jueves, 25 de junio de 2009

13° Domingo Ordinario B (28 junio 2009)

Texto a meditar y orar
Mc. 5, 21-43


Lectura (Lectio): Este relato nos presenta a Jesús al otro lado del lago. Donde sucedieron dos señales. Dos gestos decisivos de Jesús se entrecruzan en este relato: la curación de una mujer enferma y la resurrección de la hija de Jairo. Ambos tienen numerosos puntos en común: en los dos el beneficiario es siempre una mujer; en ambos casos hay transgresión, liberación y superación de una religión legalista que está incapacitada para curar y dar la vida; en ambos la gente representa un problema para Jesús, pues lo estrujan; en ambos casos Jesús queda impuro según la Ley, por haber sido tocado por una mujer impura y por haber tocado a la niña y por fin, en ambos se proclama la importancia de la fe para recuperar la salud y la vida. Por lo mismo, Jesús aparece como libertador y dador de vida al margen y en contra de las leyes de la pureza. La mujer que tenía una pérdida de sangre continua era el símbolo de la frustración vital; si ya por el hecho de ser mujer pasaba a ser una marginada social y religiosa, por este tipo de enfermedad cargará con una marginación mucho más atroz y por lo mismo no podía tocar nada ni menos ser tocada porque todo lo convertía en impuro. Pero su fe le lleva por encima de la ley, buscar y tocar a Jesús. Jairo recurre a Jesús porque para él y para su familia hay un límite y es la muerte. Tanto la mujer enferma como la hija de Jairo tenían doce años: o de enfermedad o de edad.

Meditación (Meditatio) En tiempo de Jesús, las leyes religiosas normaban la vida de las personas y de sociedad, eran leyes muy rigurosas, que convertían en marginados a quienes no las cumplieran. Jesús suscita la fe en las personas que lo buscan. La fe está al centro de estos dos hechos milagrosos, de estos dos relatos de vida. El evangelista necesitaba dejarlo claro en aquellos ambientes cargados de magias, amuletos, mitologías paganas, lo que salva no es el simple contacto físico, sino la fe. Por la fuerza de la fe la mujer curada se va en paz, con plenitud interior y exterior de vida como si hubiera vuelto a nacer. Por la fuerza de la fe del Padre, la niña se puso en pie y echó a nadar, recupera la vida cuando esta parecía que le había sido arrebatada. La fe exigirá siempre encuentro y diálogo personal con el Señor. Nada importante pasó hasta que no se llegó a un encuentro personal con Jesús. En la persona que cree, hay siempre algo que le puede salvar, reconstruir y liberar de todo lo que le impide vivir: quien sabe creer en el Dios de la vida y acierta a confiar su existencia en Jesús, posee en si mismo una fuerza capaz de liberarle de todo lo que le deshumaniza y destruye como persona. Sano es quien en capaz de realizar su total proyecto de vida en libertad. Esta salud total es la que Jesús transmite: él no se limita a curar enfermedades física, sino a salvar. La fe cura integralmente, es decir, salva.

Oración (Oratio): Señor de la vida y de la muerte que nunca obligas a creer en Ti: solamente invitas para que te aceptemos, como enviado del Padre. Aumenta nuestra fe en Ti y que todos los signos prodigiosos hechos por Ti, nos oriente hacia el milagro mayor: tu propia Resurrección. Tu presencia en nuestro mundo es el regalo más grande, es la vida pues nos manifiestas el Amor del Padre; éstas son las señales de los tiempos nuevos, de los tiempos mesiánicos. Gracias, Señor porque levantas nuestra vida cuando nos vuelves a decir: “No temas, basta que tengas fe”. Señor aumenta nuestra fe.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y te invito a que te pongas en la escena del evangelio y siéntete parte de un mundo con tantas formas de enfermedad y experimenta a Jesús liberador. Acércate a Jesús y deja que su perdón te cure y te libere y te haga sentirte libre.

