jueves, 29 de julio de 2010

18º domingo ordinario, C (1 agosto 2010)

Texto de
Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”.
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de bienes que posea”.
Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer, derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe, y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo; ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

(Léelo serena y tranquilamente una o varias veces hasta desentrañar parte de su estructura, personajes y organización)

Lectura (Lectura de lo que dice el texto en sí mismo para entenderlo mejor): En este relato se encontraba Jesús en medio de una multitud y Jesús le responde a un hombre que parece ya se conocían. Después transmite su enseñanza a la multitud y para eso les cuenta una parábola. Aquel hombre le había dicho: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia” y Jesús le dice que: “El no es juez en la distribución de herencias”. Y dirigiéndose la multitud les dijo: “eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”, y por eso les cuenta la parábola: De un hombre rico que había tenido una gran cosecha… y como ya tenía bienes acumulados para muchos años… Dios le dijo: ¿para quién serán todos tus bienes? Puesto que esta misma noche vas a morir”. Termina su enseñanza diciendo: “lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.


Meditación (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora en mi familia, vida y circunstancias): Hemos escuchado en este relato, palabras que nos son, parece ser fáciles de entender, como por ejemplo: herencia, bienes, gran cosecha, construir otros graneros más grandes, tener bienes acumulados, descansa, come, bebe; como también se utiliza la palabra “vida”. Sin embargo, cuanto nos cuesta entenderlas y vivirlas conforme el criterio que nos ofrece Jesús; aquí se nos dan criterios para saber vivir; para esto, Jesús indica que “la vida de la gente no depende de la abundancia de los bienes”, como tampoco de las palabras del rico que pensaba: “date a la buena vida, come, bebe y descansa”, signos de la avaricia; Jesús nos está diciendo que existen unos “bienes” y una “vida” que hay que procurar, mientras que otros bienes y otra vida que no merecen darle importancia: “lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”. Porque Dios le dijo a aquella gente rica: “¡Oh, falto de sentido! ¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?”


Oración (Lo que lo digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo): Señor, en varias ocasiones pusiste a las gentes en relación a la riqueza, sobretodo en aquella que no lleva a Dios: “lo mismo le pasa al que amontona riqueza para si mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”, o de aquella riqueza que impide seguirte: “una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme”; pero aquel joven, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes” (Mc 10,21-22). Al ver nuestra sociedad actual, que le da más importancia a lo que la gente tiene, poniendo todo su esfuerzo para ello y muchas veces sin importar cualquier medio… Señor, que no sea insensato, que no me ilusione o encandile por los bienes que se acaban y que la sociedad de consumo presenta. Señor, que todos los que formamos tu Iglesia seamos capaces de empeñarnos por buscar la “vida” y los “bienes” que tu Señor nos ofreces, invitas y das. Señor, Tú eres el mejor bien. Señor, Tú eres la Vida.


Contemplación: Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar, adoro y alabo, y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios en mi vida ordinaria, personal, familiar, social, laboral, social, escolar.

Feliz Domingo, Nacho, SDB.
La Paz con ustedes.

jueves, 15 de julio de 2010

16º domingo ordinacio, C (18 julio 2010)


Texto a meditar y orar:
Lucas Lc 10, 38-42

Evangelio.
En aquel tiempo entró Jesús en un poblado, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me haya dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».
El Señor le respondió: «Marta, Marta: muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará». Palabra del Señor.

Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.
Jesús es huésped de dos mujeres, Marta y María, que asumen un rol importante en la narración. El relato rompe con la mentalidad del tiempo, la cual asignaba a la mujer un papel de segundo orden y la excluía de la posibilidad de instruirse, tanto que los mismos apóstoles permanecerán sorprendidos con su maestro cuando más adelante vean que su Maestro se entretenga con una mujer samaritana.
Lucas nos dice que Marta se afanaba en diversos quehaceres y que se lamentaba ante Jesús de María porque la dejaba sola haciendo el quehacer. El verbo “afanarse”, tiene el sentido de una fuerte ocupación, pero también aquella de distracción, es decir, en este caso, de ser distraída de la escucha atenta de Jesús. Este activismo de Marta es expresión de la atención respetuosa que ella tiene hacia Jesús y manifiesta el deseo de darle una digna acogida. Quiere ser por lo tanto una digna discípula del Maestro. Jesús no intenta condenar a Marta que quiere acogerlo tan generosamente. Sino para él existe una jerarquía de valores que deberá ser respetada.
María sentada a los pies de Jesús le escucha. La actitud de María es la misma del discípulo hacia el maestro, es la de escucha atenta.
El evangelista radicaliza los dos comportamientos para hacer de María el modelo de creyente. En la respuesta dada a Marta, que es dirigida a ella con tanta convicción y confianza, Jesús asigna el primer lugar a la “escucha” de su palabra: escucha atenta, continua, sin distracción. “Una sola cosa es necesaria”. La verdadera cosa de la cual hay necesidad es la escucha de la Palabra de Jesús.

Meditación: (Meditatio) “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
Jesús tuvo que recurrir habitualmente a la hospitalidad de amigos y conocidos y en este relato lo hace en casa de Marta y de María: una le sirve, otra le escucha. Las dos actitudes son lógicas. Ninguna es criticada por Jesús. Pero es quien más se afana la que se siente peor tratada. Parece ser que la atención mejor que puede darse a Jesús que se hospeda en casa es atender a su Palabra y quedarse, prendados, de su enseñanza. Cuando busca hospitalidad entre los hombres, es Dios, y su querer, quien intenta hospedarse en los corazones. Toda fatiga es inútil si olvida las preferencias del huésped: pues quiere ser tenido en cuenta, pero se le escucha y no para que se le sirva. La mejor atención que puede prestarle quien le tiene en casa es atender a cuanto quiera decirle. Ser escuchado, cuando habla de Dios, es preferible a ser alimentado, cuando está en casa ajena. Jesús no alaba a María por no hacer nada, la defiende porque ha hecho de Jesús su única ocupación. No son cosas que se tienen, sino el propio tiempo y el corazón es lo que se le debe prestar; no quiere él dar mayores preocupaciones con su presencia, sino que su presencia ocupe por entero a quienes visita. Marta no es corregida por cuanto hace, sino por lo que deja de hacer. El servicio más preciado que podemos ofrecer a Jesús, quienes estamos dispuestos a recibirle en casa, es de lo más sencillo y el más agradable: gozar de su persona oyendo su palabra.

