Juan 3, 14-21
Lectura.
Este texto evangélico corresponde al diálogo con Nicodemo. Nicodemo es una de las pocas personas pertenecientes a la institución religiosa que estableció una relación amistosa con Jesús. Dice el Evangelio que Nicodemo era un fariseo, es decir, perteneciente al grupo judío que buscaba la perfección personal en la estricta observancia de la ley de Moisés. También dice que era “jefe judío”, o sea que pertenecía al Sanedrín. Y el Sanedrín era el Consejo Supremo Judío que impartía la justicia en Israel. Nicodemo es por lo tanto, estudioso, observante, maestro de la Ley y hombre constituido en autoridad. Y entre ellos dos se desarrolla este diálogo. A este hombre dominado por la Ley, Jesús le habla de otra realidad, de otro mundo, de otra perspectiva, de nacer de nuevo, del amor de Dios. Y los símbolos que comentan serán la luz, las tinieblas, la serpiente de bronce, el juicio, la vida.
El evento símbolo de la serpiente de bronce hace referencia a la historia de Israel en el desierto y que es narrada por el libro de los Números, también ella historia de pecado-muerte y salvación. La serpiente de bronce, señalada en el A.T. y querida por Dios, trataba de ser un signo de su presencia, y el mirarla, describía un itinerario de conversión y de fe.
Así se entiende mejor la llamada de atención de en el Evangelio de Juan: Jesucristo el Salvador, es la Palabra de Dios que viene del cielo, hecha carne-hombre, débil y mortal; pero “era necesario que el Hijo del Hombre fuera levantado” sobre la tierra, “para que cualquiera que crea en él, obtenga la vida eterna”. Después de la Resurrección, Juan dice que la muerte de Jesús más allá de ser una elevación-levantamiento sobre la cruz, es una “elevación-exaltación” en la gloria. La fe que salva y da la vida eterna, es descrita por Juan bajo la cruz como una mirada de conversión y de fe. “dirijamos la mirada hacia aquél que han traspasado” (Jn 19, 37).
El Padre ha “sacrificado” verdaderamente a su Hijo por todos nosotros; el; el hijo sacrificado es el don inconmensurable ofrecido por Dios para la salvación de todos los hombres. El mundo pasa a ser así, el ámbito de la universal salvación de Dios que alcanza a todos a cada uno en Cristo Jesús. El amor de Dios, revelado y actuado en Jesucristo, tiene solamente propósitos de salvación.
Meditación
Dialogando con Nicodemo, Jesús descubre el sentido de su muerte y la naturaleza de la vida para aportarla; la necesidad de su fin queda aludido bajo la imagen de la serpiente, cuya exaltación salvó de la muerte al pueblo en el desierto. Pero la muerte no es el objetivo de Jesús, sino el medio por el cual Dios manifiesta el amor que tiene por los hombres. Y la salvación mostrará su eficacia cuando encuentre la aceptación de quien ha de ser salvado.
Nicodemo, andando a escondidas, encontró razones para ir a Jesús; para conocerle menos de oídas y verle más de cerca, para preguntarle por sus razones, por sus sentimientos, por sus proyectos, por su vida y por su muerte; así le daríamos la ocasión a Jesús para que nos tuviera confianza e intimara también con nosotros. Dialogando, Jesús nos diría que su muerte es necesaria para que nosotros tengamos vida asegurada “el Hijo tiene que ser elevado (en la cruz), para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.
El dirigir la mirada hacia Cristo crucificado y levantado en la cruz, según Juan, significa creer en él como realizador y dador de la salvación de Dios a los hombres. Cristo mismo interpreta el levantamiento de la serpiente como un símbolo de la propia pasión y muerte. Creer, no es otra cosa que el acto de mirar a Cristo Crucificado, reconociendo en Él al Hijo de Dios. Creer significa estar ciertos que la cruz de Cristo es gloria, es victoria sobre el pecado. Cristo muerto y resucitado, es el don definitivo del Padre. Se trata del primado del amor de Dios, sobre el cual se funda la esperanza cristiana.
La luz es la persona misma de Cristo. Los creyentes son aquellos que acogen la luz que reconocen en Jesús el Hijo unigénito del Padre. La Verdad es la revelación de Jesús y es Jesús mismo. Cristo invita a “ser verdad” es decir acoger en la vida su revelación y su misma persona.
Oración.
