viernes, 29 de enero de 2010

4º domingo ordinario, C (31 enero 2010)


Texto a meditar y orar:
Lucas 4, 21-30


Evangelio

En aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga, un pasaje del libro de Isaías, dijo:

“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.» Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?”

Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’ y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.



Lectura: Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.

Nos encontramos con la continuación inmediata del Evangelio con el que tuvimos contacto, la semana pasada. En un primer momento, se nos presenta la admiración de los demás, ante la sabiduría de Jesús, al mismo tiempo que lo reconocían uno de ellos: “¿No es este el hijo de José?” Los milagros que antecedían la presencia del Señor Jesús en Nazaret, hacían que de él se esperara algo parecido en esa tierra, - la suya propia - y entre los conocidos.

El Señor Jesús comienza entonces, lo que podríamos denominar la segunda parte de este parágrafo, donde, con palabras duras, pero llenas de verdad y sabiduría le recuerda al pueblo que lo escucha en la sinagoga que en otros tiempos Elías no fue enviado a los israelitas cuando había gran necesidad, sino a una viuda en Sarepta de Sidón, lejos de los llamados “elegidos”. Les recuerda otro hecho similar al hablar de los leprosos que un tiempo hubo en abundancia en Israel y, que ninguno de ellos fue curado sino un sirio. Es interesante que, un pueblo que se enorgullece de venerar la Palabra , se haya escandalizado al escuchar, precisamente la Palabra que hablaba de su propia historia, pero que, no les recordaba sus victorias sino sus infidelidades y su poca disposición a su Dios. La reacción de los escuchas de Jesús es de mucha ira. El evangelista es rico en los detalles al decirnos que se levantaron, echaron fuera de la ciudad a Jesús y lo llevaron a la cima de un monte para despeñarlo.

El Evangelio no narra una huida precipitada de Jesús, sino que, Lucas resalta la majestuosidad de Jesús al decir: “Pasando por en medio de ellos, seguía su camino”. Es decir, pese a la oposición encontrada entre los suyos, por no querer acoger la verdad, Jesús sigue su misión y sigue llevando la verdad al que la quiera escuchar. “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oir” y “El que tenga oídos, que oiga”.



Meditación: “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.

El Evangelio continúa hablándonos de la misión de Jesús y nos dice la reacción de no aceptación por parte de los nazarenos y haciéndonos ver que querían lapidar a Jesús. Reviviendo la experiencia de Jeremías, nos hace ver que el ungido del Señor, quien anunciaría la salvación a los alejados es repudiado por su pueblo. Nos está presentando como una realidad misteriosa dos cosas, la dureza de corazón y la obstinación en no creer. Pero para aquellos que han aceptado el mensaje del Evangelio son enriquecidos por los dones del Espíritu, sobresaliendo el don de la caridad.

¿No es éste el hijo de José? “Al oir, lo que había dicho Jesús, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco del monte, para despeñarlo”. Escuchar las Palabras de Gracia por los nazarenos produjo tal rechazo de Jesús, que es como el comienzo para la captura, proceso, condenación y crucifixión de Cristo. Se cumple aquello de “vino a los suyos y no lo recibieron”.

Así pues en la Galilea, se dan el entusiasmo y la admiración. Al presentarnos la misión de Jesús: una misión que va más allá de la propia tierra: a “ninguna viuda... sino a una de otra región (Sarepta)”; a “ningún leproso... y si a aquel que era de otra nación (Siria)”. Y Jesús al no ser aceptado se cierne sobre El la sombra de la cruz. Esta manera de actuar de Jesús siempre desconcertante se muestra más profundamente en la aceptación de los pecadores. Si Nuestro Señor tiene su manera de actuar: no manda separar al que tiene buena voluntad ni hace quedar mal al que no la tiene. Contemplamos la situación concreta del amor de Dios y la hostilidad de la persona, son para nosotros lectura de vida.

El rechazo de Jesús: misterio de la incredulidad, de el no creer. Decía, San Agustín: “cuantos buscan a Jesús solamente por ventajas temporales; pero que difícil es que busquen a Jesús por ser Jesús”. La persona no procura a Dios sino los milagros.

