jueves, 18 de abril de 2013

lectio 4 DPas C

4 Domingo de Pascua, C. Domingo del Buen Pastor.
 
Este domingo es el Domingo del Buen Pastor y celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El Reino de Dios necesita de ministros y testigos para que la comunidad sea servida y animada en nombre de Jesucristo y de su Espíritu Santo. Estamos invitados a pedir a Dios Padre que envíe más trabajadores para que la Palabra de Dios llegue a todas las gentes.
 
Texto a meditar y hacer oración este Cuarto Domingo de Pascua:
 
Juan 10, 27-30
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno".
 
Lectura (Lectio): lee detenidamente el texto varias veces hasta que te familiarices con él y desentrañes su estructura para entender lo que dice en sí mismo.
El texto de hoy es sumamente breve y muy rico en su contenido. Forma parte del capítulo décimo del evangelio de San Juan cuyo título es: "Yo soy el buen pastor", y tiene como temas centrales: dar la vida por las ovejas, darles vida abundante a las ovejas y el amor y unidad inigualable entre el Padre y el Hijo. EL contexto es de polémica entre los judíos y Jesús y se ubica en una visita al templo en las fiestas de su dedicación. Allí los judíos presionan a Jesús para que declare abiertamente si es o no el Mesías. Jesús les responde afirmando que son sus obras las que hablan pero que ellos no le reconocen porque no son de sus ovejas, cosa que les irrita enormemente y sienten el deseo de matarlo. Por eso Jesús habla del conocimiento y relación personal que existe entre Él, buen pastor, y sus ovejas, y entre Él, que es el Hijo, y su Padre. Tan estrecha es la relación y el conocimiento que les da su vida y les da, además, vida eterna. Puede hacerlo porque el Padre y Él son una misma cosa y sus ovejas están cuidadas y protegidas por estar en las manos suyas y en las del Padre. Por eso los discípulos, en cualquier circunstancia, pueden vivir en paz y seguridad, nadie las puede arrebatar de sus manos y de las del Padre. Las ovejas que escuchan y siguen a Jesús nunca perecerán, tendrán vida abundante y eterna.
 
Meditación (Meditatio): trata de entender lo que te dice la Palabra de Dios ahora en tu vida ordinaria.
Llama mucho la atención el énfasis que Jesús pone al hablar de la relación tan personal, profunda y familiar que se da entre Él y su Padre, entre Él y sus ovejas, que somos todos sus discípulos. Esta relación tiene dos efectos: primero el seguimiento cercano y confiado de sus discípulos en la certeza de que siempre serán protegidos y acompañados sea por Jesús como por el Padre, porque ellos dos son una misma cosa. Y, en segundo lugar, recibirán el don de la vida eterna.
Es claro que nuestras vidas necesitan y piden este tipo de relación, de seguridad y de protección para poder superar el clima y experiencia de soledad, incomunicación, baja autoestima e indiferencia que se vive no sólo de modo general en la sociedad, sino que muchas veces en círculos más estrechos como el laboral, eclesial, escolar, comunitario y hasta familiar. Escuchar a Jesús y seguirlo, es vivir en la seguridad del amor incondicional suyo y del Padre.
 
Oración (Oratio): respóndele a Dios desde tu vida y desde su Palabra con una oración personal. Puedes servirte de esta.
Señor Jesús, tú que eres uno con el Padre y el Espíritu Santo, haz que escuchemos siempre tu voz, que te conozcamos como hermano y como amigo, y que caminemos contigo hacia el Padre. Que tu amor y salvación incondicional saque de nuestras vidas tanto miedo, desesperación y angustia, tanta depresión y desconfianza, soledad e inseguridad que llevan a rupturas y adicciones inútiles, a la destrucción de hogares y al sinsentido de vidas. Gracias Señor Jesús, tú nos valoras tanto que has dado la vida por nosotros como Buen Pastor y nos has puesto en el lugar más seguro que puede haber: las manos de tu Padre. ¡Bendito seas Señor!
 
Contemplación (Contemplatio): haz un momento de silencio y adora, alaba, bendice y pide al Señor lo que gustes sugerido por su Palabra. Luego hazte un propósito semanal de cambio de vida que implique tu persona, tu familia, tu trabajo, tu escuela, amistades y compromisos ordinarios...
 
Que el Señor te bendiga y te guarde y que este domingo, como buen discípulo, escuches atento la palabra de Jesús, tu Buen Pastor, y te dejes mecer confiado en las manos seguras y cariñosas de Dios Padre. No dejes de pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas... a la mejor Dios llama a alguien cercano a ti... o a ti! Ya ves, ¡Nunca se sabe!
 
La Paz con ustedes.

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