miércoles, 27 de febrero de 2008

4o Domingo Cuaresma A (2 marzo 2008)


Texto a meditar y orar:

Jn 9, 1- 41

LECTURA
Este es un relato magistral que se basa en la narración del milagro de curación a un ciego y la discusión que provoca; el motivo central sigue siendo la discusión que trae consigo la fe en Cristo.

El encuentro con el ciego es consecuencia de la iniciativa de Jesús. La pregunta de los discípulos que buscan un responsable de la ceguera, refleja la creencia popular de que todo pecado tiene un castigo; sin embargo el relato refleja la intención del autor, quien entiende que la auténtica ceguera, y el pecado, no está en no poder ver, sino en negarse a aceptar la luz verdadera.
Jesús tomando la iniciativa, actúa simbólicamente, hace posible una nueva forma de ser hombre; es la palabra pronunciada por Jesús la que opera el prodigio, pero el milagro se cumple cuando es obedecida la palabra de Jesús.
El relato del milagro da paso a una serie de escenas, en las que el ciego se verá enjuiciado por sus conocidos y por los fariseos y tendrá que optar por quien, sin conocerlo, lo sanó. Jesús aparece sólo al principio y al final del relato, y el ciego durante todo el relato aparece enjuiciado, sin embargo, Jesús es la causa de los interrogatorios y el motivo de la condena; él es quien ha provocado el proceso.
Los primeros en quedar maravillados son los más próximos al ciego. De esta forma también ellos, se convierten en testigos del signo, aunque no sean creyentes.
Ante los jefes del pueblo, el ciego da testimonio y ellos acabarán juzgando a la persona para no tener que aceptar la realidad del hecho. El caso es que mientras los jueces no quieren rendirse a la evidencia, el sanado va haciendo un camino lento de fe. La resistencia a creer de parte de los fariseos les obliga a negar el milagro: no creyeron que hubiera sido ciego. A medida que se va desarrollando el interrogatorio, el que fuera ciego, va acercándose más a la fe, mientras que los que ven se obstinan en negar lo obvio y condenan a quien ve; en su ceguera probarán su pecado.
En la última escena, el ciego que conocía a su benefactor sólo por su nombre, pero suponía que era un profeta, hombre acreditado por Dios, lo reconoce como Hijo del Hombre.
Para que el ciego logre llegar a la fe, es necesario del reencuentro con Jesús y una nueva manifestación suya. El ciego, cree y adora. Desconocido de familia y conocidos, marginado por las autoridades de su pueblo, considerado como pecador, sólo le queda a Jesús como luz de su vida.
La sentencia final de Jesús, aclara todo el episodio. Cuanto ha hecho con el ciego, sólo era un signo.

MEDITACIÓN
La curación del ciego de nacimiento dramatiza el camino hacia la fe y, al mismo tiempo, el camino hacia la incredulidad de quienes se topan con Jesús: el ciego creerá y verá, los videntes verán y no creerán; al hombre sin visión desde su nacimiento le bastará la palabra de Jesús; a los demás les quedará el pecado de su incredulidad.
El relato se abre y se cierra con el pecado como motivo: los que no creen, aunque vean, son los pecadores; el rechazo de Jesús es el pecado que persiste. La necesidad de ver puso al ciego en manos de un desconocido; su obediencia le condujo a la visión de las cosas y, tras haber dado testimonio de lo ocurrido, eso le llevó a creer en Jesús; El desconocido se convierte en Señor para el ciego que recuperó la vista por haber obedecido.
La curación del ciego de nacimiento, más que el recuerdo de la actuación milagroso de Jesús, es, sobre todo, la descripción de un camino de fe, el que recorrió aquel hombre sin luces: el ciego tuvo la buena ventura de encontrarse con Jesús y a partir de ese momento, estrenando vista, fue un nuevo hombre y un creyente nuevo.
La fortuna del ciego no estuvo tanto en encontrarse con Jesús, a quien no podía ver, sino en obedecerle sin reparos; su “obediencia ciega, le curó”, le bastó encontrarse con él una vez tan sólo... porque acabó haciendo lo que le dijo.

ORACIÓN
Gracias Padre Bueno, por enviar a tu Hijo Jesús para que recreara nuestras vidas con la nueva humanidad que simbolizó en la curación del ciego de nacimiento. Porque con su venida y el bautismo de la fe ha llenado nuestras vidas de esperanza en Tí. Gracias, Padre.
Señor Jesús, hoy en tu Palabra te nos revelas como la Luz del mundo; como Aquel que ha sido enviado por el Padre para iluminar nuestros corazones con la luz de la vida y alejar así nuestras vidas del pecado para alertarnos sobre la ceguera de la incredulidad y la falta de fe en Tí y en el Plan amoroso de tu Padre.
Nuestra necesidad de ver nos pone en tus manos, como al ciego del Evangelio; pero también como a él, será la obediencia a Tí lo que nos conduzca a la visión de las cosas y de la realidad y a dar testimonio ante los demás de esa luz que ha iluminado nuestros corazones.

