miércoles, 11 de noviembre de 2009

33º domingo ordinario, B (15 noviembre 2009)


Texto a meditar y orar:
Marcos 13, 24-32

LECTIO. Lee y asimila la Palabra de Dios.
El mensaje de este día es de “esperanza”: la historia está orientada no hacia la catástrofe, como parece desprenderse de la lectura del Evangelio, sino al cumplimiento del reino de Dios. El cristiano está comprometido en la colaboración de la construcción de un mundo que se anticipa y prepare y anuncie el mundo futuro.
La doctrina escatológica del Nuevo Testamento se diferencía de la del Antiguo Testamento sobre todo por su poner a Cristo al centro de la historia y de la vida. Es Cristo aquel al cual el Padre ha unido la esperanza y el futuro del hombre.
El Evangelio que hoy leemos es el último discurso de Jesús; un discurso difícil de interpretar, tanto por el contenido, que describe el misterio del cumplimiento final de la historia; como por el lenguaje, que es el lenguaje típico del apocalipsis judaicos bíblicos y extrabíblicos.
Al profundizar en la literatura apocalíptica, caracterizada por fuertes contrastes y por una gran variedad de imágenes simbólicas, es necesario poner atención para distinguir entre el “lenguaje” y el “mensaje”, y para evitar dejar en segundo plano lo que es esencial y no privilegiar aquello que es accidental o accesorio.
Es la parte central del discurso escatológico de Jesús. Y se divide en tres partes: a) la venida final del Hijo del hombre; b) la parábola de la higuera; c) los dichos sobre la certeza y la imprevisibilidad del final.
Cuando el relato describe los signos que precederán el cumplimiento del evento final de la historia, las imágenes dejan ver el lenguaje apocalíptico del Antiguo Testamento; pero no se quiere afirmar con estos textos el final del mundo: lo manifiesta el hecho de que una lectura atenta del texto hace ver que la tierra no viene tocada en lo mínimo; el escenario de los sucesos se da en los astros y en los espacios celestes; y tienden todos estos eventos a hacer ver como central la aparición y la manifestación luminosa del Hijo del hombre.
La descripción de los sucesos cósmico pretende subrayar el carácter revolucionario de la venida del Hijo del Hombre. Las nubes, la potencia y la gloria, son todos elementos del Antiguo Testamento que hablan de la presencia y de la potencia de Dios.
El fin último de la “parusía” de Cristo, Hijo del hombre, es aquel de reunir a los elegidos: es este el verdadero vértice y el centro de todo el discurso escatológico.
Marcos habla de la parusía, como realización del gran sueño y de la incesante esperanza que se vivía en el Antiguo Testamento y que proclamaban.
San Marcos subraya la cercanía de la venida en la gloria de Cristo; por otra parte rechaza fijar una fecha precisa y se rebate su imprevisibilidad.
Las previsiones humanas respecto del fin del mundo no quedan en una comunidad cristiana: el único criterio de referencia y de discernimiento es la palabra de su maestro. Sólo la Palabra de Jesús, puede ofrecer la exacta comprensión de la situaciones históricas; sólo la palabra de cristo puede sostener la esperanza cristiana aún delante de las persecuciones y de los eventos negativos; sólo la Palabra de Cristo puede fundar y motivar una correcta actitud de vigilancia activa y de testimonio responsable contra las tentaciones siempre posibles de resignación, de desconfianza y de pesimismo

MEDITATIO. Relee y medita en tu corazón la Palabra de Dios
El texto de Marcos mostrando la dimensión cristológica de la escatología cristiana, va al encuentro de una persona, de un evento personal, donde nuestra libertad personal y la de todos los hombres será plena en el Señor Jesús.
La esperanza cristiana tiene su última expresión y más grande en el evento escatológico de la Pascua del Señor Jesús. La parusía es la Pascua de Jesús en su definitividad para la historia y para el hombre.
La esperanza cristiana y de la comunidad creyente tiene el rostro del Señor Resucitado que viene con “gran poder y gloria”. Es decir que manifiesta su pobre e indefenso amor crucificado y transfigurado en la resurrección como el sentido último, decisivo y definitivo de la historia.
Si la escatología es vivir en tensión hacia la realización plena de los tiempos según el proyecto de Dios; el fin de los tiempos es la persona de Jesús, porque El es el escatológico cristiano; es la figura que se vuelve llamada a la fe, a la conversión, a la vigilancia. Jesús Resucitado que se presenta en la plenitud de la gloria, es la voluntad última de Dios; es el bien y la verdad absoluta del hombre.
La esperanza cristiana tiene en esta párrafo evangélico un aspecto simbólico; tiene la forma de la parábola, del signo; (la higuera). Vivir los momentos de la vida con esta capacidad de profundidad, con esta mirada de ulterioridad.
Permanecer en esta fecunda tensión es la figura cristiana de la esperanza.
De aquí deriva una mirada diversa sobre la historia y que llamamos “discernimiento”; y éste se sitúa entre la consciencia de la insuperabilidad y permanencia de la palabra del Señor y la imposibilidad de encerrarla en una figura presente. La esperanza cristiana tiene la figura del discernimiento y de la decisión práctica; trata de leer la historia a la luz del absoluto llamado de su palabra que exige el riesgo de mi libertad.
Sólo así el reino viene: viene como un don que suscita mi empeño, viene como posibilidad que mueve mi libertad; viene como mandamiento que suscita mi fe; como figura personal que exige seguimiento. Del discípulo y de la comunidad.

ORATIO. Reza con la Palabra de Dios
Dios y Padre Bueno, que en la Venida de Cristo Jesús tu Hijo has manifestado a los hombres la llegada de tu Reino. Te doy gracias por presentarlo como la realización hacia la cual tiende la creación y la historia de los hombres.
El es la manifestación plena de tu voluntad que quiere reunir en torno a El, a todos los hombres dispersos por el mundo; su Palabra es el criterio permanente del cumplimiento de todas las promesas a los que esperamos en la venida y la manifestación plena del Reino. En El se cumplen todas nuestras esperanzas; y en El encuentran alivio todas nuestras penas; nuestra vida se alegra y vive en esperanza porque El Señor Jesús está por llegar “rodeado de gloria y de poder” que le da la Resurrección.
Señor, enséñanos a discernir por los signos de los tiempos que tu venida está próxima; a saber interpretar las manifestaciones de tu llegada triunfante y a saber caminar por la vida con la esperanza del que sabe que su Señor llegará y se anhela su venida.
CONTEMPLATIO. Contempla agradecido lo que Dios ha hecho en tu vida.
Contempla en silencio la forma en que Dios ha intervenido en tu vida; las ocasiones en que has percibido su presencia y agradecele.
Tú, como creyente en Jesús estás invitado a alimentar tu esperanza en Él a base de inventar, e inventariar, los rastros de Dios en el momento presente; en lugar de agrandar la angustia ante los males inminentes o desesperar de una salvación que no se ve.

Un saludo y que Dios les bendiga. P. Cleo sdb.

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