miércoles, 6 de julio de 2011

15° domingo Ordinario, A (10 julio 2011)

Dios sembrador sigue sembrando tu Palabra en nuestro mundo.

Texto a reflexionar y orar de 
San Mateo 13, 1-23

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
San Mateo en el capítulo 13 nos propone el ‘discurso parabólico’, donde se encuentran ocho parábolas, que son una fuerte llamada a la escucha del anuncio del Reino. En este relato encontramos cuatro partes: una introducción, la parábola del sembrador, el motivo del porqué habla en parábolas y la interpretación de la parábola del sembrador. Jesús a la orilla del mar, se dirige a la multitud en parábolas, en enigmas, en metáforas “quien tenga oídos, que oiga”; pues las parábolas son un género literario adecuado para revelar un misterio y lo avala la referencia de Isaías 6, 9-10. La parábola dicha por Jesús y explicada por el mismo Jesús, que nos presenta: el sembrador, semilla, terrenos diferentes, resultados conseguidos. El sembrador desaparece para dar lugar la atención a la semilla. La semilla es la protagonista del relato. Son tres terrenos improductivos y uno solo es fecundo. La insistencia del fracaso de los tres casos (intervención del diablo, falta de perseverancia, dominio de las preocupaciones y riquezas mundanas). La enseñanza de Jesús es precisa y muy real. La explicación de la parábola es una interpretación alegórica. Mateo nos ayuda a interpretarla en la Iglesia y hace reflexionar sobre la responsabilidad de aquellos que escuchan la Palabra de Dios.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
Con esta parábola, Jesús descubre una de las leyes secretas del Reino, el poder oculto, pero eficaz de la Palabra de Dios y al mismo tiempo enfrenta a sus oyentes con sus propias responsabilidades: no basta con escuchar, hay que dar frutos; acoger las enseñanzas no es suficiente, si luego no se vive de la Palabra de Dios. Tenemos que situar en el tiempo este relato; porque el evangelista quiere ayudar a la comunidad de aquellos tiempos primeros de la Iglesia, delante de las dificultades de todos los días puesto que eran cristianos perseguidos; eran comunidades invitadas no sólo a escuchar sino que era necesario dar fruto; una escucha de Dios que no concluya en obediencia es esfuerzo inútil. Pues bien, la siembra llega a todos, nos dice Jesús, pero no todos están igualmente preparados, los obstáculos que cada uno pone a la entrada de Dios en la propia vida, son tan diferentes como son las circunstancias concretas en que vivimos. La palabra de Dios necesita acogida y cuidados; pero será su potencia, y no la capacidad de quienes la oyen, lo que producirá frutos en la vida del creyente. Dios ha confiado en nosotros, sembrando su Palabra en nuestra vida. La esperanza y la fe que Dios nos ha tenido cuando nos ha considerado dignos de su Palabra, tendrá que conmovernos, de un Dios que sigue sembrando en nosotros; no debemos desanimarnos por el escaso fruto que le rendimos. Don recibido, semilla sembrada, Palabra de Dios escuchada es una responsabilidad que satisfacer.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Gracias, Padre Bueno, porque una vez más nos manifiestas tu gran deseo de mostrarnos en tu Hijo Jesús, los misterios del Reino. Hoy reconocemos por medio de tu Palabra, nos haces conocer la Palabra del Reino; nos invitas a cambiar nuestro corazón, porque en el corazón se siembran las intenciones, la buena voluntad; y porque la invitación que nos haces es darle acogida a tu Palabra. Porque la Palabra que es como una semilla que has depositado en nuestro corazón es la que produce el fruto del Reino de los Cielos. Hoy queremos darnos cuenta del grande regalo que es la semilla de tu Palabra en nuestras vidas. Y también la grande responsabilidad de escuchar tu Palabra. Ayúdanos a vivirla en nuestro mundo, en nuestra comunidad, en nuestra familia y en nuestra vida personal. Gracias, Señor; no dejes de sembrar tu Palabra en nuestro mundo.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito que sea oportuno en este momento.

Que pases una feliz semana porque has dejado que la Palabra de Dios, escuchada en la Eucaristía del Domingo, vaya dando el fruto querido por Dios sembrador.

La Paz con ustedes.

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