Un saludo. P. Cleo sdb

jueves, 18 de junio de 2009

12° domingo ordinario, B (21 junio 2009)


Texto de Marcos 4, 35-41

Un día al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaban. Iban además otras barcas.

De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” El se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros. “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”

LECTURA (lo que dice el texto):

El relato del Evangelio esta narrado por los tres evangelistas y hace parte de los cuatro milagros que retratan la condición humana y muestran el poder de Jesús. El pasaje de hoy nos muestra a Jesús dormido en una barca, luego increpando al viento y posteriormente reprendiendo a sus discípulos. Además muestra a los discípulos en su barca con Jesús en medio del lago, sorteando con miedo una tempestad, gritando a Jesús que se despierte porque parece indiferente a lo que pasa y al final, después de ser reprendidos, admirando a aquél que había callando el viento y calmado la tempestad tan sólo con su palabra. La barca puede ser tomada como símbolo de la Iglesia, de la familia o de la vida personal y el que Jesús esté dormido símbolo de una cierta sensación de lejanía de Dios, de una supuesta indiferencia ante lo que pasa a los hombres y a los que creen en Él. El reclamo de Jesús es claro: aún no tienen fe aunque esté en medio de ellos. Es muy importante la pregunta que al final del texto se hacen los discípulos: ¿Quién es este? Entre asombros y frustraciones se irán respondiendo la pregunta hasta toparse con la pasión, muerte y resurrección. Después de ésta tendrán la respuesta que mientras estaban con Él no atinaban a conseguir.

REFLEXIÓN/MEDITACIÓN (lo que me dice Dios por el texto):

Este pasaje nos dice que El viene con nosotros en el barco de la vida, en este viaje para la eternidad. Señor, hoy me dice tu Palabra que, muchas veces en la travesía de mi vida, en ese ir y venir de una orilla a otra y de un lugar a otro, hay problemas y situaciones que golpean mi vida, mi familia, mi Iglesia y siento que se hunde la barca y me vuelvo a ti con miedo y desesperado, angustiado, reclamando tu presencia porque te siento indiferente a lo que pasa y que me pasa. Pero aquí estás tú para calmar mis tormentas y serenar mis ánimos, para traer la paz donde todo parecía caos. Tú, amorosa y firmemente me reclamas: ¿Por qué tienes miedo? ¿Aún no tienes fe? Me dices y aseguras que estás en medio de mi vida, de la familia, de la Iglesia y que mientras yo no te eche fuera nada me podrá pasar. Marcos nos lo presenta como dominador del poder del mal, simbolizado por el mar y un mar tempestuoso. El es el Salvador. Nos hace reflexionar sobre una tormenta con Jesús y sin Jesús; es decir, delante de un problema con o sin Jesús.

ORACIÓN (lo que le digo y respondo desde el texto y desde mi vida):

Señor, hay tantas situaciones adversas, nubes negras, pequeñas y grandes. Chocan tantas olas y soplan tantos vientos contra tu Iglesia, contra mí y mi familia, que tiendo a desanimarme y a no ver ni la luz ni la salida, tengo miedo, siento que mi barca se hunde. Despierta, Señor, ponte de pie en el centro de mi vida. Tú, Señor Jesús, puedes y sabes calmar vientos y tormentas amenazantes que vienen desde dentro o de fuera de mi persona. Gracias por haberlo hecho ya otras veces, por haberme serenado. Te pido que te quedes dentro y al centro de mi vida, dormido o de pié, no importa, pero que tenga yo tan sólo un poco de fe para saber y sentir que estás ahí y en mí, que tenga la certeza de que no te he alejado ni dejado. Yo sé quién eres Tú, que haces callar los vientos y apaciguas las tempestades: eres el Hijo de Dios, mi salvador. Gracias, Señor, porque tú siempre estas y estarás con la gente, en los momentos de crisis y dificultad.

