la fe de Pedro. "Sobre esta piedra" (Mt 16, 18) Cristo construyó su Iglesia, edificio espiritual que ha resistido al embate de los siglos; no sobre bases humanas e históricas puesto que no hubiera podido resistir el asalto de tantos enemigos. Esta solemnidad festeja a las dos columnas de la Iglesia: Pedro y Pablo. Por una parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Pedro, hombre frágil y apasionado, acepta humildemente su misión y arrostra cárceles y maltratamientos por el nombre de Jesús.(cf. Hch 5,41). Predica con “parresía”, con valor, lleno del Espíritu Santo (cf. Hch 4,8). Pedro es el amigo entrañable de Cristo, el hombre elegido que se arrepiente de haber negado a su maestro, el hombre impetuoso y generoso que reconoce al Dios hecho hombre, al Mesías prometido: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”(cf. Mt 16,16). Los Hechos de los apóstoles narran en esta solemnidad la liberación de Pedro de las cárceles herodianas. “Con esta intervención extraordinaria, Dios ayudó a su apóstol para que pudiera proseguir su misión. Misión no fácil, que implicaba un itinerario complejo y arduo. Misión que se concluirá con el martirio “cuando seas viejo otro te ceñirá y te llevará donde no quieres” (cf. Jn 21,18) precisamente aquí, en Roma, donde aún hoy la tumba de Pedro es meta de incesantes peregrinaciones de todas las partes del mundo.

“Cristo, al instituir a los Doce, "formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él". "Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles". El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella; lo instituyó pastor de todo el rebaño. "Está claro que también el Colegio de los apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro". Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.

A lo largo de los siglos, el Espíritu Santo ha iluminado a hombres y mujeres, de todas las edades, vocaciones y condiciones sociales, para que se convirtieran en "piedras vivas" (1 P 2, 5) de esta construcción. Son los santos, que Dios suscita con inagotable creatividad, mucho más numerosos que los que señala solemnemente la Iglesia como ejemplo para todos. Una sola fe; una sola "roca"; una sola piedra angular: Cristo, Redentor del hombre.
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!¡Cuántas veces habremos afirmado, en nuestra vida, esta profesión de fe, que un día pronunció Simón, hijo de Jonás, en Cesarea de Filipo! ¡Cuántas veces habremos encontrado en estas palabras una fuerza interior para proseguir la misión que la Providencia nos ha confiado! ¡Tú eres el Cristo!. Y hemos sido impulsados a fijar la mirada en "Jesucristo, único Salvador, ayer, hoy y siempre". Señor, que nuestra vida y nuestras celebraciones sean una incesante profesión de fe en Cristo. A la pregunta, siempre actual, de Jesús a sus discípulos: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?" (Mt 16, 15), los cristianos pudiéramos responder, una vez más, uniendo nuestra voz a la de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". "¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo" (Mt 16, 17). "¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!". La bienaventuranza de Simón es la misma que escuchó María santísima de labios de Isabel: "Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1, 45). Ambos tuvieron experiencia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa experiencia los acompañó durante toda su vida y les dio una viva conciencia de su misión. Tiene, pues, razón Pedro al concluir con emoción: “Señor, Tú sabes todo, Tú sabes que yo te amo” (EV).

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito que sea oportuno en este momento.

Cuando el Papa ejerce su ministerio espiritual de Maestro, Sacerdote y Pastor lo hace en virtud de la voluntad de Cristo, manifestada a Pedro. La tarea específica del obispo de Roma es la misma que la de Pedro: mantener a la Iglesia unida, conservarla en la unidad de fe y de vida. De la función unificadora del Papa se sigue también, la importante tarea doctrinal y la de santificar.
Ahora después de más dos milenios 2000 años continúan a ser, Pedro y Pablo, nuestros “padres en la fe”.

Celebremos y pidamos por la intercesión de Pedro y de Pablo la perfecta fidelidad a la enseñanza apostólica, la unidad y la fortaleza en la fe. Esta solemnidad es una cordial invitación para renovar nuestra adhesión incondicional al vicario de Cristo sobre la tierra, el Papa.

El misterioso itinerario de fe y de amor, que condujo a Pedro y a Pablo de su tierra natal a Jerusalén, luego a otras partes del mundo, y por último a Roma, constituye en cierto sentido un modelo del recorrido que todo cristiano está llamado a realizar para testimoniar a Cristo en el mundo.

