jueves, 3 de enero de 2008

Epifanía del Señor A (6 enero 2008)




Mateo 2,1-12



Evangelio


Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les


preguntó donde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido


la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.



Lectura (Lectio)


El Evangelio de Mateo teje una trama de contrastes: Los magos-sabios de oriente buscan al Mesías sin ser del pueblo elegido; en cambio, Herodes y todo el pueblo de Jerusalén deberían haberlo reconocido, pero no lo hacen, sino que tan sólo en pensarlo les acarrea un temor –se sobresaltan–. Los magos dibujan un itinerario arriesgado, movidos por Dios que todo lo conduce con su providencia; son capaces de salir de sus lejanas tierras y viajar – ¿no se parecen en esto a Abraham?–, tienen la humildad de preguntar a los judíos, sin hacer alarde de su propia sabiduría oriental –que era mucho más valorada en tiempos del evangelista que la cultura judía–, son capaces de seguir la estrella y de sentir la inmensa alegría al ver a Jesús; y por último, le ofrecen al Niño los mejores regalos de que son capaces. Herodes, en cambio, es taimado y calculador; se manifiesta con hipocresía cuando pide a los magos que averigüen dónde está en niño «para ir también a adorarle»; consulta las Escrituras –y esto sería de alabar– pero no para obedecer al Dios que habla en esas Escrituras, sino para obtener información para sus planes asesinos. Hay también otros personajes que pasan desapercibidos. Podemos comprender a Herodes, interesado sólo en mantener el poder, pero Mateo insinúa un misterio más extraño: los letrados, los maestros de la ley. Son judíos que llevan siglos esperando al Mesías; su rey actual, sanguinario y cruel, no está a la altura del modelo del rey David.



Meditación (Meditatio)


La intervención de Dios en la historia del hombre y su encarnación en su Hijo Jesús se ha manifestado en miles de detalles cotidianos, Mateo nos insiste en que Dios está interviniendo siempre, conduciendo la Historia aunque a nosotros se nos pase desapercibido; pero también nos ha invita a cuestionarnos como creyentes en Jesús. Es una invitación para que observemos a los magos y nos preguntemos siguiendo su ejemplo si somos capaces de salir de la tierra y de nuestras seguridades para ir en búsqueda de Jesús; si somos capaces de reconocerlo, de alegrarnos al verlo y viéndolo ¿Qué regalos le entregamos? O también a que no nos quedemos inactivos cuando nos llamamos personas expertas en Dios que leemos la Palabra de Dios y consultamos las Escrituras, las comprendemos bien, sino que lo busquemos y nos pongamos en camino, en su búsqueda.



ORACIÓN (Oratio)


Gracias, Señor por tu presencia en nuestra vida y en nuestra historia cuando has querido encarnarte y hacerte hombre como nosotros y para nuestra salvación. Te pido que tu Espíritu Santo que es quien nos puede ayudar a descubrir tu presencia, habite en nuestros corazones todos los días y que con él en medio de nuestras vidas sepamos descubrir los signos de tu presencia, acoger tu amor en cada una de las señales de tu bondad y discernir tu voluntad en los momentos importantes de la vida. Haznos sensibles a tu presencia, perceptibles de tu amor y adoradores de tu persona.



CONTEMPLACIÓN (Contemplatio)


Permanece en silencio. Repite en tu corazón la frase del texto bíblico que más ha calado en ti. Contempla a Aquel que es la Palabra viva.



Felices Fiestas de la Natividad del Señor P. Cleo sdb

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