CONTEMPLACIÓN (te toca a ti): guardar un momento de silencio y adorar, admirar, gustar y gozar a Dios presente en su Palabra y en tu vida cotidiana.

ACCIÓN (te toca a ti): tomar una decisión y elegir una acción aplicable que te ayude a cambiar tu vida en la familia, en el trabajo durante la semana, etc. Así puedes ir haciendo vida, poco a poco pero seguramente, la Palabra de Dios.

Me despido pidiendo por ti para que tu encuentro con la Palabra de Dios sea cada vez más profundo y encuentres en ello más gusto y felicidad.


Cuentas con mi oración y bendición. Con aprecio sincero:

Nacho, SDB.

martes, 9 de junio de 2009

11° domingo ordinario, B (14 junio 2009)


Texto a meditar y orar:
Mc. 4, 26-34

Lectura. El párrafo evangélico de éste domingo está formado por la parábola de “la semilla” que germina y crece por sí sola; y después la del grano de mostaza.
Parece ser que las parábolas que Marcos presenta se colocan en un momento de dificultad del ministerio de Jesús. Inicialmente sus parábolas y sus milagros suscitaron entusiasmo; las gentes recurrían a él atraídos por la autoridad de su enseñanza que les golpeaba fuertemente y por la potencia de su actuar. Después fue decayendo poco a poco el entusiasmo y retirándose las masas, fue permaneciendo solamente el restringido grupo de discípulos. Diversas afirmaciones de la narración de Marcos, dejan intuir la situación crítica que se verifica en el ministerio galileo de Jesús.
Esta situación de crisis tuvo sus repercusiones negativas sobre el ánimo de los discípulos todavía inseguros respecto de su adhesión al Maestro. Jesús va a su encuentro y se apresura a iluminarles sus dudas y confortar su espíritu mediante las parábolas. Ambas parábolas explican la naturaleza del reino de Dios y la convicción personal de su predicador
La de la “semilla” que crece y por sí sola es portadora de un mensaje de confianza. A los discípulos, preocupados porque la palabra de Jesús es rechazada, él les dice que es necesario tener paciencia. A su tiempo, ella dará su fruto. La resistencia de los hombres y su acogida superficial pueden obstaculizar el camino de la Palabra, pero no podrán hacer vana su fecundidad. Los discípulos no deben por tanto ceder ante la tentación de la ansiedad y del miedo. La Palabra viene proclamada con confianza, fortaleza y perseverancia; ella sigue su curso y, respetando los tiempos de Dios que son diversos de aquellos de los hombres, conseguirá resultados imprevistos e inesperados.
Y la parábola del grano de mostaza, expresa también un mensaje de confianza y de esperanza. Los discípulos están preocupados por el inicio modesto del reino de Dios y en su interior se preguntan cuál será su desarrollo. Humanamente ellos van viendo avecinarse la sombra del fracaso. Jesús los consolida afirmando que el reino de Dios inicia con poco, pero después se desarrollará gradualmente alcanzando la plena realización. El pide a sus discípulos una absoluta confianza en su persona y un abandono incondicionado a su Palabra. Por lo tanto es necesario una grande capacidad de discernimiento para leer lo positivo que existe en las situaciones humanas encontradas en el camino de cada día.