Señor Jesús:
La lección de Nicodemo es bastante clara; él buscó razones y aunque fuera de noche y a escondidas, quería conocer el Jesús del que tanto hablaban y cerciorarse personalmente. Y es que descubrió que el encuentro personal lo haría creyente en Jesús, pues Tú le revelaste tus motivos, tus sentimientos y los proyectos de vida; es decir le revelaste a tu Padre Dios y su voluntad.
La Palabra de Dios hoy, habla a mi conciencia de creyente porque es la conciencia de alguien que ha sido amado por Dios y quiere volverlo amante. Ésta conciencia de sentirme amado en Cristo Jesús por Dios, es lo que me revelas en el encuentro diario y personal, íntimo contigo.
Descubriendo tu persona, dialogando contigo, interesándome por Tí, voy intimando. Tu Palabra me revela que la voluntad del Padre es que Tú eres todo para nosotros, un hombre que está pensando en dar la vida por nosotros, un Dios que nos ama hasta la renuncia de su propio Hijo. ¡Qué Dios tan maravilloso! Ésta es la revelación más grande que Dios nos ha hecho en la historia.
Descubrirte a Tí como la expresión del Amor de Dios y descubrir que en tu vida y en la muerte te has manifestado como salvador, me hace orientar mi mirada hacia Tí y poner mis ojos y mi corazón fijos en Tí.
Descubriéndote a Tí, y mirándote Crucificado, se me llena la vista de razón y el corazón de esperanza seguro de que el mal que hago y que padecemos ha sido vencido y estoy llamado a vivir de esa alegría, de la nueva vida.
Y es que olvidándome de Cristo Crucificado me impide sentirme amado por Dios, porque así lo dice tu Palabra: “tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él...” Te imaginas: ¿Cómo no sentirme agradecido con Él? Dios así merece toda mi atención, mucho de mi tiempo y todo de mi vida.
Creer en Tí, Señor Jesús, y en Tí Crucificado, es aceptar hoy, el amor que Dios.
Contemplación.
Te invito a orar alzando la mirada hacia una cruz. Contemplar al que de ella pende. Fija tus ojos en el Crucificado y te invito a entrar en la intimidad con Él. Descubrir en Jesús y en la fe en él y en la intimidad con él, el amor del Padre cuando nos envía a regala a su Hijo para nuestra salvación.
Lectura.
Este texto evangélico corresponde al diálogo con Nicodemo. Nicodemo es una de las pocas personas pertenecientes a la institución religiosa que estableció una relación amistosa con Jesús. Dice el Evangelio que Nicodemo era un fariseo, es decir, perteneciente al grupo judío que buscaba la perfección personal en la estricta observancia de la ley de Moisés. También dice que era “jefe judío”, o sea que pertenecía al Sanedrín. Y el Sanedrín era el Consejo Supremo Judío que impartía la justicia en Israel. Nicodemo es por lo tanto, estudioso, observante, maestro de la Ley y hombre constituido en autoridad. Y entre ellos dos se desarrolla este diálogo. A este hombre dominado por la Ley, Jesús le habla de otra realidad, de otro mundo, de otra perspectiva, de nacer de nuevo, del amor de Dios. Y los símbolos que comentan serán la luz, las tinieblas, la serpiente de bronce, el juicio, la vida.
El evento símbolo de la serpiente de bronce hace referencia a la historia de Israel en el desierto y que es narrada por el libro de los Números, también ella historia de pecado-muerte y salvación. La serpiente de bronce, señalada en el A.T. y querida por Dios, trataba de ser un signo de su presencia, y el mirarla, describía un itinerario de conversión y de fe.
Así se entiende mejor la llamada de atención de en el Evangelio de Juan: Jesucristo el Salvador, es la Palabra de Dios que viene del cielo, hecha carne-hombre, débil y mortal; pero “era necesario que el Hijo del Hombre fuera levantado” sobre la tierra, “para que cualquiera que crea en él, obtenga la vida eterna”. Después de la Resurrección, Juan dice que la muerte de Jesús más allá de ser una elevación-levantamiento sobre la cruz, es una “elevación-exaltación” en la gloria. La fe que salva y da la vida eterna, es descrita por Juan bajo la cruz como una mirada de conversión y de fe. “dirijamos la mirada hacia aquél que han traspasado” (Jn 19, 37).
El Padre ha “sacrificado” verdaderamente a su Hijo por todos nosotros; el; el hijo sacrificado es el don inconmensurable ofrecido por Dios para la salvación de todos los hombres. El mundo pasa a ser así, el ámbito de la universal salvación de Dios que alcanza a todos a cada uno en Cristo Jesús. El amor de Dios, revelado y actuado en Jesucristo, tiene solamente propósitos de salvación.
