jueves, 18 de junio de 2009

12° domingo ordinario, B (21 junio 2009)


Texto de Marcos 4, 35-41

Un día al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaban. Iban además otras barcas.

De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” El se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros. “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”

LECTURA (lo que dice el texto):

El relato del Evangelio esta narrado por los tres evangelistas y hace parte de los cuatro milagros que retratan la condición humana y muestran el poder de Jesús. El pasaje de hoy nos muestra a Jesús dormido en una barca, luego increpando al viento y posteriormente reprendiendo a sus discípulos. Además muestra a los discípulos en su barca con Jesús en medio del lago, sorteando con miedo una tempestad, gritando a Jesús que se despierte porque parece indiferente a lo que pasa y al final, después de ser reprendidos, admirando a aquél que había callando el viento y calmado la tempestad tan sólo con su palabra. La barca puede ser tomada como símbolo de la Iglesia, de la familia o de la vida personal y el que Jesús esté dormido símbolo de una cierta sensación de lejanía de Dios, de una supuesta indiferencia ante lo que pasa a los hombres y a los que creen en Él. El reclamo de Jesús es claro: aún no tienen fe aunque esté en medio de ellos. Es muy importante la pregunta que al final del texto se hacen los discípulos: ¿Quién es este? Entre asombros y frustraciones se irán respondiendo la pregunta hasta toparse con la pasión, muerte y resurrección. Después de ésta tendrán la respuesta que mientras estaban con Él no atinaban a conseguir.

REFLEXIÓN/MEDITACIÓN (lo que me dice Dios por el texto):

Este pasaje nos dice que El viene con nosotros en el barco de la vida, en este viaje para la eternidad. Señor, hoy me dice tu Palabra que, muchas veces en la travesía de mi vida, en ese ir y venir de una orilla a otra y de un lugar a otro, hay problemas y situaciones que golpean mi vida, mi familia, mi Iglesia y siento que se hunde la barca y me vuelvo a ti con miedo y desesperado, angustiado, reclamando tu presencia porque te siento indiferente a lo que pasa y que me pasa. Pero aquí estás tú para calmar mis tormentas y serenar mis ánimos, para traer la paz donde todo parecía caos. Tú, amorosa y firmemente me reclamas: ¿Por qué tienes miedo? ¿Aún no tienes fe? Me dices y aseguras que estás en medio de mi vida, de la familia, de la Iglesia y que mientras yo no te eche fuera nada me podrá pasar. Marcos nos lo presenta como dominador del poder del mal, simbolizado por el mar y un mar tempestuoso. El es el Salvador. Nos hace reflexionar sobre una tormenta con Jesús y sin Jesús; es decir, delante de un problema con o sin Jesús.

ORACIÓN (lo que le digo y respondo desde el texto y desde mi vida):

Señor, hay tantas situaciones adversas, nubes negras, pequeñas y grandes. Chocan tantas olas y soplan tantos vientos contra tu Iglesia, contra mí y mi familia, que tiendo a desanimarme y a no ver ni la luz ni la salida, tengo miedo, siento que mi barca se hunde. Despierta, Señor, ponte de pie en el centro de mi vida. Tú, Señor Jesús, puedes y sabes calmar vientos y tormentas amenazantes que vienen desde dentro o de fuera de mi persona. Gracias por haberlo hecho ya otras veces, por haberme serenado. Te pido que te quedes dentro y al centro de mi vida, dormido o de pié, no importa, pero que tenga yo tan sólo un poco de fe para saber y sentir que estás ahí y en mí, que tenga la certeza de que no te he alejado ni dejado. Yo sé quién eres Tú, que haces callar los vientos y apaciguas las tempestades: eres el Hijo de Dios, mi salvador. Gracias, Señor, porque tú siempre estas y estarás con la gente, en los momentos de crisis y dificultad.

CONTEMPLACIÓN (te toca a ti): guardar un momento de silencio y adorar, admirar, gustar y gozar a Dios presente en su Palabra y en tu vida cotidiana.

ACCIÓN (te toca a ti): tomar una decisión y elegir una acción aplicable que te ayude a cambiar tu vida en la familia, en el trabajo durante la semana, etc. Así puedes ir haciendo vida, poco a poco pero seguramente, la Palabra de Dios.

Me despido pidiendo por ti para que tu encuentro con la Palabra de Dios sea cada vez más profundo y encuentres en ello más gusto y felicidad.


Cuentas con mi oración y bendición. Con aprecio sincero:

Nacho, SDB.

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