sábado, 21 de noviembre de 2015

Jesucristo, rey del universo, B


22 noviembre 2015

versión en PDF [disponible hasta 29.11.2015)

1er Lectura: Dn 7, 13-14
2a Lectura: Ap 1, 5-8
Salmo: 92, 1ab.1c-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Evangelio: Jn 18, 33b-37

33Pilato llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" 34Jesús le respondió: "¿Por ti mismo dices esto, u otros te han hablado sobre mí?" 35Respondió Pilato: "¿Acaso soy yo judío?, tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho?" 36Jesús respondió: "El reino mío no es de este mundo. Si de este mundo fuera el reino mío, mis súbditos habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos. Ahora pues, el reino mío no es de aquí." 37Le dijo entonces Pilato: "Así que, ¿tú eres rey?" Jesús respondió: "Tú dices que soy rey. Yo para esto he sido generado y para esto he venido al mundo, para que yo dé testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz." [38Pilato le dijo: "¿Qué es la verdad?"]
¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
El encuentro entre Jesús y Pilato gira en torno a la pregunta: "¿Eres rey?" Repetida  dos veces y cuya afirmación es evadida por Jesús. En la primer respuesta Jesús hace otra pregunta sobre la fuente de este título en labios del procurador romano. Jesús ha sido llamado rey en varios momentos  (Mt 2, 2; Jn 1, 49; Lc 19, 38), algunos movidos por rumores, otros movidos por la fe. Pilato responde con otra pregunta: "¿Acaso soy yo judío?", se declara excluido del pueblo elegido, su ignorancia sobre las promesas a Israel lo sitúan como antípoda de Natanael, un verdadero israelita (Jn 1, 49). Pilato no se mueve por la fe, sino por las presiones políticas del pueblo y las autoridades religiosas.
Ante la ignorancia de Pilato, Jesús explica que su reino no proviene de este mundo. Jesús al hablar de su relación con este reino usa una aposición (el reino [el] mío), en vez de un simple adjetivo posesivo (mi reino); no afirma su dominio sobre el reino, lo cualifica con su propia persona; entre todos los reinos, este reino se identifica con Jesús. No nos encontramos ante un rey como los de los hombres que son criticados por Jesús (Lc 22, 25), tal vez por ello evade el ser llamado "rey", y prefiere declararse testigo de la verdad. 
El título de "rey" en Israel evoca la crisis religiosa e el paso de los jueces a la monarquía (1 Sm 8, 7); el rey originario sólo es Dios, al punto que en las formas de oración él es llamado "rey del universo". Así, el que Jesús sea llamado rey no sólo connota un elemento político, sino también religioso. De ahí el escándalo ante el título escrito sobre la cruz de Jesús (Jn 19, 19-22) y el doblez de las autoridades religiosas judías que declaran no tener otro rey que el césar (Jn 19, 15).
Jesús menciona que si su reino fuera de este mundo sus súbditos lucharían a muerte por él para que no cayera él en manos de los judíos, no se trata de una impotencia suya en este mundo, sino una diferencia de criterios.
Al presentarse como testigo de la verdad, lo hace evocando a su origen y a su venida a este mundo; esto nos lanza al prólogo del cuarto evangelio (Jn 1, 1-18). En esto vemos un contraste, Jesús que es la luz, aquí es presentado casi a la par de Juan: testigo. Pero al mismo tiempo Jesús usa el mismo signo del Buen Pastor, de quien se conoce la voz (Jn 10, 14-16). En el AT encontramos que Dios es llamado el Pastor de Israel, y que el prototipo de rey – David – era también un pastor. En la lectura litúrgica se omite el v. 38. La última pregunta de Pilato que queda sin respuesta: "¿Qué es la verdad?" El Evangelio nos dice que la Verdad no es una idea, sino que tiene un rostro; y que ésta no se posee, sino que implica una relación: Jesús (Jn 1, 9; 14, 6; 17,17ss; 20, 35).

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Un reino diferente: vivir en la Verdad.
El título de rey, según los criterios del mundo evoca dominio absoluto. La palabra "monarca" que usamos como sinónimo nos expresa "un único principio de orden", de aquí podemos entenderlo como tiranía política, o si lo ponemos en el plano de la existencia como el principio en torno al cual todo tiene inicio, todo está ordenado. Vemos en el diálogo entre Jesús y Pilato una diferencia entre ambas comprensiones. Jesús es "rey" en la segunda acepción de monarca: él es la Verdad. Mientras que los reyes del mundo dominan, él ofrece la libertad (Jn 8, 32), la vida (Jn 1, 4; 14, 6), la santificación (Jn 1, 12;  17, 19). Por tanto el Reino de Cristo no se impone a la fuerza de ejércitos, sino que se testimonia con la Verdad. 
El mundo, nosotros mismos, seguimos preguntando como Pilato: "¿Qué es la Verdad?" En la manera en que seamos como Nicodemo – sin ningún doblez, como ha dicho Papa Francisco: "pecadores sí, corruptos no"*– podremos reconocer a Jesús: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel". Nuestra Iglesia vive una época de mártires, de testigos de la Verdad (Ap 6, 9-11; 7, 9ss.); el triunfo de Cristo (Ap 19, 11-16) está presente en cada uno de ellos; que así venza él en nuestro corazones, que podamos vivir en la libertad de los hijos de Dios. 

ORATIO … llama orando...
"Reine Jesús por siempre, reine su corazón."
Dios, Padre bueno, que en la etapa final de la historia, 
enviaste a tu Hijo como testigo de tu Verdad en medio nuestro, 
para redimirnos del pecado y de la muerte, 
y derramaste el Espíritu, para hacer de nosotros, 
llamados de entre todas las naciones un solo pueblo nuevo, 
haz que tengamos como meta, tu reino, 
como estado, la libertad de tus hijos, 
como ley, el precepto del amor. 
Que seamos capaces de rechazar cuanto desdiga del nombre de cristianos, 
siendo dignos de nuestros hermanos y hermanas mártires de le fe y la caridad. 
¡Que viva Cristo Rey!
 
Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
     ¿Qué sentimientos suscita en mí ver un "rey frágil" apresado? ¿Me siento de verdad parte del pueblo de Dios, de su Reino? 
     ¿Qué cosas veo en el mundo y en mi manera de vivir que no son concordes con la Verdad?
     ¿A qué cosas he de renunciar para acoger el Reino como experiencia de libertad? ¿Cómo escuchar la voz de Jesús y reconocerle como "principio ordenador" de todos los ámbitos de mi existencia (humana, espiritual, socialmente)?

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