jueves, 31 de enero de 2008

4° Domingo Ordinario A (3 febrero 2008)


Texto a meditar, orar y vivir: Mateo 5, 1-12a.

Evangelio
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo.» Palabra del Señor.


LECTURA (Lectio): observa lo que dice el texto en sí mismo, mira su estructura y relaciones, sus personajes y verbos principales. Con las bienaventuranzas de Mateo inicia un amplio discurso del evangelio que es el sermón de la Montaña: Jesús proclama el reino de Dios por primera vez y lo abre con una promesa repetida de felicidad. Y para decir esto, el evangelio de Mateo utiliza un recurso literario que se llama paradoja. En todas las bienaventuranzas la felicidad es anunciada para quien todavía está en situación de desgracia pero está fundamentada en una opción futura de Dios. El discurso de la montaña está dirigido a todos pero orientado al seguimiento de Jesús y para que los oyentes se vuelvan discípulos. Y es el discípulo que siguiendo a Jesús aprende a valorar las cosas y las situaciones con una óptica nueva. Y es en la montaña donde se da este discurso que es un lugar separado de la vida cotidiana y apto para la revelación. Este discurso aquí es puesto en paralelo con la figura de Moisés en el Sinaí y la entrega de las tablas de la ley, habla sobre considerar el discurso de la montaña como la carta constitucional del nuevo pueblo de Dios que Jesús viene a formar.
Las bienaventuranzas siendo consideradas como “la ley del Reino” y las condiciones de ingreso a él, proclaman la felicidad para algunas personas, especialmente para los pobres de espíritu. La primera bienaventuranza es la clave de todo. Ella sitúa al hombre en relación con Dios haciéndolo tomar conciencia de su radical pobreza como criatura. En este sentido ellas, expresan la lógica “alternativa” del reino de Dios respecto de la lógica dominante del mundo. Y la segunda parte de las bienaventuranzas expresa la intervención activa y salvadora de Dios “serán consolados”, es decir que Dios los consolará....


MEDITACIÒN (Meditatio): ve lo que Dios te dice a ti desde el texto, en tus circunstancias particulares, familiares y sociales. Jesús estaba convencido de que el Dios que estaba por llegar exigía de quien lo esperase una felicidad tan real, tan fuerte, tan estupenda, que pudiera vivirse en cualquier situación humana por desgraciada que esta fuera: donde quede comprometida nuestra felicidad por la actuación del prójimo o por nuestra propia impotencia, allí mismo se ha comprometido nuestro Dios por hacernos felices; los que hoy más penan, pueden vivir, con mayor razón, en la espera de su venida; pues conocerán la dicha únicamente cuando Dios reine sobre ellos.
El pobre y el perseguido, el pacífico y el limpio de corazón, quien llora o sufre persecución no tienen más que a Dios para esperar un cambio de su suerte. El Dios de Jesús es su única salida. Nuestro problema y nuestra oportunidad, está en dar crédito al anuncio de Jesús. Porque o se equivoca Jesús que llama bienaventurado al que sufre, o nos equivocamos cuantos ciframos la felicidad en la ausencia de penas y de Dios. Hay que entender y creer que el Dios de Jesús es un Dios que toma partido por el débil, que opta por el olvidado que se acuerda del desvalido. El Dios de Jesús, es Él la única razón para sentir gozo mientras nos duelen las penas.
Jesús da por sentado que se puede ser feliz en una situación penosa; y es que la felicidad que él promete no es esa dicha que surge de la vida que se logra llevar ni de la suerte que se tiene en ella: el pobre no está contento con su suerte, pero tiene la suerte de que Dios tampoco lo está y ya está pensando en cambiársela. Dios, nos lo ha prometido y Jesús se ha comprometido a cambiarle la suerte al pobre.