Que alegría sabernos que somos y vivimos como Iglesia. Nacho, SDB.

Domingo 11° ordinario, A (22 junio 2008)


Texto a meditar y orar:
Mateo 10, 26-33

EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: Así pues, no tengan miedo a los hombres; porque no hay nada oculto que no vaya a manifestarse, nada secreto que no vaya a saberse. Lo que yo les digo en la oscuridad, díganlo a plena luz; lo que escuchen al oído, proclámenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida; teman más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno sólo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos.


LECTIO (Lectura): Lee y relee el texto y repasa todos sus elementos
Después de haber visto que su actuación personal no bastaba para evangelizar a todo Israel, Jesús delega en un círculo más estrecho de discípulos su misión y sus poderes. Antes de enviarlos, les instruyó para tal ocasión. Puesto que ellos no iban a ser más que sus representantes, deberían ejercer la misión según sus directrices. El evangelio de éste día, forma parte del “discurso apostólico”; y señala algunas aportaciones generales dirigidas por Jesús a los apóstoles en vistas a su misión.
La primera invitación es a “no temer” y menos dejarse abatir de frente a las acciones persecutorias de los hombres. A cada invitación viene unida una o más motivaciones y el lenguaje se expresa mediante un paralelismo en forma de contrarios (escondido/desvelado, secreto/manifiesto, tinieblas/luz, oidos/techos). Es claro que hay una irresistibilidad del paso de la primera a la segunda parte, a la de los contraposición.
La motivación de la segunda invitación se articula sobre la contraposición cuerpo/alma y en el fondo sobre otra que va más a la raíz, que es muerte/vida y hombre/Dios.
La última invitación es a “no temer” y está motivada por la confianza en el Padre, que se tiene cuidado de los seres más pequeños como los “pajarillos” y y se preocupa de las cosas mínimas como los “cabellos”, cuánto más se preocupará de sus apóstoles.
A la formulación del “no temer”, sigue la afirmación sobre el comportamiento auténtico del apóstol. Son dos sentencias - una negativa, la otra positiva - que le dan un tono escatológico (es decir, definitivo), donde se revela la centralidad del mensaje. El verdadero apóstol es aquel que reconocerá, es decir que aceptará públicamente su relación con el misterio de Jesús Hijo de Dios, muerto y resucitado por el Padre.

MEDITATIO (Meditación): busca lo que Dios te dice a ti, en tu vida y circunstancias, desde el texto.
La primera regla de conducta que Jesús inculca a sus discípulos es la ausencia del miedo; el apóstol que se sabe representante de Cristo en su ambiente, no vive con pena su misión ni mucho menos en silencio. El Evangelio de Dios es mensaje que proclamar al público y vida que vivir en público. Presentándose ante los demás contentos de ser creyente, la opción del discípulo deberá ser atrayente y su testimonio digno de ser creído.
Al apóstol de Cristo, le está prohibido el miedo y el motivo es que Dios se cuida de quien cuida sus intereses; quien entrega vida y energías para que Dios sea conocido y amado, no tardará en conocer el amor de Dios y sus cuidados; exponerse por Dios, significa tener a Dios cubriéndole las espaldas. El Dios de Jesús, nuestro Dios, es un Dios generoso: quien se presta para hacer patente su amor a los hombres, tendrá patentes en su misma existencia las pruebas del amor de Dios. Mientras el apóstol tenga sus manos ocupadas en la predicación del evangelio, su vida estará en manos de Dios. Esto tiene que hacer al creyente, más osados en el testimonio, motivado para afrontar riesgos sin cavilar demasiado y superar miedos infundados y no dejarse empequeñecer ante cualquier dificultad. La razón es que Jesús se ha comprometido en defender ante Dios a quien haya salido en su defensa ante los hombres. Tomar partido por Jesús hoy, hará que Jesús se declare partidario nuestro en el futuro delante del Padre.
La fe en Cristo se mantiene si se testimonia públicamente; no se salva la propia fe ocultándola ni ocultándose; no se hace atrayente la fe que no se ofrece, ni es digna de ser creída una vida que se esconde por miedo al ridículo. El discípulo que arriesga su vida o el honor puede que no convenza, pero su testimonio da qué pensar y cuestiona a quien lo recibe.
La confianza del apóstol nace del evangelio que le lleva a dar testimonio público y de la seguridad de que Dios está detrás de su vida y vela por ella.
Presentarse ante el mundo sin complejos de inferioridad; saberse enviado por Jesús al mundo, como los primeros apóstoles; eso debe devolverle al apóstol la confianza en sí mismo: si Cristo sigue contando con nosotros, si necesita del apóstol para llevar el evangelio al mundo, no tenemos derecho a sentirnos insignificantes ni, mucho menos, podemos seguir viviendo nuestra fe con miedo a nuestro mundo.

