miércoles, 31 de diciembre de 2014

lectio EPIFANIA DEL SEÑOR

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR. B.
 
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Mateo 2, 1-12
 
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisarán el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura. "Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes". Con esta sencilla y contundente frase San Mateo nos ubica geográfica, histórica y teológicamente de modo inmediato. Destacan como personajes del texto: Jesús, que acaba de nacer; el rey del territorio donde nace Jesús, Herodes; unos magos, o mejor dicho unos sabios de oriente, que buscan al "rey de los judíos para adorarle", y María, la madre del niño. Por otra parte también una estrella tiene protagonismo en el texto dado que "guía" a los sabios de oriente hasta el lugar donde Jesús acaba de nacer y allí le ofrecen regalos, después de adorarlo.
Las actitudes y sentimientos mostrados por los personajes nos enseñan y guían a nosotros en la propia búsqueda del Mesías y Salvador. En los sabios de oriente notamos, junto con la búsqueda y la inquietud, el reconocimiento de que el niño que nació en Belén es hombre, y le ofrecen mirra, es rey de los judíos y le ofrecen oro, es Dios y lo adoran ofreciéndole incienso. Notable es su inmensa alegría por haber culminado exitosamente su búsqueda. Contrasta con la actitud de los extranjeros la del rey Herodes. Tan lejano está de la realidad y de su pueblo que ignora lo que está sucediendo en su propio territorio, aunque "ya lo había dicho el profeta", y además se sobresalta puesto que ve en ese niño una amenaza para su inseguro y corrompido poder que una liberación de ataduras para él mismo y para su pueblo. Queda también claro que los conocedores de las escrituras saben del anuncio de su nacimiento a detalle, pero eso no les faculta para reconocerlo ya nacido entre ellos, mientras que los extranjeros vienen desde lejos buscándole y se acercan a reconocerle para rendirle adoración, ellos sí creen que Dios puede hacerse hombre. Hay otro personaje que sólo es señalado una vez y que sin separarse del niño permanece en silencio contemplando a su Hijo: María.
Meditación. Esta "epifanía", esta manifestación de Dios también a los extranjeros, después de haberse manifestado ya a los sencillos pastores la noche de Navidad, nos da una idea de la universalidad del amor de Dios, del regalo de la salvación a toda la humanidad en la persona de Jesús, rebasando ámbitos culturales, sociales y políticos. Dios se manifiesta como Dios de todos y para todos, él es la luz y alegría de todas las personas de todos los tiempos, de todas las naciones. Para poder entender y aceptar la epifanía de Dios hoy es necesario que nos abramos a signos diversos de la vida ordinaria, al diálogo frecuente, a la pregunta inquieta en la vida humana de todos los días. Si el Hijo de Dios se hizo humano para humanizarnos y para divinizarnos, quiere decir que desde lo humano recibiremos su luz y podremos encontrarle, reconocerle y adorarle como Hijo de Dios. Ese es el objetivo y finalidad de toda búsqueda, de todo camino, de toda vida: encontrar, reconocer y adorar alegremente al Hijo de Dios, al rey-pastor y salvador universal hecho hombre, porque en él nos podemos ver y encontrar pacífica y auténticamente todos los pueblos. Así entendemos más el por qué esta fiesta es una llamada más a ser una Iglesia misionera, una Iglesia en salida, como dice el Papa Francisco, para que todos los pueblos, anuncien, reconozcan, amen y adoren a Cristo Jesús, ya que es el único Salvador.
 
Oración. Señor Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, luz y alegría de todas las gentes, de todos los pueblos y naciones de la tierra, abre nuestras mentes y nuestros corazones para buscarte y aceptarte, para reconocerte y adorarte en nuestra vida, en la humildad de nuestra carne. Que de María, tu santa madre, aprendamos a contemplarte en humilde silencio y que jamás nos separarnos de ti. Que de los sabios extranjeros aprendamos a buscarte sin descanso y a no ceder ante las dificultades, ni ante las tentaciones, ni ante las presiones de los poderosos; que de ellos, "llamados reyes", aprendamos a ofrecer más que a pedir regalos. Sé Tú nuestra luz, nuestra alegría y nuestra esperanza; sé tú el centro de nuestras vidas, de nuestras familias y de nuestros pueblos. Hijo de Dios hecho hombre, sé tú nuestro amor y nuestra paz. Amén.
 
