martes, 26 de agosto de 2008

Domingo 22° ordinario, A (31 agosto 2008)


Texto evangélico para meditar y rezar:
Mateo 16, 21-27

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto las veces que sea necesario hasta que logres distinguir los personajes y sus relaciones, los verbos principales y la situación señalada con su antes y su después.

Hoy tenemos como protagonistas a Jesús y a Pedro, igual que el domingo pasado. Jesús hace el primer anuncio de su pasión entre los pasajes de la profesión de Pedro, del domingo pasado, y la experiencia de la transfiguración del próximo. Ante el anuncio de su propia pasión y muerte para alcanzar la resurrección, vemos a un Pedro desconcertado y escandalizado por tal afirmación por parte de Jesús. Eso deja ver que para Pedro (y muchos de los primeros cristianos) era incompatible el que Jesús fuera “Mesías, Hijo de Dios”, con el sufrimiento y la cruz a manos de los dirigentes de la religión y conocedores y aplicadores de la ley de Moisés. Esta postura de Pedro Jesús la ve como venida del mismo satanás, del tentador, del contrario a Dios. Jesús no deja pasar la ocasión para instruir afirmando que el discipulado exige olvido de sí mismo, cargar la cruz diaria y un seguimiento radical, al punto de valorar más a Jesús que la propia vida, porque Él mismo es la vida y la salvación.

Meditación (Meditatio): desde el texto busca lo que Dios te dice para tu vida ordinaria.

En la persona y figura de Pedro se muestra la Iglesia, cada uno de nosotros, en relación con Jesús. El domingo pasado, de modo impulsivo y eufórico, le reconocíamos junto con Pedro como el Mesías, el Hijo de Dios entre nosotros y para nosotros. Sin embargo el día de hoy, lejos de toda euforia y muy cerca de nuestra realidad, nos resistimos y no logramos conciliar el sacrificio de su propia vida, que llega a los niveles escandalosos de la cruz, con su ser Hijo de Dios. Obrando de ese modo nos alejamos de Dios y nos acercamos al mismo satanás, que no acepta los planes de amor de Dios. Mostramos que queremos un seguimiento de Cristo cómodo y, al mismo tiempo, triunfante. Cualquiera de nosotros podemos convertirnos en “tentadores” de Jesús, porque eso quiere decir satanás: alejador de Dios. Cualquiera de nosotros está dispuesto a hacer a un lado el esfuerzo diario, el dolor y el sacrificio de lo propio, exigiendo al mismo tiempo triunfo, felicidad, resurrección. Obrando así nos alejaríamos y alejaríamos a los demás y a Jesús mismo del Plan de salvación del Padre, perderíamos “la vida”, aunque ganaríamos el mundo. Jesús nos enseña y pide, para seguirle y salvar lo más valioso, renuncia y sacrificio de uno mismo y cargar la cruz diaria, sólo de este modo se llega a la resurrección, a la felicidad, al cumplimiento del plan de Dios.

Oración (Oratio): desde tu vida iluminada por el texto háblale a Dios.

Señor Jesús, muchas veces me pasa como a Pedro: te reconozco como mi Dios y mi salvador en momentos de bienestar y de euforia, pero me escandalizo cuando me hablas de la pasión y la cruz dentro de los planes de amor y salvación del Dios. Te rehuyo y te niego cuando me pides, que para ser tu discípulo, renuncie a mí, a mis intereses y acepte la cruz de cada día: la de la relación y del amor a las personas con las que vivo; la del sacrificio de lo propio para darme a los demás; la de la vida optimista y alegre en medio de los problemas y del dolor; la de la confianza plena en ti aunque pareciera que te has alejado y ya no estás; la del humilde reconocimiento de mi fragilidad y de mi debilidad cuando mi orgullo se levanta para juzgar y dominar. Por todo eso te pido perdón, Señor; para seguirte y salir de todo eso te pido tu ayuda, Señor.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios; ofrécele cambiar en algo para bien tuyo, de los demás y gloria de Él.

Dios bendiga toda tu semana y te sientas feliz de intentar ser mejor seguidor de Jesús. Un abrazo, oraciones y saludos.

P Cleo sdb

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