ORATIO (Oración): respóndele a Dios desde tu vida. Háblale haciendo oración.
Gracias Padre Bueno:
Porque Tú eres el Dios de Jesús; porque eres un Dios generoso que te nos das y manifiestas amándonos en la persona de tu Hijo y porque es tu Voluntad que te reconozcamos y testimoniemos a tu Hijo que es el Amor, delante de los hombres. Esta es tu voluntad y eso es lo que quieres de cada uno de nosotros. Quieres que nos cuidemos de Tí y que entreguemos todas nuestras energías y nuestra vida para que Tú seas conocido y amado por los hombres a los que has amado.
Teniendo la confianza en Tí, la seguridad de que nos amas, Padre, tu Hijo Jesús nos da la confianza en él y nos prohibe el miedo ante los hombres a la hora de testimoniarlo. Porque su mensaje a proclamar es su Persona y éste es el testimonio que inunda de alegría nuestros corazones y que nos hace ser discípulos.
Gracias, Padre porque nos invitas a testimoniar la fe que tenemos en tu Hijo Jesús; porque rompiendo nuestros miedos al fracaso y exponiéndonos al comentario y al ridículo, has querido que confiemos en Ti, que proclamemos tu Evangelio y les descubramos a los demás cuál es tu voluntad.
Gracias, Padre, por seguir contando con nosotros, conmigo, para llevar con mi pobre testimonio, tu evangelio a los jóvenes más necesitados.

CONTEMPLATIO: (Contemplación): haz silencio delante de Dios y de ese modo adóralo y contémplalo.
Te invito a que en el silencio de tu vida te sientas acompañado y contemplado por Dios y después invitado por Él para predicar el Evangelio del Amor. Que tu vida y tus acciones sean inundadas de sentido por el Señor Jesús.

P. Cleo, sdb.

miércoles, 11 de junio de 2008

Domingo 11° ordinario, A (15 junio 2008)

Texto a leer y meditar:
Mateo 9, 36-10, 8.

En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la míes que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto y ubica sus partes, personajes, lugares, verbos y el hecho o idea central.

El evangelio de hoy usa las imágenes de las ovejas y del pastor para mostrar el comportamiento de Jesús ante el pueblo que se encontraba en una situación de desorganización y de desbandada, pues los que eran sus guías se habían aprovechado del mismo pueblo. Jesús siente compasión e interviene adecuadamente, para esto, tratará de formar a aquellos que serán enviados en misión y unir al pueblo en torno a un solo pastor que es Dios. Y esta es la intención del Evangelio: Jesús llama a unos colaboradores para guiar a este nuevo pueblo; Él los llama y Él los forma poniéndose como modelo de cómo amar y como compadecerse de su pueblo y entonces Él los envía.

Cuando Jesús elige a los doce apóstoles, está tratando de organizar la nueva comunidad para la salvación universal: la Iglesia. Jesús es quien los elige, es su palabra que se hace llamado personal y que se vuelve eficaz en la vida de cada uno de los apóstoles.

Y los doce son enviados a un pueblo perdido, disperso y sin pastor. Y el contenido del mensaje que deberán predicar será el anuncio de la inminente llegada del Reino de Dios; cuyos signos son las curaciones, exorcismos, resurrecciones, sanaciones, etc.

Meditación (Meditatio): reflexiona el sentido del texto y aplícalo a la vida.

De la compasión de Jesús por su pueblo, nacen los apóstoles en la Iglesia. Antes de que hubiera misión apostólica existió conmoción en el ánimo de Jesús. Al contemplar la lamentable situación de su pueblo, su desorientación y cansancio, Jesús pensó la solución y hace de sus discípulos apóstoles, es decir, quienes convivían con Él son enviados al pueblo.

