jueves, 30 de julio de 2009

18° domingo ordinario, B (02 agosto 2009)


Texto a meditar y orar:
Juan 6, 24-35

Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús.
Cuando le hallaron al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado. Le dijeron entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."
Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo.
Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.

Lectura:
El relato evangélico de este domingo es continuación del anterior, la gente sigue buscando a Jesús a quien querían proclamar rey por haberles alimentado, sin embargo aún no creen en él como el enviado de Dios, y le piden una señal.
Jesús en sus respuestas hace alusión a un pan que da vida eterna, en contraposición del pan terreno que han comido. La figura del maná es una transición entre el pan terreno y el pan del cielo, Jesús corrige la afirmación de que fue dado por Moisés, sino que fue enviado por su Padre, pero, como escucharemos el próximo domingo, quienes comieron del maná murieron. Jesús se presenta a sí mismo como el pan capaz de dar vida al mundo, una vida eterna.
Lo central de este fragmento es el envío de Jesús por parte del Padre, como requisito para tener vida eterna. Sólo a través de esta fe no se tendrá hambre y no se tendrá nunca sed.

Meditación:
El pan terreno es importante para nuestra subsistencia física, Jesús se preocupó por la gente que no tenía que comer y realizó el signo de la multiplicación de los panes, sin embargo, hay un pan más importante que permanece para la vida eterna. En mi vida, ¿he trabajado por este pan que Dios da a quienes ha marcado con su sello? (Porque desde el bautismo hemos sido sellados por Dios.)
El maná fue una respuesta de Dios frente a las murmuraciones de los israelitas que vagaban por el desierto, y los judíos también le piden a Jesús una señal para creer que es el enviado de Dios. ¿Sigo pidiendo a Dios señales en medio de mis dificultades para que me de pan, o realmente le busco a él por quien es y no por lo que me da?
Jesús se presentó como el Pan de Vida, pero ¿qué entiendo yo por la vida? (La mera existencia, la supervivencia, la felicidad, la santidad, la entrega a los demás?)

Oración:
Señor, danos siempre de ese pan!
para que podamos buscarte a ti como el enviado de Dios para saciar el hambre del mundo.
para que podamos abrir nuestro corazón a la esperanza de la vida eterna.
para que sepamos disfrutar de nuestra vida terrena con la confianza de ser elegidos por tu Padre en el amor.
para que hallemos en ti la fuerza para nuestro caminar hacia la casa del Padre.
para que podamos compartir nuestra vida sin miedos ni temores.
para que nuestra fe no desfallezca.

Contemplación:
Siento gran gozo al compartir mis alimentos con la gente que amo, porque comparto con ellos mi vida. Descubro la necesidad de otros hermanos que necesitan del pan para saciar su hambre, pero también necesitan del pan de mi consuelo, de mi perdón y de mi compañía, y me reconozco también enviado por el Padre para ser Pan de vida para mis hermanos, como lo es Cristo para mí.

Feliz Domingo, y muy provechosa semana!
Francisco José

miércoles, 22 de julio de 2009

17° domingo ordinario, B (26 julio 2009)


Jn. 6, 1-15

LECTIO
El tema único es “Jesus-Pan-de Vida”; la multiplicación del pan, ocupa el centro en la lista de los signos narrados por Juan.
El episodio de la multiplicación, está hondamente arraigado en la primitiva comunidad cristiana. Una prueba es que se haya transmitido por los Sinópticos y por Juan. Como elementos coincidentes están los cinco panes y los dos peces, los 5.000 hombres, la hierba verde, con las sobras se llenaron doce cestos, después Jesús se retira al monte. Su alejamiento momentáneo prepara el siguiente episodio y anuncia el distanciamiento de la gente que va a producirse.
Lo particular del evangelio de Juan es que la muchedumbre sigue a Jesús a causa del “signo” que ha visto. Y es que por medio de los signos el evangelio de Juan, lleva a las personas a Jesús. Juan nunca habla de milagros, los llama signos. Además para Juan quien toma la iniciativa siempre, es Jesús. Y un tercer elemento, es la forma en que Jesús actúa, la cual recuerda la última cena y las palabras que Jesús pronunció en ella.
Para el evangelio de Juan es importante decir cuándo sucede éste hecho: sucedió estando cerca la Pascua, la fiesta de los judíos; por lo mismo el fondo de la acción y de la explicación de Jesús es de tipo pascual.
El signo deberá parece sorprender primero a los discípulos; ellos son sus mejores testigos, saben de su incapacidad, y por otra parte, deberán acomodar a la gente y recoger las sobras.
El relato tiene un indudable tono eucarístico; es Jesús quien toma la iniciativa, no sus discípulos.

