Lc 21, 25-28. 31-36
Lectura. Con un lenguaje apocalíptico y catastrófico, el evangelista narra la venida del Hijo del hombre como un gran acontecimiento de liberación. Todo el relato habla de un desorden de los seres creados, orientado todo ello a la venida, a la venida del Hijo del hombre; es más, el mismo hombre mostrará un miedo grande al ver las manifestaciones de la creación. Pero para el creyente se acercará la hora de su liberación. Las señales que pudieran ser atemorizantes, pasan a ser señales esperanzadoras, llenas de la presencia del “esperado”.
La venida del reino de Dios, exige una capacidad de discernimiento en el creyente, lo mismo que una actitud de confianza en las palabras de su Señor. Lo mismo exigirá renuncia, templanza, atención y la actitud fundamental, la de la oración como medio que puede salvar de lo que va a suceder y que prepara a su vez, al encuentro con el Hijo del hombre.
Lucas a diferencia de Mateo y Marcos, no pretende, con este pasaje, anunciar el fin del mundo, se refiere más bien a la proximidad del reino y se relaciona con la predicación de Jesús. Pero eso no impide que Jesús exhorte a los creyentes a que estén atentos. Deben comportarse como el servidor que espera a cualquier hora el regreso de su dueño. Así podrá presentarse el día del juicio sin temor ante el Señor.
Meditación. Le venida del Hijo del hombre presenta la llegada de un gran acontecimiento de liberación. Las señales serán la manifestación más palpables de esa próxima llegada. Es el acontecimiento grande al cual deberán estar puestos los ojos del creyente y del cual deberá estar llena de esperanzas y de ilusiones el corazón del seguidor de Jesús. Porque lo ha prometido el Señor, el evangelista Lucas dice que regresará con poder y gloria.
La actitud del creyente será de discernimiento de las señales de su venida y de una “pronta” venida. Llegará en el momento menos esperado y el creyente está obligado a discernirlo; porque toda su postura es de quien se encuentra preparado y dispuesto en toda su persona y con toda su disposición, no apegándose a las cosas que la normalidad de la gente considera importantes, sino dejándose libre de todo para esperar el acontecimiento como liberación plena de cualquier esclavitud.
La oración será el alimento de todo buen creyente que vive esperanzado; será el criterio de discernimiento de los acontecimientos para quien trata de descubrir en las señales la pronta presencia de su Señor y es también la oración la que mantiene en tensión constante no perdiéndose en cosas innecesarias. Y además se cuida de no entorpecer su mente y su corazón con otros distractores y cosas que le alejen de tener puesta toda su atención en lo que está por llegar, su Señor..
Oración. Señor, Jesús. Con éste tiempo de Adviento, te pido que mi corazón vibre con la gran esperanza de tu pronta venida. Que anhele tu pronta venida como la hacían los judíos por la llegada de su Salvador y liberador, como la anunciaron los profetas y como lo proclamaron los primeros creyentes que viviendo esperanzados se prepararon y se dispusieron a la pronta venida de tu Persona.
Te quiero manifestar el deseo que se vuelve un grito de liberación. Marana-tá, “Ven Señor, Jesús”, que te esperamos porque eres la esperanza de nuestras vidas y porque con tu presencia se hace realidad el reino que nos tienes prometido.
Mientras llega éste momento de tu venida, envía tu Espíritu Santo sobre nuestras personas, sobre tu Iglesia y sobre nuestros corazones, para que descubramos tu presencia en nuestro mundo, para que fortifique nuestra fe y esperanza y para que nos ayude a discernir los signos del tiempo y de tu pronta venida. Que nos dé la confianza de los hijos de Dios que esperan su venida y que las señales de destrucción de nuestro mundo nos hagan descubrir tu inminente llegada y más que asustarnos nos llenen de confianza en que tu tiempo está llegando, porque suspiramos con los pulmones llenos del Espíritu Santo que venga a nuestro mundo.
Que la oración y nuestra continua relación de intimidad contigo, nos haga mantenernos firmes y apegado a tus criterios. Que no embotemos nuestra mente y nuestro corazón con las necesidades de ésta vida y con las preocupaciones de cada día, sino que nos mantengamos en continua tensión hacia Tí y a tu pronta venida; que las cosas sean medios e instrumentos que nos hacen crecer en la manifestación de tu reino y de tu llegada y no nos cierren al encuentro de tu pronta venida.
Hoy, Señor, te pido que manteniéndonos con los ojos puestos en Ti y en tu pronta venida, porque te sentimos como el Amado, mantengas nuestro corazón ardiendo de esperanza y nuestras manos ocupadas en construir y preparando tu pronta venida en nuestro mundo.
Gracias y “Ven Señor Jesús”.
Contemplación. Me siento consolado en mi vida y en mi persona al saber que el Señor viene, su reino llega y se acerca el tiempo de la liberación. Y mientras la Palabra de Dios ilumina mi vida y la capacidad de esperar sólo en El su pronta liberación. Vivo en una constante tensión llena de esperanza. Sólo a Él espero; Él es la realización plena de la vida.