Meditación
Dialogando con Nicodemo, Jesús descubre el sentido de su muerte y la naturaleza de la vida para aportarla; la necesidad de su fin queda aludido bajo la imagen de la serpiente, cuya exaltación salvó de la muerte al pueblo en el desierto. Pero la muerte no es el objetivo de Jesús, sino el medio por el cual Dios manifiesta el amor que tiene por los hombres. Y la salvación mostrará su eficacia cuando encuentre la aceptación de quien ha de ser salvado.
Nicodemo, andando a escondidas, encontró razones para ir a Jesús; para conocerle menos de oídas y verle más de cerca, para preguntarle por sus razones, por sus sentimientos, por sus proyectos, por su vida y por su muerte; así le daríamos la ocasión a Jesús para que nos tuviera confianza e intimara también con nosotros. Dialogando, Jesús nos diría que su muerte es necesaria para que nosotros tengamos vida asegurada “el Hijo tiene que ser elevado (en la cruz), para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.
El dirigir la mirada hacia Cristo crucificado y levantado en la cruz, según Juan, significa creer en él como realizador y dador de la salvación de Dios a los hombres. Cristo mismo interpreta el levantamiento de la serpiente como un símbolo de la propia pasión y muerte. Creer, no es otra cosa que el acto de mirar a Cristo Crucificado, reconociendo en Él al Hijo de Dios. Creer significa estar ciertos que la cruz de Cristo es gloria, es victoria sobre el pecado. Cristo muerto y resucitado, es el don definitivo del Padre. Se trata del primado del amor de Dios, sobre el cual se funda la esperanza cristiana.
La luz es la persona misma de Cristo. Los creyentes son aquellos que acogen la luz que reconocen en Jesús el Hijo unigénito del Padre. La Verdad es la revelación de Jesús y es Jesús mismo. Cristo invita a “ser verdad” es decir acoger en la vida su revelación y su misma persona.
Oración.
Señor Jesús:
La lección de Nicodemo es bastante clara; él buscó razones y aunque fuera de noche y a escondidas, quería conocer el Jesús del que tanto hablaban y cerciorarse personalmente. Y es que descubrió que el encuentro personal lo haría creyente en Jesús, pues Tú le revelaste tus motivos, tus sentimientos y los proyectos de vida; es decir le revelaste a tu Padre Dios y su voluntad.
La Palabra de Dios hoy, habla a mi conciencia de creyente porque es la conciencia de alguien que ha sido amado por Dios y quiere volverlo amante. Ésta conciencia de sentirme amado en Cristo Jesús por Dios, es lo que me revelas en el encuentro diario y personal, íntimo contigo.
Descubriendo tu persona, dialogando contigo, interesándome por Tí, voy intimando. Tu Palabra me revela que la voluntad del Padre es que Tú eres todo para nosotros, un hombre que está pensando en dar la vida por nosotros, un Dios que nos ama hasta la renuncia de su propio Hijo. ¡Qué Dios tan maravilloso! Ésta es la revelación más grande que Dios nos ha hecho en la historia.
Descubrirte a Tí como la expresión del Amor de Dios y descubrir que en tu vida y en la muerte te has manifestado como salvador, me hace orientar mi mirada hacia Tí y poner mis ojos y mi corazón fijos en Tí.
Descubriéndote a Tí, y mirándote Crucificado, se me llena la vista de razón y el corazón de esperanza seguro de que el mal que hago y que padecemos ha sido vencido y estoy llamado a vivir de esa alegría, de la nueva vida.
Y es que olvidándome de Cristo Crucificado me impide sentirme amado por Dios, porque así lo dice tu Palabra: “tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él...” Te imaginas: ¿Cómo no sentirme agradecido con Él? Dios así merece toda mi atención, mucho de mi tiempo y todo de mi vida.
Creer en Tí, Señor Jesús, y en Tí Crucificado, es aceptar hoy, el amor que Dios.
Contemplación.
Te invito a orar alzando la mirada hacia una cruz. Contemplar al que de ella pende. Fija tus ojos en el Crucificado y te invito a entrar en la intimidad con Él. Descubrir en Jesús y en la fe en él y en la intimidad con él, el amor del Padre cuando nos envía a regala a su Hijo para nuestra salvación.
Mi saludo y mi oración: P. Cleo sdb.
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