jueves, 8 de agosto de 2013

lectio 19 DOrd C

19 DOMINGO ORDINARIO, C.
 
Texto a meditar y orar: Lucas  12, 32-48.
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón.
Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre".
Entonces Pedro le preguntó a Jesús: "¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si este siervo piensa: 'Mi amo tardará en llegar' y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que a los hombres desleales.
El servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más".
 
Lectura (Lectio): (lee atentamente y cuantas veces sea necesario el texto evangélico y descubre su estructura, sus personajes,  sus actitudes, sus relaciones. Busca lo que dice la Palabra de Dios en sí misma).
El evangelio de hoy une el tema de las riquezas, tocado el domingo anterior, con el de la llegada del Reino y la venida repentina del Hijo del Hombre, además marca las actitudes para recibirlos adecuadamente.
Primero de un modo tierno y cariñoso Jesús asegura a sus discípulos que el Padre ha querido darles el Reino como la más grande riqueza e invita a poner el corazón en él y no en los bienes efímeros. El Reino de Dios vale la pena, vale la vida.
Luego, por medio de tres parábolas (la espera del patrón, el cuidado para que la casa no sea asaltada por el ladrón y los siervos fieles)  indica las actitudes necesarias para esperar al Hijo del Hombre: hay que estar vigilantes y atentos, en espera activa y fieles a lo encomendado. Una pregunta de Pedro centra la atención directamente sobre los discípulos que conocen a Jesús y viven con Él: si mucho se les ha dado y confiado, mucho se les pedirá y exigirá.
 
Meditación (Meditatio): (descubre lo que la Palabra de Dios te dice ahora a ti en tu vida ordinaria, en tus circunstancias).
Jesús, con mucha ternura nos asegura a quienes creemos en Él que el Padre quiere llenar nuestro corazón con el regalo del Reino y nos invita a no distraernos apegándonos a cosas pasajeras que sólo brillan un momento y no sostienen la vida en su plenitud. Por eso nos dice que donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón. Nos invita a poner todo lo que somos y tenemos en Dios, a invertirlo en Él y no en cosas que se acaban porque si eso hacemos nos acabaremos rápido, del mismo modo que las cosas que elegimos. Si Dios y su Reino son los elegidos y en ellos ponemos nuestro corazón vigilante, atento, fiel, no tendremos un final de cosa, sino la trascendencia y eternidad de Dios mismo y su Reino. Por otra parte la vigilancia, servicio y fidelidad al Reino de Dios trae un premio seguro desde el mismo momento en que lo elegimos. Sale lógico que si se nos ha dado y confiado mucho también se nos pida y exija mucho.
 
Oración (Oratio): (desde lo que dice la Palabra en sí misma y desde lo que te dice para la vida respóndele, háblale, dialoga con Él).
Señor Jesús, enséñanos a valorar el Reino dado por tu Padre más que a todas las cosas y vivir eligiendo y haciendo todo aquello que lo haga llegar y crecer. Enséñanos a poner nuestro corazón en tu Padre como lo pusiste con tanta confianza tú. Enséñanos a estar siempre listos y preparados, con la lámpara de la fe, la esperanza y la caridad encendida. Enséñanos a ser prudentes, fieles y generosos en lo ordinario de la vida y en todo aquello que nos has encomendado en la sociedad, en la Iglesia y en la familia para hacer de ti nuestro tesoro y nuestro premio desde ahora y vivir contigo en plenitud después.
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Contemplación (Contemplatio): haz silencio, adora, alaba y bendice, déjate consolar e iluminar y toma una decisión que construya tu vida familiar, laboral, escolar, social para la siguiente semana...
 
 
 
La Paz con ustedes.

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