Meditación. Jesús estaba seguro de que Dios implantaba, lenta pero eficazmente, su voluntad en el mundo: la fuerza vital de la simiente es mayor que su aparente destrucción.
Predicar el Reino de Dios fue la ocupación principal de Jesús durante su ministerio público. El Dios que Jesús predicaba es un Dios que sigue viviendo y trabajando en el mundo, de incógnito, pero con eficacia, como la semilla germina y va creciendo, sin que se sepa muy bien cómo; es un Dios que se sabe que está presente no porque se le vea a Él personalmente, sino porque pueden verse siempre en crecimiento sus obras; como el sembrador y como el cristiano, que está seguro de que Dios está construyendo su reino en éste mundo lenta pero inexorablemente, a pesar de las resistencias de sus enemigos y de los pecados de sus amigos.
La certeza de Jesús ha de crear en sus discípulos seguridad. La certeza de tener a Dios en la vida y en medio de sus vidas. Jesús anima a sus discípulos a poner su confianza en Dios por encima y más allá de las evidencias: sin verle a nuestro alrededor, podemos sentirle; podemos contar con su presencia, sin tenerle todavía al descubierto.
La parábola de Jesús desvela una ley de la naturaleza y de la fe: en lo más pequeño, en lo cotidiano, está Dios actuando. Quien cree en este Dios, latente pero activo, recupera esa paz que sólo Dios produce, tan interior que nadie puede robársela, tan evidente que se hace envidiar por quienes no comparten la misma seguridad.
Quien está seguro de la actuación de Dios en él y en el mundo, no se desinteresa de sí ni de su mundo, porque le llevaría a desinteresarse del Dios que está detrás, mejor, dentro de sí y del mundo.
Creer en el Dios de Jesús, ése Dios que vive y actúa dentro de nuestro mundo como la semilla dentro del campo, lleva a vivir esperanzados, sin que la fatiga diaria nos quite el sueño ni el ansia por gozar hoy de los frutos de nuestro esfuerzo nos fuerce a vivir tensos, preocupados, por el día de mañana.
Hoy ser, creyente en Jesús, debe caracterizarnos por nuestra confianza y ánimo frente a los problemas de nuestra sociedad; preocupados por mejorarla, sobre todo sabiendo que Dios la está trabajando, nos sentiremos así, sus compañeros de ilusiones y fatigas.

Oración. Gracias Padre Bueno porque tu Hijo Jesús tuvo como principal preocupación predicarnos el Reino tuyo; porque tu Voluntad quiso transmitírnosla por medio de parábolas y juntamente nos comunicaba cómo eras y cómo te comportabas con los hombres. Cada palabra que Jesús nos transmitió nos hablan de Tí, de tu cercanía a mi vida y a la vida de los hombres y que te dejas sentir en la rutina de la vida diaria.
Es que nos hablas, Señor Jesús, del reino de Dios narrando la vida misma de los hombres. Nos comunica que la acción de Dios es semejante a la de una semilla que en el silencio, no cesa de ser activo, aunque cese en mí la memoria de Él o tal vez la incapacidad de encontrarlo en la vida. Dios, dice Jesús, trabaja de incógnito pero con eficacia, no tiene prisa, tiene su propio método y su propia pedagogía; me da la impresión de que el evangelio dice que no tienes prisa, en forma lenta pero inexorable y todavía más a pesar de la oposición de los enemigos o bien de los errores o pecados de los amigos, también va adelante la iniciativa tuya.
Hoy, Señor, tu Palabra me invita a tener la confianza puesta en Tí, en Dios, en tu Palabra y reconocer agradecido que cuento con tu presencia, aún sin haberte todavía descubierto. Sentirte activo en el mundo, en mi corazón tal vez sin haberte contemplado todavía y sin haber vivido experiencias fuera de lo ordinario de la vida y de mi vida.
Me invitas a tener la paciencia suficiente, porque tengo mi fe puesta en Tí y saber reconocer en las pequeñas cosas los frutos de la actuación de Dios; saber contemplar agradecido la potencia salvadora de Dios en los pequeños acontecimientos de cada día y esperar con fe el tiempo oportuno de la intervención amorosa de Dios.
Creer en tu intervención amorosa, Oh Dios, me hace vivir lleno de esperanza, entendiendo que cada cosa y preocupación tiene su momento y se realiza a su tiempo, y esto no debe quitarme el sueño ni turbar mi fe en Tí.
Convence mi corazón con tu Palabra, para que la entrega de la propia vida, el dolor, el sufrimiento, aún los momentos en que mi vida roce la muerte y la tristeza no aniquilen mi paz interior y la alegría de vivir, porque en Tí tengo puesta mi confianza como el sembrador la pone en la semilla sabiendo que dará todos sus mejores resultados.