Te invito a hacer un momento de silencio que te permita contemplar y adorar a Jesús recién nacido como luz, alegría y Salvador de todas las gentes.
 
Feliz "fiesta de Reyes" en la cual te dones generosamente a Dios y a las personas que están a tu alrededor. Feliz Año 2015.
 
 
 
 
La Paz con ustedes.

martes, 23 de diciembre de 2014

lectio SAGRADA FAMILIA B

 
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Lucas 2, 22-40
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
"Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel".
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Lectura. LECTIO
La purificación de la madre y el rescate del primogénito que se señalan en este relato evangélico, estaban previstas por la ley de Moisés. La familia de Jesús sigue sujeta, en su vida ordinaria, al imperio de la ley; todo sucede según estaba establecido por Dios; María y José cumplen con toda la ley.
El sentido que Lucas da al acontecimiento se deja ver en su presentación de los dos ancianos, Simeón y Ana y, más concretamente, en la acción de gracias de Simeón: la presentación de Jesús en el templo señala el día esperado por el Israel fiel, que ha envejecido dedicado a Dios sin perder la esperanza de ver su salvación, una salvación pensada para todos los pueblos, "luz que ilumina y gloria de Israel". Para la imagen que da San Lucas de María, es decisivo, el anuncio de Simeón: "Y a ti misma una espada atravesará el alma"; su sentido global es que María  participará del destino trágico de su Hijo; el rechazo que va a sufrir partirá su alma; la madre de Dios vivirá su existencia profundamente herida, su familiaridad con Dios no le ahorrará una vida desgarrada.
Los padres de Jesús tuvieron que someterse a la legislación que regulaba toda paternidad en Israel: detrás de todo nacido en Israel está el Dios de la vida. Llevando a su hijo al templo reconocían que, ofreciendo el sacrifico requerido, lo iban a rescatar para sí. Cumpliendo la ley, los padres de Jesús, reconocen públicamente que Dios era el auténtico Padre.
Fueron dos ancianos quienes conocían y profetizaron el destino de Jesús y preanunciaron el destino de María. Porque esperaban desde antiguo: la espera del Mesías, perseverante y excluyente de otras ilusiones y la salvación del pueblo su única preocupación. Reconocieron en el niño al Salvador esperado, porque habían envejecido sin desesperar de ver al Señor y saber que un día se les haría presente. 
Meditación, MEDITATIO
El relato de San Lucas subraya, sobre todo, la vida de obediencia a Dios y el estricto cumplimiento de su ley que caracterizó a los padres de Jesús.
Ser madre de Dios no fue para María un privilegio, aunque había sido una gracia extraordinaria: la madre de Jesús tuvo que cumplir con la ley, que exigía la purificación de madre y la presentación del primogénito a Dios, a los ocho dias del nacimiento. Confiarse a Dios no exime de la deuda de obediencia que con Él hemos contraído: la invitación personal que María recibió, no la libró del seguimiento de la normativa habitual.
José y María se tuvieron que someter a la legislación que regulaba toda paternidad en Israel: detrás de todo nacido, está el Dios de la vida: ellos aceptaron que Dios interviniera de forma más personal en el nacimiento de Jesús, su hijo. Y llevándolo al templo, lo reconocían. Creían que, ofreciendo el sacrificio requerido, lo iban a rescatar para sí: no sabían que, una vez que hubieron permitido a Dios que entrase en sus vidas, no lograrían ya deshacerse de
Una forma segura de buscar la voluntad de Dios, está en cumplir los deseos conocidos de Dios; su ley escrita es la norma de vida de quien le es próximo; quien se ha familiarizado con su viva voz no pondrá objeciones a reconocer su palabra escrita. Si el creyente se ocupa como la Sagrada Familia en cumplir lo que ya sabe, la ley conocida, estará ya oyendo la voz que echaba de menos. La obediencia al más obvio, a lo más fácil, prepara para la escucha de lo más exigente y menos evidente.
El futuro de María queda comprometido de por vida, y esto es anunciado por un extraño, puesto que la eligió para proponer planes de salvación. María recibió de Simeón el anuncio de nuevos servicios; y más dolorosos, por cierto. Y esta vez, no le pidieron su consentimiento: Dios ya contaba con ella; tan sólo tuvo la delicadeza de prevenirla.
Fueron unos ancianos quienes conocían y profetizaron el destino de Jesús y preanunciaron el destino de María. Porque esperaban desde antiguo: la espera del Mesías era su única ocupación, porque el pueblo y su bienestar era su única preocupación. Reconocieron en el niño al Salvador esperado, porque habían envejecido sin desesperar de ver al Señor y su día: Saber esperar es permanecer fiel y conservar ojos y el corazón despiertos, tanto como para descubrir el perfil y el rostro del Dios esperado.
Oración. ORATIO
Dios y Padre Bueno: Que nos has llamado como María a ser obedientes y que nos has pedido nuestro consentimiento para participar contigo en tus planes; llena de esperanza nuestras vidas, de anhelos de tu pronta presencia en medio de nosotros; que sepamos descubrirte presente en el cumplimiento de tu voluntad, de tu ley y de tu Palabra como lo hicieron María, José, Simeón y Ana. Que Dóciles a la acción del Espíritu Santo aprendamos a captar las señales de tu presencia y que descubriéndote seamos obedientes, sin importarnos las nuevas tareas que nos vas pidiendo como le pediste a tu Madre. Te alabamos, Padre Bueno, por tu sierva María, porque en ella encontramos el modelo de seguimiento de tu Hijo.
Contemplación. CONTEMPLATIO
Reflexiona, medita y agradece al Señor el haber nacido en una familia como la tuya  y saber que Dios se fija en Ti, en tu familia y nos invita a participar en sus planes; a reconocerle hasta compartir la misma suerte de su Hijo haciendo su voluntad.
Por eso en esta fiesta vamos pidamos a Dios que nos ayude a revalorizar a la familia a ilusionarnos con nuestra familia y llenarla de esperanza sabiendo que la alegría más grande es que Dios está con nosotros.
LA FAMILIA DE NAZARET.
Era pobre y silenciosa,
pero con rayos de luz;
olor a jazmín y rosa
y el Niño que la alboroza:
es la casa de Jesús.
 