Oración: (Oratio) “Llama orando” (¿Qué le digo yo a Dios).
Señor, Jesús, Tú que identificaste a tus amigos con aquellos que identificaban tu evangelio y que te hiciste hospedar en casa de los que te sabían escuchar y te dejaste servir por quienes, tras haberte escuchado, ponían sus vidas al servicio de Dios; gracias por hacerme entender que no separaste misión de amistad, vida pública de tu vida privada.
Enséñanos a darle todo el tiempo y el espacio a tu Persona y acoger tu Palabra. Danos, Señor un corazón dócil, y sencillo, apto para gozar tu persona oyendo tu Palabra, dejando nuestras muchas ocupaciones para encontrarnos con la voluntad de Dios cada vez que escuchamos tu Palabra.

Contemplación (Contemplatio): “…y se te abrirá por la contemplación”
En éste fin de semana te invito a que hagas un esfuerzo por dejar todas tus ocupaciones y trabajos; y enciérrate o sal fuera a un lugar solitario y escucha y medita en la Palabra de Dios y la forma como va calando en tu vida

Un saludo. P. Cleo sdb
La Paz con ustedes.

viernes, 9 de julio de 2010

15º domingo ordinadio, C (11 julio 2010)

Texto a meditar y orar:

Lucas 10,21-37.

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó. “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”.
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hicieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.

Lectura (Lectio): lee atentamente y cuantas veces sea necesario el texto evangélico y descubre su estructura, sus personajes, sus actitudes, sus relaciones. Busca lo que dice la Palabra de Dios en sí misma.
El evangelio de hoy está construido en una serie de preguntas que llevan a unas respuestas contundentes. A una primera pregunta maliciosa, para ponerlo a prueba, de un maestro de la ley que sabía todo sobre la escritura “¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?”, Jesús opone con transparencia otras para que se responda a sí mismo atinadamente “¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?”. La respuesta "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo", es aprobada por Jesús que le dice: "haz eso y vivirás". El doctor de la ley, queriendo justificarse, vuelve a preguntar: ¿Y quién es mi prójimo? A esta Jesús responde con un hecho de profundo mensaje, que es conocido como la parábola del ‘buen samaritano’, y una nueva pregunta que orienta en un sentido diverso del que se esperaría, la respuesta: "Según tú: ¿Cuál de estos se portó como prójimo?". Con la respuesta del doctor de la ley: "el que se mostró compasivo con el herido", Jesús lo implica: "entonces, haz tú lo mismo".

Meditación (Meditatio): descubre lo que la Palabra de Dios te dice ahora a ti en tu vida ordinaria, en tus circunstancias.
De una pregunta hecha con mala intención Jesús saca un mensaje, lleno de significado, que toca nuestra vida entera. Deja en claro que centro del hombre son Dios, su prójimo y él mismo. Primero Dios amado con todo el afecto, deseado con todo el espíritu, buscado con toda la inteligencia, acogido con toda la voluntad, amado con todo lo que uno es. Luego, y al mismo tiempo y con todo lo que uno es, el amor al prójimo como a uno mismo provocado por la experiencia de amor de Dios. Quedarse supuestamente sólo en Dios es evadir la realidad; quedarse sólo en uno mismo es arder en el egoísmo y enredarse en la confusión sin saber de dónde venimos y para quién somos; quedarse sólo en el prójimo es no tener identidad ni saber desde dónde amamos. Jesús es nuestro maestro y él nos enseña cómo amar a Dios, a uno mismo y a los demás haciéndose prójimo. Ante la misma realidad uno puede ver la presencia de Dios que llama y otros no, uno quiere hacerse prójimo del otro y otros no, uno puede encontrarse con uno mismo y otros no. Es necesario hacer como Jesús.

Oración (Oratio): desde lo que dice la Palabra en sí misma y desde lo que te dice para la vida respóndele, háblale, dialoga con Él.
Señor Jesús, nos pasa como al doctor de la ley, estamos tan cerca y tan lejos de ti y de los demás. Sabemos lo que es bueno y lo que es malo, lo que hay qué hacer y lo que no hay qué hacer, pero nos enredamos en nuestro egoísmo y orgullo, no somos firmes en nuestra voluntad, ni hay humildad en nuestro corazón para pedirte que nos enseñes a vivir como tú: amando a Dios con todas las fuerzas del corazón, del alma, de la inteligencia y de la voluntad, y al prójimo como a nosotros mismos. Danos tu Espíritu para que haga nuestro corazón sensible, disponible, generoso y capaz de actuar como prójimo de quien tenga necesidad de ayuda, de apoyo, de comprensión, de perdón, de escucha, de afecto. Señor, así como tú eres con nosotros haz que seamos con los demás, porque tú siempre te haces prójimo nuestro.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio, adora, alaba y bendice, déjate consolar e iluminar y toma una decisión que construya tu vida familiar, laboral, escolar, social para la siguiente semana...


Feliz Domingo,


La Paz con ustedes. 
Nacho SDB