jueves, 19 de junio de 2014

lectio 12 DOrd A

12 DOMINGO ORDINARIO, A.
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Mateo 9, 36 - 10, 8.
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto y ubica sus partes, personajes, lugares, verbos y el hecho o idea central.
Este relato de Mateo presenta las situaciones por las que pasaba la comunidad cristiana y recuerda las diversas enseñanzas de Jesús acerca del discípulo ideal y en especial las de apóstol; porque, sufrirían persecuciones y deberían hablar francamente y sin temor. Es un texto que nos presenta muchos contrastes: cubierto, descubierto; escondido, sabido; de noche, en pleno día; cuerpo, alma; reconocer, negar. Jesús antes de enviar a sus apóstoles los instruyó, porque serían sus representantes para ejercer su misión. La primera regla de conducta que Jesús inculca a sus apóstoles es la ausencia de miedo, y lo dice por tres veces; el miedo está vedado al apóstol de Jesús; sus palabras no temen el silencio ni la oscuridad, ni tampoco los cuerpos de sus enviados han de temer la muerte; porque teniendo la propia vida en las manos del Padre los hace valioso; y eso es lo que debe importarles; porque Dios se ocupa no sólo de sus vidas sino, incluso, de su cabello. Jesús se ha comprometido en defender ante Dios a quien haya salido en su defensa ante las gentes; pero quien lo haya negado o silenciado, no será reconocido por Jesús ante el Padre.   
 
Meditación (Meditatio): reflexiona el sentido del texto y aplícalo a la vida.
El Evangelio es mensaje para proclamar a las gentes: "díganlo desde las azoteas". Actualmente, y de mil maneras, se nos quiere imponer a los cristianos si no es el silenciamiento, si a la privatización de nuestra fe, y se le llama de secularismo o laicismo; en nuestra sociedad se da por supuesto que seamos libres de creer como nos plazca, pero se protesta que llevemos con orgullo la práctica pública de la fe. Y lo peor es que muchos de nosotros nos conformamos con poder confesar a Dios en privado: así estamos rehuyendo el testimonio público, como si no estuviéramos demasiado convencidos de cuanto creemos; tenemos a Dios arrinconado en un lugar de nuestra conciencia o solo en nuestro corazón. Ese tipo de "respeto humano" ahoga nuestro testimonio y nuestras expresiones públicas de fe y agranda nuestro miedo. No es así como quiso Jesús a sus apóstoles. Mientras no perdamos ese miedo de aparentar lo que somos, no seremos aquello que Dios quiere de nosotros; hasta que no nos presentemos ante los demás contentos de ser sus discípulos-misioneros cristianos, nuestra opción no será atrayente, ni fidedigna.
 
Oración (Oratio): qué es lo que te sugiere la Palabra de Dios y qué le dices como respuesta.
Nos paraliza el miedo; en vez de hablar desde las azoteas se prefiere callar lo que más nos interesa, y no logramos convencer a nadie. Y lo peor es que hoy, a diferencia de tiempos pasados, es más sutil la tentación de dejar y más frecuentes son las deserciones en la fe; se prefiere perder antes la fe que la vida; las convicciones no nos duran tanto…Nos dices, Señor, que no tengamos miedo… Y nos consuela saber que el Padre Celestial cuida de quien cuida sus intereses. Nos fortalece y alienta que para el Señor valemos mucho más que los pajarillos, y nos tiene tan en cuenta que sabe hasta de nuestros cabellos; y, por si eso no bastara, el Señor, se ha comprometido en defender ante el Padre a quien haya salido en su defensa ante las gentes. El creyente que arriesga su vida o el honor puede que no convenza, pero su testimonio da que pensar y cuestiona a quien lo recibe. Es lo que espera Cristo de todo cristiano, de toda comunidad cristiana, de la Iglesia.
 
 
Contemplación (Contemplatio): en el silencio y en lo más íntimo de tu persona adora, alaba, bendice y agradece a Dios y contémplalo y finalmente haz alguna aplicación o propósito para vivirlo durante la semana.
 
 
 
La Paz con ustedes.

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