ORACIÓN (Oratio): respóndele a Dios desde el texto aplicado a tu vida, conviértelo en oración. Señor Jesús hoy llamándome a ser tu discípulo me invitas a voltear mi mirada y dilatar mi corazón hacia los pobres de espíritu, los humildes que confían únicamente en Tí, Oh Señor, y que en Ti han puesto la fuerza de sus vidas y su esperanza. A pedirte por todos los hombres que viven su vida en forma ordinaria, pequeños, pobres, que viven en el total anonimato: enséñales que en la oscuridad y en los límites de sus vidas y de nuestra pequeña vida es posible encontrarte, descubrir toda la perfección y la santidad que nuestro corazón busca y desea, y encontrar la grandeza y la dignidad de nuestra vida humana. Te pido, Señor por los afligidos, para quienes la vida ha sido y sigue siendo un peso y las lágrimas son el pan de cada día. Que encuentren en Tí el consuelo y la ayuda y en cada uno de nosotros un corazón abierto a compartir el sufrimiento y el llanto.
Oh Señor, danos la fe y la fuerza suficiente para vivir con confianza en Tí cualquier situación humana, por infeliz que sea, con la felicidad tan real, tan fuerte y tan estupenda de aceptarte como soberano, y de reconocer que nuestras penurias y dificultades adquieren otra dimensión cuando eres Tú quien le da sentido a lo que vivimos.


CONTEMPLACIÓN (Contemplatio) Agradece al Señor las maravillas que Dios ha hecho en tu vida personal y ofrécele tu compromiso de mirar por los más pobres y necesitados que viven a tu alrededor.


Dios te bendiga P. Cleo sdb


jueves, 24 de enero de 2008

3° Domingo Ordinario, A (27 enero 2008)



Texto a meditar, orar y vivir: Mateo 4, 12-23


"y lo siguieron"
Evangelio.
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiro a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos”. Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron. Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia. Palabra del Señor.
LECTURA (Lectio): observa lo que dice el texto en sí mismo, mira su estructura y relaciones, sus personajes y verbos principales. Comienza hablando de Juan que fue arrestado. Contemplamos a Jesús por diferentes regiones, pueblos y ciudades: Galilea, Nazaret, Cafarnaúm, junto al lago, por Zabulón y Neftalí. Jesús va predicando y nos dice cual es su mensaje. “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está ya cerca”. También nos lo presenta viendo y llamando a personas, concretamente a dos pares de hermanos y nos dice los nombres: Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Y la manera como responden a la Palabra de Jesús, cuando les dice: “Síganme”. Ellos dejan todo y lo siguen. Finalmente, nos dice lo que hacía Jesús: enseñando, proclamando el Evangelio y curando, dando vida.
MEDITACIÒN (Meditatio): ve lo que Dios te dice a ti desde el texto, en tus circunstancias particulares, familiares y sociales. Jesús inaugura el Reino de Dios. Por eso va a la Galilea, que es tierra de paganos y se cumple lo anunciado por el profeta: “el pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz”. Jesús es la gran luz que el pueblo contempló. Y Jesús lanzará a ese pueblo el desafío del camino de liberación. Es el camino del Reino de Dios ya presente en la persona de Jesús. Es necesario que las personas acojan a Jesús y se abran al proyecto de Dios. “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos”, o sea, es el seguimiento de Jesús. Esa fue la exigencia hecha por Jesús a Simón y a su hermano Andrés que andaban pescando y a Santiago y Juan que remendaban las redes junto con su padre. El Reino que Jesús inaugura requiere de colaboración y compromiso de las personas. Es un compromiso que provoca rupturas (dejar las redes, el barco, el padre) y que lleva una buena dosis de riesgo. Concluye que Jesús “andaba por toda Galilea enseñando y proclamando la Buena Nueva y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia”. La Iglesia en Latinoamérica nos llama a ser discípulos y misioneros, estar en estado de Misión Continental, para anunciar a todos el Evangelio para que los pueblos tengan vida en Jesús.
ORACIÒN (Oratio): respóndele a Dios desde el texto aplicado a tu vida, conviértelo en oración.
Señor, contigo el Reino de Dios ya está en marcha porque es un Reino que llena de vida, en abundancia y vida para siempre, a todas las gentes y en todos los tiempos. Contigo las gentes son liberadas de toda alienación, opresión y de todo aquello que no las hace vivir dignamente como persona humana. Jesús eres esa luz que ilumina nuestra existencia. Que nos convirtamos más a Ti. Que te sigamos. Que creamos más en ti. Que vayamos a anunciarte. Que seamos discípulos y misioneros del Evangelio que eres Tú, Señor.
Feliz Domingo. Y una palabrita sobre San Juan Bosco, puesto que tenemos la alegría de celebrarlo el próximo 31 de Enero, porque es el santo que Dios hizo suscitar para atender a los jóvenes. Don Bosco es el Padre y Maestro de la Juventud.



