jueves, 28 de julio de 2011

18° domingo ordinario, A (31 julio 2011)

Texto a meditar, orar y vivir: 
Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron los discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. Él les dijo: “Tráiganmelos”.
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

Lectura (Lectio): (lee atentamente el texto varias veces hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central).
Este relato es narrado en los evangelios seis veces y por lo mismo su repetición es un reflejo de la importancia que tenía la multiplicación de los panes para los primeros creyentes. El relato es un recuerdo fresco en la mente de los que lo vieron y vivieron, cuando recordaban que Dios alimentó antiguamente a su pueblo por el desierto con el maná; pero Jesús superará a Moisés y al hecho del desierto cuando es Él quien alimenta a los creyentes. Enseguida, los discípulos también son invitados a dar de comer al gentío y aunque la tarea parece imposible para ellos al principio, Jesús les enseña que la solución está en el compartir. Y, posteriormente, hay que notar que el relato posee un tono litúrgico, que recuerda otro parecido como es la institución de la Eucaristía: “al atardecer, tomó los panes, pronunció la bendición, los partió y se los dio a los discípulos…” Jesús ofrece así el banquete del Reino. Encontramos estos personajes: Juan el Bautista que lo habían matado, Jesús, la gente que lo seguía, la muchedumbre, los enfermos, los discípulos, los hombres (cinco mil), las mujeres y los niños. Y los verbos: seguir, ver, compadecerse, despedir, irse y comprar, dar, traer, mandar, tomar, mirar, pronunciar la bendición, partir, dar, distribuir, comer, sobrar, llenarse. Lugares: en una barca, en un lugar apartado, en lo despoblado y empezando a oscurecer, el sentarse sobre el pasto. Jesús que se compadece e interviene, curando enfermos, y saciando el hambre de las gentes. Nos hace notar los sentimientos y las actitudes de Jesús.

Meditación (Meditatio): (saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad).
Uno de los signos más portentosos que realiza de Jesús es la multiplicación de los panes. Jesús, alejándose hacia un lugar apartado y solitario, es buscado por la gente para saciarse de su Palabra, sin importarles, ni siquiera saciar su hambre de pan; y lo primero que Jesús vio fue una muchedumbre que le buscaba en su lugar de retiro porque sentía necesidad de sus palabras. El creyente del evangelio es el que se da cuenta que le falta Jesús y es quien va en su búsqueda sin permitir que se aleje; éste es el mejor modo de asegurarse que él saciará un día su hambre. Dice el evangelio bellamente que cuando Jesús vio a la multitud, sintió compasión de la gente y esto nos afecta pues sólo quien se acerca a Jesús habiéndolo echado en falta, lo encontrará compasivo y misericordioso, comprensivo con nuestras carencias y dispuesto a ayudarnos a superarlas. Porque Jesús alimentó a una muchedumbre de la que antes se había compadecido y a la que había sanado; antes del pan les prestó atención y cuidado; se cuidó de ellos antes de darles alimento. Y por último, la dureza del corazón de los discípulos fruto de la insensibilidad y la incapacidad para sentir compasión de los demás es otro de los aspectos que vio Jesús; es Jesús que le dice al hombre, en cuanto varón, que debe ser sensible ante las necesidades de los demás; además, no permitirá que se desliguen de su responsabilidad frente al que menos tiene o quien padece más hambre que nosotros; no se puede pensar en satisfacer la propia necesidad, sin hacerse cargo de las necesidades de los demás. Y es que el maestro no ve bien que sus discípulos piensen en desentenderse de los hambrientos, sólo porque no tienen lo necesario para darles de comer.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Señor, tu Palabra, que nos muestra el Amor del Padre para cada uno de nosotros, alimente nuestras vidas. Señor, mueve nuestros corazones hacia Ti, que te busquemos, que te descubramos en tu retiro y en tu silencio y que ahí, como discípulos, te escuchemos y saciemos nuestra hambre de Ti; que tu Palabra le dé sentido a nuestro caminar por la vida, para que nos confiemos a Ti y a tu amor; que tu Palabra sea lámpara que ilumina nuestras vidas para poder ver las necesidades de los demás. Señor, que veamos por los demás y caminemos a la luz de tu Palabra y de tu Evangelio. Sólo alimentándonos de ti saciaremos nuestra hambre y la de los demás.

Contemplación (Contemplatio): siéntete contemplado por el Señor. Te invito a buscar a Dios en un momento de tu día de trabajo y descubrirle tu Persona y en la intimidad del encuentro con Él siéntete contemplado por Él, comprendido por Él y amado por Él. Y después deposita tu confianza en Él y agradécele.

La Paz con ustedes.

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