viernes, 25 de noviembre de 2011

1° domingo Adviento, B (27 noviembre 2011)

Lectio Divina del Texto de 
Marcos 13, 33-37
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.
 
LECTIO: Estamos iniciando el calendario “litúrgico” con el tiempo de Adviento y el motivo fuerte y profundo se refiere a la “pronta venida de Cristo”. En el contexto de ésta venida, el cristiano vive su propio camino. Las lecturas bíblicas de este tiempo proponen los lineamientos del camino del cristiano que espera encontrarse con su Señor.
El evangelio de este domingo es una pequeña parábola que habla de la venida del dueño de la casa. Por lo mismo, el “dueño” (“dueño” = “Señor”), viene al encuentro de sus siervos mientras ellos están ocupados a su servicio y en un tiempo que se señala durante la “noche”. Hay un mandato que es el de “vigilar” y viene motivado por Jesús así: “No sabéis a qué hora será el momento preciso”, es decir, “el día y la hora”, del regreso de su Señor. Estas palabras parecen unir la necesidad de la vigilancia con la ignorancia del tiempo en el cual el Señor vendrá al encuentro de sus siervos. Tal motivación se confirma con la imagen del ladrón, lo imprevisible y lo clandestino. El dueño de la casa motiva a los siervos en la necesidad de una vigilancia continua, ininterrumpida, incansable. Para los siervos que se mantienen despiertos, el Señor no llega inesperadamente porque “lo están esperando”, siempre están atentos para abrirle la puerta mientras llega y toca. Estos tales, son declarados “Bienaventurados”, justamente porque están “despiertos” y “prontos”.
 
MEDITATIO: Vigilar es sobre todo, estar atento y en tensión para captar “al que está por llegar”, para sentir casi en anticipo sus pasos, para anticipar el abrazo y el “apretarse a él”, cuando su rostro se aclara y no se esconde más. “Vigilar” será entonces una actitud orientada hacia el encuentro esperado. Todavía más, es estar esperando lo inesperado, no se sabe en qué hora llegue ni cuál es la forma en que llegue. Existe por lo tanto el riesgo de la rutina de una administración cansada de lo que se nos ha dejado administrar. Es necesario recuperar la dimensión de la espera tan viva y fuerte en los profetas y en los apóstoles; y tan pérdida en nuestro tiempo. El mejor medio para conocer a Dios es buscarle e ir a su encuentro; es aquel de no tenerlo, sino desearlo con ardiente sed, andar buscándolo, hurgando en los signos y en los sonidos su voz  e “ir a su encuentro”.
 
ORATIO: Padre Bueno, que nos invitas a estar en espera, al acecho de tu venida y en actitud de vigilancia. Porque nos has llamado a cuidar y administrar tus bienes y nos has comprometido en el trabajo que Tú quieres que hagamos mientras Tú regresas.
Te suplicamos que nos enseñes a administrar lo que es tuyo; pero más importante que nos enseñes a vivir con actitud creativa la vigilancia y con sed ardiente tu espera, porque vas a llegar en el momento más inesperado y nos quieres disponibles y rindiéndote cuentas de lo  que te pertenece.
Hoy nos señalas que lo importante es vivir en vigilancia; es decir, en espera de tu persona; que nuestros pensamientos y acciones sean expresiones de atención a la menor indicación de que el Señor está por llegar; que nuestros pensamientos estén completamente marcado por Ti y por tu pronta venida; que todo nuestro ser, gire en torno a ésta venida y a este acontecimiento. Te pedimos, Señor, que enseñándonos a esperar al Esperado, que eres Tú y que nuestra vida no caiga en la rutina de una administración de tus bienes sin sentido.
           
CONTEMPLATIO: Piensa y reflexiona en qué forma puedes poner en práctica esta Palabra de Dios en tu vida, en un hecho concreto de tu vida. ¿Con qué actitud esperarías Tú a Dios en tu vida?     
En medio de tantas insinuaciones comerciales permanezcamos atentos y vigilantes en el Señor.
- “En esta Navidad, Cristo puede tener un lugar en nuestra casa".
¿Podrá contar con un lugar en nuestro corazón?
¿Estamos dispuestos a remover todo lo que roba espacio para Él?
¿Qué impide nuestro camino hacia Dios?
                                                     
 
 
La Paz con ustedes.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Solemnidad Cristo Rey, A (20 noviembre 2011)

Con este Domingo, fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, concluye el año litúrgico; en el que hemos venido haciendo memoria de cuanto Dios ha hecho por nosotros y pudimos por ello sentirnos con El agradecidos. Tenemos buenos motivos para festejar el reinado de Cristo, que comenzó cuando venció la muerte, resucitando. Pero nuestra alegría sería inútil como nuestras esperanzas también, si no nos preguntáramos si, de verdad, queremos pertenecer a ese Reino. Hoy nuestra celebración nos tiene que llevar a reconocer que Dios ha estado con nosotros durante este año, sin olvidar, como nos dice la Palabra de Dios que aún debemos responder ante El por tanta bondad ya recibida. Aceptar a Cristo como nuestra Rey nos obliga hoy a vivir ya sometidos a su voluntad; esperar su Reino como nuestra herencia nos impone el cumplimiento de lo que El quiere de nosotros. 

