jueves, 8 de abril de 2010

2º domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, C (11 abril 2010)


Texto a orar y meditar:
Jn 20, 19-31

Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo : Paz a vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo : Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.
Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré. Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.
Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.

Lectio:
En este pasaje se narran dos encuentros de Jesús resucitado con sus discípulos. En el primero, nos encontramos en el mismo día de la Resurrección, al atardecer; el comienzo de un nuevo día. Los discípulos se encuentran llenos de temor. En el segundo, a la semana siguiente, Tomás - uno de los Doce - se encuentra lleno de incredulidad.
En ambos ecuentros Jesús corrige una actitud de los suyos. Siempre comienza con el saludo de Paz, el "shalom" no es sólo un deseo de tranquilidad, sino que expresa la fuerza de la presencia de Dios en la vida de los hombres, por ejemplo, Jerusalem, significa la ciudad de la Paz, es la ciudad de Dios. Si Jesús resucitado anuncia la paz, está ofreciendo su presencia en medio de sus discípulos. Es esta paz la que corrige las actitudes de los suyos. En el primer encuentro, cambia el miedo por alegría; en el segundo, incredulidad por fe.
Es interesante el apodo de Tomás, "el Mellizo". ¿De quién es gemelo?, tal vez de todos y cada uno de nosotros, que nos debatimos entre la fe y la incredulidad.
En el primer encuentro se da además una misión: el perdón de los pecados, gracias a la fuerza del Espíritu que les es comunicado - y que llegará a su plenitud el día de Pentecostés - y ya en el segundo se habla de los frutos de esta acción liberadora: "dichosos los que creen". La misión de perdonar los pecados está muy presente en el evangelio de Lucas, desde el principio se anuncia a Jesús como quien viene con este fin, en las parábolas se anuncia bellamente la misericordia de Dios, en la cruz pide perdón para sus verdugos. El perdón de los pecados no es sólo algo en que creer, sino algo porqué creer.

Meditatio:
En el mundo que vivimos el deseo de Paz es generalizado; pero Jesús no nos da la paz como la ofrece el mundo (Lc 12, 51; Jn 14, 27), sino como la da Dios. La Paz del Resucitado es capaz de transformar el miedo en alegría, la incredulidad en fe; la Paz del Resucitado es presencia de Dios en medio de los suyos. ¿Cuáles son mis miedos que no me dejan vivir y disfrutar la presencia de Dios?
El apóstol Tomás no podía creer, ¿cuáles son los obstáculos que encuentro en mi camino de fe? La fe es ante todo un don, no una conquista, pero la simple búsqueda de Dios, ya es el comienzo de la fe como decía el Hermano Roger de Taizé. La incredulidad es una tentación, el deseo de econtrarse con Dios es una justa búsqueda... ¿cuándo me asaltan dudas de fe, busco a Dios, o sólo pruebas para asegurar mis ideas?
Tomás pide como testimonio tocar las señales de la pasión, el precio de nuestra redención. Es la Pasión y muerte lo que convenía para nuestra salvación según las escrituras, el encuentro con el Resucitado no es sólo la vida nueva de Cristo, sino la validación de su vida de entrega hasta el extremo. ¿Busco a Dios en un trono de gloria o le acepto crucificado? Aceptar la cruz es mucho más difícil que aceptar la divinidad, porque en la cruz hablamos de un Dios apasionado, mucho más exigente en el amor.
La Paz se vive en el perdón. ¿Qué tanto soy capaz de perdonar? El rencor es una triste esclavitud que nos aprisiona y nos hace temerosos de los demás. El perdón de los pecados implica fe en el Hijo del hombre (Lc 5, 24), pero también fe en que hemos sido perdonados. ¿Cuándo me confieso, realmente confío en el perdón de Dios para que sea efectivo en mí? No se trata de descargar culpas, sino de sentirno amados muy por encima de ellas.

Oratio:
Corazón de Jesús, mar de infinita misericordia, transforma con tu dulce amor mi corazón temeroso e incrédulo, en un corazón ardiente de fe. Que la certeza de tu resurrección y de tu presencia entre nosotros, me llene de alegría para compartirla con ellos, mis hermanos. Señor, quiero creer, pero me asaltan tantas dudas; recibe como un sincero beso el deseo que tengo de conocerte; si bien un beso de quien te conocía te entregó a la muerte, el beso de quien desea encontrarse contigo nos comunique la Paz. Señor, quiero gozar de tu presencia, quiero llenarme de valor para asumir la cruz, quiero decirte de todo corazón: Señor mío y Dios mío. Y lo que mi pequeñez y cerrazón de corazón no puede alcanzar; lo palie tu fidelidad por nosotros. Contigo en nuestro pueblo, ha llegado el tiempo de la esperanza.

Contemplatio:
La Pascua es tiempo de Paz, de reconciliación plena, de pregustar la Misericordia de Dios, que brota del costado abierto de nuestro Señor. Lavados por su sangre, entremos con confianza a su presencia: QUE LA PAZ DEL SEÑOR RESUCITADO SEA CONTIGO Y CON TODOS LOS TUYOS.

Francisco José

1 comentario:

Luis dijo...

Gracias x sus lectios me ayudan DEMASIADO