CONTEMPLACIÓN
En el interior de tu vida agradece a Dios todas las maravillas que ha hecho en tu historia personal. Siéntete en gratitud con el Señor porque te contempla y te invita a creer y confiar en Él.


P. Cleo, SDB

jueves, 21 de febrero de 2008

3er. Domingo Cuaresma A (24 febrero 2008)


Texto para reflexionar y orar:

Juan 4, 5-42


Introducción: El día de hoy nos encontramos con un hermoso texto que merece más tiempo y atención. Es uno de los diálogos más largos y profundos del evangelio donde Jesús se revela progresivamente a una mujer en la narración; y a cada uno de nosotros como lectores. Es bueno saber que hay otros dos diálogos largos en el evangelio de Juan: con Nicodemo y con el ciego de nacimiento. En esta ocasión, el texto, cada uno lo buscará en la Biblia y sea un medio esta sencilla reflexión la oportunidad de llegar a profundizarlo personalmente.


Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.En el relato, que hoy nos ocupa, Jesús nos va llevando progresivamente a descubrirlo, en diálogo cada vez más profundo, como lo hizo con la samaritana y, posteriormente con la gente de la ciudad. De hecho se dan de modo notorio dos niveles de lenguaje: el de Jesús y, por otra parte, el de la samaritana y el de los discípulos. Jesús está cansado y sediento después de hacer, junto con sus discípulos, una larga caminata de regreso a su tierra. Hacia las doce del día hace un alto en el camino, toma la iniciativa y provoca un diálogo sereno y profundo con una mujer samaritana rompiendo barreras de separación religiosa (judíos y samaritanos) y cultural (el valor del hombre ante el valor de la mujer). Todo se desarrolla entre un hombre y una mujer con distintos tipos de sed en un momento en que el sol calcina, junto al brocal de un pozo con larga historia al que se acercan a beber hombres y animales. La mujer siempre recurría a este sitio sin poder apagar su sed y, al llegar aquel extraño, le da una agua que la apaga de modo definitivo y hasta le da la capacidad de convertirse en fuente. La sed de ambos es el arranque del diálogo que lleva a la autorrevelación de Jesús y al reconocimiento de la samaritana al punto de convertirse en su testigo. El que comienza pidiendo agua termina dándola y la que se negaba a ofrecerla termina pidiéndola. En ese diálogo Jesús pasa primero, de ser visto de un simple hombre judío, a ser tomado como un profeta y, después, llega a ser tomado y reconocido como el Mesías, el Cristo. La mujer pasa de una actitud seca y cortante, a una de apertura y de admiración y, finalmente, a una que posibilita la fe al invitar a sus paisanos a ver al hombre que puede ser el Cristo. Su testimonio e invitación hace salir a la gente de la ciudad para encaminarse al nuevo pozo de agua viva, a la fuente de vida eterna. Una vez que se acercan a Jesús y de invitarlo a quedarse con ellos se convencen, por sí mismos, de que “él es verdaderamente el Salvador del mundo”.


Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.Esta vez el evangelista nos invita a dejar que Jesús se acerque al brocal, a la orilla de nuestra vida, para comenzar un diálogo personal y profundo con nosotros. Estamos invitados a dejar que nos cuestione y nos pregunte sobre nuestras vidas, tantas veces aceleradas y vacías, sedientas de todo e insatisfechas, en el fondo, con nada. Estamos invitados a dejar que pregunte sobre tantos amores que nos han dejado sedientos e insatisfechos: ideas, sentimientos, caprichos, frustraciones, rencores, mentiras, orgullos, vanidades, apariencias, individualismos, egoísmos; sobretodo sobre los falsos ídolos (maridos) que posiblemente hemos aceptado en nuestra vida y no hemos sabido reconocer al verdadero Dios; Aquel que sacia toda sed, (porque todos estos son nuestros maridos anteriores y el actual tampoco lo es)... Estamos invitados a encontrarnos con Él como el que sabe todo de nosotros, y nuestro Mesías, el que nos salva, y poder decirle con humildad y sin vergüenza: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla”; porque aquí en realidad no encuentro nada. Somos invitados a correr junto a nuestros seres queridos y conocidos para decirles: me he encontrado a quien conoce toda mi historia y mi vida, y me ha hecho que me encontrara una fuente de agua que apaga definitivamente la sed de la vida. He decidido cambiar la fuente de mi agua, porque me ha encontrado el Mesías, el Salvador. El ha venido a mí. Finalmente, estamos invitados a ser permanentes “adoradores del Padre en Espíritu y en verdad”.Así pues, si comenzamos aceptando nuestra sed, como la samaritana, haremos un camino guiados por Jesús en el que terminaremos proponiendo a los demás el agua nueva que hemos encontrado en su persona. Sólo reconociendo nuestra sed de Dios, de Jesús, de su Espíritu, podremos abandonar falsos ídolos (maridos), las fuentes y las aguas que nunca saciaron ni saciarán de verdad nuestra sed.


Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.Señor, que lleguemos a tus fuentes y manantiales, cambia nuestra agua, cambia nuestra vida, sacia nuestra sed. Señor, que tengamos sed de ti: somos como tierra reseca, agostada, sin agua. Señor como busca el venado los arroyos de agua viva, así nuestra alma te busque a ti, Dios mío.Señor, nuestra alma tiene sed de ti, queremos ver tu rostro, déjanos ver tu rostro, ¿Cuándo llegaremos y veremos por fin tu rostro?Señor, danos de esa agua que lleva a la Vida y conviértenos en fuente de agua que brote hasta la vida eterna.


Contemplación (Contemplatio): hagamos silencio y en lo más hondo de nuestro corazón: adoremos, alabemos y bendigamos a Dios que nos habla y nos invita a cambiar nuestra vida. Que en esta cuaresma nos volvamos más a Dios, nos acerquemos más a El; hagamos el propósito de acercarnos más a El, y que mejor con la confesión, y poder llegar así a la Pascua.


Nacho, SDB.

domingo, 10 de febrero de 2008

2o Domingo Cuaresma A (17 febrero 2008)


Texto a leer, meditar y orar:

Mateo 17, 1-9

Evangelio
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: -«Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: -«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: -«Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor.

LECTIO. Si el Evangelio del domingo anterior con las tentaciones de Jesús nos revelaba su humanidad y su grande libertad ante la voluntad de Dios; el de este domingo nos revela su divinidad.
El pasaje de la transfiguración proclama solemnemente la vocación mesiánica de Jesús. Y la montaña evoca la montaña del Sinaí. Con Jesús en el Tabor se encuentran dos hombres que fueron protagonistas en el mote Sinaí: Moisés que fue recibido en audiencia por Dios y Elías, que afianzó su vocación de profeta en el “monte de Dios”. En el Sinaí tuvo lugar una “manifestación de Dios” y aquí en el Tabor se hace la “manifestación de Cristo”. Se repiten los mismos elementos: la nube, la gloria, la voz divina, el estupor.
Moisés representa el testimonio de la ley en favor de Cristo. Elías es el campeón en la lucha contra la idolatría y de la restauración moral necesaria para el adecuado cumplimiento de la ley. En el Tabor, deja Jesús por un instante la forma de servidor para translucir la forma de Dios.
La voz del Padre enseña tres verdades de capital importancia: que Jesús es el Hijo de Dios, que el Padre encuentra en Él sus complacencias y que es necesario escucharle.
El párrafo evangélico inicia diciendo “seis días después” de la profesión de fe mesiánica de Pedro y donde se señala el primer anuncio de la pasión de Jesús, sucede el evento de la transfiguración.
Después de esto los discípulos están convencidos de que el camino de Jesús conduce a la cruz, como lo da a entender la reacción de Pedro, pero lo que no logran captar es el hecho de la que la cruz y la pasión estén relacionadas con su la Gloria de Jesús. Por esto Jesús invita a los tres discípulos predilectos a seguirlo para asociarlos a un anticipo, fugaz, pero real de la gloria pascual.

MEDITATIO. La transfiguración es una súbita revelación de la gloria de la divinidad. No es un milagro, sino más bien, la momentánea interrupción de un milagro. El estado de la transfiguración hubiera sido el estado normal en Jesús, que es el esplendor de la gloria del Padre.
La transfiguración la revelación de Dios en Cristo a los hombres. Como Moisés en el Sinaí, Cristo en el Tabor, Dios es el protagonista, Cristo es el Enviado que lleva adelante la Voluntad del Padre y los discípulos y el Pueblo son los destinatarios de la acción salvadora de Cristo.
El que los discípulos estuvieran compartiendo la vida y la misión con Jesús y lo fueran siguiendo, les hizo posible captar en un momento de intimidad la “Gloria” de Dios en Cristo y escuchar la voz de Dios; oyeron a Dios porque estaban con Jesús y porque habiéndole visto transfigurado, no cabían en sí de gozo. Seguir a Jesús día a día es el mejor indicador de escuchar la voz de Dios.
Jesús es la revelación más palpable del Padre, Jesús es el Hijo muy amado del Padre. Escucharle y obedecerle es la actitud del seguidor de Jesús.