Texto del Evangelio es de Mateo 25, 31-46 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’. Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’. Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. 

LECTURA, Encontramos a Jesús y sus discípulos en el largo discurso, sobre el juicio final, que es exclusivo de san Mateo. Describe ese juicio de manera gráfica y popular; como rey y juez rodeado de gloria, acompañado de todos sus ángeles para dictar sentencia; y es el pastor que separa las ovejas de los cabritos. Es en ese momento del juicio, que se tiene una separación radical entre buenos y malos, entre los que entran y los apartados y puestos fuera, que se encontraban a la derecha o a la izquierda. Con la imagen del Rey Pastor, Mateo recuerda a su comunidad que el porvenir de Dios va antecedido por su juicio de Señor. El escenario es grandioso: la sentencia será definitiva. Significativo es la semejanza con que están construidas las dos escenas del juicio: tanto los buenos como los malos se condenan por lo que hicieron u omitieron. Además la advertencia es realmente grave, los dos grupos no se daban cuenta a quien estaban haciendo el bien, ni mucho menos, a quien se lo negaban. Es necesario tener en cuenta el criterio de que se sirve el juez para pronunciar sentencia: es la preocupación efectiva de cada persona por los pobres y necesitados. El texto nos presenta e identifica a los necesitados con el mismo Señor Jesús. Y nos presenta ejemplos concretos en dónde se han encontrado a Jesús: en el hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, porque le dieron de comer, le dieron de beber, lo hospedaron, lo vistieron, lo visitaron o lo fueron a ver. “Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo”. Termina diciendo: “Entonces irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. 

MEDITACION, Este relato, el del Juicio Final, nos ayuda a meditar en el Señor Jesús, quien aparece como Rey, juzgando. Y nos hace reflexionar en ese momento. Cómo y qué se hizo en el Reino, durante la propia existencia. Nos hace reflexionar en la Vida Eterna y en el Castigo Eterno. En el “vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo” O en el: “apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles”, porque no se preocuparon de hacer el bien a los más insignificantes o por lo que dejaron de hacer a los más insignificantes. Jesús mismo se lo advirtió a sus discípulos. Con la imagen del Pastor que dispone con libertad absoluta de su rebaño y nos advierte cómo piensa ser rey: llegará el día en que “separará unos de otros, como el pastor separa ovejas de cabritos”. Quizá no nos estemos dando cuenta de lo mucho que arriesgamos: el rechazo de Dios puede ser nuestro porvenir. Nos conviene tomar en serio lo que nos estamos jugando. Jesús ha querido adelantarnos los criterios que van a guiar su juicio: y es sorprendente que no se nos vaya a preguntar si hemos amado mucho, o siempre, a Dios; si hemos seguido a Cristo o hemos vuelto a El siempre que lo dejamos; lo que sí nos preguntará, si nos hemos interesado por los más pequeños de sus hermanos; por aquellos que han necesitado de nuestra ayuda. No seremos juzgados por los buenos sentimientos que tenemos en el corazón ni por los buenos propósitos que hicimos; solamente lo que hayamos hecho a uno de esos hermanos más pequeños nos salvará; o seremos condenados por no haber hecho nada. No son obras extraordinarios las que decidirán si Dios es nuestro porvenir; porque dar agua al sediento, vestido al desnudo, visitar al enfermo lo mismo que al encarcelado. Y sin embargo, su sola práctica nos hará ciudadanos del Reino. Salvación o condena, Dios o su ausencia total, dependen de nuestra misericordia que supimos hacer. 

ORACION, Señor nos has hablado con tu Palabra y nos dices que serán dichosos para siempre aquellos o aquellas que han hecho el bien, a los más insignificantes, aún sin saber que te lo hacían a Ti, porque se encontrarán con un Juez que los hará entrar a la Vida Eterna. También, es bueno saber, aunque suene dura tu Palabra, que lo que no hicimos a los más insignificantes, te lo hemos dejamos de hacer a Ti, Señor. ¿Cuándo, Señor, te vimos? Ser misericordioso, hoy, con quien nos necesite, hoy, será nuestra salvación el día del juicio. Lo que hagamos a uno de los más pequeños e insignificantes, Dios lo considera hecho a sí mismo. Te pedimos que nos concedas la gracia de ser siempre sensibles al hermano o a la hermana que tiene necesidad. Señor, justo juez, si vinieras a juzgarme hoy, ¿qué cuentas te presentaría? 

