miércoles, 25 de septiembre de 2013

lectio 26 DOrd C

26 DOMINGO ORDINARIO, C.
 

Evangelio de San Lucas  16, 19-31

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y telas finísimas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también murió el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: "Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".  Pero Abraham le contestó: "Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males, Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá.
El rico insistió: 'Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos'." Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. Pero el rico replicó: 'No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán'. Abraham repuso: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto'".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes,  actitudes y relaciones. Con esta parábola, Jesús se dirige a los ricos insensibles que no ven las necesidades de los pobres; en concreto contra los fariseos como ejemplos claros de avaricia y de apego al dinero. Ellos se burlaban de Jesús y de sus enseñanzas tan duras respecto al dinero que se ha conseguido injustamente. Y la parábola habla en la primera parte del cambio radical de situación entre el rico y el pobre, después de la muerte. Es decir que el rico se convierte en pobre y el pobre en rico. El que estaba arriba, se encuentra abajo. Y es que el significado de la parábola es de advertencia para los ricos que son avaros y de consolación para los pobres. Al tiempo que señala que la suerte del hombre no es definitiva en esta tierra; la suerte definitiva sucede después de la muerte; la riqueza y la pobreza no duran para siempre y por lo mismo la suerte del hombre puede cambiar. El rico se condena no por ser rico sino por tener corazón duro. El pobre se salva no por ser pobre, sino por haber conservado su corazón libre de odio y lleno de confianza en Dios
 
Meditación: (Meditatio) "…y encontrarás meditando". (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra. Con este ya son tres domingos seguidos donde se trata el tema de Dios y del dinero. El texto de hoy tiene como destinatarios a los fariseos, muy apegados al dinero, y a los discípulos y pobres que seguían a Jesús, muchos de ellos orillados de la sociedad y sin capacidad de adquisición de bienes. El anuncio del evangelio se hace en clave de justicia y de caridad. Jesús enseña que el afán desmesurado de riqueza y sus goces, endurece el corazón humano, hace olvidar la caridad y la justicia, y aleja de Dios. Jesús no condena la riqueza; más bien nos advierte del peligro de quien tiene, por el hecho de tener más, se vuelve insensible ante el que tiene menos, y ya no se siente responsable  frente a él. Jesús nos avisa con tiempo, nuestra suerte final no va a depender de lo que hayamos podido acumular en la vida, sino de cuanto hayamos querido compartir y poner a disposición de los más necesitados. Atendiendo al pobre y necesitado nos familiarizaremos con la voz de Dios.
 
Oración: (Oratio) "Llama orando" (¿Qué le digo yo a Dios). Señor te pedimos que conviertas nuestro corazón para que no se apegue a los bienes materiales, que pueden llegar a ocupar nuestro tiempo y secuestran nuestros mejores sentimientos y que nos aprisionan. Que tu Palabra convierta nuestro corazón y decidamos compartir lo que somos, los bienes y las cualidades con los que tienen necesidad de ser ayudados; porque somos tentados el de buscar sólo nuestras cosas, seguridades, y abramos nuestros ojos y el corazón a la necesidad de nuestro prójimo.
 
Contemplación (Contemplatio): "…y se te abrirá por la contemplación".  Si en un momento de oración reflexionas sobre los bienes que Dios te ha concedido, con los criterios del Evangelio descubre las personas más necesitadas a quienes hacer el bien. 
 
La Paz con ustedes.

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