sábado, 3 de abril de 2010

Pascua de Resurrección, C (3 abril 2010)


(Lectura usada en la Vigilia Pascual)
Texto a orar y meditar:
Lc 24, 1-12

Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado. Y encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro, y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Y aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes; y estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar. Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás. Eran María Magdalena y Juana y María, la madre de Jacobo; también las demás mujeres con ellas referían estas cosas a los apóstoles. Y a ellos estas palabras les parecieron como disparates, y no las creyeron. Pero Pedro se levantó y corrió al sepulcro; e inclinándose para mirar adentro, vio sólo las envolturas de lino; y se fue a su casa, maravillado de lo que había acontecido.

Lectura:
Se habla del primer día después del sábado, lo que corresponde al Domingo. Es el octavo día, el primer día de una nueva creación.
Quienes acuden al sepulcro son mujeres, quienes se han retrasado un día en los ritos funerarios debido al respeto de la fiesta de pascua; pero encuentran el sepulcro vacío y abierto. El sepulcro vacío es uno de los testimonios de la resurrección, sin embargo, lo más importante es el testimonio de las personas que han vivido el acontecimiento pascual. Lucas nos presenta un hermoso entramado de testigos: en primer lugar, las mujeres; en segundo lugar, dos varones vestidos de blanco en el sepulcro. Las mujeres son un grupo consistente, de tres se dicen los nombres y se menciona que hay otras. A pesar del número de las mujeres, se trata de un testimonio débil en la sociedad judía de aquel tiempo. Dios se vale de los débil para mostrar su poder. Los dos varones, con la indicación de su vestimenta blanca, son de origen divino. Dios testifica ante quienes no son tomados en cuenta el mensaje más importante: la resurrección del Hijo crucificado.
El anuncio es presentado primero como una pregunta, luego una afirmación y al final una exhortación a recordar lo dicho por el Maestro. Es una pequeña catequesis. La pregunta resalta el carácter extraordinario del suceso (nunca nos preguntamos por aquello que creemos conocer); la afirmación parte de un dato conocido (no está aquí) y luego anuncia la buena noticia (ha resucitado); por último la exhortación, pone de manifiesto la autoridad de todas las enseñanzas de Jesús, quien dio testimonio de su mensaje hasta la cruz, y que ahora es validado por la acción de vida del Padre.
Las mujeres anuncian el mensaje, pero no les creen; sin embargo Pedro va al sepulcro y queda maravillado. Aquí, a diferencia del evangelio de Juan, el sepulcro vacío y los lienzos no son motivo de fe (Jn 20, 8), sino sólo de admiración. La dureza de corazón para aceptar este mensaje es patente.

Meditación:
Jesús resucitó al primer día, inaugurando una nueva creación, ¿qué tanto puedo vivir la Pascua como una experiencia auténtica de una vida renovada? ¿El paso del tiempo es para mí una rutina o una oportunidad de cambio?
El testimonio de los débiles fue el usado por Dios para mostrar su más grande mensaje, ¿puedo descubrir la voz de Dios en los débiles?
Cuando el mensaje es dado a modo de pregunta, exige primero un cambio de conducta: ¿dónde busco a Dios? Posiblemente se nos olvidan sus enseñanzas y la manera de vivirlas.
Es comprensible que queramos pruebas de nuestra fe, Pedro quedó maravillado, también nosotros somos sorprendidos por muchas acciones de Dios en nuestra vida... ¿son realmente motivos de fe? ¿Qué es lo que embota nuestra mente y no le permite abrirse a la fe?

Oración:
Me alegro porque tú, mi Señor, has resucitado, no hoy, sino desde esa bendita mañana en que las mujeres acudieron al sepulcro. Y desde entonces, te hemos buscado, no siempre en el lugar adecuado. Tú eres Dios de vivos, y la muerte no puede tener poder sobre tí, y desde entonces, tampoco tiene poder sobre mí ni sobre mis hermanos. Que gran dicha el poder saborear con un pequeño hálito de fe las maravillas con que transformas el mundo en una nueva creación, dame la valentía de aceptar tu propuesta de vida nueva, y ser así, testigo de tu resurrección. Amén.

Contemplación:
¿Dónde te busco, Señor? Gocémonos que nuestro Dios no se esconde de nosotros, sino que sale al encuentro de nuestra débil fe. Contempla el icono de la Resurrección e imagínate en aquella mañana entrando al sepulcro vacío, y deja que la paz de Dios disipe tus miedos y contrariedades: él vive.

1 comentario:

JUAN JOSE dijo...

Recuerdo a un buen amigo que cayó en una situación difícil y que tuvo que pasar por su propia cuaresma. Al final, la libró. Salió como hombre nuevo. Volvió a vivir.
Y esta es una de las formas de ver ese paso de Dios por nuestras vidas. La resurrección. El hombre nuevo.
Esta no ha sido una Pascua suficiente para mí. Aún no he logrado modificar lo suficiente mi vida. Pero no ha sido en vano. Voy dando pasos mayores cada vez.