MEDITATIO
La multiplicación de los panes viene presentada en clave de signo. Juan subraya la iniciativa soberana de Jesús, no es la necesidad de pan de la gente, sino la falta de fe de sus discípulos, el auténtico motivo del milagro; es a ellos a quienes va a probar, mientras la muchedumbre prueba el milagro. Los discípulos son los testigos inmediatos del milagro y también deberán ser sus ministros.
Rehuyendo una dignidad apoyada sólo en el hambre calmada, Jesús corrige las expectativas de su pueblo; de poco valdría un mesías cuya misión acabara cuando se le acabara el hambre de pan de su pueblo. Aunque el proyecto real de Jesús va más allá, empieza por calmar la necesidad de los suyos, que es el hambre. Aprender de Jesús a ser sensibles a la necesidad del pueblo, sin reducirse a la satisfacción de ella, es lo que tendrá que recordar y vivir el discípulo.
Jesús convence a quienes están a su lado de lo poco que pueden y de lo mucho que les falta. A Felipe le hace caer en la cuenta de la escasez de sus provisiones y de la pobreza de sus recursos. Sin embargo, Jesús necesitó de su pobreza para satisfacer el hambre de la muchedumbre; lo mismo que de su obediencia, hizo que cayeran en la cuenta de que con sus pocos panes mal podían alimentar a la gente; pero quiso que fueran ellos quienes hicieran llegar el pan multiplicado a la gente y quienes recogieran las sobras. Más importante que la escasez de los apóstoles, le importó contar con su obediencia: fueron testigos del milagro y sus únicos administradores.

ORATIO
Señor Jesús, como ése pueblo que te busca con ansia y con deseos de contemplar los portentos que realizas, así mi corazón te busca, porque sé que sólo Tú puedes calmar el hambre de mi vida y además saciar mis expectativas; sólo tú puedes llenar de motivos mi vida; porque no es de pan material de lo que tengo hambre, y ni siquiera de la necesidad de saciarla sólo por un día, sino de los motivos para vivir toda mi vida alimentándome de la fe que me viene de Tí.
Cuando contemplo la muchedumbre necesitada y con hambre de Tí, veo con más claridad la pobreza de mis recursos para ayudar a reducir y satisfacer en sus necesidades a los que Tú me has enviado. Y es que, Señor, me siento limitado, tan limitado pero tan agraciado que te descubro interviniendo con portentos en la historia de los hombres y solicitando mi fe. Hoy te doy gracias, Señor, porque descubro con tu Palabra mi vocación de intermediario, pues me haces caer en la cuenta de lo escaso de mis provisiones y de lo limitado de mis recursos para saciar el hambre de los pobres, la necesidad que tienes de mi pobreza para saciar el hambre de los demás y mi obediencia y ministerio para ayudarte para hacer llegar el portento a todos y recoger sus sobras. Hoy descubro que me quieres obediente, testigo del milagro y el único administrador de tus maravillas.

CONTEMPLATIO
Me alegra el saberme querido, consolado y contemplado por el corazón amoroso de Jesús que conoce mis necesidades pero que me invita también a contemplar con ojos de fe y con un corazón dilatado por las necesidades de los demás.

jueves, 16 de julio de 2009

16° domingo ordinario, B (19 julio 2009)



Texto de Marcos 6, 30-34

(Lee serena y tranquilamente una o varias veces el texto para desentrañar parte de su estructura, personajes y organización)



Lectura (Lectura de lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor): Nos encontramos en la sección del ministerio de Jesús en la Galilea. Y este domingo nos presenta varias situaciones de Jesús con sus Apóstoles: primera, después de que volvieron se reunieron con Jesús y cómo contaban lo que habían hecho y enseñado; segunda, cuando los lleva a un lugar solitario para descansar al dirigirse a un lugar apartado y tranquilo; y tercera, cuando Jesús desembarca y ve una numerosa multitud que habían ido a buscarle por tierra. El texto nos dice que Jesús se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor y les enseñaba muchas cosas.