La venida del reino de Dios, exige una capacidad de discernimiento en el creyente, lo mismo que una actitud de confianza en las palabras de su Señor. Lo mismo exigirá renuncia, templanza, atención y la actitud fundamental, la de la oración como medio que puede salvar de lo que va a suceder y que prepara a su vez, al encuentro con el Hijo del hombre.
Lucas a diferencia de Mateo y Marcos, no pretende, con este pasaje, anunciar el fin del mundo, se refiere más bien a la proximidad del reino y se relaciona con la predicación de Jesús. Pero eso no impide que Jesús exhorte a los creyentes a que estén atentos. Deben comportarse como el servidor que espera a cualquier hora el regreso de su dueño. Así podrá presentarse el día del juicio sin temor ante el Señor.
Meditación. Le venida del Hijo del hombre presenta la llegada de un gran acontecimiento de liberación. Las señales serán la manifestación más palpables de esa próxima llegada. Es el acontecimiento grande al cual deberán estar puestos los ojos del creyente y del cual deberá estar llena de esperanzas y de ilusiones el corazón del seguidor de Jesús. Porque lo ha prometido el Señor, el evangelista Lucas dice que regresará con poder y gloria.
La actitud del creyente será de discernimiento de las señales de su venida y de una “pronta” venida. Llegará en el momento menos esperado y el creyente está obligado a discernirlo; porque toda su postura es de quien se encuentra preparado y dispuesto en toda su persona y con toda su disposición, no apegándose a las cosas que la normalidad de la gente considera importantes, sino dejándose libre de todo para esperar el acontecimiento como liberación plena de cualquier esclavitud.
La oración será el alimento de todo buen creyente que vive esperanzado; será el criterio de discernimiento de los acontecimientos para quien trata de descubrir en las señales la pronta presencia de su Señor y es también la oración la que mantiene en tensión constante no perdiéndose en cosas innecesarias. Y además se cuida de no entorpecer su mente y su corazón con otros distractores y cosas que le alejen de tener puesta toda su atención en lo que está por llegar, su Señor..
Oración. Señor, Jesús. Con éste tiempo de Adviento, te pido que mi corazón vibre con la gran esperanza de tu pronta venida. Que anhele tu pronta venida como la hacían los judíos por la llegada de su Salvador y liberador, como la anunciaron los profetas y como lo proclamaron los primeros creyentes que viviendo esperanzados se prepararon y se dispusieron a la pronta venida de tu Persona.
Te quiero manifestar el deseo que se vuelve un grito de liberación. Marana-tá, “Ven Señor, Jesús”, que te esperamos porque eres la esperanza de nuestras vidas y porque con tu presencia se hace realidad el reino que nos tienes prometido.
Mientras llega éste momento de tu venida, envía tu Espíritu Santo sobre nuestras personas, sobre tu Iglesia y sobre nuestros corazones, para que descubramos tu presencia en nuestro mundo, para que fortifique nuestra fe y esperanza y para que nos ayude a discernir los signos del tiempo y de tu pronta venida. Que nos dé la confianza de los hijos de Dios que esperan su venida y que las señales de destrucción de nuestro mundo nos hagan descubrir tu inminente llegada y más que asustarnos nos llenen de confianza en que tu tiempo está llegando, porque suspiramos con los pulmones llenos del Espíritu Santo que venga a nuestro mundo.
Que la oración y nuestra continua relación de intimidad contigo, nos haga mantenernos firmes y apegado a tus criterios. Que no embotemos nuestra mente y nuestro corazón con las necesidades de ésta vida y con las preocupaciones de cada día, sino que nos mantengamos en continua tensión hacia Tí y a tu pronta venida; que las cosas sean medios e instrumentos que nos hacen crecer en la manifestación de tu reino y de tu llegada y no nos cierren al encuentro de tu pronta venida.
Hoy, Señor, te pido que manteniéndonos con los ojos puestos en Ti y en tu pronta venida, porque te sentimos como el Amado, mantengas nuestro corazón ardiendo de esperanza y nuestras manos ocupadas en construir y preparando tu pronta venida en nuestro mundo.
Gracias y “Ven Señor Jesús”.
Contemplación. Me siento consolado en mi vida y en mi persona al saber que el Señor viene, su reino llega y se acerca el tiempo de la liberación. Y mientras la Palabra de Dios ilumina mi vida y la capacidad de esperar sólo en El su pronta liberación. Vivo en una constante tensión llena de esperanza. Sólo a Él espero; Él es la realización plena de la vida.
Dios te bendiga. P. Cleo sdb
1 comentario:
Siempre hay que tener en cuenta estas cosas, pero la verdad es que siempre que uno las tiene en cuenta las debe leer con detenimiento me gustaría poder viajar para escribir algo parecido pero la verdad es que primero debería buscar algunos Pasajes al Salvador
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