Texto a meditar, orar y vivir:
Lectura (Lectio): (lee atentamente el texto varias veces hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central).
Este relato es narrado en los evangelios seis veces y por lo mismo su repetición es un reflejo de la importancia que tenía la multiplicación de los panes para los primeros creyentes. El relato es un recuerdo fresco en la mente de los que lo vieron y vivieron, cuando recordaban que Dios alimentó antiguamente a su pueblo por el desierto con el maná; pero Jesús superará a Moisés y al hecho del desierto cuando es Él quien alimenta a los creyentes. Enseguida, los discípulos también son invitados a dar de comer al gentío y aunque la tarea parece imposible para ellos al principio, Jesús les enseña que la solución está en el compartir. Y posteriomente, hay que notar que el relato posee un tono litúrgico, que recuerda otro parecido como es la institución de la Eucaristía: “al atardecer, tomó los panes, pronunció la bendición, los partió y se los dio a los discípulos…” Jesús ofrece así el banquete del Reino. Encontramos estos personajes: Juan el Bautista que lo habían matado, Jesús, la gente que lo seguía, la muchedumbre, los enfermos, los discípulos, los hombres (cinco mil), las mujeres y los niños. Y los verbos: seguir, ver, compadecerse, despedir, irse y comprar, dar, traer, mandar, tomar, mirar, pronunciar la bendición, partir, dar, distribuir, comer, sobrar, llenarse. Lugares: en una barca, en un lugar apartado, en lo despoblado y empezando a oscurecer, el sentarse sobre el pasto. Jesús que se compadece e interviene, curando enfermos, y saciando el hambre de las gentes.
Meditación (Meditatio): (saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad).
Uno de los signos más portentosos que realiza de Jesús es la multiplicación de los panes. Jesús, alejándose hacia un lugar apartado y solitario, es buscado por la gente para saciarse de su Palabra, sin importarles, ni siquiera saciar su hambre de pan; y lo primero que Jesús vio fue una muchedumbre que le buscaba en su lugar de retiro porque sentía necesidad de sus palabras. El creyente del evangelio es el que se da cuenta que le falta Jesús y es quien va en su búsqueda sin permitir que se aleje; éste es el mejor modo de asegurarse que él saciará un día su hambre. Dice el evangelio bellamente que cuando Jesús vio a la multitud, sintió compasión de la gente y esto nos afecta pues sólo quien se acerca a Jesús habiéndolo echado en falta, lo encontrará compasivo y misericordioso, comprensivo con nuestras carencias y dispuesto a ayudarnos a superarlas. Porque Jesús alimentó a una muchedumbre de la que antes se había compadecido y a la que había sanado; antes del pan les prestó atención y cuidado; se cuidó de ellos antes de darles alimento. Y por último, la dureza del corazón de los discípulos fruto de la insensibilidad y la incapacidad para sentir compasión de los demás es otro de los aspectos que vio Jesús; sin embargo no permitirá que se desliguen de su responsabilidad frente al que menos tiene o quien padece más hambre que nosotros; no se puede pensar en satisfacer la propia necesidad, sin hacerse cargo de las necesidades de los demás. Y es que el maestro no ve bien que sus discípulos piensen en desentenderse de los hambrientos, sólo porque no tienen lo necesario para darles de comer.
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Contemplación (Contemplatio): siéntete contemplado por el Señor.
Dios te bendiga P. Cleo sdb.