Nacho, SDB.

martes, 15 de enero de 2008

2o Domingo Ordinario A (20 enero 2008)


Texto a meditar y orar: Lucas Jn 1, 29-34

El Evangelio
En aquel tiempo, al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. «Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: `Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo'. Y yo le he visto y doy testimonio de que ése es el Elegido de Dios.»

LECTURA (Lectio): observa lo que dice el texto en sí mismo, mira su estructura y relaciones, sus personajes y verbos principales
Juan el Bautista en el Evangelio de San Juan es el testigo de Jesús, que señala al Mesías presente en medio de los hombres para que ellos lo reconozcan. El verbo “dar testimonio”, está muy unido a otro: “ver”; que viene señalado por San Juan. El Bautista dice de Jesús que es el Hijo de Dios, y esto no es sólo una constatación de hecho, sino el reconocimiento de un misterio. Por lo tanto es necesario “ver”, y ver con los propios ojos de carne; es necesario, al mismo tiempo ver más en profundidad. ¿Cómo? El testo repite tres veces la misma fórmula: “Este es Aquel que...”. Se trata de una fórmula de reconocimiento: Aquel que era anunciado, prefigurado, esperado; es Él. Jesús viene a llenar así un vacío que se había formado al interno de la historia humana; un vacío que constituía una invocación. Quiere decir así que la identidad de Jesús es sobrenatural y puede sólo ser objeto de Revelación y de Testimonio.
Hay dos títulos que caracterizan a Jesús: “Cordero de Dios” e “Hijo de Dios”. Y dos frases describen su actividad: “el que quita el pecado del mundo” y “el que bautiza con el Espíritu Santo”.
El título de cordero de Dios hace referencia al cordero pascual, cuya sangre liberó al pueblo de la muerte y cuya carne fue comida por el pueblo al comienzo del Éxodo en Egipto. Con la figura del cordero, que era un símbolo que conocía bien el pueblo, Juan describe la misión del Mesías: él será con su muerte el nuevo liberador y el alimento de los que lo sigan y esta será la nueva alianza de Dios con la humanidad.

MEDITACIÓN (Meditatio): ve lo que Dios te dice a ti desde el texto, en tus circunstancias particulares, familiares y sociales.
Dios contó con la disponibilidad de Juan el Bautista para presentar a Jesús como el cordero de Dios, el hombre del Espíritu. Juan tuvo el coraje suficiente para decirlo en público: afirmando la misión de Jesús, renegó de la suya; señalando en Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado, envío hacia Jesús a todos los que habían acudido a verle a él. Así, Dios sigue necesitando de creyentes, de hombres que lo testimonien, sólo porque saben que Dios insiste en sernos cercano y en manifestarnos que nos quiere. Parece que Dios siempre se ha hecho preceder de precursores; es decir, de creyentes, de personas a nuestro alrededor que nos identifiquen a Jesús, que nos lo descubran en nuestra vida, que nos lo hagan cercano y creíble, próximo y familiar. Personas que no callen su experiencia de encuentro con Dios y de experimentarse salvados por Él; creyentes que lo reconozcan y lo señalen presente en medio de nuestro mundo como el único que viene a personarnos.

ORACIÓN (Oratio): respóndele a Dios desde el texto aplicado a tu vida, conviértelo en oración.
Gracias Padre, porque hoy tu Palabra nos revela que en tu Hijo Jesús te pones de nuestro lado frente al mal que nos rodea; y con Él nos ofreces tu amor, tu apoyo, tu alegría para liberarnos del mal e invitarnos a vivir en plenitud. Porque con su presencia en medio de nuestro mundo, no sólo nos ofreces el perdón, sino también la posibilidad de ir quitando el pecado, la injusticia y el mal que se apodera de nuestras vidas.
Envíame tu Espíritu Santo, que me anime a proclamar que creo en Ti, en tu Hijo Jesús y que me ayude a testimoniar a los demás la experiencia de encontrarte y sentirme amado y llamado por Tí.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio):
Reflexiona y reza en tu interior y deja que el Espíritu Santo hable por Ti y puedas reconocer los signos de la presencia de Dios en tu vida y en los de tu familia y agradece.