Jesús es un nombre muy famoso. Y a pesar de que escuchamos hablar tanto de Jesús, es bueno preguntarnos: ¿Quién es ese Jesús?, ¿Será que conseguimos responder alguna cosa? Algunos quieren aprovecharse sólo de aquello que les interesa en Jesús y les da ganancia y desprecian lo que es lo más importante. Alguien piensa que conoce a Jesús porque escucho hablar de El. Se parece con aquel que anda con un mapa de México debajo del brazo, diciendo que conoce todas las poblaciones del País; porque sabe apenas los nombres y más o menos tiene la idea de su localización. Así, por ejemplo, para los de Nazaret, no les aprovechaba en nada llamarlo con el nombre cierto si sus intenciones eran de muerte.

Dios se hace presente y obra milagros a los que Él quiere. Esta idea, implícita de modo profundo y profético en los ejemplos referidos por Jesús, no gustó a los judíos. Saberse el pueblo escogido era demasiada vanidad. Tanto, como para haber ensordecido su espíritu imposibilitándolos para escuchar la voz del Dios que habla en los acontecimientos de su historia. Desde esta perspectiva, nos encontramos frente a frente con un Dios que se revela a sí mismo como providencia de todos; no solamente de los que llamó: “mi pueblo”.

Dios, como Padre de todos, ama a todos y a todos sin excepción se destina su multiforme Gracia. Pero aún queda una pregunta en el aire: ¿Por qué, en tiempos de fuerte necesidad del pueblo que era el “Pueblo escogido”; Dios opta por derramar su Gracia en los que no eran del pueblo escogido? Parece que para poder recibir la Gracia de Dios, es necesario tener un corazón disponible. No basta con saberse amado de Dios, sino que también hay que amarle y aceptarle. La aceptación incondicional de Dios, es signo de amor y disposición para recibir el designio de aquél que nos ama. Así los que se jactaban de ser los elegidos de Dios, pues han de reconocer que, pese a ser muy amados, tal vez no amaban lo suficiente.



Oración: “Llama orando” (Qué le digo yo a Dios).

Señor, al meditar tu Palabra, la queremos hacer oración, Nos dice tu Palabra que ellos se preguntaban: Realmente ¿Quién es ese? En las comunidades se preguntaban ¿Quién ese tal Jesús? ¿Qué está haciendo en medio de nosotros? Muchas maravillas y también mucha persecución sucedía en medio de ellos, por causa del nombre de Jesús. Las preguntas que ellos hacían entre sí; por ejemplo: ¿qué es esto? Una enseñanza nueva, dada con autoridad... El manda hasta en los espíritus malos y le obedecen. ¿Quién es ese que hasta el viento y el mar le obedecen? Ellos habían escuchado las maravillas que Jesús había hecho, y no podían ni sabían como decidirse. ¿Por qué Jesús no pensaba de acuerdo con la mentalidad de su época? El hacía todo lo contrario: tocaba lo impuros, comía con los pecadores, critica a lo sabios y elogiaba a los humildes.

Nosotros, los discípulos de Jesús, intentamos seguir el camino de El. Y nos preguntamos: ¿Quién es ese Jesús que: prefiere perdonar a cobrar deudas? ¿Que nos llama al deber de ver los derechos de las personas? ¿Que prefiere ser pobre e inseguro económicamente que seguro y esclavo del poder económico? ¿Qué quiere estar más con los pobres y humildes que con los ricos y famosos? ¿Qué considera la dignidad humana más importante que la propiedad privada? ¿Qué gasta su tiempo con la Comunidad, que no el disfrutar de la vida? ¿Qué prefiere ayudar al prójimo, dejando de lado el confort y seguridad? Señor, el mundo nos ofrece muchas direcciones y hasta nos confunde para llegar a ti, Jesús. ¿Es seguro ese camino? ¿Cómo discernir? Tenemos que saber ver bien que uno de esos caminos es estar con el pobre, con el necesitado; ese es el comienzo para estar en intimidad contigo, Señor. Ayúdanos a vivir como Tú, y tu Palabra nos transformará.



Contemplación: “…y se te abrirá por la contemplación” Contemplemos agradecidos las maravillas de seguir a Jesús con tu vida personal, y harás felices a tu familia, atu comunidad cristiana, parroquial y la historia se transformará.

Feliz Domingo y te invito a vivir la Fiesta de Don Bosco, el santo de los jóvenes.

