miércoles, 23 de octubre de 2013

lectio 30 DOrd C

 

30 Domingo Ordinario, C.
Texto a meditar y orar del Evangelio de San Lucas 18, 9-14
 
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás.
"Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'.
El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'.
Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo?, lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes,  actitudes y relaciones). Jesús que dirige su enseñanza a un grupo de gentes. Y Jesús, en la parábola, presenta dos personajes; el fariseo que es presentado como sinónimo de hipocresía, aunque fuera un pío israelita, justo, profundamente religioso que fundamentaba todo su vida sobre Dios y sobre la ley como única preocupación de su existencia; y el publicano, un  rico económicamente que hace del pecado su oficio. El relato hace una comparación de dos personas confrontados en su forma de rezar, de creer y de relacionarse con Dios. El contenido de la oración del fariseo es de agradecimiento dirigido a Dios por ser diverso y mejor que los otros hombres que en general son pecadores; su preocupación es la de distinguirse del publicano (cuyo oficio se consideraba impuro), nace de una exigencia religiosa que obedecía a la necesidad de pureza legal. Su oración es la de un fiel seguro, sin nada que lo inquiete, cuya medida o parámetro de juicio está constituido por las cosas hechas y por hacer. En cambio el publicano en su oración es consciente de sus propias culpas, confiesa su culpabilidad y una exigencia de perdón dirigida al Dios de los pecadores y de los necesitados. Este hombre pone a Dios como el único sujeto que le puede perdonar sus faltas y por lo mismo justificarle de sus delitos.
 
 
Meditación: (Meditatio) "…y encontrarás meditando". (Qué te dice a Ti el texto).  El Evangelio de hoy nos motiva a rezar desde nuestra impotencia y desde nuestras faltas. La parábola nos invita a caer en la cuenta que no deberíamos recordarle a Dios, en la oración,  lo que hemos hecho sino, como el publicano, lo que nos falta aún por hacer. No tendríamos que mencionarle lo malo que son los demás ni decirle lo bueno que hemos sido nosotros. Para sentirnos agraciados con Dios, no hace falta sentirnos mejores que los demás, bastaría con sabernos peores de lo que Dios nos quisiera. El pecador reconoció que su vida no estaba a la altura de lo que Dios quería, le dijo que no era digno de él y que lo sentía de verdad. En cambio el fariseo, su equivocación estuvo  en que se vio bueno por ser mejor que los demás y no por verse como Dios lo veía.
El anuncio del Evangelio se encuentra en afirmar que Dios es justo porque salva al pecador. La justicia de Dios es gratuidad. Este es el rostro de Dios que el fariseo no logra descubrir; su experiencia no es aquella de la existencia donada y salvada por la gratuidad de Dios.

Oración: (Oratio) "Llama orando" (¿Qué le digo yo a Dios).  Líbranos, Señor, de todo falso comportamiento religioso; del error de creernos mejor que los demás; de sentirnos satisfechos de nosotros mismos, de creernos siempre con la razón, de creer que tenemos la verdad y de servirnos de ella para juzgar y condenar; de sentir que estás con nosotros porque somos cumplidores, observantes, trabajadores, y porque nada se escapa del control; ¡ábrenos los ojos a nuestras culpas, Oh, Señor! y no sobre las culpas de los otros. Conscientes de nuestro pecado lo confesaremos humildemente con la seguridad que nos da el saber que Tú nos perdonas. Así podremos gustar la alegría de ser perdonados y justificados por tu grande amor, Señor.

 
Contemplación (Contemplatio): "…y se te abrirá por la contemplación"
Realizo mi oración delante de Dios y delante de Él confieso no ser tan bueno como Él me quiere  pero sentirme y saberme justificado por su presencia y por su amor.
 
 
 
 
La Paz con ustedes.

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