miércoles, 27 de mayo de 2009

Domingo de Pentecostés, B (31 mayo 2009)


“Reciban al Espíritu Santo”
Jn. 20, 19-23

Lectura. El evangelio de hoy presenta la misión (del Espíritu a los discípulos y de los discípulos al mundo) para el perdón universal.
La voluntad del Señor Resucitado de encontrarse con los apóstoles y discípulos, supera los obstáculos: la casa atrancada y unos discípulos encerrados en su temor, no son impedimentos. Es significativo que de unos hombres aterrados no habrían salido valientes predicadores de no haberse dado un encuentro real con el Señor Jesús; y luego, el texto presenta una alusión muy sutil del cuerpo resucitado del Señor Jesús. El darse a ver, con sus señales de la pasión confirma el interés del evangelista en probar la identificación de Jesús, que los discípulos lograron sólo gracias a la intervención del mismo Señor.
La presencia inesperada de Jesús en medio de ellos les devuelve la alegría. Y les concede, como regalo la paz. Su repetido saludo no es un mero deseo, sino don concedido y viático para una misión. El enviado de Dios, devuelto a la vida y vuelto al Padre, encarga a los suyos de su propia misión y los hace sus enviados.
También la lectura del evangelio nos recuerda en primer lugar la creación del primer hombre, cuando Dios inspira su aliento al barro y en segundo lugar, hace imaginar que se está cumpliendo la esperanza escatológica de la recreación de los huesos desencarnados que proclama el Profeta Ezequiel en su libro.
A la presencia del Espíritu, el Evangelio asegura junto con la presencia del Señor entre los suyos, el perdón universal e incondicionado de los pecados; es decir que para el Evangelio de Juan es la comunidad cristiana el único lugar en el mundo donde ya no tiene futuro el pecado del hombre, porque su misión, su tarea exclusiva es el perdón universal y hasta incondicional de los pecados. En manos de hombres queda ahora la misión del Hijo: abrir a los hombres al amor y capacitarlos para la entrega; más que autoridad y poder es éste un servicio y una responsabilidad que convierte a los discípulos en hombres nuevos.

Meditación. El nuevo Hombre, que es Jesús Resucitado, da la misión y la posibilidad a sus discípulos de ser nuevos hombres y hacer nueva a la humanidad, dándoles su Espíritu.
Quien cree en la Resurrección del Señor Jesús, tiene el perdón como quehacer y el Espíritu de Jesús como viático.
La presencia del Señor Resucitado saca al discípulo de sus temores, de sus miedos, de la inseguridad y le trae como primer regalo la alegría de tener presente a su Señor y le viene otorgado el don de la Paz.
Para el discípulo y para la comunidad de creyentes, es el Espíritu del Resucitado el que hace al hombre nuevo a los ojos de Dios; es el Espíritu que llenándoles de nueva vida hace surgir de la debilidad al hombre. Y es la misión del perdón lo que lo comprometerá en la nueva evangelización.
La comunidad cristiana, nació el día en que los discípulos de Jesús, superaron sus miedos, vieron al Resucitado y recuperaron la alegría de vivir y además, vieron el mundo como la gran misión. Era un sólo día, y sin Jesús a su alcance, pero llenos de su Espíritu, los discípulos hicieron más que durante los años de convivencia con Jesús por los caminos de Palestina.
Ser discípulo de Jesús, ser creyente es sentirse enviado por el Señor al mundo y aprender a vivir del Espíritu que nos ha sido dado como regalo. Sentir la presencia del Espíritu en nuestras vidas es recuperar la tarea para la cual nacimos al mundo como Iglesia: la tarea del perdón.

Oración. Señor Jesús, que has querido encontrarnos en el lugar de nuestras falsas seguridades; donde nuestros miedos y temores nos han encerrado y contemplar la decepción que nos causa el no poder testimoniarte como la Nueva Vida. Te agradezco porque en tu presencia constante como Resucitado nos has dado, a la Iglesia, al Espíritu que nos hace hombres nuevos, nos da tu aliento y fuerza nos envía a anunciar una nueva humanidad que realizando el perdón de los pecados proclama tu Amor.

Contemplación. Me siento llamado a vivir más del Espíritu del Señor. Dejarme guiar por motivaciones de tipo espiritual. Estoy invitado a quitar de mi vida, miedos, recelos, suspicacias, desconfianzas y vivir serenamente la espera del Señor. ¿Hay signos en mi vida de la presencia del Espíritu Santo? Vivo de la Alegría del Resucitado. ¿Aprendo a ofrecer el perdón a los demás?