Nacho, SDB.

lunes, 18 de enero de 2010

3er. domingo Ordinario, C (24 enero 2010)


Texto a meditar y orar
Lc 1,1-4; 4, 14-21


LECTURA. Es un texto programático, Jesús se da a conocer a sus paisanos. El evangelio de hoy presenta a Jesús iniciando su ministerio público, en su pueblo natal, entre conocidos y amigos de la infancia. Participa en una asamblea semanal, donde se leían las Escrituras, aunque ahora es él quien las explica a sus paisanos.
Jesús no es un mito, sino un personaje real que vivió en una época bien precisa de la historia humana y en una región geográficamente bien determinada. Por lo tanto, la fe en Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios vivo, se apoya sobre la validez y la verdad de los hechos narrados.
Después de su bautismo, Jesús comienza su predicación en Galilea y es presentado como una persona que camina bajo el influjo constante del Espíritu Santo, ya que inicia su misión “con la fuerza del Espíritu”. Esta es una característica de todo el evangelio de San Lucas; al final del relato, Cristo es presentado como el personaje mesiánico, anunciado por el profeta, sobre el cual está el Espíritu del Señor.
Al terminar la proclamación del párrafo de Isaías, Jesús declara: “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”. Es la presentación de Jesús como centro de la revelación bíblica, ya que en su persona llegan a su cumplimiento definitivo los oráculos del Antiguo Testamento.
En el discurso de Nazaret Jesús se presenta como el Mesías, lleno del Espíritu Santo, consagrado y enviado por Dios a evangelizar a los pobres, encargado de una misión salvífica en favor de su pueblo. Israel se encontraba en un estado de pobreza, de esclavitud y de humillación; pero ahora está por ser liberado con una intervención especial del Señor.
Jesús se aplica a sí mismo este oráculo. “Hoy se cumple esta Escritura”. El es el profeta de los pobres, el Mesías salvador, enviado a liberara los oprimidos y a redimir a la humanidad.

MEDITACION. Lucas va presentando a Jesús como el enviado de Dios y el que camina siempre acompañado de su Espíritu; es decir el hombre-Dios que siempre avanza orientándose por las mociones del Espíritu y así va haciendo siempre la voluntad de su Padre. Es el Espíritu el que va guiando al enviado para evangelizar.
Si Jesús es presentado por Lucas como el realizador de las expectativas del pueblo hebreo, hay que superar la extrañeza y el escándalo de reconocer a Jesús conocido y familiar a nosotros tanto a sí que no lo sintamos necesario como Salvador y realizador de la salvación; de ver que la buena noticia que nos trae deje de ser anuncio de un futuro libre de injusticias, liberado de enfermedades, liberador de opresiones. Lo que Jesús dice al creyente, es algo nuevo y renovador, con capacidad suficiente para hacerle recuperar ilusión y esperanza en su vida.
Hay que darle fe y sentimiento a su persona y a sus palabras.
Siendo poseedores del Espíritu y de sus promesas y comprometidos con el evangelio de Jesús, no basta con creer que Jesús quiere curarnos; es necesario, darle voz, prestarle vida para que su voluntad llegue a todos y para que la esperada liberación se vaya haciendo presente por medio del creyente que se deja guiar, como Jesús, por la acción del Espíritu para llevar adelante la proclamación del Evangelio y poder decir a los demás con su testimonio que “hoy se cumple ésta Palabra que han escuchado”; Dios está en medio de nosotros.

ORACION. Señor, Jesús: Me puede pasar como a tus paisanos, que entre más familiar eres a mi vida y entre más te conozco, menos puedo valorarte, pues te he conocido superficialmente, y hasta puedo llegar a despreciarte y no aprovechar la novedad que me presentas en tus palabras y la salvación que me traes. Aumenta con tu gracia, mi fe y mi asentimiento a tu persona y a tu Palabra; hazme, con la luz de tu Espíritu, ser dócil y pedirte, como un regalo de tu infinito amor y misericordia para el hombre, tu presencia y tu salvación como una gracia en medio de mi vida y en medio de la vida de los hombres. Que el descubrirte como mi salvador me haga dejarme guiar por Tí y bajo las indicaciones de tu Espíritu; que mi vida vaya desflorando de sentido cuando se va expresando como fruto de un amor grande que me tienes y porque me experimento amado por Tí y por tu Padre.
Que mi vida se exprese feliz y llena de Tí, para que sea la forma de testimoniar la alegría de tu presencia, la llegada de tu salvación y por medio de tu Espíritu, la contínua presencia tuya y el restablecimiento de la paz y el amor entre los hombres. Te pido que mi vida sea evangelio de Dios para los demás.
CONTEMPLACIÓN. Invoca al Espíritu Santo y agradécele su presencia y protección en tu vida y pídele el don del discernimiento para descubrir qué es lo que Dios quiere de Ti, de tu vida.