Y antes de enviar Jesús a sus discípulos, les hizo compartir su oración; puesto que la compasión de Jesús no era solamente el reflejo de sus buenos sentimientos, sino la expresión de la voluntad salvadora de Dios su Padre. Jesús enseña a rezar a los suyos para que Dios enviara operarios a su mies. Jesús se puso a rezar con sus discípulos porque sólo Dios podía poner solución a tanto extravío. Fue el querer de Dios lo que causó el dolor en el corazón de Jesús; la gente pudo causarle lástima porque se estaba perdiendo a Dios; pues era lo que Dios estaba a punto de perder a su pueblo, lo que más lastimaba a Jesús.

Oración (Oratio): qué es lo que te sugiere la Palabra de Dios y qué le dices como respuesta.

Gracias, Señor Jesús porque queriendo hacer la voluntad de tu Padre has descubierto que tu pueblo y nosotros andábamos como ovejas sin su pastor; porque te compadeciste del pueblo e les enseñaste e hiciste que se compadecieran del pueblo, los que andaban contigo.

Sabiendo que Jesús se compadece de nuestros sufrimientos y de nuestros extravíos; nos sentimos también invitados por Él a pedirle a Dios por nuestras necesidades, especialmente que envíe operarios a su mies, que sean pastores del pueblo, guías de los jóvenes según su voluntad, que nos descubran la orientación y el sentido de la vida.

Y a nosotros, Señor, al descubrir que somos amados por Ti nos sintamos llamados a ser apóstoles entre los demás; llamados a “apasionarnos” por los sufrimientos del pueblo; por ejemplo: “jóvenes, misioneros de otros jóvenes”, “matrimonios, misioneros de otros matrimonios”, “familias, misioneras de otras familias”; y que como a Ti, Señor, nos duela el corazón y que nos mueva a una verdadera compasión el descubrir la necesidad en la que vive mucha de nuestra gente.

Contemplación (Contemplatio): en el silencio y en lo más íntimo de tu persona alaba, bendice y agradece a Dios que pone su mirada en nuestras vidas.

Descubras la invitación que Dios te hace mirar, compadecerte y apasionarte por los que más sufren y a que asumas el llamado que Dios te hace a ser Padre y Pastor de los que Él te ha confiado. Dios te bendiga.

P. Nacho

martes, 3 de junio de 2008

Domingo 10° Ordinario, A (8 junio 2008)



Texto a meditar y orar:
Mateo 9, 9-13

LECTURA LECTIO (Lectura): Lee y relee el texto y repasa todos sus elementos
Aunque el Evangelio narra la vocación de Mateo, un publicano desvalorizado por el grupo de los Doce; pero es ciertamente la figura de Jesús, libre y soberano quien domina toda la escena. Mateo y el papel decisivo que jugaba en la sociedad de su tiempo le hacen gozar de una muy mala reputación ante los judíos: tales personas eran consideradas ladrones y saqueadores, poco observantes de la ley de Moisés y gente que había que evitar. El texto evangélico relata cómo a una comida de Jesús con sus discípulos se agregan publicanos y pecadores; “comer juntos” es sinónimo de profundo acuerdo y sintonía entre los participantes. Es por eso que ante los fariseos (y la pregunta que hacen lo denota), Jesús pasa por un transgresor de la ley, mientras en realidad lo era sólo de una ley de casta.
Jesús intercepta la pregunta de los fariseos a sus discípulos y responde rápidamente, en tres tiempos: citando un proverbio, invitando a la lectura de un texto profético y testimoniando su misión. Jesús, actuando así, hace la voluntad de Dios (usando la misericordia hacia todos, distinto de sus adversarios que solamente lo hacen con quien observa la ley de Moisés). Y el amor de Dios se presenta sin límites, la misión de Jesús hacia los pecadores no hace sino expresar que la salvación de Dios es un regalo en primer lugar y en segundo que es para todos, es universal. En este sentido Jesús se revela como el verdadero maestro, nuevo y diverso, con autoridad, que quiere llevar a todos a Dios, porque todos tienen necesidad, aunque en modo diverso de dar un paso adelante hacia la salvación.