Un taller de carpintero
y un gran misterio de fe;
manos callosas de obrero,
justas manos de hombre entero:
es la casa de José.
 
Había júbilo y canto;
ella lavaba y barría,
y el arcángel saludando
repetía noche y día:
"Casa del Ave María"
 
Familia pobre y divina,
pobre mesa, pobre casa,
mucha unión, ninguna espina
y el ejemplo que culmina
en un amor que no pasa.
 
Concede, Padre, Señor,
una mesa y un hogar,
amor para trabajar,
padres a quienes querer
y una sonrisa que dar. Amén
Que Dios les bendiga y Santa Navidad y Feliz Año Nuevo 2014.
La Paz con ustedes.

martes, 16 de diciembre de 2014

lectio 4 DAdv B

4 DOMINGO DE ADVIENTO, B.
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Lucas 1, 26-38.
En aquello tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande, y será llamado Hijo de Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".
María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?". El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
LECTURA
El episodio se centra en dos momentos: la revelación del Plan divino; y el consentimiento de María. Más que una simple narración de aparición de un ángel, ésta es la crónica de la misión que tendrá que llevar adelante María. Porque Dios anuncia su presencia presentando su plan y, a través de él, presentándose a sí mismo, a María. Vocación personal y revelación de Dios coinciden. El saludo angélico es insólito; antes de decirle a la doncella lo que Dios quiere de ella le ha expresado cuánto la ha querido Dios; y antes de darle la tarea, le ha hecho sentir que la ha escogido.
Los Personajes: El Ángel es el enviado de Dios que siempre lleva un anuncio de alegría y de esperanza; anuncia nacimientos y revela eventos mesiánicos, explica unos y otros. En el anuncio a María, Gabriel desempeña contemporáneamente todos estos roles. - María. Siempre queda identificada como mujer que tiene como proyecto de vida el matrimonio; y la virginidad, a la que se aludirá más tarde, no será el obstáculo, sino, más bien, el requisito para el proyecto divino. Dios le va a preparar planes para los que ni estaba preparada ni se estaba preparando.-  El Novio-.José, el prometido de María, viene mencionado en el Nuevo Testamento siempre en relación al origen de Jesús. Al asegurar al hijo de María la ascendencia de David, José da sólida base a la reivindicación cristiana del mesianismo para Jesús.
 
