jueves, 22 de mayo de 2014

lectio 6 DPasc A

6 Domingo de Pascua, A.
Lectura Orante de la Palabra del Evangelio de San Juan 14, 15-21.
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.
El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto y ubica sus partes, personajes, lugares, verbos y el hecho o idea central.
Estamos dentro del capítulo catorce de San Juan que es un discurso de despedida ubicado en la noche de la última cena. Jesús primero nos muestra al Padre y la íntima relación que hay entre ellos dos; al punto de que quien lo ve a él ve al Padre, eso nos lo dijo el domingo pasado. Ahora, en este mismo capítulo nos dice, primero, que quien le ama a él, lo ha de mostrar amando sus mandamientos; esto es, cumpliendo lo que él pide sea de palabra como con el ejemplo. Lo que él hace con Dios y con los demás, lo hemos de hacer y vivir nosotros. Después, nos presenta al Espíritu Santo como EL CONSOLADOR, el ESPIRITU DE VERDAD. Si está hablando en la última cena y despidiéndose queda claro que la sensación de abandono y separación del mejor amigo y maestro pega fuerte en la sensibilidad de los apóstoles y que llegan a sentirse solos y desprotegidos. El don del Espíritu Santo llega como seguridad, consuelo e impulso para una nueva relación más madura con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, así queda presentado el Dios cristiano, Dios Trinidad, Dios amor y comunión. Además se afirma la comunión de amor de Dios con el creyente, con el discípulo, a punto de llegar a manifestarse en la persona misma del creyente. En conclusión, no estamos huérfanos ni solos.
 
Meditación (Meditatio): reflexiona el sentido del texto y aplícalo a la vida.
Vale la pena hacer notar algunos elementos de este evangelio y la relación que guardan con nuestra vida. El primero es el don del Espíritu Consolador, el Espíritu de la Verdad. En este tiempo de Pascua, ya estamos cercanos litúrgicamente al día de Pentecostés. Cuando Jesús nos manda ser sus testigos, los testigos de su resurrección, no lo hace dejándonos a nuestras propias y frágiles fuerzas humanas, nos da su Espíritu. Con Él podremos ser sus testigos hasta los confines del mundo y hasta el fin de los tiempos.
Otro elemento a resaltar es que el amor a Jesús no es un amor desubicado ni sentimental, es un amor vivido en leyes, en mandamientos. Si estamos en el contexto de la última cena no podemos olvidar lo que Jesús les dice a sus apóstoles: "ámense como yo les amo". Eso lo dijo mientras lavaba los pies de ellos,  mientras les servía. Más que fórmulas escritas o mandatos, éstos se refieren a su vida misma: palabras, actitudes, sentimientos respecto a Dios y a los demás.
Finalmente todo nos invita a la comunión que nace del amor. El amor y la comunión de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo es garantía del amor y de la comunión de Dios con la persona. El don del Espíritu Santo es garantía del llamado de Dios al amor y a la comunión del creyente con Él y con los que convive. Nuestra fuerza para responder es Dios, es el mismo Espíritu de Jesús en nosotros. Ojalá añoremos a Jesús, ojalá notemos su ausencia si se llegara a dar, porque sería signo de que nos hemos sentido amados y de que también le hemos amado y de que queremos amarle aún más.
 
Oración (Oratio): qué es lo que te sugiere la Palabra de Dios y qué le dices como respuesta.
Señor Jesús, que vives para siempre con el Padre, llévanos a Él.
Señor Jesús, que vives para siempre con el Padre, no nos dejes solos y danos al Espíritu Consolador.
Señor Jesús, que eres amor y comunión con el Padre y el Espíritu Santo, haz que vivamos en amor y comunión contigo y con los demás.
Señor Jesús, que nos pides cumplir tus mandatos para mostrarte nuestro amor, danos la fuerza de tu Espíritu para amar como tú amas.
 
Contemplación (Contemplatio): guarda silencio y en lo más íntimo de ti alaba, bendice y adora a Dios entrando en su amor.
 
 
 
La Paz con ustedes.

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