Lectura del
Texto del Evangelio de Marcos 1,
12-15
En aquel tiempo, el
Espíritu impulso a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días
y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le
servían.
Después de que
arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio
de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca.
Conviértanse y crean en el Evangelio”.
LECTURA (lo que dice el texto): Jesús después de haber sido bautizado, es
impulsado por el Espíritu al desierto. Los cuarenta días que Jesús pasa en el
desierto son un tiempo prolongado de profunda experiencia religiosa; y son
alusión a diferentes hechos de la Escritura, por ejemplo, los cuarenta años por
el desierto (Ex 16, 35; Núm 14, 33; Hech 7, 36) o los cuarenta días de Moisés en
el Sinaí (Ex 24, 18; 34, 28; Deut 9,9), o los cuarenta días de camino por Elías
hasta el Horeb (1 Re 19,8). Y aparece “Satanás” (que significa ‘el acusador’:
Job 1,6; 1Crón 21,1) se convierte en un ser personal, enemigo de Dios y de las
personas. La Lucha de Jesús contra el mal en sus diversas formas será una
constante en todo el Evangelio. Y después de la preparación empieza la actividad
de Jesús en la Galilea. Las primeras palabras que Jesús pronuncia son un resumen
de su predicación: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en el Evangelio”.
MEDITACIÓN (lo que me dice Dios por
el texto): En este breve relato nos hace meditar que Jesús vence la tentación en
el desierto, de manera real y simbólica. Y al vencer a Satanás comienza la paz
del Mesías y sana la enemistad de la Creación. Es Cristo que exclama: “El tiempo
se ha cumplido”, o sea, es el momento propicio, favorable, es el momento de
buscar, y ya, ahora. “El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el
Evangelio”: se ha de remarcar que no se trata de convertirse para que así llegue
el Reino de Dios, sino, porque el Reino de Dios ha llegado es necesario la
conversión. Se nos pide la conversión; es decir, el creer en la Buena Nueva que
nos trae Jesús. Conversión es cambiar, sobretodo en nuestro interior, nuestra
manera de pensar, de tal manera que haga cambiar todo lo exterior, también.
Cambiar para llegar a lo que quiere el Señor Jesús. Aceptar y vivir el
Evangelio. Vivir como Jesús. Porque es el anuncio de la Salvación, que es el
Reino predicado por Jesús. Es el único que satisface a las gentes, sus
esperanzas. Y está destinado a los pobres, puesto que son los únicos que serán
capaces de verlo en la fe. Es viviendo el Evangelio que venceremos toda
tentación.
ORACIÓN (lo que le digo y respondo desde el texto y desde mi vida): Con un
texto de San Agustín: “Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta
peregrinación, no puede verse libre de tentaciones. Acabamos de escuchar en el
Evangelio como el Señor Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto. El
Cristo total era tentado por el diablo, ya que en él eras tú tentado. Cristo, en
efecto, tenía de ti la condición humana para sí mismo, de sí mismo la salvación
para ti; tenía de ti la muerte para sí mismo, de sí mismo la vida para ti; tenía
de ti ultrajes para sí mismo, de sí mismo honores para ti; consiguientemente,
tenía de ti la tentación para sí mismo, de sí
mismo la victoria para ti. Si en él fuimos tentados, en él venceremos al
diablo”.
CONTEMPLACIÓN (te toca a ti): guarda
un momento de silencio y adora, admira, gusta y goza a Dios presente en su
Palabra y en tu vida cotidiana.
Nosotros
emprendemos también hoy un camino de reflexión y oración con todos los
cristianos del mundo para dirigirnos espiritualmente hacia el Calvario,
meditando en los misterios centrales de la fe. De este modo, nos prepararemos
para experimentar, después del misterio de la Cruz, la alegría de la Pascua de
Resurrección.
Para el período de Cuaresma, el Papa Benedicto XVI nos ofrece un camino: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24), es una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
Para el período de Cuaresma, el Papa Benedicto XVI nos ofrece un camino: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24), es una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
La Paz con ustedes.
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