Dios te bendiga. P. Cleo sdb

miércoles, 9 de enero de 2008

El Bautismo del Señor (13 enero 2008)



Introducción para ubicarnos en el tiempo litúrgico.

Con esta fiesta del Bautismo del Señor, concluimos el tiempo de Navidad, y a partir del siguiente día comenzaremos el Tiempo Ordinario. Hace unos días contemplábamos al niño Jesús recién nacido, visitado por los pastores y adorado por los magos, reconocido por todos como Hijo de Dios, como Mesías Salvador. La fiesta del Bautismo de Jesús nos dice quién es Jesús y cual es su misión. Este domingo contemplamos a Jesús ya adulto, de incógnito entre la multitud y queriendo ser bautizado por Juan. Hay que hacer, pues, un esfuerzo considerable para dejar atrás al niño de Belén, pequeño y adorable, para centrarnos en el seguimiento del profeta de Nazaret, que comienza a recorrer los caminos de Galilea buscando gentes dispuestas a escuchar “el Evangelio de Dios” y ver en él la llegada del Reino prometido.

Texto a meditar, orar y vivir: Mateo 3, 13-17.

En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.

Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía desde el cielo: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.

El bautizo señala el inicio del ministerio público de Jesús: Dios lo presentó, ante el pueblo que se reunía en torno a Juan el Bautista, como su Hijo predilecto. Jesús, en un breve diálogo, vence la resistencia del Juan Bautista. En ese diálogo se refleja la incomodidad de los primeros cristianos que no pudieron negar que Jesús, por propia voluntad, se sometió a ese rito de penitencia propuesto por Juan. El texto nos dice que Jesús, con su bautismo, quiso cumplir humildemente la voluntad de Dios en todo y por eso Dios lo reconoce como su amado Hijo. La fidelidad de Jesús a la voluntad del Padre es lo que mejor revela que, efectivamente, él es el Hijo. Se llama obediencia, el camino por el que hace su vida Jesús. Él sabe comportarse y vivir como auténtico Hijo del Padre. Por eso la voz que procede del Padre y el don de su Espíritu son la autentificación de su persona y la garantía de su encomienda: la predicación del Reino y del amor salvador y misericordioso de Dios a todas las gentes.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.

El bautismo marcó el inicio de la actuación pública de Jesús. Fue una decisión muy difícil e importante que lo sacó del anonimato, durante cerca de treinta años, y lo acercó, junto con otros, a Juan el Bautista que predicaba la conversión y la escucha de Dios para tomarlo en serio, y más que nunca, en la vida diaria. Por eso, acercarse al bautismo, era manifestar públicamente que se estaba dispuesto a vivir de un modo nuevo, del modo que Dios pedía. Eso es consolador para nosotros, los que todavía no hemos tomado a Dios y su palabra en serio en nuestra vida ordinaria: Jesús, antes de hablarnos de Dios, de su Padre, y de acercarlo a nosotros con su modo de amarnos, se pone a nuestra altura, a la altura de los pecadores necesitados de Dios y de conversión. Así, él da el primer paso: se coloca entre los pecadores, él que no tenía pecado, para tomar sobre sí todos los pecados de las gentes de todos los tiempos, y se acerca a nosotros y nos ofrece su evangelio, nos ofrece a Dios. No habría que olvidarlo, cuando domingo tras domingo en la eucaristía, escuchemos y sintamos sus exigencias inauditas y creamos que es imposible su seguimiento: lo primero que hizo para predicarnos un Dios cercano fue acercarse a nosotros que lo necesitamos; antes que cualquier otra cosa compartió nuestra situación y se hizo compañero de bautismo nuestro para proponernos la conversión. Nosotros, los bautizados, estamos invitados a mirarlo a él para ver cómo hay que responder viviendo como hijos y como enviados a una misión.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.

