viernes, 24 de septiembre de 2010

26° domingo ordinario, C (26 septiembre 2010)

Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a los lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’”.
Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.
Con esta parábola, Jesús se dirige a los a los ricos insensibles a las necesidades de los pobres; en concreto contra los fariseos como ejemplos claros de avaricia y de apego al dinero. Ellos se burlaban de Jesús y de sus enseñanzas tan duras respecto al dinero que se ha conseguido injustamente. Y la parábola habla en la primera parte del cambio radical de situación entre el rico y el pobre, después de la muerte. Es decir que el rico se convierte en pobre y el pobre en rico. El que estaba arriba, se encuentra abajo. Y es que el significado de la parábola es de advertencia para los ricos que son avaros y de consolación para los pobres. Al tiempo que señala que la suerte del hombre no es definitiva en esta tierra; la suerte definitiva sucede después de la muerte; la riqueza y la pobreza no duran para siempre y por lo mismo la suerte del hombre puede cambiar. El rico se condena no por ser rico sino por tener corazón duro. El pobre se salva no por ser pobre, sino por haber conservado su corazón libre de odio y lleno de confianza en Dios
Meditación: (Meditatio) “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
El anuncio del evangelio se hace en clave de justicia y de caridad. Jesús enseña que el afán desmesurado de riqueza y sus goces, endurece el corazón humano, hace olvidar la caridad y la justicia y aleja de Dios. Jesús no condena la riqueza; más bien nos advierte del peligro de quien tiene, por el hecho de tener más, no suele ser más sensible ante el que tiene menos, no suele sentir responsabilidad frente a él. Jesús nos avisa con tiempo, nuestra suerte final no va a depender de lo que hayamos podido acumular en la vida, sino de cuanto hayamos querido compartir y poner a disposición de los más necesitados. Atendiendo al pobre y necesitado nos familiarizaremos con la voz de Dios.
Oración: (Oratio) “Llama orando” (¿Qué le digo yo a Dios).
Señor te pido que conviertas mi corazón para que no se apegue a los bienes materiales, que ocupan mi tiempo y secuestran mis mejores sentimientos y que lo hacen prisionero, sino que tu Palabra convierta mi corazón y compartir lo que soy, los bienes y las cualidades con los que más tienen necesidad de ser ayudados; ésa es mi tentación de optar por mis bienes, mis seguridades y no abrir los ojos y el corazón a la necesidad de mi prójimo.
Contemplación (Contemplatio): “…y se te abrirá por la contemplación”. Si en un momento de oración reflexionas sobre los bienes que Dios te ha concedido, con los criterios del Evangelio descubre las personas más necesitadas a quienes hacer el bien.

Un saludo y Dios te bendiga. P. Cleo sdb.







La Paz con ustedes.

No hay comentarios: