jueves, 7 de octubre de 2010

28° domingo ordinario, C (10 octubre 2010)

Texto a meditar y orar:
Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése fue un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios? Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

Lectura (Lectio): Busca leyendo (¿Qué te dice el texto en sí mismo) lee atentamente varias veces el texto evangélico y descubre todos los detalles, personajes, actitudes y relaciones.
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús caminando hacia Jerusalén, que es el lugar donde Él entregará la propia vida en favor de los demás. En el trayecto se encuentra con los 10 leprosos que reconocen su persona y saben que es quien salva y le piden que tenga compasión de ellos. Su palabra les ordena que se pongan también en camino y vayan a presentarse a los sacerdotes; y durante el recorrido se da la curación de todos. Los 10 se reconocieron curados mientras iban de camino hacia el sacerdote; pero sólo uno regresa a agradecer la curación y sólo él es curado en su interior. El hecho de dar gracias indica una delicadeza humana desconocida por los otros leprosos.
Para entender mejor la mentalidad judía, la lepra era considerada una enfermedad de la cual sólo Dios podía librar y por lo tanto su curación indicaba que habían llegado los tiempos mesiánicos. Además de que la lepra era una enfermedad que introducía al enfermo en un mundo de intocables. Para evitar el contagio le legislación era muy severa; “el leproso llevará sus vestidos rasgados, descubierta su cabeza… y gritará ¡inmundo, inmundo! Y así habitará solo, su morada estará fuera del campamento”. (Lv. 13, 45).

Meditación: (Meditatio) “…y encontrarás meditando”. (Qué te dice a Ti el texto). Reflexiona y profundiza la Palabra.
El relato es un ejemplo del camino de fe que sólo un hombre supo recorrer hasta el final, el samaritano, un extraño. Diez eran los leprosos que reclamaron compasión de Jesús; los diez obedecieron al maestro y los diez se reconocieron curados, pero sólo uno regresando para agradecer, le hizo merecerse una curación mayor, aunque menos visible, pues fue salvado.
Jesús cura a los leprosos, no sólo porque tuvo compasión de ellos, sino también porque ellos obedecieron a su palabra. La obediencia les libró de sus enfermedades.
La fe en Jesús, la obediencia a su Palabra que le mandaba hacer un camino y el agradecimiento a quien le había salvado fueron las actitudes, o mejor, las virtudes del extranjero leproso.

Oración: (Oratio) “Llama orando” (¿Qué le digo yo a Dios).
Señor Jesús que fuiste caminando para entregar tu vida por los demás en Jerusalén y que te has encontrado con los enfermos y les has invitado para que obedeciendo a tu palabra se pusieran también en camino hacia su curación y hacia su salvación; te agradecemos por haberte cruzado en nuestro camino y ahora, con tu Palabra, por invitarnos a seguirte. Y es que, Señor, cuando nos vemos caminando por la vida, nos descubrimos necesitado de Ti, de tu ayuda, de tu compasión, y como los leprosos, nos vemos llenos de debilidades y nos experimentamos enfermos. Ayúdanos a poner nuestra confianza en Ti, a descubrir que tu Palabra nos invita a ponernos en camino hacia la curación y regresar contigo para agradecerte y adorarte por las maravillas que día con día has ido haciendo en nuestras vidas cuando nos experimentamos amados y salvados por Tí.

Contemplación (Contemplatio): “…y se te abrirá por la contemplación”
Dedica un tiempo de silencio y adora, alaba a Dios, déjate consolar e iluminar por Él; sintiéndote enfermo y por lo mismo necesitado de que Dios te cure, hazle una súplica, muéstrale tu agradecimiento y adóralo por sentirte salvado.

Te invito para que tomes un propósito, en relación con éste Evangelio, para esta semana.

P. Cleo sdb.
La Paz con ustedes.

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