Meditación (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que me dice a mí ahora de mi familia, vida y circunstancias): Algunos temas de meditación: La Palabra de Dios presentada por las tres lectura del Domingo: Dios-Pastor en la primera, y en el salmo a Jesús-Pastor; el Evangelio nos dice el modo cómo Jesús se ha hecho nuestro Pastor, lo mismo sobre el anuncio y la escucha. Las personas conocen guías y maestros; Jesús es uno de ellos y es el mejor de todos, por lo que se le debe tener una manera particular de seguimiento y de escucha. Se dirige también a los que anuncian, el cómo escuchan y el modo como son guías y pastores. Jesús nos presenta el modo pastoral: compadecerse (conmocionarse), enseñar e ir al desierto (descansar).



Oración (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo): “Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”. Señor, que estas palabras sean un modo de vivir, como lo quería Jesús; es decir, creando comunidad en torno de Jesús y contándole todo; relacionándose entre sí y con Jesús. Señor no nos dejes caer en el individualismo, autosuficiencia o la indiferencia que son fáciles de entrar en las comunidades cristianas o familiares, porque llegaríamos a ser como esas gentes que andaban como ovejas sin pastor. Te pido también nos hagas sensibles delante de las necesidades de las gentes.



Contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar, adoro y alabo, y tomo la decisión para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios en mi vida ordinaria, personal, familiar, laboral, social, escolar…): Es motivo de gozo que Jesús sea el Pastor, que buscaba y se compadecía de las gentes. Me ilumina saber que enseñaba a las gentes para conocer la Palabra de Dios y que enseñaba a los discípulos para saber vivir en el seguimiento de Jesús, porque convivían contándose todo, descansando y encontrando el sentido de todo en Jesús. Tomaré la decisión de formar comunidad, en el que Jesús debe estar en el centro. Y que a través de las actividades que tengo me haga sensible a las necesidades de las gentes.


Que Jesús y María les bendigan. Feliz Domingo.
Nacho, SDB.

martes, 7 de julio de 2009

15° domingo ordinario, B (12 julio 2009)


Texto a reflexionar y orar:
Marcos 6, 7-13
(“llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos”).

Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
El relato del evangelio es un sumario, un resumen. Rechazado de su patria chica, Jesús vuelve al camino y a las enseñanzas; a la increencia de sus vecinos responde predicando. A la cerrazón de sus compatriotas responde Jesús asociando a su quehacer personal cuantos con él conviven; no se deja vencer por el fracaso: multiplica sus esfuerzos multiplicando por doce la entrega a su misión.
Los doce apóstoles harán lo que aprendieron de Jesús e incluso más. La obediencia del discípulo no es mimética: el apóstol que se mueve dentro de las normas recibidas, sabrá inventar lo que su Señor realmente le exige en cada momento.
Antes de ser enviados, los doce han permanecido con Jesús como grupo estable; junto a Él han aprendido los secretos del Reino y han experimentado su poder contra el demonio y la muerte; y han hecho experiencia de vivir en comunidad con Él. Experimentada la convivencia se trata ahora de añadir una dimensión nueva al discipulado: la tarea misionera. Jesús los convoca y los envía por parejas y les da su propio poder. Se les da la orden de expulsar los demonios; porque para Jesús no hay modo más fidedigno de predicar la cercanía de Dios que luchar contra el mal y el maligno; la proximidad de Dios a los hombres se anuncia eficazmente alejando el mal y al Malo del mundo de los hombres.
Los elegidos, convocados por Jesús, son delegados y participan de su autoridad sobre los espíritus inmundos. Y habrán de ir de dos en dos: así tendrá validez jurídica su testimonio unánime. Los enviados reciben la potestad del que los envía: podrán expulsar demonios para legitimar su autoridad delegada y para instaurar, de modo claro y profundo, el reino que predican.
Quien impone la misión da también las reglas, y para Marcos, éstas no son opcionales, son órdenes para que quien se sepa, o se quiera, su enviado. Seguirlas al pie de la letra le hace auténtico apóstol de Cristo: el enviado es un mandado.
La misión convierte a la indigencia al apóstol. El apóstol de Jesús camina aligerado de carga; encargado como está de una misión que no puede retrasarse, el apóstol deberá ser desprendido más que austero y debe distinguirse por su pobreza radical. No tiene que sentir más necesidad que de aquello que le ayuda para el camino; su desprendimiento y la confianza en quien le envía y la confianza en el mensaje le confiere credibilidad.
La misión ha de llegar a cuantos más sea posible; y para los que llegue ha de ser total: conversión y sanación.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
La misión de los doce nace, dentro de la misión de Jesús, prolongándola: de hecho les da todo su poder y unas estrictas normas de comportamiento. Y como ya hay alguien que continua su tarea, Jesús desaparece momentáneamente de la narración. Mientras tanto, sus apóstoles toman su lugar y actúan según sus directrices.
Para Mateo lo decisivo es que quien es comisionado por Jesús, deberá realizar la tarea encomendada como la pensó quien lo envía: Jesús elige a sus representantes y les impone el modo de representarlo; serán apóstoles si se comportan como les ha mandado.
Quien impone la misión, da también las reglas. La normativa para la misión cristiana proviene de Jesús en persona. Sus instrucciones no son pues, opcionales, son órdenes para quien se sepa enviado, seguirlas al pie de la letra le hace auténtico apóstol.
Al enviado ha de bastarle la elección y el evangelio como motivo y viático: todo lo demás le sobra. La orden de Jesús impone la pobreza a los apóstoles; la misión convierte a la indigencia al apóstol. Les impone Jesús, una forma de vida menesterosa en extremo y, por tanto, dependiente de la ayuda ajena: faltos de casi todo, dependerán de casi todos. El apóstol de Jesús camina aligerado de la carga, encargado como está de una misión que no puede retrasarse. El evangelio de Jesús y la misión de representarlo son el viático de sus enviados.
Los enviados de Jesús han de distinguirse por su radical pobreza: no tienen que sentir más necesidad que de aquello que les ayuda para el camino, bastón y sandalias; su desprendimiento y la confianza en quien les envía y el mensaje les confieren credibilidad. Quien tiene la misión y el evangelio en el corazón, soporta tener las manos y la bolsa vacías.
Por otra parte, donde el evangelio encuentre un oyente, allí ha encontrado su hogar el enviado; la necesidad que tiene el misionero de ser acogido es sólo reflejo de la urgencia que tiene el evangelio de encontrar audiencia.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Señor Jesús, que para multiplicar tu obra misionera te dejaste representar por aquellos que has elegido, sigue reaccionando ante el rechazo que sufres hoy como lo hiciste el día en que instituiste los doce. Si quienes te conocen, no te creen, renueva tu compromiso con Dios y su reinado y envía a quienes se encuentran a tu lado en su nombre y con tus poderes. No te defraude nuestra indiferencia ni te hastíe nuestra incredulidad. Envíanos tus representantes, que curen nuestros males y nos hablen de Dios, como tú lo hacías. Y si me sigues manteniendo confianza, confíame tus poderes y el evangelio y mándame en tu lugar y con tu misión: quiero prolongar tu nombre y tu tarea entre los míos.
Sé que impones normas estrictas a tus enviados; aceptaría, si cuentas conmigo, la pobreza de vida como modo de evangelización; tu evangelio y tus poderes serán mi único viático, si tú me mandas como tu delegado. Para que sea digno apoderado tuyo, apodérate tú de mis bienes: sea la buena noticia del reino mi posesión preciada y no ponga precio yo a cuanto poseo o me falta. Hazme el pobre que tú quieres que sea, para que sea el evangelizador que me mandas ser. Pon tu evangelio en mi corazón, para que no tenga en mis manos otras tareas ni en mi mente intereses diversos.
Descúbreme mi hogar ahí donde encuentre acogida el evangelio; que logre asiento y morada donde moran tus hijos, que permanezca satisfecho entre quienes te aceptaron de corazón. Hazme intransigente con quien no te soporta y atento con quien te atiende. Dame la valentía de romper con cuantos no te quieran y de quedarme con quienes te reciban; rechace yo al que te rechaza y encuentre mi casa junto a quien te tenga en el corazón. Devuélveme familia y hogar en todos los que, gracias a tu envío, reciben el evangelio de mi apostolado.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios.
Toma conciencia de ser escogido y enviado por Dios. Tú, con tus miedos y fracasos, con tus fuerzas e ilusiones eres elegido y enviado. Ha sido Él quien se ha fijado en Ti, te ha mirado, te ha llamado, te ha ofrecido un proyecto, te ha amado y te sigue amando.

Dios les bendiga. P. Cleo, sdb.

miércoles, 1 de julio de 2009

14° domingo Ordinario, B (5 julio 2009)


Texto a reflexionar y orar:
Marcos 6, 1-6
(Nadie es profeta en su tierra).

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es este el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados..

Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.