P. Cleo

martes, 12 de enero de 2010

2º domingo Ordinario, C (17 enero 2009)


La fiesta de bodas en Caná y la primera señal de Jesús. Celebramos otra manifestación del Señor. Esta vez en la figura de la celebración de las bodas de Cristo con su Iglesia: “Hoy el esposo celeste se une a la Iglesia, porque en el Jordán le lavó los pecados; con presentes llegan los Magos a las bodas reales, y con el vino hecho del agua se alegran los invitados, aleluya”, canta la Iglesia. El Bautismo del Señor y las Bodas de Cana son elementos constitutivos originales de la Fiesta de la Epifanía.

Texto a meditar y orar:
Juan 2,1-11


En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que Él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.

Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales milagrosas. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.



Lectura: Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.

La primera manifestación pública de Jesús en el cuarto evangelio tuvo un comienzo singular: en el marco de una boda. Todo el relato manifiesta una fina ironía propia de Juan: no deja bien parado a los anfitriones el decir que en la fiesta nupcial faltó el vino; o que se suela guardar para el final el peor de los vinos a propósito de la improvisación de unos jóvenes esposos. Y gracias a la observación femenina y a la obediencia materna a María, Jesús pudo adelantar su “hora”. El párrafo del evangelio de San Juan que hoy escuchamos habla del evento de las bodas de Caná, que en la estructura del cuarto Evangelio, constituye “el principio de la revelación mesiánica del Hijo de Dios”. Con este signo, Jesús da inicio a su manifestación, se revela como verdadero Dios. Ya el Profeta Isaías describía en su tiempo la era mesiánica como una fiesta nupcial, como la época en la cual abundarán la alegría, el amor, la vida y la salvación. La abundancia del vino nuevo donado por Jesús en ocasión de la fiesta nupcial indica la inauguración del tiempo mesiánico, en el cual los bienes de la salvación serán abundantes. Por lo tanto la fiesta nupcial de Caná con el don del vino abundante inaugura la era mesiánica. La entrada en escena de María al principio del relato, va desapareciendo conforme avanza el texto, pero su importancia y grandeza dependen completamente del hijo. Los siervos son ejecutores dóciles de las órdenes del Maestro y los discípulos son espectadores pasivos; por lo tanto la persona que está en primer plano y ocupa el campo desde el inicio hasta el fin es sólo Jesús; sobre todo, es Jesús quien ordena y obra el signo extraordinario.





Meditación: “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
El relato del Evangelio llamado “las Bodas de Caná” es la terminación de la narración de una semana. El evangelista lo planeó en una semana, pensando en aquella semana de la creación que lo cuenta el libro del Génesis. “Tres días después”. En el sexto día (Bodas de Caná) tenemos el retrato de la nueva humanidad. Situando Jesús en un casamiento que fallaba, como el de Caná de Galilea, el evangelista no hace otra cosa sino mostrar quien es el esposo de la humanidad. Por lo tanto el episodio de Caná debe ser reflexionado en clave simbólica, por ejemplo:

- con frecuencia, el casamiento en la Biblia, es sinónimo de alianza. En el lenguaje profético ser infiel a la alianza es la misma cosa que ser adúltero, prostituirse;

- la alianza antigua caducó, no tiene razón de existir. “Ellos no tienen más vino”.

- lo que sostenía a la antigua alianza eran los ritos purificatorios (las tinajas para la purificación estaban vacías). Los ritos de purificación no serán ya condición para que las comunidades se tornen esposa del Cordero.

- Jesús es aquel que inaugura la Nueva Alianza, aquel que trae el vino nuevo, de óptima cualidad, en abundancia. El vino es también símbolo muy fuerte del amor.

- El vino que Jesús da es de óptima cualidad, haciendo olvidar el antiguo.

- La abundancia de vino (más de 600 litros ) era señal de la llegada del Mesías, que traerá el amor definitivo. Llegó por lo tanto la hora de Jesús, que se consumará en la Cruz, al mostrar su amor sin límites.