Feliz Fiesta de Pentecostés P. Cleo sdb.

martes, 19 de mayo de 2009

Ascención del Señor, B (24 mayo 2009)


Texto para leer, meditar y orar:
Marcos 16, 15-20.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.



Lectura: (Lo que dice el texto).

El evangelio de hoy es una síntesis de lo que sucedió a Jesús a partir de la resurrección: habla de la Ascensión y lo que llama la atención de este evangelio es el encargo de la misión del Resucitado a sus apóstoles para que hagan discípulos en todas las partes del mundo. Se describe esta misión de la misma manera que Jesús la puso en práctica en el mismo evangelio de Marcos. Por tanto, Él es el modelo de nuestra predicación y de nuestros compromisos cristianos. El Reino, ahora, se hace presente cuando sus discípulos se empeñan, como Jesús, en vencer el mal del mundo y en hacer realidad la liberación de todas las situaciones angustiosas de la vida por medio del evangelio.

La fiesta de la Ascensión del Señor es la celebración de la última aparición del Señor Jesús resucitado a sus discípulos. Es la fiesta de una partida-ausencia (de Cristo) en beneficio de una presencia-responsabilidad (de la iglesia), de la cual el Espíritu del Resucitado es el alma invisible. El evangelio nos presenta los últimos recuerdos que los discípulos conservaron de Jesús: la escena nos describe la despedida de Jesús, su abandono de nuestro mundo y su retorno al mundo de Dios; el tiempo de convivencia con él había llegado a su fin, sin que ellos pudieran hacer nada en contra para que siguiera conviviendo con ellos; pero tuvieron que empezar a aprender a vivir sin tenerle con ellos, al alcance de su vista y de su corazón.

La aparición del Resucitado y el mandato misionero a los Once, lo mismo que la Ascensión son los dos breves relatos del evangelio de hoy.. Los discípulos reciben el encargo de ir a misionar a todos los pueblos; “predicar el evangelio” se ha vuelto una expresión técnica de la actividad misionera y el contenido es anunciar la vida, muerte y resurrección de Cristo. Y los signos son expresiones de la presencia del nombre de Jesús salvador y no por virtud propia del mediador humano.


Meditación (Lo que te dice Dios desde el texto).

Jesús sube junto a Dios y los discípulos viven en la tierra su ausencia; tal es el destino de los discípulos de Cristo en el mundo; vivir sin ver a Cristo a su alrededor, en su mundo, en su corazón.

Y sin embargo, Jesús no dejó solos a sus discípulos, los deja bien atareados, no los abandona, ya que les deja un importante quehacer, un deseo por cumplir, un testamento; sus últimas palabras encierran, en efecto, su última voluntad: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. Ha impuesto al discípulo el tenerle en sus pensamientos, en su palabra hasta que se le pueda tener de nuevo y para siempre entre manos; teniendo que estar ausente, no quiere ser olvidado. Que haya dejado físicamente al discípulo, no significa que lo haya abandonado: está ante Dios intercediendo por cada uno de sus discípulos, siempre y cuando el discípulo se dedique a anunciarle y a proclamarle.

El mundo ha de saber que Cristo vive, que Él vendrá, que está junto a Dios; y el discípulo está en el mundo para decírselo. Para que la predicación de los discípulos convenza al mundo, debe ir acompañada de un compromiso personal con el mundo y de los signos de los creyentes. El mundo está esperando que la promesa de Jesús se realice y que quienes le hablan de Dios, se lo hagan visible en su forma de vivir.

Mientras se proclame el evangelio por todas partes, el discípulo sentirá la presencia del Señor que trabaja en él y por medio de él. Sólo se siente huérfano de Jesús quien no lo predica como él quiere: porque todo el que da testimonio de Él con la vida y su lucha diaria contra el mal, se siente confortado por la compañía de Jesús y la eficacia de su poder.



