martes, 2 de septiembre de 2008

23°domingo ordinario, A (7 septiembre 2008)


Texto evangélico para meditar y rezar:
Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano. Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”.

Lectura (Lectio: qué dice el texto): lee atentamente el texto las veces que sea necesario hasta que logres distinguir los personajes y sus relaciones, los verbos principales y la situación señalada con su antes y su después.

Este pasaje del evangelio se le llama el discurso eclesial donde Mateo recoge una serie de gestos, sentencias y parábolas que Jesús dice a sus discípulos, presentándonos el comportamiento de los fieles al interno de la comunidad cristiana; porque habla de un hermano que había cometido una falta de mal ejemplo para toda la comunidad y es motivo de escándalo. Es el método que Jesús quiso que existiera para la corrección fraterna en la comunidad.
El evangelio de Mateo introduce el tema del hermano que ha pecado y el modo de reconciliarlo con la comunidad. El pecado de la persona en la comunidad es una falta que ha provocado el mal ejemplo en la comunidad con el riesgo de escandalizar a los que están vacilantes en su fe dentro de ella. En este caso cada miembro de la comunidad tiene el deber de reprender fraternalmente al pecador, no tanto porque tome conciencia del mal cometido sino para que se enmiende y se convierta. La comunidad juega un rol importante. El evangelio de hoy muestra la praxis de la corrección fraterna y subraya en primer lugar el deber de buscar en cualquier modo la reconciliación con el hermano insistiendo sobre la aclaración y el diálogo, antes de llegar a la separación definitiva. Aún cuando la llamada de atención al pecador es severa de parte de la comunidad, debe siempre existir la preocupación de la salvación del hermano y la nostalgia de su regreso a la comunidad. Entre el pecado de un miembro y la vida de la comunidad existe una relación muy estrecha. Y así el motivo más profundo de la escucha de la oración de la comunidad es la misteriosa presencia de Cristo. Es gracias a la presencia de Jesús que en la Iglesia se crea la armonía, superando divisiones y conflictos que tienen su origen en el pecado y en el miedo. El lugar de la presencia de Dios que se revela en Cristo es la comunidad de creyentes reconciliados con Dios y reunidos en oración.

Meditación (Meditatio: lo que te dice Dios desde el texto): desde el texto busca lo que Dios te dice para tu vida ordinaria.

Muy pronto la comunidad tuvo que enfrentarse al hecho de la existencia del pecado en su interior. Descubierto el poder del pecado, los cristianos también reconocen el poder de la gracia. Jesús contó con que el pecado se haría presente en la vida de sus discípulos, no por ello se desanimó el camino de conversión de pecador es oferta de perdón repetida con perseverancia, pero donde la libertad del pecador tenía que ser respetada. La comunidad cristiana tuvo que aprender a perdonar, porque tuvo que reconocer que el pecado era una realidad en su seno; y así el contacto con las faltas de sus miembros la convirtió a la misericordia. Jesús exige a sus discípulos que perdonen, pero también les muestra la forma como deberían hacerlo: con delicadeza, con tacto, con perseverancia. Pero también advierte Jesús por duro que parezca, que no habrá que considerar hermano al que persiste en su falta: a quien rehúsa el perdón ofrecido hay que rehusarle la convivencia fraterna. Y también no hay que olvidar que Jesús prometió que Dios escucharía la oración de quien, reunidos en su nombre, se habrían ocupado por recuperar al hermano caído, por acercarse al alejado de Dios para acercarlo a Dios. Como para hacernos notar que es la oración en común la que es importante. - Los temas que se nos proponen para meditar en este evangelio pueden ser los siguientes: la corrección fraterna, el diálogo, y la oración comunitaria.

Oración (Oratio: lo que tú le dices a Dios): desde tu vida iluminada por el texto háblale a Dios.

Señor Jesús, hoy nos descubres en tu Palabra tu Amor misericordioso que nos llega a través del perdón de la comunidad. Hoy descubrimos que somos pecadores y el pecado está presente en nuestras vidas; pero tu invitación es a que recorramos el camino de la conversión; así nos quieres perseverando por los caminos del perdón una y otra vez. Así nos quieres para que aceptemos que el perdón y la salvación nos vienen de Ti. Y descubrimos que no nos condenas por ser pecadores, pero tampoco quieres que vivamos en el pecado y menos que compartamos con los demás el pecado. Tú, Señor Jesús, nos dejas en libertad, nos invitas a vivir en comunión y a la aceptación de nuestras faltas y nos pides la humildad y reconocerte como nuestro Salvador. - Señor, Tú no quieres que nadie se pierda; lo buscas como el pastor busca a la oveja perdida; quieres que exista el entendimiento, el diálogo en la corrección entre hermanos; y que tengan la certeza que Tú estas presente cuando dos o más se reúnen para orar; Señor, ayúdanos a apreciar lo que enseñaste y practicaste.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios; ofrécele cambiar en algo para bien tuyo, de los demás y gloria de Él.

- Me consuela, tu preocupación por el que peca; me ilumina saber el método para corregirse entre los hermanos, como también lo que se consigue cuando estamos reunidos para pedir al Padre que está en los cielos y que Tú te haces presente; me invitas a decidirme a vivir esa forma de ser en el diálogo y en la corrección fraterna; haz que deposite más mi confianza en la oración comunitaria.
- Me invitas a crecer en diálogo, humildad para aceptar la corrección fraterna, el sentido comunitario y de oración. Es una invitación a buscar, cueste lo que cueste, la unidad eclesial y el perdón al hermano, mediante el dialogo y el entendimiento. Esta semana ayuda a alguien que te rodea; tal vez lo que necesita es de tu tiempo, de tu corrección amable, de tu perdón fraterno, de tu atención esmerada; recuerda que si logras reconciliarlo con Dios, has encontrado la salvación para él y para Ti también.

Dios les bendiga en todas sus actividades de esta semana. Saludos.

Nacho, SDB.

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