ORATIO. Gracias, Padre, por esta muestra de Amor que nos tienes. Nos has manifestado también tu Voluntad de que le escuchemos, porque Él nos revela tu presencia y nos manifiesta tu voluntad; hoy te pido que alimentes mi fe con tu Palabra y purifica ojos de mi espíritu que se encuentra, como los de los discípulos, aletargado, laxo, pensando y viendo, pero no observando y menos meditando las grandes manifestaciones de tu bondad y de tu amor, los signos palpables de tu presencia y menos la contemplación de tu gloria. Ayúdame Señor a reconocer el grande Misterio de Amor que nos presentas en tu Hijo Jesús al unir la entrega de la propia vida en servicio a los hombres cumpliendo tu Santa Voluntad. Ayúdame a comprender con el corazón y a contemplar el grande amor que nos tienes uniendo la cruz y muerte de Jesús con la Resurrección y la Gloria Tuya.


CONTEMPLATIO. Medita, reza y agradece y contempla el misterio de la presencia de Dios en tu vida que día con día te manifiesta su amor y experimenta el gozo que siente tu corazón al saber que siguiendo a Jesús y escuchando su Palabra vas discerniendo su Voluntad.


P. Cleo SDB

martes, 5 de febrero de 2008

1er. Domingo Cuaresma A (10 febrero 2008)


Texto a leer, meditar y orar:
Mateo 4, 1-11

Evangelio
En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras y me adoras”. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás”.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.
Palabra del Señor.

LECTURA (Lectio): lo que dice la Palabra de Dios
El relato nos presenta a Jesús, al Espíritu, al Demonio (con diferentes nombres: Demonio, Tentador, Diablo (3), y Satanás) y los Ángeles. Jesús es conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el Demonio, el cual tiene el mismo rostro de la serpiente tentadora, presentándolo como manipulador de la Escritura y esperanza humana, hábil y sutilísimo engañador al que Jesús solamente es capaz de vencer y desenmascarar. Jesús pasó 40 días y 40 noches sin comer, y al final tuvo hambre. Después, en tres momentos nos presenta como Jesús es tentado por el Tentador, porque Jesús está siendo puesto a prueba. Y Jesús le responde con la Palabra de Dios. Finalmente lo dejó el Diablo y se acercaron los Ángeles para servirle.

MEDITACION (Meditatio): lo que dice a mi vida la Palabra de Dios.
Meditamos cómo el Espíritu permitió que Jesús fuera tentado por el Demonio. Esto fue algo real. Por el contexto de las tentaciones fue un ataque por parte del Demonio para saber si era el Hijo de Dios, el Mesías, a fin de desviarlo de su misión. Estas tentaciones Jesús las fue teniendo a lo largo de su vida: “Manda que estas piedras se conviertan en panes” para hacerle caer en un tipo de mesianismo triunfalista, famoso; “échate para abajo, así mandará a sus Ángeles para que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos” tener un mesías haciendo cosas extraordinarias ‘milagrero’; y al llevarlo a lo alto del monte y ver la grandeza de los reinos le dice: “te daré todo esto, si te postras y me adoras” la tentación de un mesías que prescinde de Dios, de hacerlo a un lado, el signo del poder. Jesús responde a las tentaciones con la Palabra de Dios, la Confianza en Dios y el servir y adorar sólo a Dios.

ORACIÓN (Oratio): lo que digo a Dios inspirado por su Palabra y desde mi vida.
Señor, toda tu vida es dedicada al Padre y a proclamar su Reino; y toda tu vida es ejemplo para nosotros. Tú experimentaste, también, la tentación que te quería apartar del querer del Padre, la tentación de ser un mesías a la medida de los deseos humanos, totalmente alejado de Dios. Señor, que en toda tentación que quiera apartarnos de Dios y de su querer, sigamos tu ejemplo, apoyados en la Palabra de Dios, en la confianza al Padre para que sirvamos y adoremos sólo a Dios.

Contemplación (Contemplatio): hago silencio, alabo y adoro al Señor que se me ha mostrado en su Palabra. Decido algún propósito en lo personal, lo familiar, laboral, escolar y social.

Todo tiempo es tiempo de conversión; pero, la Cuaresma es tiempo fuerte, un tiempo privilegiado, ofrecido a la comunidad y a las personas a través del camino penitencial, en auténtica conversión. Estamos llamados a reencontrarnos a nosotros mismos, de retomar la propia existencia a la luz y con el poder de la Palabra de Dios, dejándonos modelar con Jesucristo, aquel que nos muestra lo que somos y lo que debemos ser, el cómo somos y cómo debemos ser. Que en esta Cuaresma como comunidad cristiana nos acerquemos y volvamos más a Dios y a su querer.


Dios les bendiga, Nacho, SDB.