martes, 24 de junio de 2014

lectio S Pedro S Pablo

 
 
DOMINGO: SAN PEDRO Y SAN PABLO, Apóstoles, A.
Lectura Orante de la Palabra de Dios del Evangelio de San Mateo 10, 37- 42

La solemnidad de san Pedro y san Pablo nos permite contemplar la estrecha amistad que se establece entre Jesucristo y estos dos hombres elegidos para misiones muy importantes.
 
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo'" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos, todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado   en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 
Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.  En el relato están Jesús y sus discípulos. En una región determinada: Cesarea de Filipo. Primero, Jesús se dirige a sus discípulos y les hace unas preguntas y al contestar y afirmar, le responde a Pedro. Le dice unas palabras significativas. El evangelio nos hace ver la profesión de fe de Simón Pedro y la respuesta de Jesús; donde se muestra la función de Pedro en la Iglesia. Jesús le dice que esta profesión de fe no viene de la "carne  ni de la sangre"; es inspirada por el Padre. Por eso, el Señor Jesús alabó la docilidad y fidelidad de Pedro, bajo la inspiración de Dios. Escuchamos en el relato, una serie de expresiones de sabor bíblico (Piedra, Llaves, atar y desatar) con las que anuncia la misión de Pedro en la Iglesia. Este texto lo consideran como el centro del evangelio de Mateo, tanto por su situación como por su contenido.
 
Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad. Pedro habla en nombre de los apóstoles. Su fe es el fundamento de la comunidad que se va estructurando. Después de dos milenios, la "roca" sobre la que está fundada la Iglesia sigue siendo la misma: es la fe de Pedro. "Sobre esta piedra" (Mt 16, 18) Cristo construyó su Iglesia, edificio espiritual que ha resistido al embate de los siglos; no sobre bases humanas e   históricas puesto que no hubiera podido resistir el asalto de tantos enemigos. Esta solemnidad festeja a las dos columnas de la Iglesia: Pedro y Pablo. Por una parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser "la roca" de la Iglesia: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16,16). Pedro, hombre frágil y apasionado, acepta humildemente su misión y arrostra cárceles y maltratamientos por el nombre de Jesús (cf. Hch. 5,41). Predica con "parresía", con valor, lleno del Espíritu Santo (cf. Hch 4,8). Pedro es el amigo entrañable de Cristo, el hombre elegido que se arrepiente de haber negado a su maestro, el hombre impetuoso y generoso que reconoce al Dios hecho hombre, al Mesías prometido: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"(cf. Mt 16,16). Los Hechos de los apóstoles narran en esta solemnidad la liberación de Pedro de las cárceles herodianas. "Con esta intervención extraordinaria, Dios ayudó a   su apóstol para que pudiera proseguir su misión. Misión no fácil, que implicaba un itinerario complejo y arduo. Misión que se concluirá con el martirio "cuando seas viejo otro te ceñirá y te llevará donde no quieres" (cf. Jn 21,18) precisamente aquí, en Roma, donde aún hoy la tumba de Pedro es meta de incesantes peregrinaciones de todas las partes del mundo 
"Cristo, al instituir a los Doce, "formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él". "Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles". El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella; lo instituyó pastor de todo el rebaño. "Está claro que también el Colegio de los apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro". Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.
A lo largo de los siglos, el Espíritu Santo ha iluminado a hombres y mujeres, de todas las edades, vocaciones y condiciones sociales, para que se convirtieran en "piedras vivas" (1 P 2, 5) de esta construcción. Son los santos, que Dios suscita con inagotable creatividad, mucho más numerosos que los que señala solemnemente la Iglesia como ejemplo para todos. Una sola fe; una sola "roca"; una sola piedra angular: Cristo, Redentor del hombre.
Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios. ¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!¡Cuántas veces habremos afirmado, en nuestra vida, esta profesión de fe, que un día pronunció Simón, hijo de Jonás, en Cesarea de Filipo! Y hemos sido impulsados a fijar la mirada en "Jesucristo, único Salvador, ayer, hoy y siempre". Señor, que nuestra vida y nuestras celebraciones sean una incesante profesión de fe en Cristo. A la pregunta, siempre actual, de Jesús a sus   discípulos: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?" (Mt 16, 15), los cristianos pudiéramos responder, una vez más, uniendo nuestra voz a la de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". "¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo" (Mt 16, 17). "¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!". La bienaventuranza de Simón es la misma que escuchó María santísima de labios de Isabel: "Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1, 45). Ambos tuvieron experiencia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa experiencia los acompañó durante toda su vida y les dio una viva conciencia de su misión. Tiene, pues, razón Pedro al concluir con emoción: "Señor, Tú sabes todo, Tú sabes que yo te amo" (EV).
 
Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito que sea oportuno en este momento.
Cuando el Papa ejerce su ministerio espiritual de Maestro, Sacerdote y Pastor lo hace en virtud de la voluntad de Cristo, manifestada a Pedro. La tarea específica del obispo de Roma es la misma que la de Pedro: mantener a la Iglesia unida, conservarla en la unidad de fe y de vida. De la función unificadora del Papa se sigue también, la importante tarea doctrinal y la de santificar.
Ahora después de más dos milenios 2000 años continúan a ser, Pedro y Pablo, nuestros "padres en la fe".
Celebremos y pidamos por la intercesión de Pedro y de Pablo la perfecta fidelidad a la enseñanza apostólica, la unidad de la Iglesia y la fortaleza en la fe. Esta solemnidad es una cordial invitación para renovar nuestra adhesión incondicional al vicario de Cristo sobre la tierra, el Papa.
El misterioso itinerario de fe y de amor, que condujo a Pedro y a Pablo de su tierra natal a Jerusalén, luego a otras partes del mundo, y por último a Roma, constituye en cierto sentido un modelo del recorrido que todo cristiano está llamado a realizar para testimoniar a Cristo en el mundo.
Que alegría sabernos que somos y vivimos como Iglesia.
 
 
 
 
La Paz con ustedes.

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