MEDITATIO (Meditación): busca lo que Dios te dice a ti, en tu vida y circunstancias, desde el texto.
Jesús al llamar a Mateo, no le interesó mucho lo que estaba haciendo, cuando pasó a su lado; le importó que le siguiera inmediatamente, como hizo, nada más con ser llamado. A Jesús no le preocupó lo que pensaran los otros, sólo le preocupaba que respondiera afirmativamente quien había sido elegido. Lo que guió a Jesús en la vocación de Mateo no fue su fama, sino su persona y su respuesta. Nadie es demasiado malo para acompañar a Jesús, siempre que se ponga totalmente a su disposición. A Jesús no le importa ni lo que estaba haciendo Mateo antes de encontrarlo, ni si ya era lo suficientemente bueno como para merecerlo.
Jesús se hace invitar a casa de Mateo para entrar y convivir en la mesa con todos los de su condición. Ahí en la comida, Jesús y su comportamiento es el centro de atención de las miradas y de los comentarios de los practicantes y que se creían buenos.
La respuesta de Jesús: quien se crea bueno, no le merece; quien piense que nada en su vida tiene que cambiar, ha perdido la oportunidad de contar con su Señor. Estando entre pecadores, Jesús está con quien debe; a ellos se debe, pues para ellos ha venido. Jesús convive con pecadores porque busca su salvación; no es que pase por alto el mal en que viven, es, precisamente, porque lo conoce por lo que prefiere quedarse entre quienes más necesidad de él tienen.
Olvidamos con demasiada frecuencia que el mundo de Cristo no lo formaron las personas buenas; la gente repudiada por lo que hacía, los sospechosos de ser pecadores, fueron los que gozaron de sus preferencias.
Conviviendo con los peores, Jesús no excluía a los buenos; pero quien se creyera ser mejor, se autoexcluía de su compañía; los buenos se perdieron de Jesús porque se creían estar demasiado seguros de su bondad. Y lo peor es que tenían razones para pensar en que eran buenos, pues sus obras eran tan bien hechas que no necesitaron a quien podía hacerlas mejores y hacerles a ellos mejores.
Jesús viene a quien no está satisfecho de sí, a quien de verdad lo necesita. Si esto es así, Jesús vendrá a nosotros y estará entre los nuestros, siempre que deseemos ser mejores, porque todavía no somos lo bueno que él quisiera.

ORATIO (Oración): respóndele a Dios desde tu vida. Háblale haciendo oración.
Gracias Padre Bueno. Porque ha sido tu voluntad salvarnos, redimirnos y acercarte a nosotros los que nos sentimos alejados porque somos pecadores. Porque en Jesús te nos has hecho cercano y nos has manifestado tu Voluntad de llamarnos a la convivencia y al banquete de tu Hijo. Porque como a Mateo, sin ser merecedores de tu Gracia y sí muy pecadores, nos has llamado a convivir con tu Hijo. Porque a tu Hijo y a Tí no te ha interesado en qué cosas mantengamos ocupadas nuestras manos, simplemente quieres que como Mateo, escuchemos tu voz, atendamos a tu llamada y te sigamos sin poner resistencia ni cuestionarnos el porqué o el cómo.
Gracias Padre, porque en tu Hijo Jesús, te has mostrado misericordioso, atento a las necesidades de los más alejado y preocupado por ellos. Porque te has fijado en ellos y en su persona y no en sus comportamientos; y les has pedido una respuesta y exiges que te sigan y que estén dispuestos a seguirte.
Contigo he descubierto como Mateo que no hay que ser lo suficientemente bueno para merecerte; porque el ser tu seguidor y tu íntimo no depende tanto de los sacrificios que te pueda ofrecer y de las acciones que pueda realizar para ganarte; he descubierto que tu amor por mí es tan grande que corre por encima de mis actos y llega hasta mi persona y mi corazón.

CONTEMPLATIO: (Contemplación): haz silencio delante de Dios y de ese modo adóralo y contémplalo.
Me llena de consuelo y de alegría el saber que en mi pobreza y en mi pecado soy mirado y observado en mi persona por Ti, Señor. Y me experimento llamado a obedecerte, seguirte cuando siento tu mirada en mi vida y tu afecto en mi corazón.

P. Cleo, sdb.