jueves, 20 de mayo de 2010

Domingo de Pentecostés, C (23 mayo 2010)

Cincuenta días después de la Resurrección celebramos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles.

Texto a meditar y rezar: 
Juan 20, 19-23

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envió yo”.

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.





Lectura (Lectio): lee tranquilamente y cuantas veces sea necesario el evangelio hasta que entiendas su estructura y lo que dice en sí mismo.

Con este texto concluimos las fiestas de resurrección que duraron cincuenta días y nos ubicamos de nuevo "en el principio", en el hecho fundante de nuestra fe, en el día mismo de resurrección, día de la "nueva creación". A los discípulos, agrupados por el miedo, más que unidos, se les convierte en testigos dándoles el don del Espíritu Santo y además los dones de la paz, de la alegría, de la misión, de la comunión, del perdón. La nueva comunidad de testigos de la resurrección continuará la misión de Jesús con la fuerza y el amor de su Espíritu. Jesucristo, el enviado del Padre, ahora envía a sus testigos que no estarán solos. Él, que murió para el perdón del pecado del mundo, ahora les da a sus testigos el poder de perdonar los pecados por el Espíritu Santo para que todos vuelvan al Padre. De este modo, el primer hombre que por el pecado había abandonado al Padre y rechazado la fraternidad; ahora por el Resucitado y su Espíritu, es recreado y reconciliado. El ser humano, por la aceptación del evangelio, podrá volver al Padre que lo creó en comunión con sus hermanos.



Meditación (Meditatio): lo que la palabra de Dios nos dice en nuestra vida.

La palabra de hoy nos dice que Jesús resucitado, para llevar a plenitud el misterio pascual, nos regala su Espíritu, el Espíritu de Dios que nos hace hijos del Padre. Por este Espíritu del resucitado es que nace la Iglesia revelando a todos los pueblos el misterio del amor de Dios en Jesús y une a todos los hombres en la confesión de una misma fe. Por Él podemos llamar a Dios, Padre, y a Jesús, Señor. Por su fuerza y su amor un grupo reunido por el miedo es transformado en comunidad fraterna, Iglesia, con una misión: la evangelización de todas las gentes.

Parece que el contexto de este relato era más o menos así; en la Iglesia del siglo I, los que habían visto a Jesús ya habían muerto; y existía una angustia porque el Señor retardaba su segunda venida gloriosa, se preguntaban ¿cómo sobreviviría la comunidad sin estar unida a los que habían vivido con el Jesús histórico? El relato trata de demostrarnos que a pesar de eso, consiguieron superarlo, gracias a lo que recordaron en aquel discurso de despedida, así dan respuesta a este problema y vivieron unidos. Jesús había dicho que estaría nuevamente presente a través de Otro consolador: Dios Espíritu Santo; que el Padre enviaría después de que partiera para el Cielo.

Toda la liturgia de este día es una invitación a descubrir la obra del Espíritu Santo: está presente en la Iglesia, en el cristiano y en el mundo. Esta Palabra de Dios nos ayuda a profundizar la múltiple realidad del Espíritu santo que lleva a cumplimiento la obra pascual de Cristo. Dios, Espíritu Santo lo hizo en el primer Pentecostés y este mismo lo continúa haciendo sin reposo en la Iglesia como “fuego” que purifica, como “viento” que fecunda, con muchos dones, sobretodo con el de la “paz”, el de la “misión”, y con el “perdón”. Por obra del Espíritu Consolador las gentes dejan de ser diversas para saberse que están unidas en una realidad diferente; hace a las gentes espirituales y no terrenas. El Pentecostés es la celebración Cristológica en la que Espíritu Santo es el Consolador prometido que “recordará” haciendo eficaz los hechos y las palabras de Cristo “les recordará todo cuanto les dije”.



Oración (Oratio): lo que le respondo y digo a Dios desde su palabra y desde mi vida.

Hoy podemos rezarle al Espíritu Santo, diciendo: "Ven, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el cielo tu luz para iluminarnos. Sin tu inspiración divina, las gentes, nada podemos y el pecado nos domina. Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas. Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas. Concede a quienes ponemos en ti nuestra fe y nuestra confianza tus siete sagrados dones. Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno". Amén.



Contemplación (Contemplatio): haz silencio y adora, alaba y bendice a Dios que te ha hablado. Saca un propósito para tu vida ordinaria personal, familiar, laboral, escolar...

Es motivo de gozo el envío de Dios Espíritu Santo para fortalecer, consolar, santificar a la Iglesia. Ilumina saber que nos recordará siempre “lo que Jesús nos ha dicho” para cumplir la misión llenos de alegría y paz. Y nos concede la alegría del perdón. Lo invocaré para llevar adelante el anuncio del Evangelio, implorando sus dones, y así construir la unidad de la Iglesia, empeñándome en vivir como Iglesia, en la santificación de las gentes, y en la santificación personal


Que la Santísima Virgen María, quien supo darle lugar en su vida al Espíritu Santo y esperarlo junto con los discípulos para comenzar la vida de la Iglesia, nos enseñe a abrir nuestra vida y la de la familia a los dones de Dios para vivir en su paz y en el perdón la alegría...

Nacho, SDB.
La Paz con ustedes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS....
Ahora lo "rumiaré" y compartiré...
BENDICIONES