Mateo 10, 37- 42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará. Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa por ser justo. Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
Jesús continúa enseñando, educando y preparando a sus discípulos para la misión a la cual los enviará. Con el texto de hoy terminarían, prácticamente, las enseñanzas previas al ejercicio misionero. En el texto del domingo, ordinario doce, Jesús invitaba a confiar en Dios y a dejar todo tipo de miedo que impidiera declararse en su favor delante de los hombres. El de hoy es continuación y ofrece unas afirmaciones nunca escuchadas que parecen, a oídos de cualquiera, radicales, totalmente centradas en Jesús. Primero exige a sus discípulos un amor absoluto, un amor tan grande hacia Él, que se pone sobre las leyes y lazos de toda paternidad/maternidad y de la filiación. El amor a Él tiene que ser mayor que el que se le tiene al padre, a la madre o a los hijos. En segundo lugar pide se le ofrezca la vida, lo más valioso que hay para un ser humano. De ese modo pide ser reconocido como Dios por sus discípulos, porque sólo Dios que da la vida puede pedirla y sólo a Él se le ofrece. En tercer lugar se identifica con sus discípulos y lo que se les haga a ellos se le hace a él y a su Padre, que le envió. Finalmente asegura que toda persona tiene el pago y premio de acuerdo a sus acciones, pero en el caso de lo que se hace a sus discípulos, por ser sus enviados y con quienes él se ha identificado, recibirá el premio de la misma persona de Jesús.
Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Jesús aquí, y muchas veces más en el evangelio, se muestra desconcertante. Pide demasiado, pide todo, porque Él ha dado todo y la verdad es que es lo mismo que ofrece y pide: totalidad de vida, felicidad. Viendo bien las cosas él nopide que se deje de amar a los padres o a los hijos, sólo pide que el amor por Él esté sobre ellos porque es el mejor modo de amar a los que uno dice amar. Sin un amor absoluto y trascendente como el que Él da y pide, todo y todos quedaríamos aquí donde estamos sin dar un salto de calidad en el amor, la fe y la esperanza. Pide a sus discípulos una renuncia completa con el fin de poder ser y obtener más. Sólo amando como Él y amando desde Él se puede llevar a su mejor y auténtica dimensión el amor a los demás. Así el mejor amor para un discípulo de Jesús no es el del papá, la mamá o los hijos, o el de los amigos y conocidos, sino el que nace de ser recibido y amado por ser enviado de Jesús, por ser su discípulo. Por eso el discípulo ha de mostrar con claridad que ha dejado todo (bienes) y a todos (amores, afectos) por seguirlo y tenerlo a Él como a Dios, como el máximo bien y como al propio todo, porque desde Él ve todo y ama auténticamente a todos. Jesús hace caminar por caminos de riesgo, de dificultad, de desconcierto, de exigencias, pero ciertamente de plenitud, basta verlo a Él en relación con lo que le pide y le ofrece su Padre.
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Señor Jesús, descubrirte y seguirte es encontrar la Vida. Nos dices que delante de tu persona el discípulo ha de estar dispuesto a grandes renuncias, aunque sean legítimas, como a los lazos familiares. Tomar la cruz y seguirte, Señor; hasta dar la propia vida es ganarla; porque el perderte a Ti, es perderte y es perder todo. Además, me dices que recibir a los demás, al más pequeño, al pobre, al necesitado, es recibirte. Y recibirte a ti es recibir al Padre Celestial. Ayúdanos a ser tus discípulos. Amén.
Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito que sea oportuno en este
momento.
Que pases un feliz fin de semana buscando el amor de Jesús y tratando de seguirlo más de cerca para amar mejor a tus seres queridos.
La Paz con ustedes.
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