lunes, 16 de junio de 2008

Domingo 11° ordinario, A (22 junio 2008)


Texto a meditar y orar:
Mateo 10, 26-33

EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: Así pues, no tengan miedo a los hombres; porque no hay nada oculto que no vaya a manifestarse, nada secreto que no vaya a saberse. Lo que yo les digo en la oscuridad, díganlo a plena luz; lo que escuchen al oído, proclámenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida; teman más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno sólo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos.


LECTIO (Lectura): Lee y relee el texto y repasa todos sus elementos
Después de haber visto que su actuación personal no bastaba para evangelizar a todo Israel, Jesús delega en un círculo más estrecho de discípulos su misión y sus poderes. Antes de enviarlos, les instruyó para tal ocasión. Puesto que ellos no iban a ser más que sus representantes, deberían ejercer la misión según sus directrices. El evangelio de éste día, forma parte del “discurso apostólico”; y señala algunas aportaciones generales dirigidas por Jesús a los apóstoles en vistas a su misión.
La primera invitación es a “no temer” y menos dejarse abatir de frente a las acciones persecutorias de los hombres. A cada invitación viene unida una o más motivaciones y el lenguaje se expresa mediante un paralelismo en forma de contrarios (escondido/desvelado, secreto/manifiesto, tinieblas/luz, oidos/techos). Es claro que hay una irresistibilidad del paso de la primera a la segunda parte, a la de los contraposición.
La motivación de la segunda invitación se articula sobre la contraposición cuerpo/alma y en el fondo sobre otra que va más a la raíz, que es muerte/vida y hombre/Dios.
La última invitación es a “no temer” y está motivada por la confianza en el Padre, que se tiene cuidado de los seres más pequeños como los “pajarillos” y y se preocupa de las cosas mínimas como los “cabellos”, cuánto más se preocupará de sus apóstoles.
A la formulación del “no temer”, sigue la afirmación sobre el comportamiento auténtico del apóstol. Son dos sentencias - una negativa, la otra positiva - que le dan un tono escatológico (es decir, definitivo), donde se revela la centralidad del mensaje. El verdadero apóstol es aquel que reconocerá, es decir que aceptará públicamente su relación con el misterio de Jesús Hijo de Dios, muerto y resucitado por el Padre.

MEDITATIO (Meditación): busca lo que Dios te dice a ti, en tu vida y circunstancias, desde el texto.
La primera regla de conducta que Jesús inculca a sus discípulos es la ausencia del miedo; el apóstol que se sabe representante de Cristo en su ambiente, no vive con pena su misión ni mucho menos en silencio. El Evangelio de Dios es mensaje que proclamar al público y vida que vivir en público. Presentándose ante los demás contentos de ser creyente, la opción del discípulo deberá ser atrayente y su testimonio digno de ser creído.
Al apóstol de Cristo, le está prohibido el miedo y el motivo es que Dios se cuida de quien cuida sus intereses; quien entrega vida y energías para que Dios sea conocido y amado, no tardará en conocer el amor de Dios y sus cuidados; exponerse por Dios, significa tener a Dios cubriéndole las espaldas. El Dios de Jesús, nuestro Dios, es un Dios generoso: quien se presta para hacer patente su amor a los hombres, tendrá patentes en su misma existencia las pruebas del amor de Dios. Mientras el apóstol tenga sus manos ocupadas en la predicación del evangelio, su vida estará en manos de Dios. Esto tiene que hacer al creyente, más osados en el testimonio, motivado para afrontar riesgos sin cavilar demasiado y superar miedos infundados y no dejarse empequeñecer ante cualquier dificultad. La razón es que Jesús se ha comprometido en defender ante Dios a quien haya salido en su defensa ante los hombres. Tomar partido por Jesús hoy, hará que Jesús se declare partidario nuestro en el futuro delante del Padre.
La fe en Cristo se mantiene si se testimonia públicamente; no se salva la propia fe ocultándola ni ocultándose; no se hace atrayente la fe que no se ofrece, ni es digna de ser creída una vida que se esconde por miedo al ridículo. El discípulo que arriesga su vida o el honor puede que no convenza, pero su testimonio da qué pensar y cuestiona a quien lo recibe.
La confianza del apóstol nace del evangelio que le lleva a dar testimonio público y de la seguridad de que Dios está detrás de su vida y vela por ella.
Presentarse ante el mundo sin complejos de inferioridad; saberse enviado por Jesús al mundo, como los primeros apóstoles; eso debe devolverle al apóstol la confianza en sí mismo: si Cristo sigue contando con nosotros, si necesita del apóstol para llevar el evangelio al mundo, no tenemos derecho a sentirnos insignificantes ni, mucho menos, podemos seguir viviendo nuestra fe con miedo a nuestro mundo.

ORATIO (Oración): respóndele a Dios desde tu vida. Háblale haciendo oración.
Gracias Padre Bueno:
Porque Tú eres el Dios de Jesús; porque eres un Dios generoso que te nos das y manifiestas amándonos en la persona de tu Hijo y porque es tu Voluntad que te reconozcamos y testimoniemos a tu Hijo que es el Amor, delante de los hombres. Esta es tu voluntad y eso es lo que quieres de cada uno de nosotros. Quieres que nos cuidemos de Tí y que entreguemos todas nuestras energías y nuestra vida para que Tú seas conocido y amado por los hombres a los que has amado.
Teniendo la confianza en Tí, la seguridad de que nos amas, Padre, tu Hijo Jesús nos da la confianza en él y nos prohibe el miedo ante los hombres a la hora de testimoniarlo. Porque su mensaje a proclamar es su Persona y éste es el testimonio que inunda de alegría nuestros corazones y que nos hace ser discípulos.
Gracias, Padre porque nos invitas a testimoniar la fe que tenemos en tu Hijo Jesús; porque rompiendo nuestros miedos al fracaso y exponiéndonos al comentario y al ridículo, has querido que confiemos en Ti, que proclamemos tu Evangelio y les descubramos a los demás cuál es tu voluntad.
Gracias, Padre, por seguir contando con nosotros, conmigo, para llevar con mi pobre testimonio, tu evangelio a los jóvenes más necesitados.

CONTEMPLATIO: (Contemplación): haz silencio delante de Dios y de ese modo adóralo y contémplalo.
Te invito a que en el silencio de tu vida te sientas acompañado y contemplado por Dios y después invitado por Él para predicar el Evangelio del Amor. Que tu vida y tus acciones sean inundadas de sentido por el Señor Jesús.

P. Cleo, sdb.

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