MEDITACIÓN
María está presentada hoy como modelo de colaboración con Dios, que anda buscando un modo de encarnarse. Porque el Dios que nació de María, tiene necesidad de colaboradores para hacerse presente y vivo en nuestro mundo. Por lo tanto hoy tenemos que darnos cuenta de la necesidad que el Dios de la Navidad siente de fieles que le crean, que le escuchen, cuando descubre su plan de encarnación entre los hombres. Hay que tomar en serio esta "urgencia" que tiene Dios. Un Dios así, tan necesitado como para necesitar de nosotros, se ha puesto a nuestra altura, merece nuestra confianza; un Dios así, que pide permiso para entrar en nuestra vida que cuenta con nosotros para hacerse prójimo de los demás, es de fiar, merece más que respeto. Dios quiere encarnarse en nuestro mundo y sigue buscando creyentes que se declaren dispuestos como María, a acogerlo sinceramente, con el corazón, totalmente, en sus vidas.
 
ORACION
Gracias, Padre Bueno, porque cuando buscas salvar a tu pueblo, nos invitas a prestarte nuestras vidas y a creer en Ti. María nos ayuda a contemplar agradecidos el Plan de Amor que has pensado. Agradecidos porque nos llamas y nos tomas en cuenta y porque te has hecho encontradizo con nuestro mundo te pedimos que nos proporciones la capacidad de acogida y de obediencia que encontraste en María. Bendito seas, Señor, por las maravillas que obraste en María Virgen. Al tiempo que soñamos y nos deseamos Tu intervención en cada uno de nosotros: ¡Y bendito también porque estarías dispuesto a repetirlas con nosotros, si en nosotros encontraras siervos como María. Amén.
 
CONTEMPLACIÓN
Con María, maravillémonos del Dios que nos ha concedido un puesto en su proyecto..., siempre que nosotros le concedamos un puesto en nuestra vida.
Los 3 pasos del Papa Francisco para vivir bien la Navidad
A la verdadera alegría de Navidad no le basta una "buena comilona", que también es algo bueno, ni el consumismo es la mejor manera de preparar la fiesta, de forma que llegamos con ansia al 24 de diciembre diciendo "me falta esto, me falta aquello. Esta no es la verdadera alegría cristiana".

Pocos días antes de Navidad, el Papa Francisco, en su octava visita a una parroquia romana, lanzaba su llamamiento por una fiesta que tenga más que ver con la alegría cristiana que con la carrera por los regalos.
 
Tres son los pasos para prepararse de forma digna a la Navidad, dice el Papa: "recemos en estos días, demos gracias a Dios y después pensemos '¿Dónde puedo ir a llevar alivio al que sufre?'. Ayudar a los demás. Así llegaremos ungidos al Nacimiento de Cristo, el Ungido".

Hay que dar gracias por todas las cosas buenas que la vida nos da y no hacer como "sor Lamentos", sonríe el papa recordando el mote que le dieron las hermanas a una religiosa que él conocía, una de esas personas que "no saben dar gracias a Dios" y "encuentran siempre algo de que lamentarse". El cristiano no puede vivir así, con "la cara amargada, inquieta. Nunca un santo o una santa han tenido cara fúnebre".
Preparémonos para la Venida del Señor.
 
 
La Paz con ustedes.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

lectio 3 DAdv B

3 Domingo de Adviento, B.
 
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Juan 1, 6-8.19-28.
 