Oración (Lo que Tú le dices a Dios desde tu vida iluminada `por el texto)

Hoy, Señor Jesús, reconociendo tú partida de entre nosotros, tenemos que reconocer que así fue tu voluntad, estar sentado junto al Padre en tu Señorío y dejarnos solos, con tu recuerdo en el corazón. Tenemos que aprender a vivir tu ausencia porque así lo has querido y así lo ha querido el Padre. Tu deseo es que llevemos adelante tu testamento como una forma nueva de presencia tuya en medio nuestro: quieres que proclamemos tu evangelio por todo el mundo, esta es nuestra tarea y lo que nos mantendrá ocupadas nuestras vidas y nuestros pensamientos.

Cuando te has ido, Señor, nos has dejado como herencia y tarea hablar a los demás de Tí; de Tí que llena de alegría nuestro corazón y que mueves nuestra esperanza para anunciarte que estás en nuestro mundo. Señor que con el buen ejemplo de nuestra vida les anunciemos a los demás tu presencia.



Contemplación (Agradece a Dios, adora y alaba el misterio de su presencia en tu vida). Reflexiona sobre los momentos en que descubres la presencia de Dios en tu vida.

Mi mejor deseo en este mes de Mayo, en este mes de la Virgen María, y Felicidades por la fiesta de María Auxiliadora de los Cristianos en este 24 de Mayo.



Nacho, SDB.

lunes, 11 de mayo de 2009

6° domingo Pascua, B (17 mayo 2009)


Texto a meditar y orar:
Jn 15,9-17

Lectura.
El texto evangélico de este domingo nos presenta a Jesús que desvela el secreto y el motivo último que ha guiado e impulsado toda su vida: el amor; y que nos vuelve a proponer en otra clave diferente qué es lo fundamental de la comunidad, en qué consiste su misión y cuál es la condición de su fecundidad. Ahora la imagen son los amigos invitados a colaborar en su trabajo. Ser de la comunidad de Jesús es cuestión de amor.Y la relación con Jesús ha de ser a ejemplo de la suya con el Padre.
El amor, origen y principio de la relación Padre-Hijo, es el motivo y el término de comparación en la relación que ha de existir entre Jesús y sus discípulos. La permanencia en esa relación amorosa la consigue una obediencia concreta. La alegría, que es regalo del mesías, que siente Jesús será, entonces, patrimonio de los discípulos dóciles. Ante un Cristo que se ausenta, los cristianos sabrán conservar la alegría si se aman: la obediencia debida al Señor se identifica con el amor mutuo.
La medida del amor fraterno, que no es libre, pues es objeto de mandato, tampoco está al arbitrio del discípulo: el amor del creyente tiene el amor de Cristo como norma. La disponibilidad para hacer la voluntad del Padre puede llevar hasta dar la propia vida por los amigos; la alegría del obediente no queda hipotecada ante la muerte propia. La declaración por parte de Jesús que hace amigos a sus discípulos es única en el Nuevo Testamento. La amistad de Jesús la tiene quien permanece siéndole discípulo obediente, es decir, quien como él ama hasta dar la vida por los amigos.
Como amigos, conocen las intenciones de su Señor; el criterio que garantiza la nueva relación que media entre Jesús y sus discípulos radica en la participación de éstos en sus planes, en el conocimiento de su programa, en las confidencias compartidas y no en la igualdad natural o en la opción previa por parte de los discípulos: han sido elegidos y destinados, seleccionados y puestos ante la tarea de dar ante el mundo el fruto permanente: amar al hermano. Y puesto que no han elegido ellos, sino que fueron elegidos, porque no son ya siervos sino amigos, porque ya no ignoran sino que saben su destino, se les puede ordenar el amor. Sólo a quien se le da a experimentar amor puede exigírsele que ame; para el amado, amar no es tarea impuesta sino necesidad por satisfacer.