Contemplación. Me consuela que Tú, Señor estás trabajando en silencio y construyendo tu Reino y que yo formo parte de ése proyecto. Tengo plena confianza en el amor de Dios y en su intervención callada pero efectiva y amorosa. Reconozco y agradezco la fuerza creadora de Dios en el interior de la historia humana y de mi propia vida.

Un saludo. P. Cleo sdb

jueves, 4 de junio de 2009

Santísima Trinidad, B (7 junio 2009)



Es la Fiesta de Dios.

Saber que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo porque nos fue revelado por Jesucristo. Está en el centro de la fe cristiana, y envuelve toda oración y acción de la Iglesia.


Texto San Mateo 28, 16-20.

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.


Lectura: Los Apóstoles al acercarse a Jesús, en la Galilea, subieron al monte y “al ver a Jesús se postraron”. En el Evangelio de hoy, nos narra que Jesús envió a los Apóstoles. Al enviar Jesús por todo el mundo a los Apóstoles, “vayan y enseñen a todas las naciones”, que estaban en adoración, Jesús no los desvía de la oración, sino que los ayuda a completar el gesto de adoración. Luego los envía y les manda bautizar. La fórmula bautismal que recoge el Evangelio: “bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, es explícitamente trinitaria, y es única en el nuevo testamento, y debe provenir de la práctica litúrgica de la comunidad cristiana. Finalmente Jesús dice: “y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.


Meditación: Los apóstoles hicieron el gesto de adoración delante de la grandeza divina. También años atrás habían hecho lo mismo los reyes magos delante del Niño Dios. Porque la adoración es dada sólo a Dios.

La actitud de adoración significa que se reconoce el señorío absoluto de Dios y quien adora significa también ponerse en total disposición para lo que Dios quiera. Eso lo significamos cuando en el Padre Nuestro decimos “hágase tu voluntad”; al decirlo en verdad, estamos diciendo desde lo más íntimo, que estamos adorando a Dios. La experiencia nos enseña que quien adora verdaderamente a Dios tiene necesidad de repartir el don de la fe. El verdadero cristiano estará siempre en estas dos actitudes, de ponerse de rodillas en adoración y de levantarse y partir para llevar a los demás el bien y la paz que la bondad de Dios le dará para distribuirlas..

Los dos gestos están en el Evangelio de hoy y corresponden a la actitud de la persona delante del Misterio de la Santísima Trinidad. Cuando Jesús dice: “y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, nos recuerda que no estamos solos, abandonados, en la adoración y en el testimonio. El Señor está con nosotros. Inseparablemente porque es la cabeza del Cuerpo que es la comunidad cristiana, la Iglesia.


Oración: En este día, las comunidades cristianas proclaman solemnemente su fe en la Trinidad santa y manifiestan su alegría por ser llamados a participar de la vida de Dios, desde el día del bautismo, en la comunidad de amor constituida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Para que todos conozcan que Dios siempre ama, la Iglesia invoca a la Santísima Trinidad, en toda acción sacramental, y en la vida común de todos los días los cristianos con el simple hecho de bendecirse continúan a invocar a la Santísima Trinidad.

Vamos a dar gracias en la Santa Misa porque hacemos parte de la familia divina y porque somos templos del Dios vivo que habita en nosotros.


Amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo,

Espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo,

Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo,

Perdón Dios Padre, perdón Dios Hijo, perdón Dios Espíritu Santo,

Invoco a Dios Padre, invoco a Dios Hijo, invoco a Dios Espíritu Santo.

Gracias Dios Padre, gracias Dios Hijo, gracias Dios Espíritu Santo. Amen.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Feliz Fiesta.

Con cariño, Nacho, SDB.