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a uno sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?"
Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?" Él les respondió: "No lo soy", ¿Eres el Profeta?" Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?" Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Enderecen el camino del Señor', como anunció el profeta Isaías".
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias".
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
(lee este texto, serena y tranquilamente una o varias veces hasta desentrañar parte de su estructura, personajes y organización)
 
Lectura: (Lectura de lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor): Este hecho sucede en Betania. Los dirigentes del pueblo judío envían a Juan, sacerdotes y levitas, para preguntarle a título de qué está haciendo un nuevo rito de abluciones. ¿Quién eres tú? Y Juan declara que no es el Mesías; sino por el contrario, dirige la discusión sobre la personalidad de Cristo, mucho más importante que la suya pero desconocida. Aparece como aquel que se esfuerza para despertar a la gente y orientarla hacia la manifestación inmediata del Mesías. Juan se describe a sí mismo como "La voz que grita en el desierto" citando el texto del profeta Isaías. Él no era la luz sino testigo de la Luz.
 
Meditación: (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora en mi familia, vida y circunstancias): Podemos meditar en lo siguiente: que en medio de nosotros está Alguien a quien corremos el riesgo de no reconocer. La atención se dirige no sobre Juan el bautista sino sobre Jesús: "alguien que viene detrás de mí". Así entendemos las respuestas que da Juan a los enviados de los judíos, con las que quiere apartar de sí la atención, para dirigirla únicamente en aquel que "viene detrás" y que está "en medio de ellos", aún sin que ellos lo conozcan. Esa es precisamente su misión y por ello se alegra plenamente: de que la gente se interese por el Mesías, y Juan deba disminuir y desaparecer de la escena. Juan siempre señala al que es importante, y nunca quiere ocupar un lugar que no le corresponde. Este tiempo nos invita a toda la Iglesia a saber señalar a Aquel que viene, difundir con claridad que El, Jesús, es el verdaderamente importante. Para eso es necesario que "Enderecen el camino el Señor", es la llamada serena y exigente para recibir la presencia del Dios que se hace presente para salvarnos: Dios que salva, Jesús el Señor.
 
Oración: (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo): Señor, nos invitas en este Domingo hacer nacer ya la alegría y se nos anima a la espera. Es tu venida Señor Jesús: "que vendrá para los pobres y los humildes, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón y la libertad a los prisioneros y a anunciar el año de gracia del Señor", ya lo decía Isaías. Juan el bautista es el testigo del Mesías que viene, al que presenta como un desconocido que ya está en medio de nosotros. Ayúdanos a descubrir, el Evangelio, la Buena Nueva del Amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús. Por eso, viven alegres los cristianos que lo descubren.
 
Contemplación: (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar, adoro, alabo, y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios en mi vida ordinaria, personal, familiar, laboral, social, escolar…): La Alegría es el aspecto importante de este tercer domingo de Adviento. Y el tema de la alegría es principal en las Escrituras, se encuentra por todas partes en el Antiguo y Nuevo testamento. El mensaje de la Biblia es siempre optimista: Dios quiere la felicidad de las gentes. Y los cristianos deben saber que la Buena Nueva de la salvación es un mensaje de alegría; basada en la victoria de Cristo, con su nacimiento, muerte y resurrección. El mundo no es absurdo ya que Dios le ama, y el principio vital de su éxito se nos ha dado una vez por todas en Jesucristo. La alegría que caracteriza este Domingo es por el siguiente motivo: "El Señor está cerca".
 
Somos todos invitados a celebrar el gran misterio de nuestra salvación, por el Nacimiento de Jesús, con un corazón nuevo y una inmensa alegría.
 
 
 
La Paz con ustedes.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

lectio 2 DAdv B

 
Segundo Domingo de Adviento, B.
 
