miércoles, 22 de julio de 2009

17° domingo ordinario, B (26 julio 2009)


Jn. 6, 1-15

LECTIO
El tema único es “Jesus-Pan-de Vida”; la multiplicación del pan, ocupa el centro en la lista de los signos narrados por Juan.
El episodio de la multiplicación, está hondamente arraigado en la primitiva comunidad cristiana. Una prueba es que se haya transmitido por los Sinópticos y por Juan. Como elementos coincidentes están los cinco panes y los dos peces, los 5.000 hombres, la hierba verde, con las sobras se llenaron doce cestos, después Jesús se retira al monte. Su alejamiento momentáneo prepara el siguiente episodio y anuncia el distanciamiento de la gente que va a producirse.
Lo particular del evangelio de Juan es que la muchedumbre sigue a Jesús a causa del “signo” que ha visto. Y es que por medio de los signos el evangelio de Juan, lleva a las personas a Jesús. Juan nunca habla de milagros, los llama signos. Además para Juan quien toma la iniciativa siempre, es Jesús. Y un tercer elemento, es la forma en que Jesús actúa, la cual recuerda la última cena y las palabras que Jesús pronunció en ella.
Para el evangelio de Juan es importante decir cuándo sucede éste hecho: sucedió estando cerca la Pascua, la fiesta de los judíos; por lo mismo el fondo de la acción y de la explicación de Jesús es de tipo pascual.
El signo deberá parece sorprender primero a los discípulos; ellos son sus mejores testigos, saben de su incapacidad, y por otra parte, deberán acomodar a la gente y recoger las sobras.
El relato tiene un indudable tono eucarístico; es Jesús quien toma la iniciativa, no sus discípulos.

MEDITATIO
La multiplicación de los panes viene presentada en clave de signo. Juan subraya la iniciativa soberana de Jesús, no es la necesidad de pan de la gente, sino la falta de fe de sus discípulos, el auténtico motivo del milagro; es a ellos a quienes va a probar, mientras la muchedumbre prueba el milagro. Los discípulos son los testigos inmediatos del milagro y también deberán ser sus ministros.
Rehuyendo una dignidad apoyada sólo en el hambre calmada, Jesús corrige las expectativas de su pueblo; de poco valdría un mesías cuya misión acabara cuando se le acabara el hambre de pan de su pueblo. Aunque el proyecto real de Jesús va más allá, empieza por calmar la necesidad de los suyos, que es el hambre. Aprender de Jesús a ser sensibles a la necesidad del pueblo, sin reducirse a la satisfacción de ella, es lo que tendrá que recordar y vivir el discípulo.
Jesús convence a quienes están a su lado de lo poco que pueden y de lo mucho que les falta. A Felipe le hace caer en la cuenta de la escasez de sus provisiones y de la pobreza de sus recursos. Sin embargo, Jesús necesitó de su pobreza para satisfacer el hambre de la muchedumbre; lo mismo que de su obediencia, hizo que cayeran en la cuenta de que con sus pocos panes mal podían alimentar a la gente; pero quiso que fueran ellos quienes hicieran llegar el pan multiplicado a la gente y quienes recogieran las sobras. Más importante que la escasez de los apóstoles, le importó contar con su obediencia: fueron testigos del milagro y sus únicos administradores.

ORATIO
Señor Jesús, como ése pueblo que te busca con ansia y con deseos de contemplar los portentos que realizas, así mi corazón te busca, porque sé que sólo Tú puedes calmar el hambre de mi vida y además saciar mis expectativas; sólo tú puedes llenar de motivos mi vida; porque no es de pan material de lo que tengo hambre, y ni siquiera de la necesidad de saciarla sólo por un día, sino de los motivos para vivir toda mi vida alimentándome de la fe que me viene de Tí.
Cuando contemplo la muchedumbre necesitada y con hambre de Tí, veo con más claridad la pobreza de mis recursos para ayudar a reducir y satisfacer en sus necesidades a los que Tú me has enviado. Y es que, Señor, me siento limitado, tan limitado pero tan agraciado que te descubro interviniendo con portentos en la historia de los hombres y solicitando mi fe. Hoy te doy gracias, Señor, porque descubro con tu Palabra mi vocación de intermediario, pues me haces caer en la cuenta de lo escaso de mis provisiones y de lo limitado de mis recursos para saciar el hambre de los pobres, la necesidad que tienes de mi pobreza para saciar el hambre de los demás y mi obediencia y ministerio para ayudarte para hacer llegar el portento a todos y recoger sus sobras. Hoy descubro que me quieres obediente, testigo del milagro y el único administrador de tus maravillas.

CONTEMPLATIO
Me alegra el saberme querido, consolado y contemplado por el corazón amoroso de Jesús que conoce mis necesidades pero que me invita también a contemplar con ojos de fe y con un corazón dilatado por las necesidades de los demás.

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