Meditación.
Jesús en el evangelio de hoy continúa desarrollando la idea de la permanencia en él como modo y medio de vida para el discípulo. La permanencia no es inactividad pietista, ni dejar a un lado la propia iniciativa: la permanencia exige ponerse a trabajar en los mandamientos, el amor impone obediencia. Y es fuente de alegría plena. Y como el mandamiento nace del amor que Dios nos tiene, se reduce también al amor que debemos tenernos mutuamente. Este amor impuesto por quien nos lo ha proporcionado, no tiene más límite que la propia vida; hay que estar dispuestos a entregarla por los amigos. Quien obedece no es siervo, sino Amigo del Amante. Prueba que es querido por Dios no quien lo afirma, ni siquiera quien lo desea, sino quien hace su querer, amando al prójimo sin límites, con toda la vida.
Antes que tener que buscar al prójimo que amar, Cristo ha salido en nuestra búsqueda, se nos ha aproximado, nos ha distinguido con su amor. Yendo a nuestro encuentro, eligiéndonos como personas a quienes querer: nos bastaría con permanecer en su amor.
Sintiéndonos amados por Dios no nos debe ser imposible amar a los demás; porque de otra forma estamos mostrando nuestra incapacidad para amar. Nos estamos quedando sin experimentar cuánto nos quiere Él, cuánto nos conviene su amor; sólo porque no entendemos o no aceptamos su modo de amarnos, nos estamos privando de sentirnos amados. Y esto es claro, quien no se siente amado, está incapacitado para amar.
El discípulo de Jesús se sabe amado y sabe cómo permanecer en ese amor; dejándose amar por el Señor Jesús, aquél que ha dado la vida por él.
Dejando que su querer sea el nuestro, haciendo nuestra su voluntad, no nos extrañaremos de sus exigencias, ni nos acobardaremos ante sus tareas, en apariencia, tan imposible como es el amor fraterno.
La amistad de Jesús se consigue en la obediencia a su voluntad, por utópica e irrealizable que nos parezca. Jesús encuentra a sus amigos entre los que le son obedientes. Antes de quejarnos de su falta de amor, deberíamos examinarnos de nuestra falta de obediencia: el obediente de Dios jamás duda de su amor. Cuando dudamos del amor que Dios nos tiene - y parece que cada día, cada situación, nos dan nuevas razones para dudar de él -, estamos confesando nuestra desobediencia.
El fruto de la obediencia a Dios es el amor fraterno y el fruto del amor fraterno es la confianza ilimitada en el Dios amante.
La obediencia que Jesús pide a sus discípulos no es ciega; aunque sea muy exigente, nunca es servil. Pide nuestra vida, nuestra obediencia, porque ha dado la suya por nosotros; busca amigos que confían tanto en él que se atreven a vivir con libertad esa amistad de la que nunca dudarán. Sólo el amigo sabe las razones, sólo el íntimo conoce a su Señor.

Oración.
Oh Amor, de quien ha recibido nombre todo amor, Amor santo y santificador, vida que das la vida, revélanos el misterio de tu santo Amor y el secreto del canto que susurra en el corazón de tus hijos.
Nosotros poseemos una vida del espíritu solamente porque somos amados por Tí y el Espíritu viene a nosotros con su caridad.
Si conociéramos cuanto es grande tu amor por nosotros, jamás tendríamos miedo de ir tu encuentro con nuestra miseria y enfermedad espiritual, más bien conociendo tu amor, amaremos más presentarnos a tí con vestido de pobre. La miseria se vuelve ventaja nuestra cuando no tenemos que buscar más que misericordia.
Nos has llamado, Señor, te nos has revelado.
Delante de tu misterio insondable, dónanos el amor que cree.
Delante de nuestras frágiles fuerzas, danos el amor que espera.
Delante a las inevitables incomprensiones, danos el amor que soporta.
Delante del mal que nos hiere, danos el amor que perdona.
Delante a la nuestra y a otras miserias, danos tu amor que todo lo acoge.
Gracias, Señor, por invitarnos a vivir en el amor y llamarnos a ser obedientes a Tí. Manda tu Espíritu que me ayude a experimentar tu amor y descubrir cuánto me quieres y saberme y descubrirme amado por Tí por un don gratuito y no por un merecimiento personal. Enséñame a dejarme amar por Tí y obedecerte haciendo tu voluntad.

Contemplación.
Sentirme feliz porque experimento que Dios me quiere. Saberme y sentirme amado y contemplado por Dios. Invitado por Él a vivir en el amor y a obedecerle.

Un saludo para Ti y mi oración. P. Cleo sdb

martes, 5 de mayo de 2009

5° domingo de pascua, B (10 mayo 2009)


Texto que vamos a leer, meditar y a orar:
Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por si mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.

