martes, 15 de enero de 2008

2o Domingo Ordinario A (20 enero 2008)


Texto a meditar y orar: Lucas Jn 1, 29-34

El Evangelio
En aquel tiempo, al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. «Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: `Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo'. Y yo le he visto y doy testimonio de que ése es el Elegido de Dios.»

LECTURA (Lectio): observa lo que dice el texto en sí mismo, mira su estructura y relaciones, sus personajes y verbos principales
Juan el Bautista en el Evangelio de San Juan es el testigo de Jesús, que señala al Mesías presente en medio de los hombres para que ellos lo reconozcan. El verbo “dar testimonio”, está muy unido a otro: “ver”; que viene señalado por San Juan. El Bautista dice de Jesús que es el Hijo de Dios, y esto no es sólo una constatación de hecho, sino el reconocimiento de un misterio. Por lo tanto es necesario “ver”, y ver con los propios ojos de carne; es necesario, al mismo tiempo ver más en profundidad. ¿Cómo? El testo repite tres veces la misma fórmula: “Este es Aquel que...”. Se trata de una fórmula de reconocimiento: Aquel que era anunciado, prefigurado, esperado; es Él. Jesús viene a llenar así un vacío que se había formado al interno de la historia humana; un vacío que constituía una invocación. Quiere decir así que la identidad de Jesús es sobrenatural y puede sólo ser objeto de Revelación y de Testimonio.
Hay dos títulos que caracterizan a Jesús: “Cordero de Dios” e “Hijo de Dios”. Y dos frases describen su actividad: “el que quita el pecado del mundo” y “el que bautiza con el Espíritu Santo”.
El título de cordero de Dios hace referencia al cordero pascual, cuya sangre liberó al pueblo de la muerte y cuya carne fue comida por el pueblo al comienzo del Éxodo en Egipto. Con la figura del cordero, que era un símbolo que conocía bien el pueblo, Juan describe la misión del Mesías: él será con su muerte el nuevo liberador y el alimento de los que lo sigan y esta será la nueva alianza de Dios con la humanidad.

MEDITACIÓN (Meditatio): ve lo que Dios te dice a ti desde el texto, en tus circunstancias particulares, familiares y sociales.
Dios contó con la disponibilidad de Juan el Bautista para presentar a Jesús como el cordero de Dios, el hombre del Espíritu. Juan tuvo el coraje suficiente para decirlo en público: afirmando la misión de Jesús, renegó de la suya; señalando en Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado, envío hacia Jesús a todos los que habían acudido a verle a él. Así, Dios sigue necesitando de creyentes, de hombres que lo testimonien, sólo porque saben que Dios insiste en sernos cercano y en manifestarnos que nos quiere. Parece que Dios siempre se ha hecho preceder de precursores; es decir, de creyentes, de personas a nuestro alrededor que nos identifiquen a Jesús, que nos lo descubran en nuestra vida, que nos lo hagan cercano y creíble, próximo y familiar. Personas que no callen su experiencia de encuentro con Dios y de experimentarse salvados por Él; creyentes que lo reconozcan y lo señalen presente en medio de nuestro mundo como el único que viene a personarnos.

ORACIÓN (Oratio): respóndele a Dios desde el texto aplicado a tu vida, conviértelo en oración.
Gracias Padre, porque hoy tu Palabra nos revela que en tu Hijo Jesús te pones de nuestro lado frente al mal que nos rodea; y con Él nos ofreces tu amor, tu apoyo, tu alegría para liberarnos del mal e invitarnos a vivir en plenitud. Porque con su presencia en medio de nuestro mundo, no sólo nos ofreces el perdón, sino también la posibilidad de ir quitando el pecado, la injusticia y el mal que se apodera de nuestras vidas.
Envíame tu Espíritu Santo, que me anime a proclamar que creo en Ti, en tu Hijo Jesús y que me ayude a testimoniar a los demás la experiencia de encontrarte y sentirme amado y llamado por Tí.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio):
Reflexiona y reza en tu interior y deja que el Espíritu Santo hable por Ti y puedas reconocer los signos de la presencia de Dios en tu vida y en los de tu familia y agradece.

Dios te bendiga. P. Cleo sdb

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