Texto a meditar y orar:
Mc 16, 15-20
Lectio:
En el texto encontramos un discurso de Jesús y la acción de la ascención a los cielos. El discurso de Jesús que consiste en el mandato misionero tiene un contexto muy sugestivo (que vale la pena recordar aunque este versículo no será proclamado en la Asamblea dominical), a diferencia de la tradición de Lucas que se da en el monte (lugar que simbolizaba en la antigüedad el encuentro con Dios), es pronunciado en torno a la mesa. Jesús primero recriminar la falta de fe de sus discípulos que no han creído los testimonios de la resurrección. (v. 14)
El mandato misionero lanza a los discípulos a anunciar la Buena Nueva (Evangelio) a toda criatura, no sólo a las naciones o a los hombres, sino que todo viviente está esperando la salvación. Y este mandato lleva en sí una promesa de salvación: "quien crea y se bautice, se salvará", el bautismo no se limita sólo a una acción ritual, sino que implica una transformación de vida marcada por la fe.
Hay señales que acompañan a los que creen, no sólo a quienes son enviados que debieran ser los primeros en creer: expulsar demonios (que es el primer milagro que narra el evangelio de Marcos, y marca la llegada de Reino de Dios para desplazar el dominio de Satanás); el hablar nuevas lenguas (signo de la espiritualidad de Pentecostés que marcó a la Iglesia en sus comienzos); la inmunidad (que recuerda la protección de Dios sobre quien confía en él, ver salmo 91), y la sanación de los enfermos (que es el signo con que responde Jesús a los discípulos de Juan Bautista cuando le preguntan sobre su mesianidad, Mt 11, 2-6).
La Ascención del Señor a los cielos no marca un lugar físico sino espiritual, es más importante el sentarse a la derecha de Dios, que significa su igualdad con el Padre, como un mismo Dios; esta confesión de fe es la que hizo Esteban, el primer mártir cristiano (ver Salmo 110 y Hech 7, 55-56). La gloria de Jesús, el Hijo de Dios va a la par que su misión en el mundo continúa, no está sentado en el Cielo de modo impasible, sino que desde su gloria acompaña a sus discípulos en la predicación del Reino por todo el mundo.
Meditatio:
Jersús se apareció en torno a una mesa, como nosotros nos reunimos en torno al altar en la Eucaristía, y les reprochó el no creer en su resurrección, ¿qué tanto creo yo en la resurrección de mi Señor?, ¿lo encuentro vivo en mi celebración dominical?
Jesús, pese a que les reprochó su falta de fe, siguió confiando en sus discípulos y los envió a predicar, ¡yo también soy enviado de parte de Cristo, mi Señor! ¿Cómo expreso en mi vida cotidiana el compromiso misionero?
Los destinatarios de la misión de predicar el Evangelio es toda criatura, es una misión que alcanza todas las realidades humanas y de la naturaleza, ¿qué lugares, personas, actividades veo que es más urgente que sea anunciado el Evangelio, como una ley de libertad auténticamente humana y de amor divino? ¿Ecología, Ciencias, Artes, Política, Familia? (y muchas más).
Entre las señales que acompañan a los que creen está el don de lenguas, ¿soy capaz de hablar nuevos lenguajes (las nuevas formas de hablar de los jóvenes, por ejemplo) para transmitir un mensaje de esperanza?
La gloria de Cristo se manifiesta en que sus discípulos continuan su misión de anunciar y vivir los valores del Reino, ¿cómo doy gloria a mi Dios y Señor?
Oración:
Señor, me conmueve hasta lo más hondo el saber que confías en mí a pesar que no tenga una fe sólida. Sabes que tambaleo pero tú, aún así, me das tu salvación para darla a los demás. Envíame, Señor, estoy dispuesto, porque a pesar que en mi vida hay luces y sombras, sé que sólo en tí hay salvación. Ayúdame a vivir mi bautismo con fe, a acoger mi existencia como un don para los demás. Dame la fuerza de tu Espíritu para poder leer los signos nuevos en que vive tu pueblo para poder comunicarles un poco de esperanza. Quisiera que todo supiera algo de ti, porque yo me siento demasiado dichoso a pesar de que es poco lo que te conozco y poco lo que te amo... y quiero amarte y creerte más. Amén.
Contemplatio:
La Iglesia dedica el tercer domingo del mes de octubre para recordar el mandato misionero. Preferentemente se habla de las misiones ad gentes (a los pueblos aún no evangelizados), pero en nuestros propios pueblos cristianos aún hay mucha gente que por tradición cultural se bautiza sin realmente creer. Piensa y reflexiona la situación tuya y de los tuyos a este respecto. ¿Cómo ser misionero justo ahí donde te encuentras?, y ¿por qué no? ¿Cómo ser misionero más allá de cualquier frontera? Oremos, apoyemos y vivamos la labor misionera de nuestra Iglesia.
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