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Marcos 1, 1-8
 
Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 
En el libro del profeta Isaías está escrito:
He aquí que yo envió a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen su senderos".
En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura: San Marcos comienza su evangelio afirmando, que Jesús es, Buena Noticia, es decir, Evangelio, porque es el Mesías e Hijo de Dios. Esta afirmación la conecta con la profecía de Isaías donde se anuncia la venida de un precursor para que le prepare el camino y la llegada al Hijo de Dios. Este precursor y anunciador no es otro que Juan el Bautista predicando en el desierto. Juan, en su predicación, invita a todos a volverse a Dios y a ser bautizados para que les queden perdonados sus pecados. San Marcos dice que la gente buscaba y escuchaba a Juan, además confesaba sus pecados y éste los bautizaba en el río Jordán. Se nos presenta la figura de Juan, a quien apodaban el 
"bautizador", tanto en su exterior como en su interior, nos deja ver a un hombre que vive y viste austeramente y que mantiene su corazón humilde y lleno de esperanza al reconocer que sólo busca preparar el camino; Juan es un hombre que sale del desierto y era una voz que clama en el desierto,  para que todos reciban a alguien más grande que él, es decir, a Jesús, Mesías e Hijo de Dios, el cual bautizará con el Espíritu Santo.
 
Meditación: Cuando escribió Marcos este evangelio ya habían pasado algunos años de la muerte y resurrección del Señor; estaban en plena evangelización apostólica; y por otro, tenían lugar las persecuciones desde el año 64 dC y las comunidades sufrían todo esto. Y Marcos escribe a las comunidades alentándolas. El evangelio de hoy nos recuerda que Jesús, quien es nuestra esperanza y nuestra salvación, viene a nuestro encuentro y requiere de un camino, de una vida, bien preparada para recibirle. Tanto el profeta Isaías como Juan el Bautista gritan desde el fondo de su fe y abren la puerta del consuelo y de la esperanza a un pueblo sumergido en problemas hasta el desánimo y la desesperación. Anuncian que el amor misericordioso de Dios llega en la persona de Jesús, quien vive en medio de las personas. Él trae paz y salvación, concretizando de ese modo la esperanza de todos. Este Jesús esperado y anunciado, es el que bautiza con el Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Dios, y es el único que puede transformar desde la raíz nuestras vidas, nuestras familias y nuestra sociedad. El cambia nuestra mentalidad para que podamos ser capaces de recibir y vivir la buena noticia, que es el amor salvador de Dios en Jesús. Esta salvación anunciada por los profetas y personificada en Jesús nos pide vivir de acuerdo a un proyecto de vida distinto y mejor del que ahora llevamos, hasta dejar que Jesús haga vida en nosotros y en nuestros ambientes cotidianos. Precisamente los modelos para vivir este tiempo de esperanza son los profetas Isaías y Juan el bautista y, sobre todo, la Virgen María. Dejémonos acompañar por ellos. Tenemos que hacer como Juan  y hacer experiencia de "desierto". Un "desierto" necesario. En el mundo se dan fenómenos nada evangélicos y se vive como encandilado por las grandezas y por la fastuosidad de muchas cosas, las gentes de hoy sienten la seducción del progreso técnico, el reclamo de paraísos alucinantes en que reinan la droga, el sexo y el alcohol, la dulce y adormecedora inconciencia del pecado... En estas circunstancias surge la necesidad del "desierto": lugar o estado del espíritu donde recrear el ambiente propicio y favorable para encontrarse con Dios y con la propia dignidad de imagen e hijo de Dios, mediante el silencio interior y el recogimiento de los sentidos, mediante la meditación y la plegaria asiduas. Ante la pérdida del sentido de Dios y del sentido del pecado se requieren "espacios", sean exteriores o interiores, de recuperación de sentido, de retomar principios, valores y convicciones que debemos buscar en el mismo ser de la persona y del cristiano.
 
Oración: Es precisamente a través de Juan Bautista, quien nos puede ayudar a vivir en oración: "Juan, eres la voz que clama a todos, has venido del desierto, donde te has encontrado con Dios. Clamabas y anunciabas ese gran día, y nosotros deseamos, soñamos y queremos la llegada de su Reino. Tenemos que prepararnos y estar dispuestos a recibir al Señor que viene y llega".
 
Contemplación: Dedica momentos de tus días, haz "desiertos" en tu vida; silencios profundo, para que desde allí puedas adorar, alabar, bendecir, preparar y recibir a Jesús que viene. La Palabra del Señor: "Preparen el camino del Señor, enderecen su senderos". La contemplemos y la vivamos.
 