CONTEMPLACION, (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar, adoro y alabo, y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios en mi vida ordinaria personal, familiar, social, laboral, escolar…) La Fiesta de Cristo Rey nos invita a esto: 
Cambiar el Mundo. Ustedes saben muy bien que el Día puede nacer, que debe nacer, que el mundo debe cambiar. Ustedes los jóvenes deben sentirse en la responsabilidad de cambiar el mundo, de darle la vuelta al mundo. Yo les pediría a ustedes, muchachos y muchachas, la capacidad, las ganas, la voluntad de soñar, de cambiar... No se conformen con las cosas como están. Ni en sus familias, ni en nuestros pueblos, ni en la sociedad, ni en la Iglesia. ¡Vamos a cambiar! (Pedro Casaldáliga, Obispo). 
Compartir el Pan ¿Tratas con honor al Cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando esté desnudo. No lo honres aquí, dentro de una iglesia para, después, despreciarlo fuera, cuando sufre frío y desnudez. Porque el que dijo “Esto es mi Cuerpo” es el mismo que dijo: “Tuve hambre y no me diste de comer”. ¿De qué te servirá adornar el Altar de Cristo? Sacia, primero, al hambriento y ven, después, a adornar el Altar. ¿Eres capaz de fabricar un cáliz de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua fresca? El Templo de tu Hermano necesitado es mucho más precioso que este templo. El Cuerpo de Cristo es para ti un altar. Es más sagrado que el altar de piedra sobre el que celebras el santo Sacrificio. El altar lo tienes en todas partes: en las calles, en las plazas (San Juan Crisóstomo). 

Saludos y bendiciones. 
¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!. 
La Paz con ustedes.

33° domingo ordinario, A (13 noviembre 2011)

Texto a meditar y orar del 
Evangelio de San Mateo 25, 14-30 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. El que recibió cinco talentos fue enseguida fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido los cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ’Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’. Finalmente se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’. El señor le respondió: Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación. 

Lectura (Lectio: qué dice el texto): lee atentamente el texto evangélico las veces que sea necesario hasta que logres distinguir los personajes y sus relaciones, los verbos principales y la situación señalada con su antes y su después. 
La parábola de este domingo puede dividirse en tres grandes partes: primero el encargo y entrega de dinero, (talentos), a los empleados, después la petición de cuentas a los dos primeros empleados y, finalmente, el diálogo entre el dueño del dinero y el tercer empleado catalogado por el mismo patrón “como malo y perezoso” por no haber hecho rendir el dinero que se le había confiado aunque hubiera tenido tiempo de sobra para hacerlo, por eso se le castiga “echándole fuera, a la oscuridad”. Sigue siendo punto central y referente la comparación con el Reino de Dios, de lo contrario no se entiende bien el mensaje. Hay que hacer notar, también, que a cada empleado se le da según su capacidad y que los tres tienen el tiempo suficiente para hacer producir lo que se les había confiado. Así, mientras dos reciben alabanzas, el tercero es descalificado de modo detallado y definitivo por no haber actuado del modo correcto. 

Meditación (Meditatio: lo que te dice Dios desde el texto): desde el texto busca lo que Dios dice a tu vida, a la de tu familia, de la Iglesia y de la sociedad. 
El domingo pasado comenzamos a leer el capítulo 25 de San Mateo con el cual terminaremos el año litúrgico como si fuera el final de nuestra vida. En la parábola del domingo pasado fuimos invitados a mantenernos en una espera vigilante, superando la desilusión, cansancio y frustración por la prolongación de la llegada. Hoy esa espera vigilante se enriquece pues se nos dice que ha de ser, también, productiva. Con esas actitudes se prepara uno a la venida definitiva de nuestro Señor y salvador, o sea, a su “Parusía”. Con la parábola se nos advierte que el tiempo presente, el mismo que Dios nos regala y que llamamos vida, es una oportunidad extraordinaria para hacer presente el Reino de Dios rindiendo al máximo en sus núcleos de amor, de verdad, de justicia y de paz. Por el contrario, una vida desganada, descuidada y perezosa por la construcción del Reino de Dios en la propia realidad nos lleva a la descalificación definitiva y quedaremos fuera, en la oscuridad. El mejor modo de agradecer los dones recibidos de Dios será siempre engrandeciéndolos y no guardándolos; encerrarnos en falsas seguridades por miedo a perderlos nos sacará del juego y de la lucha riesgosa por conquistar el premio más preciado: Dios y su Reino. 