Lectura (Lo que nos dice el texto)

En el presente texto Jesús usa una comparación muy querida y conocida por el pueblo judío. Jesús se refiere a una comparación Bíblica, pero le cambia el sentido original. En el Antiguo Testamento la viña representaba al pueblo de Israel, y se vivía en la conciencia de haber sido plantada y cuidada por el mismo Señor para que produjera frutos abundantes. Al tomar Jesús la imagen con un nuevo sentido declara que esa etapa concluyó y comienza, con Él, la etapa definitiva de la “vid verdadera y de su Padre, el viñador”. Jesús se declara esa vid “verdadera” y es raíz, tronco y planta completa y cada uno un brote o sarmiento unido a Él. Antes el pueblo era la vid, ahora Él es la vid. Así como el sarmiento sólo puede vivir unido al tronco, cada uno sólo vivirá si está unido a Cristo Jesús. Quien se separa de él está destinado a la muerte, como la rama desprendida del tronco que se seca y muere. Sólo quien vive unido a Él puede tener vida y dar el fruto apropiado debido a la savia que corre por el tronco del que se alimenta todo sarmiento, por eso afirma categórico: “sin mí nada pueden hacer”. Jesús concluye el texto señalando dos cosas: al que permanece unido a Él se le concederá lo que pida y la gloria del Padre consiste en que sus discípulos den mucho fruto, pues de ese modo serán reconocidos como tales.

Meditación (Lo que te dice Dios desde el texto)
La comparación con la vid no puede ser más sencilla ni más profunda, y no requiere ni muchas reflexiones ni muchas explicaciones. Fácilmente se aplica a nuestra Iglesia, a nuestras familias y personas. Nuestra comunidad, nuestra familia y cada uno somos valiosos y simples retoños que no podemos vivir separados de Cristo Jesús, Él es nuestra vida, porque Él es LA VIDA, y fuera de Él no hay vida. Por toda la planta, por toda la vid, circula la savia, el Espíritu que da vida y que hace producir frutos. Separados de Jesús no podemos ser ni hacer nada y estamos destinados al fracaso y a la muerte, igual que los retoños, ramitas o ramas, por más grandes que sean, cuando se separan se secan. Unidos a Cristo tenemos vida, tenemos la savia del Espíritu y podemos dar los frutos que dan gloria al Padre, que es el viñador. A los retoños y ramas unidos al tronco el viñador nos cuida y nos poda para que demos más y mejores frutos. De ese modo el Padre nos cuida para que demos los mismos frutos de Jesús y de su Espíritu: verdad, justicia, amor y paz. Con la imagen de la viña Jesús transmite un mensaje de unión. Vinculados a Dios por el amor, los apóstoles darán fruto. Serán los amigos de Cristo y llevarán a cabo al obra que les ha confiado: difundirán el amor a todos.(Te invito a hacer una experiencia para ver de modo concreto lo que nos dice Jesús: si tienes una pequeña planta en tu casa corta del tallo una pequeña ramita, sepárala y observa día a día lo con ella sucede, se seca, se muere. También poda o recorta ligeramente una ramita y verás que en una semana o dos le surgen nuevos retoños, precisamente porque permanece unida al tallo o al tronco, porque de allí viene la vida). Te ayudará a entender mejor el texto evangélico y lo que quiso decir Jesús; en realidad Jesús se esforzaba por simplificar sus mensajes, no tanto por complicarlos.

Oración (Lo que tú le dices a Dios desde tu vida iluminada por el texto)
Bendito seas, Señor Jesús, por ser la vid verdadera y nosotros los retoños, los sarmientos. Bendito seas, Señor Jesús, por ser la Vida que hace vivir nuestra vida. Haz que nuestras comunidades, familias y personas estén siempre unidas a ti para que alimentados de tu Espíritu demos los frutos que Dios Padre, nuestro viñador, espera de todos y cada uno de nosotros. Ayúdanos, para que ninguna situación nos haga separarnos de ti; que no caigamos en la tentación de la autosuficiencia, del individualismo, del desprecio o de la soberbia; que siempre vivamos agradecidos por la vida que nos das y que nos convenzamos de que separados de ti no podemos ser ni hacer nada. Señor Jesús, Tú eres la Vida que nos hace tener vida. ¡Bendito seas, Señor Jesús!

Contemplación (haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios y deja que Cristo haga su Pascua en tu vida y la transforme colmándola de fe, de esperanza y de amor).

Somos invitados en este tiempo de Resurrección del Señor Jesús a vivir unidos a Jesús. Somos una pequeña y valiosa rama de Él y sólo unidos a Él tendremos vida y frutos. Seremos su Vid si estamos unidos a El y nos empeñamos en buscar estar unidos todos como comunidad, como Iglesia. Sabemos que el Padre cuidará esa Viña.

Nacho, SDB

Felicidades a todas las mamás.