 
Acción: .Que el tiempo de Adviento para reparar la venida del Señor nos impulse a:
Lo que ha pasado en Iguala muestra que es toda la sociedad mexicana la que tiene que cambiar. Una propuesta de Los miembros del Consejo Nacional de Laicos se comprometieron en un programa de seis puntos que son los siguientes:

1. Difundir y asumir el pronunciamiento "¡¡Basta Ya!!" del Episcopado Mexicano, recientemente elaborado por nuestros Pastores en su pasada Asamblea.

2. Trabajar por el desarrollo social integral contribuyendo a acortar la brecha entre los que tienen mucho y los que casi no tienen nada.

3. Hacer conciencia de que la solución a la violencia no está en dejar el problema sólo en manos de la clase política, de los gobernantes y de las fuerzas armadas y policías. La solución pasa por el quehacer de todos desde los distintos campos de acción ciudadana y profesional, pero también desde las acciones pastorales de la Iglesia en México.

4. Ser constructores de paz comenzando por nuestro interior y familia, movimiento y diócesis, comunidad y ambiente vital, a fin de sumar esfuerzos que, aunque pequeños, expresan la fuerza transformadora del Evangelio.

5. Practicar el encuentro, el diálogo, la búsqueda conjunta de soluciones, la justicia, pero también la misericordia y el perdón cuando sea necesario, tanto con los violentos que se benefician de la violencia, como a los que desconocen que su acción contribuye a preservarla.

6. A mantener la esperanza activa, al proclamar en la Misión Permanente, que en Jesús Resucitado el mal no tiene la última palabra, a dar testimonio de que éste se vence a fuerza de introducir el bien en nuestras vidas.
 
Que en estos doce días en preparación a la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe pidamos por la Paz y la Justicia en nuestro México.
La Paz con ustedes.

lectio 2 DAdv B

 
Segundo Domingo de Adviento, B.
 
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Marcos 1, 1-8
 
Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 
En el libro del profeta Isaías está escrito:
He aquí que yo envió a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen su senderos".
En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura: San Marcos comienza su evangelio afirmando, que Jesús es, Buena Noticia, es decir, Evangelio, porque es el Mesías e Hijo de Dios. Esta afirmación la conecta con la profecía de Isaías donde se anuncia la venida de un precursor para que le prepare el camino y la llegada al Hijo de Dios. Este precursor y anunciador no es otro que Juan el Bautista predicando en el desierto. Juan, en su predicación, invita a todos a volverse a Dios y a ser bautizados para que les queden perdonados sus pecados. San Marcos dice que la gente buscaba y escuchaba a Juan, además confesaba sus pecados y éste los bautizaba en el río Jordán. Se nos presenta la figura de Juan, a quien apodaban el 
"bautizador", tanto en su exterior como en su interior, nos deja ver a un hombre que vive y viste austeramente y que mantiene su corazón humilde y lleno de esperanza al reconocer que sólo busca preparar el camino; Juan es un hombre que sale del desierto y era una voz que clama en el desierto,  para que todos reciban a alguien más grande que él, es decir, a Jesús, Mesías e Hijo de Dios, el cual bautizará con el Espíritu Santo.
 