Lectura (Lectio): lee atentamente el texto cuantas veces sea necesario, hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.
El texto de hoy se ubica después de las curaciones realizadas por Jesús fuera de su pueblo (el endemoniado de Gerasa, la mujer que perdía sangre y la niña revivida) y antes de enviar a sus apóstoles a predicar el Reino. Se trata de un momento particularmente difícil dentro del ministerio de Jesús dado que es cuestionado y rechazado por sus mismos paisanos y parientes. Sin duda que la fama y el conocimiento de sus milagros habían llegado a Nazareth antes que su misma persona. Si nos fijamos, la estructura del texto es simple, se compone de tres partes: una breve introducción que ubica y presenta a Jesús acompañado de sus discípulos visitando Nazareth, y a Jesús mismo mientras enseña en la sinagoga de su pueblo; en segundo lugar está la reacción de sus paisanos. Aquél de quien tanto se hablaba no pasaba de ser uno de ellos y como ellos, por eso pasan del inicial asombro, expresado en las dos primeras preguntas “¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace?”, al desconcierto e incredulidad, manifestado en las dos últimas “¿No es este el carpintero, el hijo de María y pariente de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”. Finalmente San Marcos presenta la reacción de Jesús ante sus paisanos citando un dicho popular: “en todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”. Ahora es Jesús quien se extraña de la incredulidad de su gente y por ello decide marcharse para enseñar en los pueblos vecinos, no sin antes afirmar que, por no haber encontrado fe, no realizó allí ningún milagro. Las preguntas tienen una función pedagógica, Marcos implica a sus lectores para que sean nuestras preguntas, para que nos confrontemos con la persona ordinaria de Jesús, y saquemos nuestras respuestas, decisiones y acciones.

Meditación (Meditatio): saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.
El tema de la fe-incredulidad es central en este pequeño texto evangélico, tanto que concluye con el desconcierto de Jesús frente a la dureza de los corazones de sus parientes y paisanos: “y estaba asombrado porque ellos no creían en Él”. Esto contrasta con la fe de la gente de otros pueblos, como leíamos el domingo anterior. Jesús se encuentra con nuestra humanidad que es, en realidad, muy compleja porque fácilmente pasamos del extremo de la aceptación al extremo del rechazo. En medio de estas dos posturas nos movemos en una amplia gama de matices que dejan ver el misterio y situación de nuestros corazones. Cuando experimentamos la presencia de Dios en nuestras vidas lo aprisionamos con nuestros deseos y necesidades y luego, apenas pasado un tiempo, nos acostumbramos a Él para terminar cuestionándolo y echándolo fuera de nuestras vidas por parecernos demasiado ordinario y cercano. Es un hecho que Dios, en Jesús, llega a nosotros y hace de nuestras vidas su casa, su hogar, pero se encuentra con corazones confundidos y torcidos. Hemos oído hablar de Él, de sus obras y maravillas en otros lados, en otras casas, con otras familias y personas, pero no creemos y no dejamos que lo haga con nosotros. Es nuestra incredulidad la que no permite ver a Dios actuando en nosotros. El amor de Dios se topa con nuestro egoísmo, su misericordia con nuestra incomprensión, su bondad con nuestra dureza de corazón, por eso imposibilitamos su acción. Dice San Juan: “vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron…”. Estamos invitados a creer más en el Hijo de Dios hecho hombre para que nos eleve a su divinidad; estamos obligados a creer más en los hombres, cuya naturaleza asumió el Hijo de Dios, para asumir la humanidad de Jesús.

Oración (Oratio): desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.
Señor Jesús, a nosotros también nos pasa como a tus paisanos y parientes: por una parte reconocemos que delante de ti no podemos quedar indiferente, reconocemos que en tu persona está la presencia misma de Dios y de su amor; pero también nos cuesta aceptar que el enviado y portador del amor de Dios sea uno como nosotros, simplemente un hombre, simplemente uno de nosotros. Tu rostro humano nos revela el rostro y el amor de Dios al mismo tiempo que nos impide ver más allá de lo que vemos hasta percibir tu verdadera identidad. Señor, muchas veces te aceptamos, otras te usamos, y algunas veces te ignoramos. Señor, si a algunos les pediste fe para obrar en ellos o en otros, ¿Quisieras acrecentar la nuestra? Gracias, Señor. Cómo nos cuesta seguir tu Palabra que nos invita a amar, a formar comunidad y superar nuestras opiniones personales e individualistas. Gracias, Señor, aumenta nuestra fe y nuestra pertenencia para anunciar el Reino que viniste a establecer.

Contemplación (Contemplatio): haz silencio y en lo más hondo de tu corazón, adora, alaba y bendice a Dios que te habla y te invita a cambiar tu vida y toma algún buen propósito que sea oportuno en este momento.



El Señor les bendiga, Nacho, SDB.