Es extraño que Jesús se dirija a su Madre llamándola “mujer”. Esta manera quiere significar o simbolizar todos los que se conservan fieles a Dios, al realizarse las promesas mesiánicas.

Jesús muestra a su madre que la antigua alianza no tiene razón de ser. El es el verdadero esposo de la humanidad, pues trae la vida en plenitud, simbolizada por la abundancia de vino; El inaugura el nuevo modo en que las personas se relacionen con Dios: no ya a base de intercambio de favores o ritos purificatorios (las tinajas vacías), sino a base de amor pleno y verdadero.

La Madre de Jesús es germen de la comunidad-esposa. Es la raíz del nuevo pueblo de Dios, esposa del Cordero. Haciendo todo lo que El diga y creyendo en El, las personas van asumiendo el perfil de lo que es ser cristiano. “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo?...” Y la Madre de Jesús, dice: “Hagan lo que Él les diga”; ella se da cuenta e intercede. Y Jesús anticipa la hora. Y se manifiesta con señales, signos.

El episodio de Caná marca el comienzo de las señales de Jesús que tienen como finalidad llevar a la nueva humanidad a la madurez de la fe y a la posesión de la vida. En Caná Jesús manifestó su gloria, que consiste en revelar el proyecto de vida y libertad para todos.

Vivimos tiempos de plenitud, tiempos de vino nuevo y de óptima cualidad. Es la hora de Jesús. Los que andan con El son personas nuevas.



Oración: “Llama orando” (Qué le digo yo a Dios).

Señor, Te nos has manifestado a las gentes a través de signos y palabras. Hoy adelantas y haces una señal maravillosa: Eres es el esposo de la humanidad, el mejor. Y María, tu Madre, hace que lo muestres. Esta manifestación que has realizado nos viene a confirmar tu misión. Después, hiciste otras señales para que tuviéramos la seguridad y depositáramos nuestra fe en Ti: y “los discípulos creyeron en Ti”. Señor, en nuestras comunidades necesitamos dirigirnos hacia Ti, Jesús, porque somos una nueva humanidad; sólo así, seremos comunidades que dan testimonio, porque en la evangelización, no puede reducirse a sólo formación y cursos; en nuestras comunidades debemos preocuparnos de manifestar signos, cotidianos, no extraordinarios quizá; si signos y señales, que manifiestan el amor, el testimonio de que somos comunidades que creen en Ti, Señor.



Contemplación: “…y se te abrirá por la contemplación”

Contempla y experimenta en tu interior la alegría por la presencia de Jesús en el mundo y la presencia intercesora de María, la Madre de Dios. Saludos.

Nacho, SDB.

miércoles, 6 de enero de 2010

Bautismo del Señor, C (10 enero 2010)


Texto a meditar y orar:
Lc 3, 15-17. 21-22


Lectura. Con la fiesta del Bautismo de Jesús la liturgia concluye el ciclo de la Navidad y de la Epifanía, es decir, el período de la manifestación de Jesús como Salvador.
El párrafo evangélico de este día describe la manifestación, también, del Hijo de Dios: la voz del Padre declara: “Tú eres mi Hijo amado; yo hoy te he engendrado”
Este párrafo evangélico concluye con la intervención del Padre, que desde el cielo proclama al profeta de Nazaret como su Hijo amado.
Jesús es designado por Dios como su “elegido”, en el cual se ha “complacido” y sobre el cual “ha puesto su Espíritu Santo”.
En el relato del Bautismo de Jesús se encuentran presente las tres Divinas Personas: Dios, el Hijo y el Espíritu Santo. Y en todos los escritos de Lucas se subraya la divinidad de Jesús, que es el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios; el Señor (Kýrios), y también se resalta mucho la acción del Espíritu Santo en relación con Jesús que está lleno del Espíritu Santo; Cristo está poseído, guiado y animado por el Espíritu Santo. Para Lucas, Cristo es el hombre del Espíritu, porque está animado y guiado sólo y siempre por esta persona divina. Así Jesús es presentado como el modelo de docilidad al Espíritu.
Además el Evangelio hace la presentación de Jesús como el hombre de oración. La manifestación de Jesús, sucedida en tal circunstancia, se ha realizado mientras Jesús rezaba. Lucas muestra que la oración auténtica desemboca en la contemplación indica en el profeta de Nazaret el modelo de oración. Cristo como modelo de oración para todos sus discípulos. Los momentos más importantes y significativos de la vida de Jesús van marcados por la experiencia de momentos de oración: ahora el Bautismo, la agonía, la Transfiguración, la elección de los Doce, etc.