Meditación: Cuando escribió Marcos este evangelio ya habían pasado algunos años de la muerte y resurrección del Señor; estaban en plena evangelización apostólica; y por otro, tenían lugar las persecuciones desde el año 64 dC y las comunidades sufrían todo esto. Y Marcos escribe a las comunidades alentándolas. El evangelio de hoy nos recuerda que Jesús, quien es nuestra esperanza y nuestra salvación, viene a nuestro encuentro y requiere de un camino, de una vida, bien preparada para recibirle. Tanto el profeta Isaías como Juan el Bautista gritan desde el fondo de su fe y abren la puerta del consuelo y de la esperanza a un pueblo sumergido en problemas hasta el desánimo y la desesperación. Anuncian que el amor misericordioso de Dios llega en la persona de Jesús, quien vive en medio de las personas. Él trae paz y salvación, concretizando de ese modo la esperanza de todos. Este Jesús esperado y anunciado, es el que bautiza con el Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Dios, y es el único que puede transformar desde la raíz nuestras vidas, nuestras familias y nuestra sociedad. El cambia nuestra mentalidad para que podamos ser capaces de recibir y vivir la buena noticia, que es el amor salvador de Dios en Jesús. Esta salvación anunciada por los profetas y personificada en Jesús nos pide vivir de acuerdo a un proyecto de vida distinto y mejor del que ahora llevamos, hasta dejar que Jesús haga vida en nosotros y en nuestros ambientes cotidianos. Precisamente los modelos para vivir este tiempo de esperanza son los profetas Isaías y Juan el bautista y, sobre todo, la Virgen María. Dejémonos acompañar por ellos. Tenemos que hacer como Juan  y hacer experiencia de "desierto". Un "desierto" necesario. En el mundo se dan fenómenos nada evangélicos y se vive como encandilado por las grandezas y por la fastuosidad de muchas cosas, las gentes de hoy sienten la seducción del progreso técnico, el reclamo de paraísos alucinantes en que reinan la droga, el sexo y el alcohol, la dulce y adormecedora inconciencia del pecado... En estas circunstancias surge la necesidad del "desierto": lugar o estado del espíritu donde recrear el ambiente propicio y favorable para encontrarse con Dios y con la propia dignidad de imagen e hijo de Dios, mediante el silencio interior y el recogimiento de los sentidos, mediante la meditación y la plegaria asiduas. Ante la pérdida del sentido de Dios y del sentido del pecado se requieren "espacios", sean exteriores o interiores, de recuperación de sentido, de retomar principios, valores y convicciones que debemos buscar en el mismo ser de la persona y del cristiano.
 
Oración: Es precisamente a través de Juan Bautista, quien nos puede ayudar a vivir en oración: "Juan, eres la voz que clama a todos, has venido del desierto, donde te has encontrado con Dios. Clamabas y anunciabas ese gran día, y nosotros deseamos, soñamos y queremos la llegada de su Reino. Tenemos que prepararnos y estar dispuestos a recibir al Señor que viene y llega".
 
Contemplación: Dedica momentos de tus días, haz "desiertos" en tu vida; silencios profundo, para que desde allí puedas adorar, alabar, bendecir, preparar y recibir a Jesús que viene. La Palabra del Señor: "Preparen el camino del Señor, enderecen su senderos". La contemplemos y la vivamos.
 
 
Acción: .Que el tiempo de Adviento para reparar la venida del Señor nos impulse a:
Lo que ha pasado en Iguala muestra que es toda la sociedad mexicana la que tiene que cambiar. Una propuesta de Los miembros del Consejo Nacional de Laicos se comprometieron en un programa de seis puntos que son los siguientes:

1. Difundir y asumir el pronunciamiento "¡¡Basta Ya!!" del Episcopado Mexicano, recientemente elaborado por nuestros Pastores en su pasada Asamblea.

2. Trabajar por el desarrollo social integral contribuyendo a acortar la brecha entre los que tienen mucho y los que casi no tienen nada.

3. Hacer conciencia de que la solución a la violencia no está en dejar el problema sólo en manos de la clase política, de los gobernantes y de las fuerzas armadas y policías. La solución pasa por el quehacer de todos desde los distintos campos de acción ciudadana y profesional, pero también desde las acciones pastorales de la Iglesia en México.

4. Ser constructores de paz comenzando por nuestro interior y familia, movimiento y diócesis, comunidad y ambiente vital, a fin de sumar esfuerzos que, aunque pequeños, expresan la fuerza transformadora del Evangelio.

5. Practicar el encuentro, el diálogo, la búsqueda conjunta de soluciones, la justicia, pero también la misericordia y el perdón cuando sea necesario, tanto con los violentos que se benefician de la violencia, como a los que desconocen que su acción contribuye a preservarla.

6. A mantener la esperanza activa, al proclamar en la Misión Permanente, que en Jesús Resucitado el mal no tiene la última palabra, a dar testimonio de que éste se vence a fuerza de introducir el bien en nuestras vidas.
 
Que en estos doce días en preparación a la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe pidamos por la Paz y la Justicia en nuestro México.
La Paz con ustedes.