Oración (Oratio: lo que tú le dices a Dios): desde tu vida iluminada por el texto háblale a Dios. 
Te invito a hacer oración desde una reflexión de Madre Teresa de Calcuta donde nos presenta el modo en que ella hizo fructificar los dones que Dios le dio para hacer presente a Dios y su Reino: “Si las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas aun así, ámalas de cualquier manera. Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas: aun así, haz el bien de cualquier manera. Si tienes éxitos y te ganas falsos amigos y enemigos verdaderos: aun así, lucha de cualquier manera. El bien que hagas hoy, será olvidado mañana: aun así, haz el bien de cualquier manera. La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable: aun así, sé sincero y franco de cualquier manera. Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche: aun así, construye de cualquier manera. Alguien que necesita tu ayuda puede retrasarte si le ayudas: aun así, ayúdale de cualquier manera. Da al mundo lo mejor que tienes y a pesar de ello te golpearán: aun así, da al mundo lo mejor que tienes de cualquier manera. Dios conoce nuestras debilidades: aun así, nos ama de cualquier manera. El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”. 

Contemplación (Contemplatio): haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios y ve lo que es necesario cambiar en tu vida para bien tuyo, de los demás y gloria de Él; y por haberte hablado, déjate llenar de su paz y lleva su Palabra a tu vida con un buen propósito. ¿Qué miedos me impiden multiplicar los talentos que he recibido? Examinemos cómo aprovechamos el tiempo, la puntualidad y el orden; si dedicamos la atención debida a los deberes familiares; si procuramos extender el Reino de Cristo en las almas y en la sociedad con los talentos recibidos. 

Dios te bendiga.
La Paz con ustedes.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

32° domingo ordinario, A (6 noviembre 2011)

Texto de Mateo 25, 1-13 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras. ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’. Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’. Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”. 

LECTURA: La parábola de las “diez vírgenes”, forma parte de un discurso que abarca dos capítulos el 24 y el 25 y que tiene un lenguaje que se llama “escatológico” dado que expresión crea un intenso clima de espera; y hay dos datos que nos dan la razón sobre esto; el primero está en la lectura cuando se habla de lo imprevisto de la venida del esposo, que siendo esperando, llega de improviso en aquella hora. Y el segundo elemento se ve cuando habiendo llegado el esposo se excluye de la sala del banquete a las vírgenes descuidadas. Momento dramático que se expresa en la frase: “la puerta se cerró” Este relato hace ver que el reino de los cielos se compara, no con diez vírgenes, sino con la celebración solemne de una boda y por lo mismo el centro de interés y el mensaje recaerá sobre la necesidad de estar preparado, para cuando llegue el esposo y participar en el banquete. La parábola tiene varios rasgos para hacer ver que la preparación requerida es personal y no se puede substituir: por ejemplo: el retraso del novio y el sueño de las que esperan; la negación de vírgenes prudentes en darles aceite a las insensatas, y por último, mientras éstas van a comprar aceite, llega el novio y se cierra la sala del festín. 

MEDITACION: Hoy la Palabra de Dios centra nuestra atención en una de las actitudes que mejor caracterizan la vida del cristiano, la esperanza. Sólo quien estuvo preparado, con las lámparas encendidas y prevenido de aceite por lo que pudiera ocurrir, entró con el novio en el banquete. Hay que tener cuidado que el retraso de la llegada del novio, no nos vuelva perezosos, que nuestro cansancio no aumente más que nuestra esperanza; no creyendo que pueda venir hoy, tampoco lo esperemos mañana. No basta con vivir esperando al Señor para gozar de su presencia; hay que estar preparados por si se retrasa y responder de la luz encomendada. 

ORACIÓN: Tú, Oh Padre, estás en camino hacia mí, y esto llena mi corazón de esperanza, mi vida de imaginación y mis manos de quehacer. Cada momento que lo retrases. Señor, agudiza más y más mi necesidad de estar vigilante y dispuesto, preparado para ese momento. Hoy, Buen Padre, me invitas a estar atento, vigilante, porque no sé ni el día ni la hora en que ha de venir el novio, en que ha de venir tu Hijo; en que te hagas presente en mi vida. Por lo mismo me invitas a estar en actitud de vigilancia y de previsión. Esperar a tu Hijo y ser prudente, es lo que me introducirá en el Banquete eterno. 

CONTEMPLACIÓN: Medita y reflexiona que el Señor viene en camino, cada día, y te invita a estar preparado. ¿Qué acciones te hacen decir que vives esperando al Señor? ¿En qué haces consistir tu amor a Dios? ¿Lo extrañas? ¿Cómo te preparas? ¿Ayudas a preparar a los tuyos? 

Que el Señor les bendiga. La Paz con ustedes.