Meditación. Al ser bautizado por Juan, Jesús se solidariza con los pecadores, Dios sale al descubierto para proclamarle su Hijo predilecto; su palabra y su Espíritu, ambos sensiblemente, lo individuan de entre la muchedumbre, ante la cual Dios se da a conocer como su Padre.
En su bautismo, Jesús nos da pruebas de su benevolencia; es decir, quien iba a exigir la conversión, se muestra necesitado de ella; con tal de no abrir distancias con nosotros, pecadores, se une al número de bautizados por Juan; se deja ver entre quienes necesitaban conversión, para no humillar a aquellos a quienes va a proponérsela. Tenemos en Jesús un Dios que, por no herir nuestra susceptibilidad, se ha puesto a nuestra altura; un Dios así, en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, merece todo respeto.
Jesús es Hijo amado de Dios. Y Dios se declara Padre de aquel que conoce su querer y lo realiza. Jesús se solidarizó con aquella gente que intentaba volver a Dios y, convirtiéndose a Dios, deseaba ponerle en el centro de sus vidas. El reconocimiento de la propia culpa, sin excusas y sin olvidos, hace al creyente hijo de Dios, semejantes al Hijo amado. Jesús es reconocido como Hijo de Dios en el bautismo, en el momento de su conversión al Padre.
Y es que la conversión del hombre a Dios, convierte a Dios en Padre nuestro siempre. Reconocer el propio pecado y la necesidad de vuelta a Dios nos consigue ser reconocidos hijos por Dios.
El bautismo de Jesús ha de recordarle al creyente que tiene un Dios dispuesto a declarar hijos suyos, siempre que el creyente tenga el valor de confesarse indigno de tenerlo como Dios. Un Dios que se proclama Padre de quien acepta ser un mal hijo; un Dios que nos declara predilectos, cuando reconocemos no haberle amado lo suficiente. Ése fue el Dios de Jesús en el día de su bautismo. Y éste puede ser nuestro Dios, si logramos vivir todos los días de nuestra vida el compromiso, que adquirimos el día de nuestro bautismo: quererlo y buscarlo sobre todas las cosas.

Oración. Te agradezco, Padre, Bueno: Porque celebrarte en éste tiempo, es recordar agradecido y celebrar comprometido todas las manifestaciones de tu gran bondad para con el hombre.
En el Bautismo de tu Hijo Jesús te nos has manifestado como un Padre que quiere a su Hijo Jesús y de Él te sientes complacido. Gracias por ayudarnos a descubrir el grande amor que le tienes a tu Hijo y por lograr entender, con la acción del Espíritu Santo en nuestros corazones desde el día de nuestro bautismo, que tu amor en Cristo ha llegado hasta nosotros. Que tu amor se ha manifestado a cada uno de nosotros y se sigue manifestando cada vez que en nuestros corazones descubres la conversión del corazón, el anhelo de Ti y el ansia de buscarte a Ti.
Con el bautismo y con la acción de tu Espíritu, hazme hombre del Espíritu, donde los criterios de mi vida sean tan sólo cumplir tu voluntad y hacer tu querer. Ser bautizado con el Espíritu es querer empezar a vivir la vida con más plenitud. Para atreverme a ser más humano hasta el final. Para defender nuestra verdadera libertad, sin rendir mi ser a cualquier ídolo esclavizador Para permanecer abierto a todo el amor, a toda la verdad, a toda la ternura que se encierra en el ser. Para vivir incluso los acontecimientos más banales e insignificantes, con profundidad. Para seguir trabajando mi propia conversión. Para no perder la esperanza en las personas y en la vida
Que cada uno de los momentos de mi vida, y especialmente en los que tenga que tomar decisiones, vayan acompañado de un encuentro íntimo contigo y de un acompañamiento en el discernimiento con tu Espíritu.

Contemplación. Grande alegría de descubrirme amado por el Padre en Jesús y tocado por el amor de Dios en el momento de mi conversión a Él. Me descubro amado por Dios desde el día de mi bautismo y llamado a una misión de testimonio de su amor. Convertir mi corazón al Salvador y al amor de Dios.

P. Cleo