Señor Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, que para salvarnos llevaste hasta el extremo el misterio de la encarnación y nos enseñaste el modo de ser hijos de Dios, el modo de dejarnos conducir por el Espíritu Santo, el modo de llevar a cumplimiento nuestra misión dentro de la Iglesia y de la sociedad, te pedimos nos concedas la gracia de la humildad y de la obediencia para ser siempre fieles, como tú, a Dios Padre que nos ha hecho públicamente sus hijos por medio del bautismo. Ese bautismo por el que nos hemos hecho seguidores de la vida de Jesús, con la grande esperanza de la Vida Eterna, en nuestro caminar hacia el Padre que nos ama como ama a Jesús. Señor, cuando entendemos y asumimos nuestro bautismo podemos decir: Felices los bautizados. ¡Amén!

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida sacando algún buen propósito para la semana. En esta semana reflexionaré sobre mi bautismo.

Nacho, SDB.

jueves, 3 de enero de 2008

Epifanía del Señor A (6 enero 2008)




Mateo 2,1-12



Evangelio


Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les


preguntó donde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido


la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.



Lectura (Lectio)


El Evangelio de Mateo teje una trama de contrastes: Los magos-sabios de oriente buscan al Mesías sin ser del pueblo elegido; en cambio, Herodes y todo el pueblo de Jerusalén deberían haberlo reconocido, pero no lo hacen, sino que tan sólo en pensarlo les acarrea un temor –se sobresaltan–. Los magos dibujan un itinerario arriesgado, movidos por Dios que todo lo conduce con su providencia; son capaces de salir de sus lejanas tierras y viajar – ¿no se parecen en esto a Abraham?–, tienen la humildad de preguntar a los judíos, sin hacer alarde de su propia sabiduría oriental –que era mucho más valorada en tiempos del evangelista que la cultura judía–, son capaces de seguir la estrella y de sentir la inmensa alegría al ver a Jesús; y por último, le ofrecen al Niño los mejores regalos de que son capaces. Herodes, en cambio, es taimado y calculador; se manifiesta con hipocresía cuando pide a los magos que averigüen dónde está en niño «para ir también a adorarle»; consulta las Escrituras –y esto sería de alabar– pero no para obedecer al Dios que habla en esas Escrituras, sino para obtener información para sus planes asesinos. Hay también otros personajes que pasan desapercibidos. Podemos comprender a Herodes, interesado sólo en mantener el poder, pero Mateo insinúa un misterio más extraño: los letrados, los maestros de la ley. Son judíos que llevan siglos esperando al Mesías; su rey actual, sanguinario y cruel, no está a la altura del modelo del rey David.



Meditación (Meditatio)


La intervención de Dios en la historia del hombre y su encarnación en su Hijo Jesús se ha manifestado en miles de detalles cotidianos, Mateo nos insiste en que Dios está interviniendo siempre, conduciendo la Historia aunque a nosotros se nos pase desapercibido; pero también nos ha invita a cuestionarnos como creyentes en Jesús. Es una invitación para que observemos a los magos y nos preguntemos siguiendo su ejemplo si somos capaces de salir de la tierra y de nuestras seguridades para ir en búsqueda de Jesús; si somos capaces de reconocerlo, de alegrarnos al verlo y viéndolo ¿Qué regalos le entregamos? O también a que no nos quedemos inactivos cuando nos llamamos personas expertas en Dios que leemos la Palabra de Dios y consultamos las Escrituras, las comprendemos bien, sino que lo busquemos y nos pongamos en camino, en su búsqueda.



ORACIÓN (Oratio)


Gracias, Señor por tu presencia en nuestra vida y en nuestra historia cuando has querido encarnarte y hacerte hombre como nosotros y para nuestra salvación. Te pido que tu Espíritu Santo que es quien nos puede ayudar a descubrir tu presencia, habite en nuestros corazones todos los días y que con él en medio de nuestras vidas sepamos descubrir los signos de tu presencia, acoger tu amor en cada una de las señales de tu bondad y discernir tu voluntad en los momentos importantes de la vida. Haznos sensibles a tu presencia, perceptibles de tu amor y adoradores de tu persona.



CONTEMPLACIÓN (Contemplatio)


Permanece en silencio. Repite en tu corazón la frase del texto bíblico que más ha calado en ti. Contempla a Aquel que es la Palabra viva.



Felices Fiestas de la Natividad del Señor P. Cleo sdb